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da creen que no lo sabe ni alcanza ni viene á su noticia. Porque ¿quién creerá que un rey tan católico y cristianísimo, que tanta vehemencia y solicitud ha puesto en extirpar y desarraigar los er rores levantados entre sus vasallos ya cristianos viejos, habia de permitir ni por man (maneras?) indirectas, que se pongan estorbos ni impedimentos para que nunca lo sean los recien convertidos? Y quién se persuadirá á pensar que un rey y señor tan celoso y devotísimo, que siendo aun príncipe, en vida del invictísimo Emperador su padre, y quejándosele los émulos de lo bueno de que los frailes eran tan tenidos y reverenciados destos naturales, que casi los adoraban como á dioses, respondió segun dicen (y yo lo creo) que dello se holgaba muy mucho, porque era señal que recibirian de buena gana y con facilidad su predicacion y doctrina, y que ahora mandase por el contrario que los religiosos no tengan mano ni autoridad para castigar ni corregir á los indios, ni se entremetan en sus negocios, estando muy claro y notorio que quitar esto es quitalles la mano para la predicacion y doctrina de Jesucristo, y para la debida ejecucion de los sacramentos; por ser esta gente tan mísera y baja, que si con ellos no se tiene toda autoridad, no se tiene ninguna; y si no los tienen muy debajo de la mano y subjetos, no hay mano para con ellos.

Así que yo la culpa principal de todo esto no la echo sino á quien la tiene, que es el demonio maldito, el cual como se vió tan apoderado y aposesionado en este su antiguo reino, y se ha visto despues tan despojado y alanzado de su señorío, por medio de los religiosos y siervos de Dios que en esta su viña han fidelísimamente. trabajado, que no solamente le han quitado el servicio de las idolatrías y sacrificios de sangre y carne humana, y las tiranías y vicios nefandos, mas aun estaba en disposicion la masa de los indios para ser de la mejor y mas sana cristiandad y policía del universo mundo; ha urdido tal trama de muchos estambres, y fabricado tal quimera de diversas partes (como son la desordenada y vieja codicia de los españoles; la desconformidad entre obispos y religiosos ; la diversidad y multiplicidad de pareceres entre los mismos; los excesos y desatinos particulares de algunos dellos; las relaciones siniestras llenas de envidia y pasion; la venida de oidores nuevos sin experiencia, y otras cosas semejantes á estas), que con este caos y

confusa composicion ha puesto en confusion y Babilonia el gobierno de la Nueva España; porque como los señores del consejo de las Indias sean en fin hombres y del mundo, cuyas cosas van por muy diferentes nortes que las que son puramente de Dios, antes parece que se contradicen y repugnan; en especial como al mundo sea muy odioso y duro de tragar que la vileza de los pobres frailes de S. Francisco, que en otras partes son tan despreciados, tenga en estos reinos autoridad de rectores, ó, como los llaman, gobernadores, no es de maravillar que teniendo tal solicitador como es el enemigo del linaje humano, y no conociendo distintamente ni contemplando por cosas vistas el ser y necesidad de los indios, que es gente por sí, é incitándolos por otra parte la opinion é importunacion del mundo, se hayan convencido poco a poco á juzgar bonum malum et malum bonum, y á posponer el bien general desta tierra, que puramente bien mirado y tanteado depende de los religiosos, á ciertos inconvenientes ya tocados, que so color y apariencia de mas importantes representa la codicia del mundo. Aunque bien pesado y puesto en balanza, los desatinos de tres ó cuatro ni mas frailes no habian de ser causa para desacreditar una órden entera ó una provincia, porque en España y en todos los reinos del mundo en todos los estados ha habido siempre algunos hombres malos, y entre los frailes de todas órdenes algunos apóstatas y aviesos, como tampoco faltó alguno en el colegio de Cristo, y herejes, que es mas, ha habido. Mas por eso las órdenes ó religiones de donde fueron no dejan de ser muy santas y buenas, y haber en ellas otros muchos mas sin comparacion que han castigado las apostasías y males cometidos, Ꭹ convencido á los herejes de sus herejías, y que finalmente sustentan la Iglesia de Dios y su religion cristiana con su doctrina y ejemplo de buena vida; cuanto mas que los excesos de acá han sido bien ralos y pequeños respective á otros que por allá suelen pasar, y sabe todo el mundo que para ellos no han faltado muy graves castigos. Y que haya habido y hoy en dia haya diversos y contrarios pareceres entre los religiosos sobre las cosas desta tierra, no es de maravillar, porque los mismos regentes de las audiencias de acá y de allá experimentan en sí cada dia, que con no ser mas de tres ó cuatro, y con tratar entre sí juntamente los negocios desde el principio hasta el cabo, y con ser los negocios muy trillados, al tiempo del

sentenciar dan muy diversos y contrarios los votos, cuánto mas en tierra y mundo nuevo, y entre gente tan nueva y extraña de nuestra nacion, que si no fuera porque tenemos por fe que todos descendemos de Adam y Eva, diriamos que es otra especie por sí, y por el consiguiente y casos que nunca se escribieron en derecho, ni conforme á él se pueden decidir, si no es haciéndolos tuertos. Pues de haber á tiempos diferencias entre los obispos y religiosos, ó los religiosos entre sí mismos, sobre la administracion de la doctrina y de los sacramentos, ninguno se debe espantar, ni menos escandalizar, que no son cosas nuevas entre siervos de Dios y muy perfectos, ni se fundan en malicia, sino en toda sinceridad de conciencia, porque grandes varones y prelados s.... de la Iglesia tuvieron entre sí estas discordias, movidos cada uno de ellos por santísimo celo. Y así ha acaecido en esta Nueva España sin falta ninguna. Y si algun siniestro ha habido ahora mas que en los ejemplos antiguos que traigo, ha sido por servir de malo los que están de por medio, y no haber atajado las ocasiones, pudiendo muy bien hacello.

Lo que de nuestra parte ha mas ayudado para venir á estos méritos, ha sido lo que nos debiera ser mas agradecido y en mas estima tenido ; que es el inflamado celo que los frailes han mostrado en este negocio de la honra divinal, y del descargo de la conciencia real, y de la salud destas ánimas. Las cuales cosas, aunque todas están principalmente á cargo de S. M. y son suyas propias, y le pertenece de derecho y ha de dar al sumo Juez cuenta de ellas, como quien lleva las rentas y tributos destos reinos para procurar totis viribus que hayan debido efecto; mas como los religiosos como gente libre de todo otro interese y como fieles á quien los enviaba para descargar su conciencia, con este celo que dije hayan tanto pugnado y trabajado y desveládose en el cumplimiento dellas, ha venido á tal estado el negocio, que les son imputadas y contadas estas cosas por suyas propias, aunque á la verdad les obliga á ellos en alguna manera su estado y profesion, y son tenidas por ajenas del real oficio y obligacion, de tal manera que ya no las llaman sino intereses de frailes; y como ellos traten dellas en las córtes y chancillerías, no es menester mas para que las tengan por sospechosas. y que no se debe hacer cuenta dellas. Por tanto, lo que mas conviene llevar por delante V. R. para alcanzar el sosiego que no te

nemos, y el remedio de los males que ya vemos ir tan adelante, es que en nombre desta santa provincia del Santo Evangelio se desapropie destos intereses y propios negocios, y nos ponga en la libertad evangélica y apostólica que Jesucristo nos dejó, y en que nuestro padre S. Francisco nos encaminó. Y dé á entender muy claramente á S. M. que estos negocios son suyos y no nuestros, aunque por su servicio los tomamos por propios; y que sepa y entienda por muy averiguado, que por esta misma libertad con que tratamos sin ningun interese, y con que descargamos su real conciencia, sin tener mas de á solo Dios por delante, está necesitado de nuestras personas, y realmente nos ha menester para no dar con esta carga tan grande que tiene en el suelo, y para que esta Iglesia recien plantada totalmente no se destruya y asuele. Y que si S. M. es servido que descarguemos su real conciencia, como sus verdaderos capellanes y ministros, tenga entendido que real y verdaderamente se la descargamos solos los religiosos en esta tierra, y sus oficiales de su temporal régimen y justicia (ut in plurimum) se la cargan, porque ellos de necesidad tienen de tener ojo al interese temporal que los hace venir de España, y á nosotros por la mayor parte no nos puede mover si no es el puro celo de la honra de Dios y de la salvacion de las ánimas, y de la verdad y razon y justicia. El cual celo solo desde allá nos trajo á esta tierra. Y que con esta confianza se confie de nosotros, y nos dé el crédito y autoridad que los ministros de la salud eterna es razón que tengan, en especial tratando con gente de tan pocos' quilates y de tan bajo talento. Y que si desta manera se quisiere servir S. M. de nosotros para que Dios nuestro Señor se sirva, haciéndonos padres desta mísera nacion y encomendándonoslos como á hijos y niños chiquitos para. que como á tales (que lo son) los criemos y doctrinemos y amparenos y corrijamos, y los conservemos y aprovechemos en la fe y policía cristiana, como los primeros que al principio vinieron lo hicieron, que nunca cesaremos ni nos cansaremos de entender y ocuparnos en tan singular y celestial obra, antes con nuevo espíritu y fervor comenzaremos á trabajar en ella con toda fidelidad y pureza. Mas que si al contrario no le es aceptable este nuestro servicio, ni quiere que lo ejercitemos con esta evangélica libertad y autoridad, creyendo á los que piensan y dicen que en pedir esto

pedimos y buscamos nuestros intereses propios de mando y señorío; S. M. puede descargar su real conciencia con otros ministros y capellanes que le sean mas fieles, y mandar nos dar licencia á nosotros para volvernos á España, porque no hemos de administrar los santos sacramentos con oprobio y escarnio del oficio sacerdotal y de la doctrina de Jesucristo; porque entre gente de la suerte que esta es, no se tiene mas crédito y mas estimacion della de en cuanto crédito y estimacion son tenidos los que la administran. Ni tampoco es razon que quedemos por testigos y consentidores de la destruccion desta nueva planta que nos ha costado nuestros trabajos y sudores, y que el diablo se ria en nuestra presencia de quedar mas victorioso dándole guerra, que lo fué cuando pacíficamente poseia esta república indiana. Porque ciertamente ninguna duda pongo en esto, sino que lo tengo por averiguado: que prosiguiéndose los negocios por los pasos que ahora llevan, y no poniéndose remedio en lo que va descaminado, ha de ser mas servido el demonio de aquí adelante en esta tierra, y aun no sé si diga que lo es líoy en día, y nuestro Dios mas ofendido, y muy mucho mas, que cuando no se nombraba ni era en ella Dios conocido, sino solo el Tlacatecolutl.

Esta es la llave de todo el bien ó perdicion desta nueva Iglesia : quererse confiar S. M. ó no confiarse de los religiosos que el felicísimo Emperador su padre envió por ministros della, y en quienes tuvo tanta confianza, que por ella y por quererse regir por el parecer de los siervos de Dios en los negocios desta tierra, cobraron los religiosos el nombre tan odioso de gobernadores; por el cual nombre y por solo la invidia dél, se han levantado y sucedido las presentes persecuciones que esta Iglesia y obra de Dios padece; y verdaderamente es grandísima ceguedad y error muy conocido que por solo dar lugar á esta invidia, y porque suena ásperamente en los oidos del mundo vano el nombre de gobernadores, por sí mismo impuesto á los frailes menores y á los otros mendicantes, se deje la verdad de la vida, y no se admita la razon muy clara, y se ponga en confusion y en camino de perdicion toda una república cristiana. Porque veamos qué hombre habrá de experiencia en esta tierra tan falto de juicio, aunque sea el mas apasionado y de frailes indevoto, que queriendo conocer la verdad de lo que siente

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