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que

de aposentos de la gente que sirvie á los ídolos del dicho pueblo se aposentó el dicho señor marques y su gente; é despues de recogida, puso esa noche guarda en su real, y por la mañana envió por tres partes alguna de su gente por caminos anchos que de pueblos salien, los cuales iban á buscar algunas cosas de yerbas é frutas para comer, é los caminos los llevaron á los unos é á los otros á las labranzas de los de aquel pueblo, é hallaron alguna gente con quien pelearon, é trajeron ciertos indios; é llegados al real dijeron cómo ellos se andaban juntando para nos dar batalla é pelear á todo su poder para nos matar é comernos ; é que estaba acordado entre ellos si los cristianos los vencian, de servirlos dende en adelante como á señores, lo cual se entendió por el intérprete español de quien ya dijimos. El señor marques les habló é los envió por mensajeros, é los aseguró de que si quisiesen no pelear se les harie muy buen tratamiento é él los ternie como á sus hijos, y no volvieron con respuesta, mas de que alguna gente que andaba de guerra entre unas acequias é rias decien á los nuestros que dende á tres dias seria junta toda la tierra é nos comerien; é así se juntaron é parecieron una mañana. El marques y toda su gente oyó misa, é salió á ellos; é porque la tierra es acequiada, é por el camino por donde habiemos de ir habie rias hondas, tomó con diez de caballo, de trece que tinie, é fuése sobre la mano izquierda de largo de la ria, para ver do podrie encobrirse con unos árboles é dar en los enemigos ó por las espaldas ó por un lado, é la gente de pié se fué camino derecho pasando acequias; é como los indios sabien los pasos, que son mas sueltos que los españoles, pasábanse por las acequies, é dende la otra parte nos tiraban muchas flechas y varas y piedras con hondas; é aunque matábamos algunos dellos con ciertos tirillos de campo que tiniemos, é con las ballestas, ellos hacien gran daño en nosotros por ser mucho número de gente como eran, é nos vimos en mucho peligro, é no sabiemos del marques, porque no halló por do pasar á los enemigos, antes hallaba muchos malos pasos de acequies; é como los enemigos nos tuviesen ya cercados á los peones por todas partes, pareció por la retaguardia dellos un hombre en un caballo rucio picado, é los indios comenzaron á huir é á nos dejar algund tanto, por el daño que aquel ginete en ellos hacia; é nosotros creyendo que fuese el marques arremetimos é matamos

algunos de los enemigos, y el de caballo no pareció mas por entonces: volviendo los enemigos sobre nosotros, nos tornaban á maltratar como de primero, é tornó á parecer el de caballo mas cerca de nosotros, haciendo daño en ellos, por manera que todos lo viemos, é tornamos á arremeter, é tornóse á desaparecer como de primero, é así que lo hizo otra vez, de manera que fueron tres veces las que pareció é le vimos, é siempre creyemos que fuese alguno de los de la compañía del marques. El marques con sus nueve de caballo volvieron á venir por nuestra retaguardia, é nos hizo saber cómo no habie podido pasar, é le dijimos cómo habiemos visto uno de caballo, é dijo: «Adelante, compañeros, que Dios es con nosotros; » é arremetió estando ya fuera de las acequias, é dió en los enemigos, é la gente de pié tras él, é así los desbaratamos, matando muchos de ellos y huyendo los demas á se guarecer en los malos pasos entre las acequies. El marques se volvió al real con su gente, é de algunos prisioneros que se habien tomado hizo mensajeros, É envió á decir á los enemigos que le pesaba del daño que en ellos habie hecho, é que todavía los ternie por amigos si ellos. quisiesen venir á obidiencia; é vinieron ciertos señores é trajeron aves que acá llamamos gallinas de las Indias, é frutas de aquella tierra é otras cosas de bastimento, é dieron la obidiencia al dicho marques, é les rogó que quitasen sus ídolos é pusiesen cruces en el lugar do los tinien, é ansí se hizo en lo que por allí vimos. É tomado algun maiz, que es una semilla de que ellos se mantinien, é algunas frutas, é enviádolo á los navíos, los señores de la tierra dieron al marques veinte mujeres de las que ellos tinien por esclavas, para que moliesen pan; y despues de andada la procision el Domingo de Ramos, é dicha misa en el patio de los ídolos, nos fuimos á embarcar. Decian los indios, que serien los que con nosotros habien peleado hasta cuarenta y ocho mil hombres, porque su manera de contar es de ocho en ocho mil, é decien que se habien juntado por copia seis veces ocho mill.

Salidos de aquí nos hizo buen tiempo para ir la costa abajo, é llegamos Viérnes Santo al puerto de Sant Juan, que así le llaman los españoles. El marques sacó la mas de su gente en tierra, dejando guarda en los navíos, y en nombre del rey de Castiella, nuestro señor, fundó una villa á quien puso por nombre la Villa Rica

de la Vera Cruz. Aquí vinieron indios de aquella tierra á le hablar, y nuestro español intérprete no los entendie, porque es la lengua muy diferente de la de donde él habie estado; é dábannos los dichos indios algunas cosas que comiésemos, de frutas é pan de maiz, de lo que ellos comen. El marques habie repartido algunas de las veinte indias que dijimos que le dieron, entre ciertos caballeros, é dos de ellas estaban en la compañía do estaba el que esto escribe; é pasando ciertos indios, una dellas les habló, por manera que sabie dos lenguas, y nuestro español intérprete la entendie, y supimos de ella que siendo niña la habien hurtado unos mercaderes é llevádola á vender á aquella tierra donde se habie criado; y así tornamos á tener intérprete, é con él el marques hizo llamar ciertos indios de los principales que, por allí parecien, é les preguntó por el señor ó señores de aquella tierra, é le dijeron que toda ella era de un grand señor que se llamaba Muteczuma, é que á él sirvien todos los otros señores de aquella tierra, porque en cada pueblo habie señor ó gobernador, pero que todos eran vasallos de este. Este Muteczuma se servia de sus vasallos en esta manera, que como él y sus antecesores fuesen extranjeros desta tierra do él señoreaba, é oviesen entrado en ella so especie de religion, y creció mucho su partido, estando metidos en una isla que se hacie donde agora es la cibdad de México, é lo de alrededor era agua é acequias hondas, de manera que en algunas partes sembraban en cierta manera, viéndose con poder para ello hicieron guerra á los naturales de la tierra, é los que se les daban de paz, sin querer pelear con ellos, tomaban dellos cierto tributo é parias, y á los que vencian por fuerza de armas, no quiriéndoseles dar de paz, servíanse dellos como de esclavos, y tenien por suyo todo lo que los tales poseian; é demas de servir con sus personas é de sus hijos y mujeres desde que el sol salie fasta que se ponie en lo que les mandaba, si despues en su casa les hallaban algo, tambien se lo tomaban los recibdores de las rentas de los señores; y en esta costa habie destos algunos pueblos é provincias. Informado el marques desto, procuró de hablar con algunos de los naturales de la tierra que vivien en esta sujecion, los cuales se le quejaron y pedieron los remediase, é él les ofreció que harie por ellos todo su poder, é que no consintirie que les hiciesen agravio. Envió la costa abajo á ciertos navíos li

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geros á que viesen la costa, é que buscasen algund puerto, si habie.
Visto esto, los indios que por Muteczuma en aquella parte residien,
hazienle mensajeros que iban y vinien muy en breve, magüer haya
setenta leguas desde el puerto de Sant Juan á la cibdad de México
donde Muteczuma estaba, y él mandó que diesen al marques cierto
presente de oro y plata, y en ello una rueda de oro y otra de plata,
cada una tamaña como una rueda de carreta, aunque no muy grue-
sas, las cuales dicien que tinien hechas á semejanza del sol y de
la luna. El marques dió ciertas ropas de su persona,
de su persona, é gorras é
calzas é collares de cuentas de vidro de colores, para que llevasen
á Muteczuma, y asimismo dió de lo que tuvo á los mensajeros y á
otros señores de los que vinien á le ver y hablar. É aquí hubo no-
ticia de un motin que entre su gente se pensaba haber, é hizo pren-
der á ciertos gentileshombres de su compañía, é meterlos en los
navíos con buena guarda, é irse á un puerto pequeño que está diez
leguas abajo deste, porque era mejor tierra para pueblo de españo-
les é tinie mas cerca buenas aguas é montes, é el marques se fué
por tierra la costa abajo con la mas de su gente, é halló una cib-
dad en el camino adonde asimismo se le quejaron de agravios que
Muteczuma é sus recabdadores les hacien, y él les dijo que á Mu-
teczuma que le tinie por amigo, pero que no por eso consentirie
que hiciese agravio alguno á ellos ni á otros que quisiesen ser ami-
gos del dicho marques; é así envió á rogar á Muteczuma é lo dijo
á sus criados, que le rogaba que no quisiesen hacer agravio á los
naturales de la tierra. Llegó el marques al puerto donde habie
mandado ir los navíos, é allí asentó el pueblo de españoles que ha-
bia hecho en el puerto de Sant Juan, é halló á media y á una legua
del puerto ciertos pueblos de indios que asimismo se le quejaron
como los demas de agravios que recibien de ciertos recabdores que
á la sazon allí eran venidos á les pedir tributos é mandar que hi-
ciesen otras cosas que ellos no solien hacer. El marques les dijo
lo que otras veces les habie dicho, é les certificó que serie su ami-
go, é no les consentirie hacer mal ni daño; é con este favor ellos
acuerdan de dar en los recabdadores é gente que con ellos vinie, é
ataron muchos dellos é les dieron de palos, é algunos se huyeron
donde el marques estaba, é como á él no le pesaba de la discordia
que entre ellos oviese, solamente los amparó para que no-los ma-

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tasen, pero no del todo se los quitó de poder, é así hizo soltar algunos dellos, con quien envió recabdo á Muteczuma diciéndole que él era llegado en aquella tierra, é que habie hallado allí aquella gente suya á quien los de aquellos pueblos habian quesido matar, que él los habie amparado, é que le dicien que sin ser obligados á dar tributo se lo pidie, é como recien llegado á la tierra no sabie la razon que cada uno tinie ó no; que él le hacie saber lo subcedido; é así quedaron rebelados contra el servicio del dicho Muteczuma todos aquellos, é muy amigos del marques é de los cristianos. Visto el marques que entre los suyos habie algunas personas que no le tenian buena voluntad, é que destos é otros que mostraban voluntad de se tornar á la isla de Cuba donde habiemos salido, habie cierto número, habló con algunos de los que iban por maestros de los navíos, é á algunos rogó que diesen barrenos á los navíos, é á otros que le viniesen á decir que sus navíos estaban mal acondicionados; é como lo hiciesen así, dicíeles: «Pues no están para navegar, vengan á la costa, é rompeldos, porque se excuse el trabajo de sostenerlos; » é así dieron al traves con seis ó siete navíos, é en uno, que era la capitana en que él habie ido á aquella tierra, hizo meter todo el oro que le habien dado y las cosas que en aquella tierra habie habido, é enviólo al rey de Castilla, nuestro señor, que estonces era rey de romanos, electo Emperador; é ovo personas españoles en su compañía que pusieron en plática é por obra de hurtar un navío pequeño, é salir á robar lo que llevaban para rey. Sabido por el marques, prendió á algunos é hizo justicia de los mas culpados, é á otros perdonó é hizo decir en su real cómo él queria enviar un navío, que era el mejor de los que allí habie, á la isla de Cuba; por tanto, que los que no quisiesen su compañía se podrian ir en él: é así vinieron algunas personas á le pedir licencia para se ir, y él se la daba, é dicie: «Porque yo determino de ganar de comer en esta tierra ó morir en ella, échense todos los demas navíos al traves, demas de los que se habien echado, é los que no quisieren seguir mi opinion, ahí queda ese en que se vayan; » é así los echó al traves; é despues que los otros fueron echados al traves, echó tambien este, é quedó certificado de quiénes eran los que no querian su compañía.

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Es así que un Diego Velazquez, gobernador que era de la isla de

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