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asno ó quien lo aguija; y esté es mi parecer, porque veo que hacer otra cosa, á todos é á mí nos será grande afrenta; é no porque hagamos lo que ellos quisieren, aseguramos todos las vidas, antes algunas correrán riesgo; pero sobre mi parecer ved el vuestro, é eada cual tiene razon de decir sù parecer. » É luego todos unánimes alzamos una voz de alegría, diciendo: « Viva tal capitan, que tan buen parecer tienė; » é así lo tomamos en los hombros muchos de nosotros, fasta que nos rogó lo dejásemos; é íbamos mojados porque habie Hlovido, é con deseo de asar la carne de los venados é puercos que los de caballo habian muerto; é fuímonos á poner á una legua de los contrarios, é mandonos el marques que no hiciésemos lumbré porque no fuésemos vistos; é puestas centinelas é escuchas dobladas, quisimos reposar algund tanto, é no podiamos, como viniemos mojados, é hacia un aire muy fresco. El marques recordó, ó por mejor decir, como no pudie dormir llamó sin tocar atambor, é dijo: «Señores, ya sabeis que es muy ordinario en la gente de guerra decir al alba dar en sus enemigos ; » é si hemos sido sintidos, á esta hora nos espéran nuestros contrarios; é si no nos han sentido, pues, no podemos dormir, mejor será gastar el tiempo peleando é holgar lo que nos quedare' de (desde ) que haya mos vencido, que gastallo con la pasion que el frio nos da ; » é así nos levantamos é nos hizo otra plática diciendo que aun tiniemos tiempo de acordar si seria mejor pelear ó no; é respondiéndole que queriamos morir ó vencer, camino, é cerca del aposento de los cont trarios, poco mas que una milla, nuestros corredores tomaron una de dos escuchas que los españoles tenian puestas, é el otro huyó; é preguntando al que tomamos cómo estaban en su real, nos dijo que habian tenido nueva de indios que íbamos, é estaban acordados de al alba salir á nosotros, é dijonos la manera de cómo estaba puesta el artillería é la órden que la gente tinie, é decia verdad, é el marques dijo que no le hiciesen mal, porque lo querian ahorcar sobre que dijese verdad; é sú compañero que se huyó dió mandado en su real, é allá se creyeron que íbamos allí á nos poner parą gastar lo que de la noche quedaba, para al alba dar en ellos ; é así tornarón á mandar que reposase la gente é al alba saliesen al campo; é con todo el capitan y ciertos gentileshombres se armaron é estaban despiertos é hablando en nuestra ida é tiniéndonos por lo

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cos. É el marques habia apartado ochenta hombres para que fuesen á la casa del capitan, sin se detener en otra parte, é procurasen de lo prender ó matar; é para esto dió un mandamiento á un gentilhombre que era su alguacil mayor, en que le dicie: «Iréis adonde Panfilo de Narvaez está, é mándoos que le prendais ó mateis, porque así conviene al servicio del rey nuestro señor; » é desto reiamos mucho algunos de nosotros; é cuando llegamos junto a los contrarios llovie é habia llovido, é el artillero tenia los fogones de los tiros tapados con cera por el agua; é así llegamos junto á las centinelas sin que nos sintiesen, é iban huyendo é diciendo: «Arma, arma, » é los nuestros tras ellos tocando arma con el atambor; y estando en el patio de su aposento, el marques mandó á toda priesa á los ochenta hombres acometiesen á la casa del capitan, é él quedaba detras de nosotros desarmando é prendiendo á los contrarios; porque como tocó su arma y la nuestra junta, vinien, los contrarios á nuestra gente, creyendo que eran de los suyos, á preguntar «¿qué es esto?» é así los prendien. É el marques tuvo aviso de cortar é hacer cortar los látigos de las cinchas de los caballos, que como pensaban desde á poco salir al campo, todos tenian ensillados sus caballos é comiendo; é algunos que acudien á enfrenarlos, como estaban los látigos cortados, en cabalgando luego caien, ó desde á poco. É los ochenta hombres que delante íbamos fuimos á la casa del capitan, é ternie consigo fasta treinta gentileshombres, é delante su aposento tenia diez ó doce tirillos de campo, é el artillero é otros, turbados é sobresaltados, quitaban unas piedras o tejas de sobre los fogones é cebaban sobre la cera, é cuando quisieron poner fuego vimos que los tiros no salian, é ganámoselós é peleamos con el capitan é con los que con él estaban, é algunos hubo de nuestros contrarios que vinieron de fuera, é rompiendo por nosotros se metieron con su capitan, é retrajímoslos todos adentro de la casa, é no pudiéndoles entrar pegamos fuego á la casa, é así se dieron, é prendimos al capitan é á algunos de los otros; é luego, antes que la victoria se conociese, el marques mandó gridar, é á grandes voces decian los suyos: «Viva Cortés que lleva la victoria!» é así se retrajeron á una torre alta de un ídolo de aquel pueblo casi cuatrocientos hombres, é muchos de los de caballo ó los mas que adobaron sus cinchas é cabalgaron é se salieron al campo. É aquí

acaeció que como ganamos el artillería, algunos tiros se derribaron de do estaban, é otros habien llevado los nuestros, é como un caballero mancebo topase con ocho barriles de pólvora é un m.o (medio?) tonel de alquitran, é oyó decir que los enemigos se hacien fuertes é se salien al campo para aguardar la mañana é venir á pe lear, é como no vió los tiros, con deseo que tinie de ver por los suyos la victoria, é porque creyó que los contrarios tenian el artillería que él echaba menos, se metió entre los barriles de pólvora, diciendo á otros compañeros: «Haceos afuera, é quemaré esta pólvora, porque los enemigos no la hayan é nos hagan daño con el artillería que tienen; » é con fuego que en la mano llevaba de un haz de paja encendida, procuraba de quemar la pólvora, é como no podia por estar en barriles, con la espada desfondó uno de ellos, encomendándose á Dios metió el fuego dentro é dejóse caer en el suelo porque la furia de la pólvora no lo tomase. É acaeció que el marinero que sacó los barriles de pólvora del navío, sacó siete barriles de pólvora é uno de alpargates, creyendo que fuese de pólvora, porque tenia la marca que los otros; é como metiese las pajas é fuego en el barril é no ardiese, procuraba de abrir otro; é á esta sazon el marques vino por allí, que andaba peleando, y ya no hallaba con quién, é preguntó: «¿qué es eso?» é yo le dije lo que pasaba, é dijo: «Oh hermano! no hagais eso, que moriréis é muchos de los nuestros que por aquí cerca están; » é así se entró entre los barriles de pólvora, é con las manos é piés mataba el fuego. É llevada la pólvora á una casa pequeña de un ídolo donde él tinie algunos de los contrarios presos, é encomendádolos á un capitan, mandó traer algunos de los tiros, é batia en la torre donde los españoles estaban, é así se dieron, é, mandó al capitan que tenia á cargo los presos, que si viese revuelta alguna ó que los del campo venian, matase todos los presos, é esto le mandó decir en manera que el general de los contrarios é los demas prisioneros lo oyeron, é el general envió una seña á les mandar é rogar que viniesen á la obidiència del marques, por le dar la vida á él y á los presos; así vinieron é se dieron á prision, é así el marques, haciéndoles quitar á todos las armas é tomando juramento dellos é á otros la fe, se aseguró dellos, é desde á dos dias les mandó volver sus armas, quedando preso el capitan é algunos otros.

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En una hoja escrita, al parecer, de la misma letra que los acotes y enmiendas de esta relacion, y que se halla colocada entre la tercera y cuarta de la misma, dice lo siguiente:

En lo que señoreaba México habie utumies, qués la mas antigua lengua, y es como vizcainos, no muy abundantes de vocablos. Hay tutunaques, lengua por sí. Hay teutecas, hay mistecas, hay zaputecas, maçatecas, tenis y otras, que ninguna se entiende con la otra, sino por propio intérprète. Chinanta es provincia por sí, pequeña, en sierras; no obedecia á México, y en esta hay pueblos cada uno sobre sí, de diferentes lenguas: a veces son amigos unos de otros, á veces no. Hay los de Xalisco, especial èn las sierras, gran diferencia de lenguas; y Colima, lengua por sí, y muchas. Zacatula por

México tenia en su tiempo en el hacer guerra està órden: que yendo á la guerra, al que se daba de paz no tenia sobre él tributo cierto, sino que tantas veces en el año le llevaban presente á su discrecion del que lo llevaba; pero si era poco mosábales (sic) mal rostro, y si mucho agradecíaselo. Y en estos no ponia mayordomo ni recaudador ni cosa: el señor se era señor. Los que tomaba de guerra decian tequitin tlacotle, que quiere decir, tribptan como esclavos. En estos ponia mayordomos y recogedores y recaudadores; y aunque los señores mandaban su gente, eran debajo de la mano destos de México; y estos mandaban sembrar toda semilla y todo árbol para granjería á los vecinos, y algodon, demas de los tributos y tenian casas grandes do hacian llegar la gente mujeres de cada pueblo ó barrio á hilar, tejer, labrar; y demas de todo, en sabiendo que alguno tenia algo de cudicia tomábanselo. Desto que así se tributaba como esclavos, tenian su parte algunas señorías de cabo México, por razon que enviaron gente á la guerra.

"Hay todo lo que acá de frutas y árboles. Hay de lo de allá muchas cosas de frutas y mantenimientos que no tienen semejanza á cosa de acá, y así no hay quien las dé á entender. Hay en mis pueblos, cerca de la costa, en una parte fuentes de pez retida (sic) que sale como brea ó como miera, sino que no hiede, y cociéndola se espesa; y es buena para calafetar, y no entra por ella broma, porque amarga..

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Al marques, acabado de gahar México, estando en Cuyoacan le

llevaron del puerto un poco de arroz: iban entre ello tres granos de trigo: mandó á un negro horro que lo sembrase: salió el uno, y como los dos no salian, buscáronlos y estaban podridos. El que salió llevó cuarenta y siete espigas de trigo. De esto hay tanta abundancia, que el año de 39 yo merqué buen trigo, digo extremado, á menos de real la hanega; y aunque despues al marques le llevaron trigo, iba mareado y no nació. Deste grano es todo, y hase diferenciado por las tierras do se ha sembrado, y uno parece lo de cada provincia, siendo todo deste grano.

Hizo el marques llevar todo género de ganados que en España se usan para granjerías, y bestias, y simiente de seda, y á esta ha ayudado mucho el virey D. Antonio, y así hay mucha.

Hay mucho alumbre. Hay en Chiapa muchos veneros de ámbar amarillo, de lo que hay en las cuentas, cuajado y claro.

Hay todo género de metales mineros, desde oro hasta estaño. Hay todas colores.

Hay, así en la provincia de Guatemala como en la costa de la Villa Rica, árboles de bálsamo, que dándoles una cuchillada manan por ella bálsamo; y por traer mas, hay algunos que cuecen deste palo y hojas, y desque aquella agua se espesa dicen que es bálsamo: pero lo que sale como resina hace grandes obras en heridas, en dolores que proceden de frio, y en mal de mujeres.

Hay otros árboles que hiriéndolos sale por las heridas un licor como estoraque líquido, aunque mas suave olor, y es medicinal.

Hay otros de do sale mucha cantidad de ánime blanco, de que los naturales mucho usaban para perfumar sus ídolos y encensarlos y echar dello en los braseros de los ídolos y por las esquinas de las casas de ídolos. Y tenian por los caminos sus ídolos, como nos cruces ó humilladeros, y allí los caminantes ponian desto, aunque no hubiese fuego. Otros ofrecian sangre QUE se sacaban de la lengua ó de las orejas ó del brazo ó muslo.

En otro tiempo, cuando entramos en México la primera vez de paz, andando yo rondando via en Uchilobos, mezquita mayor, que en siendo las doce en punto, lo cual conocian por ciertas señales del cielo, se levantaban y tocaban una bocina de un grande caracol, y iban al sacrificio todos, y oyendo en otras perrochias (parroquias) esta bocina, tambien se levantaban, y cada cual con ropa

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