Imágenes de páginas
PDF
EPUB

en Alcalá de los Zegries; también en Los Centauros, aunque esta novela, comienzo de nueva serie, mayor relieve da a otro azote que los pueblos sufren, y es la acumulación fortuita de riquezas divorciadas del trabajo y de la virtud, ruedas locas cuyas descompasadas revoluciones esparcen corrupción y escándalo, en vez de cumplir el ministerio ético y social a que están por ley divina hipotecados los bienes de fortuna.

Siempre siente y escribe el Sr. León como poeta, ora ciña sus inspiraciones con las vestiduras de la rima, ora deje fluir limpia, clara y numerosa su habla castiza. Dulzor de madrigales, placidez de égloga, efusión lírica, brío y cadencia de poema tienen las más de sus páginas narrativas. En Casta de Hidalgos acontece que pasajes enteros están escritos en endecasílabos libres, tan sin artificio, que el lector tarda en advertirlo; y no parece tomado el cauce de la métrica sino para enfrenar la pujanza nativa del raudal. No causa, por tanto, sorpresa la facilidad y galanura de los versos coleccionados bajo el título Alivio de caminantes, de plácida serenidad, como de Musa "remansada en huertos castellanos", como de admirador rendido de nuestros grandes líricos, como de quien no pulsa la lira intentando truculentas revoluciones literarias, sino para efusiones de fe y de dolor que al alma alivian en las asperezas del camino.

En rigor, se ha de decir otro tanto de sus páginas en prosa, tan asemejadas a sus rimas: casi todas parecen desahogos del espíritu del autor. Rara vez se hace la violencia de cederles la palabra a personajes que sean inhábiles para su propia dicción digna y pulcra; cuida poco de atesorar voces, imágenes y

giros peregrinos que andan en boca del pueblo y merecen gran estima, pero no hacen a su intento. Contempla la realidad, la ronda y la visita no más que para libar la miel, sin plegar sus alas ni abatir su vuelo; esta realidad misma, no quiméricos fantasmas ni vagarosas alegorías, le atrae y le cautiva; pero tan sólo atento a sustraer de ella las esencias perfumadas y las radiaciones luminosas, espiritualizándola para darnos su versión poética. Profesa y practica nuestro realismo hereditario, no el exótico; el que mira al cielo al trasluz de la vida, y no el que con la mirada hiende la vida hasta clavarse y reposarse en el cieno.

Me abstengo de copiar, en abono de mis juicios, párrafos ni estrofas, porque no acierto a entresacarlos tantos son los que a porfía merecen preferencia; atestiguarán enteros los libros, muy leídos, del nuevo académico, sin detenerme más. El principal fin de la presente solemnidad estaba cumplido cuando comencé mi lectura, y caigo en ello demasiado tarde, pues aún no he dicho palabra del tema elegido para el discurso que acabamos de aplaudir.

Lo trata él con tanta pericia y galanura, que propendo, no a insistir, sino a reflexionar sobre el hecho, alarmante en verdad, de haber sido elegido tal tema sin causarnos novedad su elección. Algún desconcierto grave debe de aquejarnos para que hallemos puesta en tela de juicio la supervivencia perenne en integridad y pureza del habla que tantos ingenios peregrinos ennoblecieron y glorificaron; habla cuyos dominios resultan más duraderos y más extensos que los de la soberanía política, no obstante

lo cual vemos sospechada de que no les sirva o no les baste a los españoles de hoy o a los de mañana.

De duda semejante me preservaría a mí el concepto que tengo de un idioma nacional, aun sin considerar sus intrínsecas excelencias ni las calidades que le den ventaja en parangón con otros: aspectos del asunto considerados luminosamente por el señor León. El idioma de un pueblo no parece cosa que éste pueda tomar o dejar, sino parte consubstancial de su ser propio; está asociado históricamente a la formación y las vicisitudes del pueblo mismo, y si miramos a lo futuro, conocemos que no se perdiera ni de pronto se alterara, aun cuando el pueblo fuese expulsado del territorio que le sustenta, o cayese en servidumbre, o le aviniese otra cualquiera de las mayores imaginables catástrofes. En la contextura radical, en la copia léxica, en las inflexiones, los matices y las galas de la lengua patria están representados los orígenes étnicos y las singularidades fisiológicas, y las influencias del suelo y del clima, y el fondo religioso, y la vocación colectiva, y las costuinbres, y las vicisitudes de apogeo o decadencia, de paz o guerra, de prosperidad o penuria con que la patria misma se formó y anduvo las jornadas de su existencia.

Todavía más claramente se refleja en el idioma peculiar la fisonomía espiritual de las gentes que le hablan, así los rasgos perennes que la caracterizan como sus variantes circunstanciales de lugar o tiempo. Según el genio propio de cada humana colectividad, distinta y definida entre las otras, acontece que los avances de su cultura, los despliegues de su acción y las peripecias de su vida ocasionan, tanto y más que

el advenimiento de nuevas voces y no usados giros, la atribución incesante de significados que antes no tenían las palabras; acepciones traslativas las más de ellas. En este continuo desdoblamiento del heredado caudal idiomático es donde con mayor viveza fulgura la imaginación e imprime su sello privativo el alma de cada pueblo.

Hácese patente esta verdad comparando el lenguaje de unas con el de otras regiones españolas, muy diversas por la sobriedad o la opulencia de la fantasía; y todavía es de mayor enseñanza confrontar con el de lenguas extranjeras de otras razas el caudal de imágenes, metáforas y aun verdaderas pinturas que colecciona nuestro Diccionario. Es gran parte y la más característica del lenguaje.

Tan ingenua, tan íntima, tan efusiva e indeliberada es la corriente donde con el hablar van fundidos el sentir, pensar, sufrir, gozar, pujar o ceder, que no veo resquicio por donde pueda meter sus raíces la duda de si algún día se divorciarán el alma y la lengua de la nación. Sólo la muerte desintegra la unidad orgánica de los seres que la alientan.

Sospechar que la lengua castellana sea o llegue a hacerse inadecuada para los españoles presentes o venideros, equivale a recelar un niño que no le valdrá su brazo para las proezas que acometerá en su edad madura. Automáticamente se emparejan y acomodan el idioma y la vida, salva una diferencia: que aquél enriquece su caudal y le depura, mejorando su flexibilidad y su elegancia a compás de los progresos que en su cultura logra, por grandes y portentosos que sean; mientras que al sobrevenir las decadencias, perdura, no obstante, el esplendor léxico y literario de

sus días grandes, como los soberanos retienen sus títulos de dominios que perdieron, aunque las gentes ya no acierten a llenar la majestuosa vestidura, y las galas desmedidas del idioma pronto caigan en desuso. Quiero decir que en épocas de adversidad excederá el idioma las necesidades espirituales del pueblo; pero es ley natural que en tiempo alguno se le pueda notar de escaso: le enriquecerá y habilitará el mismo impulso vital que traiga nuevas y mayores necesidades de expresión o de atildamiento.

Nos lo enseña nuestra experiencia propia. La formación del castellano retrata la historia nacional, y en ello consiste la ejecutoria de su primogenitura. Según iban fraguando tras la insegura línea fronteriza de la accidentada reconquista nexos de comunidad entre las gentes de varios orígenes que poblaban la tierra crsitiana, se formaban, intercalados con híbridos balbuceos, los distintos romances peninsulares, entre quienes se operaba a la vez otra fusión, hasta que rompió a hablar Castilla en los afloramientos épicos que como tributarios encauzó el Poema de mío Cid. A aquel romance, cuajado ya, fué traducido el Fuero Juzgo, y Berceo marcó sus adelantos. Luego el Fuero Real, las Siete Partidas, la Crónica General y el Saber de la Astronomía, durante el reinado de Alfonso X, reflejaron como en claro espejo la ya por entonces definitiva y robusta complexión de la Monarquía castellana. Porque un reino cristiano se había constituído en definido cuerpo de nación, hallábase poseedor de adecuado idioma, sin haber ido a conquistarle ni aun advertido su natural y coetánea germinación.

Tomados como término de comparación aquellos

« AnteriorContinuar »