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Al llamamiento de la soberana acudieron presurosos los andaluces: formóse un buen ejército en el que ocupaba importante lugar la artillería, pues como dice la crónica de Pulgar, la Reina «mandó traer gran número de carros e madera e fierro e piedras e maestros para las labrar, e todas las otras cosas que eran necesarias para las lombardas é otros tiros de polvora de su artillería segun la orden que para ello daban los maestros que fizo venir de Francia é de Alema. ña» además se organizó una gran flota, mandada por D. Álvaro de Mendoza, conde de Castro, para impedir que los moros recibiesen socorros de África.

D. Fernando continuaba entre tanto en Tarazona: en 1.o de Mayo dió orden de prorrogar las Cortes del reino de Valencia y que tuvieran lugar en esta ciudad, y en 13 de Mayo hizo lo mismo con los aragoneses, habilitando como representante suyo para que las concluyera á su hijo natural el arzobispo D. Alonso de Aragón: pretendió D. Fernando que se le concedieran auxilios para la guerra con Francia, sin conseguir su objeto.

Prorrogadas las Cortes, disponíase á partir de Tarazona D. Fernando, cuando un nuevo é importante asunto le obligó á detenerse: el 12 de Mayo llegó á Tarazona el Condestable Pierre de Peralta, que tenía el gobierno del castillo de Tudela, á prestar al Rey pleito homenaje y á po

nerse á sus órdenes y el día 14 del mismo mes llegó una comisión de vecinos y jurados de Tudela presididos por su alcalde Pero Gómez, solicitando el apoyo y defensa de D. Fernando y la guarda de sus privilegios para el caso de que se realizase el matrimonio de la Reina de Navarra, Doña Catalina con el Infante D.Juan, primogénito de los Reyes Católicos, y si esto no tenía lugar, que Tudela y los pueblos vecinos se agregasen al reino de Aragón: accedió D. Fernando á lo pedido y confirmó á Pierre de Peralta en el go. bierno del castillo de Tudela: la boda proyectada no tuvo efecto y Doña Catalina casó con Juan de Labrit, sin consentimiento de los tres Estados ó brazos de Navarra: magnífica ocasión se presentaba al Rey Católico para intervenir en los asuntos de Navarra, y tal debió ser su deseo á juzgar por algunas frases sueltas de Zurita, mas no pudo hacerlo por el abandono en que le dejaron sus súbditos, semi-rebelados, y su esposa, ocupada en la guerra con los moros en la cual no era posible adelantar gran cosa, pues como dice un historiador «la guerra era de talas, pues no se podía hacer más.

Abandonados, mejor que arreglados los asuntos de Aragón y Navarra, partióse el Rey el día 30 de Mayo de Tarazona, en dirección á Andalucía, llegando á Córdoba á principios de Junio: púsose al frente del ejército y penetró en tierra de moros en son de guerra: el día 11 de este mes

presentőse ante los muros de Alora, batiólos con la artillería y el día 20 penetraba en la villa y hacía solemne entrega de ella á Luís Fernández Portocarrero, nombrado su capitán mayor: continuó la guerra durante algún tiempo, llegando las huestes cristianas en sus talas hasta las mismas puertas de Granada: vuelto el Monarca á Córdoba, tratóse de hacer una segunda entrada aquel año antes de que acabase el verano, y en el mes de Septiembre, dirigiéronse las armas cristianas hacia la villa de Setenil: durante quince días sostuviéronse los sitiados, hasta que derribadas por las lombardas dos torres y un gran trozo de muro, se rindieron á los sitiadores quedando de capitán mayor D. Francisco Enriquez: el último hecho de armas de este año, fué la tala de la vega de Ronda á donde se dirigió el Monarca desde Setenil.

La Reina recibió gran placer de estos sucesos y como la campaña tocaba á su fin, trató de unirse á su esposo: salió de Córdoba y se dirigió hacia Sevilla: el Rey abandonó el campo de la lucha é incorporóse á su esposa en el camino; ambos consortes se dirigieron á Sevilla, donde pasaron el invierno, según dice el cronista Pulgar «proveyendo en las cosas necesarias, ansi á la buena gobernacion de sus Reynos, como á la guerra de los moros, al bastecimiento de las villas que eran tomadas, de las otras gentes que estaban puestas en la frontera.

La invernada duró hasta el mes de Marzo del año siguiente 1485 en cuyo mes, partieron los Reyes de Sevilla hacia Córdoba para comenzar nuevamente las talas en las vegas moras.

Tales son según las crónicas contemporáneas, á las que hemos seguido fielmente, los principales hechos ocurridos en el año 1484: apreciándolos en conjunto, vemos que la atención de los Monarcas estaba solicitada por los siguientes asuntos: la guerra de Granada, una probable lucha con Francia, la organización de Castilla, la sumisión completa de Aragón y la intervención en Navarra, una parte de cuyo territorio, se ofrecía á los Reyes Católicos; todos estos asuntos eran de por sí importantísimos y exigían la especial y directa atención de los regios consortes.

Antes de proseguir en nuestro estudio, creemos oportuno llamar la atención acerca de un hecho que ha pasado desapercibido para los historiadores colombinos ó que al menos no hemos leído en ninguno de ellos: es evidente que como decimos arriba, los Reyes Católicos permanecieron en Sevilla desde el 2 de Octubre de 1484 hasta el mes de Marzo de 1485: queda consignado en el capítulo anterior, que la llegada de Colón al monasterio de la Rábida tuvo lugar á fines de 1484: si como generalmente se supone, Colón se dirigió inmediatamente á Sevilla y allá trató de buscar protección para su empresa

¿cómo no se dirigió en seguida á los Reyes, aprovechando la coincidencia de estar invernando en dicha ciudad? ¿es que acaso la situación de España, era más intranquila y por tanto la ccasión menos oportuna que en el mes de Enero de 1486? veremos que no; todas las complicaciones y negocios tanto interiores como exteriores están aumentadas en esta fecha, y en 1484 no podía suponerse que dos años más tarde la situación se habría normalizado: utilizaremos este dato en el siguiente capítulo cuando expongamos las causas de la ida de Colón á la corte de los Reyes Católicos.

Durante la estancia de los Monarcas en Sevilla fueron varias é importantes las cuestiones de que tuvieron precisión de ocuparse: Pulgar nos refiere los detalles de una Junta tenida en Orgaz, al objeto de arbitrar recursos para la guerra, y nos pinta á lo vivo el estado del Reino, esquilmado por las continuas pechas y subsidios prestados: Alonso de Quintanilla convenció á los congregados á que auxiliasen con nuevas contribuciones á los Reyes y al fin pudieron recogerse algunas cantidades; con motivo del nombramiento del Arzobispo de Sevilla, hecho por el Pontífice, sin la previa presentación de los Monarcas, surgieron algunas desavenencias con la corte pontificia: los Reyes recabaron enérgicamente sus derechos á la presentación de Obispos, y al fin la cuestión pudo arreglarse:

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