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Martes 27 de Noviembre.

Ayer al poner del sol llegó cerca de un cabo, que llamò Campana, y porquel cielo claro y el viento poco no quiso ir á tierra á surgir, aunque tenia de sotavento cinco ó seis puertos maravillosos, porque se detenia mas de lo que queria por el apetito y deleitacion que tenia y rescebia de ver y mirar la hermosusa y frescura de aquellas tierras donde quiera que entraba, y por no se tardar en proseguir lo que pretendia. Por estas razones se tuvo aquella noche á la corda y temporejar hasta el dia. Y porque las aguages y corrientes lo habian echado aquella noche mas de cinco ó seis leguas al Sueste, adelante de donde habia anochecido, y le habia parecido la tierra de Campana: y allende aquel cabo parecia una grande entrada que mostraba dividir una tierra de otra, y hacia como isla en medio: acordó volver atrás con viento Sudueste, y vino adonde le habia parecido el abertura, y halló que no era sino una grande bahìa (1), y al cabo della de la parte del Sueste un cabo, en el cual hay una montaña (2) alta y cuadrada que parecia isla. Saltó el viento en el Norte y tornó á tomar la vuelta del Sueste, por correr la costa y descubrir todo lo que allí hobiese. Y vido luego al pie de aquel Cabo de Campana un puerto (3) maravilloso y un gran rio, y de allí á un cuarto de legua otro rio, y de allí á media legua otro rio, y dende á otra media legua otro rio, y

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de á una legua otro rio. y dende á otra otro rio, y dende á otro cuarto otro rio, y dende á otra legua otro rio grande, desde el cual hasta el Cabo de Campana habria veinte millas, y le quedan al Sueste; y los mas destos rios tenian grandes entradas y anchas y limpias, con sus puertos maravillosos para naos grandísimas, sin bancos de arena ni de peña ni restingas. Viniendo asi por la costa á la parte del Sueste del dicho postrero rio halló una grande poblacion (1), la mayor que hasta hoy haya hallado, y vido venir infinita gente á la ribera de la mar dando grandes voces, todos desnudos con sus azagayas en la mano. Descó hablar con ellos y amainó las velas, y surgió y envió las barcas de la nao y de la carabela por manera ordedenados que no hiciesen daño alguno á los indios ni lo rescibiesen, mandando que les diesen algunas cosillas de aquellos resgates. Los indios hicieron ademanes de no los dejar saltar en tierra y resistillos. Y vienque las barcas se allegaban mas á tierra y que no les habian miedo se apartaron de la mar. Y creyen

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que saliendo dos ó tres hombres de las barcas no temieran, salieron tres cristianos diciendo que no hobiesen miedo en su lengua, porque sabian algo della por la conversacion de los que traen consigo. En fin dieron todos á huir que ni grande ni chico quedó. Fueron los tres cristianos á las casas, que son de paja y de la hechura de las otras que habian visto, y no hallaron á nadie ni cosa en alguna dellas. Volviéronse á los navíos y alzaron velas á medio dia para ir á un cabo hermoso (2) que quedaba al Leste,

(1) La de Baracoa.

(2) La punta de Maici.

que habria hasta él ócho leguas. Habiendo andado media legua por la misma bahía vido el Almirante á la parte del Sur un singularísimo puerto (1), y de la parte del Sueste unas tierras hermosas á maravilla, asi como una vega montuosa dentro en éstas montañas, y parecian grandes humos y grandes poblaciones en ella, y las tierras muy labradas; por lo cual determinó de se bajar á este puerto, y probar si podia haber lengua ó práctica con ellos; el cual era tal que si á los otros puertos habia alabado, este dice que alababa mas con las tierras y templanza y comarca dellas y poblacion; dice maravillas de la lindeza de la tierra y de los árboles donde hay pinos y palmas, y de la grande vega, que aunque no es llana de llano que va al Sursueste, pero es llana de montes llanos y bajos, la mas hermosa cosa del mundo, y salen por ella muchas riberas de aguas que descienden de estas montañas. Despues de surgida la nao saltó el Almirante en la barca para sondar el puerto, ques como una escodilla; y cuando fue frontero de la boca al Sur halló una entrada de un rio que tenia de anchura que podia entrar una galera por ella, y de tal manera que no se veia hasta que se llegase á ella, y entrando por ella tanto como longura de la barca tenia cinco brazas y de ocho de hondo. Andando por ella fué cosa maravillosa ver las arboledas y frescuras, y el agua clarísima, y las aves y amenidad, que dice que le parecia que no quisiera salir de allí. Iba diciendo á los hombres que llevaba en su compañía, que para hacer relacion á los Reyes de las cosas que vian no bastáran mil lenguas á referillo ni su mano para lo escribir, que le parecia questaba encan(1) El puerto de Baracoa.

tado. Deseaba que aquello vieran muchas otras personas prudentes y de crédito, de las cuales dice ser cierto que no encarecieran estas cosas menos quél. Dice mas el Almirante aquí estas palabras: "cuánto será el beneficio que de aquí se puede haber, yo no lo escribo. Es cierto, Señores Príncipes, que donde hay tales tierras que debe haber infinitas cosas de provecho; mas yo no me detengo en ningun puerto, porque querria ver todas las mas tierras que yo pudiese para hacer relacion dellas á vuestras altezas, y tambien no sé la lengua, y la gente destas tierras no me entienden ni yo ni otro que yo tenga á ellos; y estos indios que yo traigo muchas veces le entiendo una cosa por otra al contrario, ni fio mucho dellos porque muchas veces han probado á fugir. Mas agora placiendo á nuestro Señor veré lo mas que yo pudiere, y poco á poco andaré entendiendo y conosciendo, y faré enseñar esta lengua á personas de mi casa, porque veo ques toda la lengua una fasta aquí; y despues se sabrán los beneficios, y se trabajará de hacer todos estos pueblos cristianos porque de ligero se hará, porque ellos no tienen secta ninguna ni son idólatras, y vuestras Altezas mandarán hacer en estas partes ciudad é fortaleza, y se convertirán estas tierras. Y certifico á vuestras Altezas que debajo del sol no me parece que las puede haber mejores en fertilidad, en temperancia de frio y calor, en abundancia de aguas buenas y sanas, y no como los rios de Guinea que son todos pestilencia, porque, loado nuestro Señor, hasta hoy de toda mi gente no ha habido persona que le haya mal la cabeza ni estado en cama por dolencia, salvo un viejo de dolor de piedra, de que él estaba toda su vida apasio

TOMO I.

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nado, y luego sanó al cabo de dos dias. Esto que digo es en todos tres navíos. Asì que placerá á Dios que vuestras Altezas enviarán acá ó vernán hombres doctos, y verán despues la verdad de todo. Y porque atras tengo hablado del sitio de villa é fortaleza en el rio de Mares por el buen puerto y por la comarca; es cierto que todo es verdad lo que yo dige, mas no ha ninguna comparacion de allá aquí, ni de la mar de nuestra Señora; porque aquì debe haber infra la tierra grandes poblaciones y gente innumerable y cosas de grande provecho, porque aquí y en todo lo otro descubierto, y tengo esperanza de descubrir antes que yo vaya á Castilla, digo que terná la cristiandad negociacion en ellas, cuanto mas la España á quien debe estar sujeto todo. Y digo que vuestras Altezas no deben consentir que aquí trate ni faga pie ningun extrangero, salvo católicos cristianos, pues esto fue el fin y el comienzo del propósito que fuese por acrecentamiento y gloria de la Religion cristiana, ni venir á estas partes ninguno que no sea buen cristiano." Todas son sus palabras. Subió allí por el rio arriba y halló unos brazos del rio, y rodeando el puerto halló á la boca del rio estaban unas arboledas muy graciosas como una muy deleitable huerta, y halló una almadia ó canoa hecha de un madero tan grande como una fusta de doce bancos, muy hermosa, varada, debajo de una atarazana ó ramada hecha de madera y cubierta de grandes hojas de palma, por manera que ni el sol ni el agua le podian hacer daño; y dice que allí era el propio lugar para hacer una villa ó ciudad y fortaleza por el buen puerto, buenas aguas, buenas tierras, buenas comarcas y mucha leña.

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