Imágenes de páginas
PDF
EPUB

logró atraer á sí y hacer entrar en sus planes á muchos ricos-hombres y barones castellanos, y aun tuvo maña para conseguir que se pusiese al frente de la conjuracion el infante don Felipe, hermano del rey, el que habia sido arzobispo electo de Sevilla, que casó despues con la princesa Cristina de Noruega, y últimamente se habia enlazado con una señora de la familia de los Laras. Diez y siete ricos-hombres se juntaron en Lerma, villa del señorío de don Nuño, donde cada cual espuso las quejas que contra el rey tenia, y hablóse mucho de lo oprimidos y aniquilados que estaban los pueblos con tan grandes cargas y tributos como sobre ellos pesaban: causa con que por lo comun se procura cohonestar ó justificar todas las sublevaciones, y que por desgracia entonces no carecía de fundamento y de verdad. Resolvióse tambien que el infante don Felipe pasára á Navarra con objeto de inducir ó ganar en su favor al infante don Enrique que gobernaba aquel reino en ausencia de su hermano el rey Teobaldo II., que á la sazon se hallaba en Tunez en la cruzada contra infieles y en la compañía de Luis IX. (San Luis) de Francia (1260). Negóse el de Navarra á las instigaciones del castellano, teniendo por mas seguro mantener la paz del reino que interinamente regia, que perturbarla por el aliciente de promesas de incierta realizacion ").

(1) Mariana refiere muy sucinta y no muy exactamente los su

TOMO VI.

cesos importantes á que dió lugar esta ruidosa sublevacion, y no nos 4.

Hallábase Alfonso de Castilla en Murcia, cuando llegaron á su noticia las tramas y primeros pasos de los conjurados. Hubiera podido el rey disipar la tormenta, si hubiera obrado con resolucion y energía. Pero contentóse con enviar mensages á su hermano y á los ricos-hombres de la conspiracion, mensages con que logró solo hacerlos mas cautos, hasta el punto de persuadir con maligna sagacidad al monarca que podia contar con ellos y pedir sin inconveniente á los pueblos un nuevo subsidio; lazo en que cayó el cándido monarca, y subsidio que sirvió despues para los mismos confederados. Por otra parte en lugar de venir Alfonso sobre Lerma á sofocar la conjura fuese á Alicante á pedir consejo á don Jaime de Aragon sobre si deberia favorecer al rey de Granada, ó á los tres walíes disidentes; pues unos y otros le habian escrito reclamando su auxilio. Mientras Alfonso gastaba el tiempo en estas consultas los de Lerma se anticipaban á ganar al emir granadino, y el infante don Felipe repetia su instancia á Enrique de Navarra que ya obtenia en propiedad aquel reino (1271,) por haber muerto sin sucesion su hermano Teobaldo II. en

parecen menos defectuosas en este punto otras bistorias generales. La Chrónica antigua de don Alfonso el Sabio adolece por el contrario de una difusa y desordenada prolijidad, que no es estraño confundiera al mismo Zurita. Don Luis de Salazar y Castro en su Historia de Fa casa de Lara, y el marqués de

Mondejar en sus Memorias han esclarecido bastante estos sucesos. Nosotros, huyendo, ambos estremos referimos lo mas interesante y lo mas necesario para que se conozca el carácter y marcha de aquella revolucion y la influencia que tuvo en la situacion de España en este importante reinado.

Trápani de vuelta de su malhadada espedicion á Tunez. La respuesta de Enrique I., siendo rey, no fué en verdad mas lisonjera al infante de Castilla, que la que antes habia dado siendo regente del reino; mas no por eso se desalentaron los de la conjuracion, cuya alma era don Nuño de Lara. Cuando el rey volvió á Castilla, salieron á recibirle todos armados, cosa que estrañó mucho, «ca non venian, dice su Chronica, como homes que van á su señor, mas como aquellos que van á buscar á sus enemigos.» Tuvo Alfonso la debilidad de entrar en transacciones con ellos, y á indicacion del mismo monarca espúsole don Nuño en nombre de todos el capítulo de quejas y agravios que contra él tenian.

Los agravios y demandas que el de Lara á nombre de la nobleza esponia principalmente eran: perjuicios que decian resultar á sus vasallos de los fueros que el rey daba á algunas villas: que no llevaba en su córte alcaldes de Castilla que los juzgasen: que se agraviaban los hijos-dalgo de la alcabala que pagaban en Burgos: que recibian daños de los merinos, corregidores y pesquesidores del rey: que se disminuyeran los servicios, etc. Satisfechas en su mayor parte estas demandas, pidieron despues: que los nobles é hijos-dalgo fuesen juzgados solo por los otros hidalgos, de los cuales hubiese siempre dos jueces en la córte del rey: que quitase los merinos y pusiese adelantados: que deshiciese los pueblos que habia

mandado hacer en Castilla: que suprimiese los diezmos de los puertos (derechos de aduana).

Tambien satisfizo el rey á algunas de estas peticiones, mas no por eso se dieron por contentos ni por desagraviados: antes sin deponer su actitud bélica, pidiéronle que ratificase sus respuestas en córtes del reino. Hízolo asi el monarca en las que al efecto congregó en Burgos: pero nada podia satisfacer á quienes se proponian no darse por satisfechos, y como las exigencias crécian al compás de las concesiones, acabaron por desavenirse, que esto era en realidad lo que buscaban, y abandonando brusca y repentinamente á Burgos, y usando del derecho que el fuero les concedia de despedirse los ricos- hombres del rey, ó sea de desnaturalizarse y pasarse á reinos estraños (1) saliéronse de Castilla saqueando é incendiando á su paso iglesias y poblaciones, y fuéronse á la córte del rey de Granada, que los recibió con los brazos abiertos, sin que bastasen á reducirlos los ruegos y embajadas que el rey y la reina emplearon antes y despues de llegar á la córte del emir de los infieles (1272).

Aposentóse el infante don Felipe en el magnífico

(1) En otro lugar hemos hablado ya de este fuero, por el cual los ricos-hombres podian desnaturarse, entregando al rey los castillos y honores que por merced suya tenian, perdiendo sus derechos y privilegios, pero quedando

libres para poder servir á quien quisiesen sin nota de haber faltado á la obligacion del vasallage debido á su señor natural y puede verse ademas en don Alonso de Cartagena, Doctrinal de caballeros, que cita espresamente este caso.

palacio de Abu Seid construido por los Almohades extramuros de la ciudad; los demas se alojaron en casas principales. Natural era que el rey Mohammed Ben Alhamar se sirviese de los nuevos aliados para combatir y sujetar á los tres walíes rebeldes, que le tenian conmovido y debilitado el reino, y asi se verificó. Hicieron los tránsfugas castellanos su primera salida contra el de Guadix, acompañados de Mohammed, hijo y sucesor de Ben Alhamar. Pero amenazado éste por el rey de Castilla, que no dejaba de auxiliar á los rebeldes gobernadores, y no omitiendo Alfonso género alguno de negociaciones y de ofertas para ver de atraer nuevamente á su servicio á sus antiguos vasallos, conoció que no podia proseguir con vigor aquella guerra sin contar con otros elementos, y resolvióse á solicitar socorros del rey de Marruecos de Fez, Abu Yussuf, príncipe de los Beni-Merines de Africa . La viveza de Ben Alhamar no le permitió aguardar á que viniesen los africanos, y esto le arrastró á su perdicion. Habiendo sabido que los walies habian entrado en sus tierras, montó en cólera y resolvió escarmentar su insolencia saliendo á combatirlos en persona y al frente de su ejército, á pesar de

У

(4) Los Merinos, como los llama el P. Mariana,--Estos Beni-Merines, que habian fundado un nuevo imperio en esa Africa de donde tantas veces habia venido la sal vacion y la servidumbre á los musulmanes españoles, eran origina

rios de los zenetas (los ginetes que dicen nuestras historias), y estaban agraviados de don Alfonso de Castilla, porque no habia reprimido á los marinos de Sevilla que andaban al corso en la costa de Africa.

« AnteriorContinuar »