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un Petrus Helie es propia de este ó la plagió de otro, como si la tal definicion, colocadas de un modo ú otro las palabras, y mas ó menos elegantes, no hubiese de ser la misma en todos tiempos, y con tal motivo, nos hace el Sr. Torres otro presente de erudicion (que prestaria materia para largos y curiosos comentarios, que bien pudiéramos llamar tercera averiguacion genealógica en esta polémica,) yendo á buscar un Elias Levita, que dice llamarse en hebreo Medahdeh (el gramático,) conjetura que ha concebido y abortado antes que él otro indivíduo que ha intentado atacarnos desde otra guerrilla, si bien en esta parte está discorde el campeon de Valencia con aquel, é imparcial le enmienda la plana, pero de manera que, al cabo, dice mas que el otro, pues si reconoce que no puede el leviia Elias confundirse con el Pedro Elias (que pudiera ser cualquier otro así llamado natural de Cataluña, Valencia ó Mallorca, donde el apellido Elias ó Elies es muy frecuente, con refinada estrategia viene á conjeturar si Mates desfiguró el nombre, y dejó de mentar á un traductor de sus obras, que era protestante, (y que nada tenia que ver con la referencia de Mates,) quizá por no nombrar á un protestante y á un judío en su tiempo, segun así parece quererlo decir el Sr. Torres con las siguientes palabras que confesamos no haber entendido bastante, ya sea por torpeza nuestra, ya porque entre ellas haya un verbo equivocado ó una disyuntiva mal colocada: «... ningun inconveniente hubo de tener en citar al docto judío, ni le asistió razon para desfigurar su nombre, ni para dejar de mentar al protestante Munster.» Gramáticos ó matemáticos, citan los diccionarios históricos ó bibliográficos á algun rabi llamado Elie ó Helie en francés ó Elí en su lengua y otras muchas, cuyo nombre francés puede parecer ciertamente el genitivo del nombre catalan Elias latinizado, Helie, pero, es sumamente graciosa la conjetura al ver que al gran Medahdeh, posterior á Mates, ó á otros de tiempo incierto del mismo nombre, pero anteriores, judios en fin, se les aplique precisamente el nombre del primer apóstol de la Iglesia de Jesucristo. Del mismo modo se le pudo antojar á Mates llamar á Prisciano Don Diego, y á citar un autor que se llamara Jaime, en latin Jacobus, pudieran el Sr. Torres, y demás compatricios que estén con él acordes ó discordes, suponer que, en puntos de gramática, habia hecho nuestro autor referencia al patriarca Jacob.

Estas salpicaduras, á que vamos contestando, cree el Sr. Torres que no tienen que ver con nuestro escrito, y no sabemos por qué, cuando se refieren á su objeto, pues dice: «Y hecha esta digresion, volvamos al artículo del Sr. Bofarull, del que no pueden pasar sin correctivo otras de las especies en él vertidas. »

Consiste la primera especie que merece correctivo en la importancia que se haya atribuido por nuestra parte à Barcelona en el siglo xv, en si Valencia ha de negarle ó no la maternidad que respecto de ella representa, y en si la residencia ó corte de nuestros reyes-condes ó condes-reyes era en Barcelona ó en todas partes. Importante es la especie, y debiendo ser por lo mismo mas entretenida al explanarla, la reservamos para el final de nuestro escrito, contestando con preferencia á la tercera novedad que presenta el Sr. Torres, para probar conjeturalmente (perdónesenos el advervio) la importancia de la imprenta en Valencia por unos documentos que no hablan de ella.

Aun reconociendo el Sr. Torres la importancia de Barcelona en el siglo x:v tocante á manufactura de papel, por lo que quiso dar á entender Capmany, sienta «las mejores condiciones que tenia Valencia bajo este punto de vista, para que el arte tipográfico llegara con predileccion á tomar asiento por vez primera en donde le constaba sin duda que la industria papelera, de los árabes tomada, desde tan antiguo se ejercia;» sin querer acordarse que las mismas circunstancias favorecen à nuestro pais, sobre todo en la parte de Cataluña la nueva (desde Villafranca á Tortosa) y en toda la ribera del Ebro, sin ver que lo mismo en un territorio que en otro nos precedieron los árabes y moros, que era el nuestro cruzado por todas partes de rios, y que en todos tiempos se han distinguido sus habitantes por su espíritu industrial, y no haciendo caso del gran comercio que se tenia sobre el género de que se trata

con toda las poblaciones de Levante, donde Barcelona desde siglos tenia sus cónsules y en las que se fabricaba toda clase de papel, de que se proveian diversas naciones aun mucho tiempo antes del descubrimiento de la imprenta. Para justificar el Sr. Torres el fundamento de su conjetura, copia por extensos varios documentos, tan por extenso, que ocupan casi muy cerca de la mitad de su artículo, haciendo sobre cada uno los correspondientes comentarios que vamos á examinar, insiguiendo el órden con que los presenta. Son los primeros sencillas disposiciones del tiempo de Jaime I sobre precios de papel, iguales aquellas á otras muchas de que están atestados los registros de cancillería del Archivo Real, y que por lo tanto ninguna novedad ofrecen. Sigue à las mismas otra de Pedro IV, en 1338, previniendo al Baile general y al de Xàtiva, que, por haberse adulterado la forma y calidad del papel por los artífices y maestros fabricantes con esquisitos é ingeniosos fraudes, queriendo evitarlos, «manda á dichos maestros que fabriquen el papel con arreglo á la forma antigua, tanto en su corte ó tamaño como en su peso. » Lo principal de este documento, que ayuda poco á aclarar nuestra cuestion, queda omitido, pues no sabemos cual era la forma antigua y cual la adulterada, pero nosotros lo aclararémos luego con otro documento del mismo rey, que transcribirémos despues de pesar la deduccion que de aquel saca el panegirista de la papeleria valenciana, deduccion tacita, pues se limita á decir que no lo alega con relacion à la imprenta, pero que revela, por los asertos que la siguen, el propósito de suponer el gran comercio que de papel hacia Valencia en aquel siglo. Uno de los asertos es que «las fábricas de este pais apenas si bastaban á surtirle de papel que para sus usos necesitaba y para la gran cantidad que á Castilla tenia que enviar,» de suerte que, segun el Sr. Torres, Castilla, que tambien habia tenido moros, y tenia rios y fábricas y hombres que escribian libros, necesitaba exclusivamente el papel de Valencia, y esto lo mirarian todas las demás ciudades comerciales de la Península con los brazos cruzados. El segundo aserto destruye el primero, porque si no hubiese ciudades comerciales, que hiciesen cuando menos la competencia á la capital valenciana, si en otras muchas partes del mundo no se fabricara papel, que sabia enviar á buscar el que lo necesitaba ó que con él comerciaba, si, en suma, Valencia fuese la única provisora de papel para toda España, comprenderíamos la ponderada deduccion tácita del documento de Pedro IV, pero precisamente el segundo aserto, que alega el Sr. Torres como ampliacion del primero, es que Valencia hacia como las demás ciudades, así de Castilla como de Aragon, esto es, que comerciaba en papel y lo hacia venir del extrangero, segun lo confirma luego con las siguientes palabras: «Así es como se esplica la gran importacion que de dicho artículo se hacia desde mediados del siglo xv en nuestros puertos, desde los de Génova, Savona, Venecia y otros puntos de Italia, en donde esta industria, y con especialidad la del papel destinado á la impresion, tan grandes proporciones habia tomado. » Hábil ha sido el Sr. Torres, para su objeto, al fijar precisamente desde mediados del siglo xv, pero si esto es cierto en cuanto al desarrollo de la imprenta, no lo es menos que antes de esta el comercio de papel en grande escala y la importacion de este género existian desde muchísimo tiempo, así en las ciudades de la Corona de Aragon como en las de Castilla. En corroboracion de su segundo aserto aduce y transcribe el alegante otros varios documentos (un requirimiento, un disentimiento y una sentencia arbitral,) sobre un contrato entre un mercader aleman y otro genovés que vivian en Valencia, no cumplido de la manera que se habia estipulado, y relativo á la entrega de cierta cantidad de papel de forma mayor. En el disentimiento, expresa el aleman que por no haber tenido el papel á tiempo se habia perjudicado en su oficio ó industria, que otra cosa no signi ficarian las palabras no pogué fer ne exercir lo magisteri que feya, pues habia tenido que cesar en dicho oficio ó industria y despachar á los maestros (oficiales) y demás que en él se emplea→ ban, ans li convengué cesur lo dit magisteri é havjar los mestres é altres que feyen lo dit magisteri, pero la palabra magisteri ha entusiasmado de manera al Sr. Torres, que en ella vé la alusion indudable al arte de imprenta, como en la otra palabra maestros, que en los antiguos

gremios y hasta nuestros tiempos se aplica al que ejerce un oficio ó arle, mecánico ó liberal, cuando trabaja por sí solo y no como ayudante, ha creido descubrir al «consocio de los demás maestros, en dicho arte péritos,» y aun mucho mas, segun lo acredita al decir lleno de admiracion: «De otra suerte, no se comprende á qué magisterio debiera referirse Felipe Viztant (el aleman,) porque siendo este y su hermano Jacobo mercaderes, pocas empresas podian acometer en las que representasen el papel de maestros,» como si á las claras, por lo mismo que eran mercaderes y trataban en papel, no se revelara que eran maestros papeleros y nada mas, es decir maestros fabricantes de papel, como los denomina antes, sin ambajes, con referencia á Pedro IV. De este contrato y de sus interpretaciones induce el Sr. Torres ciertas pruebas que no funda, y son que pues Jacobo Viztant, heredero de su hermano Jacobo, mandó llamar á los primeros impresores que se establecieron en Valencia, y necesitaba 200 resmas de papel de forma mayor; «lícito es creer (dice) que estaban destinadas para la impresion, y acaso, acaso, muchas de ellas sirvieran para la de la Biblia lemosina de fray Bonifacio Ferrer, impresa por Fernandez de Córboba y Palmart á espensas de Felipe Vizlant, mercader de la vila de Isne en la alta Alemania, neredero universal de su hermano Jacobo. »

ANTONIO DE BOFARULL.

Oficial del cuerpo de Bibliotecarios-Archiveros.

(Se concluirá.)

GRANADA 15 DE DICIEMBRE DE 1874.

En la imposibilidad de comunicar á VV. noticias del movimiento histórico literario, por la poca importancia que tiene en esta antigua ciudad, aprovecho un suceso que ha llamado la atencion de todos los amantes del arte y las antiguedades para cumplir con el encargo que me hicieron VV. á mi paso por Barcelona hace algunos meses me refiero al inminente peligro que amenaza de destruccion à uno de los monumentos de que con justicia se honra nuestra España; la Alhambra de Granada situada en el declive de un ameno y pintoresco monte, à orillas del Darro que por el lado denominado la Carrera, estiende serpenteando la corriente de sus cristalinas aguas, allí se forma un tajo ó precipicio de sesenta metros que por su mal estado amenaza desplomarse arrastrando en su caida aquellos vetustos torreones que circuyen la fantástica morada de los reyes descendientes de Mahoma.

Si bien están separadas las aguas de dicho rio, no se evita que en las fuertes avenidas desgasten el terreno arrastrando una parte de los estribos del monte donde se sientan los antiguos cimientos de la Alhambra, esto que ya desde mucho tiempo se notaba, ha tomado hoy segun los inteligentes un carácter grave que no puede permitir se pase mas tiempo sin aplicar pronto remedio.

Todos los periódicos de Andalucía al tener conocimiento que su mas preciada joya iba á desaparecer, han dedicado preferente lugar en sus columnas para tratar de tan trascendental asunto y proponiendo los medios para darle una solucion satisfactoria. Unos han propuesto la desviacion del rio Darro, otros y estos son los mas, dicen que es preciso un revestimiento que detenga el arrastre de tierras y tenga fuerza suficiente para sostener la gravitacion del monte; esta obra, añaden, que parece á primera vista colosal, no es de gran coste segun su juicio.

Esperamos que dada la importancia de la Alhambra para el estudio de la historia y del arte, Granada, tomando la iniciativa secundada por el gobierno, y España toda, no permitirán que en su desgraciada situacion caiga esta nueva afrenta. No dudo Sres. Directores de la «Revista Histórica Latina, » que consagrarán preferente lugar en sus columnas á cuantas noticias puedan contribuir al indicado fin y escitar la opinion pública en su favor.

D. G. y R.

VALENCIA 23 DE DICIEMBRE DE 1873.

Si alguna vez he sentido en mi vida no poseer aquellas dotes de lenguaje y aquella imaginacion brillante, que han hecho famosas las obras de nuestros clásicos, amigos mios, es hoy que casi de paso en esta ciudad he tenido ocasion de maravillarme y abrumar mi inteligencia con cavilaciones y razonamientos, para darme una esplicacion algo satisfactoria de lo que ha pasado á ser un porfiado empeño por parte de una fraccion de literatos de esta ciudad, respecto á tener Valencia el privilegio de primacía en haber dado á luz obras impresas.

Iba á decir, que apenas el rutilante Febo... pero me he asombrado del tono alti-sonante, y cruzando estas palabras, digo que en la mañana del domingo dia 20 todos los periódicos que se publican en esta capital, Las Provincias, El Mercantil Valenciano, El Anunciador y El Popular, aparecieron orlados y luciendo estraños atavios. Desde el primer momento hube de preguntarme como parodiando al maestro de la literatura picaresca si era boda ó entierro lo que se celebraba. Válgame Dios, como vinieron á sacarme de dudas las primeras líneas tan såbias por lo incomprensibles, de uno de dichos papeles públicos; nada menos que se trataba de

jescribir é imprimir dos maravillas que verdaderamente pasman! Dos invenciones prodigiosas que sin duda no admira el vulgo de las gentes, por la misma razon que ve sin sorprenderse el edia y sus encantos, la noche y sus terrores, la tierra con sus galas espléndidas, y ese elevado «cielo donde girar, Dios sabe con qué fin millares y millares de estrellas y de mundos en marcha misteriosa, concertada y solemne...» mas dejemos que pase à un lado el canto llano de aquella Redaccion y constituyámonos en la calle.

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Llega la una de la tarde y con ella la reunion de las autoridades en la Casa del Vestuario, civiles, militares y eclesiásticas, comisiones de la Diputacion provincial, Ateneo, prensa, gremio de impresores y varios particulares invitados al efecto, y la comitiva procesionalmente se dirige à la calle de Encarsi, junto al portal de Valldigna, para descubrir lo que despues supe que era una lápida colocada «en la casa que hoy ocupa el solar de la que fué del gremio de plateros, punto donde se instaló la primera imprenta en Valencia;» la inscripcion que de hoy en adelante conmemorará aquel problemático lugar dice así:

A LOS INTRODUCTORES EN VALENCIA
DEL ARTE CIVILIZADOR DE LA IMPRENTA,
ALFONSO FERNANDEZ de córdOBA

Y LAMBERTO PALMAR

QUE EN ESTE SITIO ESTABLECIERON
LA PRIMERA PRENSA QUE FUNCIONÓ EN ESPAÑA

EL MUNICIPIO DE VALENCIA

AL CELEBRARSE EL IV SIGLO

DE SU ESTABLECIMIENTO EN NUESTRO PAIS.
AÑO 1874.

Por la noche, en el paraninfo de la Universidad, tuvo lugar el certamen literario. Si no me durara el pasmo y asombro de aquella mañana, podria describirles, queridos amigos, el decorado del salon, y con mas exactitud darles una idea de lo que llegó á mis oidos en todo el tiempo en que confundido entre la multitud fuí uno de tantos sufridos espectadores. Habló el señor Gobernador de la Provincia abriendo la sesion, luego el secretario del Ateneo D. Félix Martin leyó una memoria de los trabajos hechos para llevar á cabo este centenar. El presidente D. Joaquin Serrano Cañete, en un discurso correcto en lo que pude oir, describió los adelantos progresivos que ha producido en la humanidad el don de la palabra, la escritura y la imprenta. Dióse lectura luego del dictámen del jurado elejido para juzgar sobre las composiciones presentadas al concurso. Se concedió el titulo de sócio de mérito á la memoria sobre los orígenes de la imprenta en Valencia cuyo lema es Quod lingua dicitur sonat et transit: quod escribitur manel. S. Agustin, resultando ser su autor D. José Maria Torres, confeccionador de los artículos publicados en el Boletin del Ateneo de Valencia contestando á los artículos publicados por D. Antonio de Bofarull en la Revista de VV. Por la poesía en valenciano á la Vírgen Maria obtuvo D. Teodoro Llorente el premio de la flor de plata; no me detendré en hacer la crítica de una poesía bajo todos conceptos inferior à la que sobre el mismo asunto leyó el inspirado poeta D. W. Querol. Tres accésits se'concedieron al mismo premio, uno de ellos á Don Juan R. Pastor, otro á D. P. P. G. de Q. y otro á D. Joaquin Riera y Bertran, el único cataque figura en certámen tan sui géneris.

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Muchas son las consideraciones que en estos momentos me acuden y que pueden VV. añadir al final de estas líneas escritas precipitadamente por la premura del tiempo. Permítanme solo apuntarles una idea, preguntando: ¿qué significan estas fiestas, y porque se ha querido dar◄ les lan ostensiblemente un carácter religioso?

LL

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