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las brujas y de los duendes, ni su desenfadado informe contra los falsarios de la Alcazaba do Granada. Fué respetada siempre su autoridad como sabio; mantúvose en su mano vigorosa el cetro que habia empuñado Arias Montano. Muerto él, la decadencia de la crítica historica y del estudio de las lenguas orientales fué rápida y patente. A fines del siglo 17. apenas habia en España quien conociese la lengua hebrea. Apartemos la vista de tiempo tan infau to para las letras, y recordemos nuestra edad de oro, ilustrada por tantos y tan egregies varenes. entre los cuales no merece ocupar el lugar postrero Pedro de Valencia. Bien conoció el abismo en donde iba a precipitarse nuestra patria; por eso combatió el mal gusto literario en la per. sona del mas grande de sus apóstoles, apenas vió que el príncipe de la luz se convertia en príncipe de las tinieblas.

Las obras de Pedro de Valencia en su mayor parte permanecen inéditas; algunas se han perdido, muy pocas han logrado los honores de la impresion en diversos tiempos, unas están en latin, otras en castellano, muchas originales, algunas traducidas del Griego. Las que hemos podido ver y algunas mas de que tenemos noticia son las siguientes:

Ms. existentes en la Biblioteca Nacional.

Aa.-216. Obras varias, copia hecha en el siglo pasado.

Carta á Fr. Diego Mardónes, confesor de Rey nuestro Señor. Zafra, 25 de Enero de 1606. Sirve de dedicatoria al tratado siguiente:

«Acerca de los moriscos de España.

Tratado de Pedro de Valencia. Al fin de este tratado se lee la nota siguiente: Está sacado y trasladado este tratado de la copia del original, escrito y firmado de Pedro de Valencia, autor dél, en Avila, á 5 de Diciembre de 1613. Pág. 162 Discurso de P. de V. sobre el precio del trigo, al Rey N. S. En Zafra, 25 de Julio de 1605.

Pág. 239. Discurso de Pedro de Valencia; acerca de la moneda de vellón.

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Pág. 275. Respuesta á algunas réplicas, que se han hecho contra el discurso del precio del pan, para el Reverendísimo confesor de S. M. el P. M. Diego de Mardones. En Avila, á 31 de Diciembre de 1613. Pedro de Valencia.

La cópia está hecha en Madrid, à 1.° de Noviembre de 1777. Códice Aa 52. Papeles varios. Contiene de nuestro autor.

«Discurso de Pedro de Valencia acerca de los cuentos de las brujas y cosas tocantes á mágia, dirijido al Ilustrísimo Sr. D. Bernardo de Sandoval y Rojas, Cardenal Arzobispo de Toledo, Inquisidor General de España». En él se inserta un largo trozo de las Bacantes de Euripides, traducido en verso castellano.

En la pág. 276 se lee «Este papel no se pudo acabar por no poder entenderse bien él de donde se sacaba».

Al principio tiene este códice unas hojas con trazas de original, que contienen parte del Discurso referido, otro papel contra la Ociosidad firmada por Pedro de Valencia en Madrid, 6 de Enero de 1608 años; otro que se titulaba «Descripcion de la primera de las virtudes (la prudencia) y otro» descripcion de la justicia en ocasion de querer Arias Montano comentar las leyes del Reino, Además contiene una dedicatoria à la Reina D. Margarita de un libro intitulado «de las enfermedades de niños» y una descripcion ó pintura de las virtudes,

En el índice se dice existir en el mismo códice unos apuntamientos sobre la labor de la tierra, pero nosotros no hemos podido encontrarlos. Quizá hayan sido arrancadas las hojas que los contenian, si bien el códice no presenta señales de mutilacion alguna. Del discurso acerca de las Brujas poscia copia Nicolás Antonio; otra tuvimos ocasion de examinar en poder de un librero ed Barcelona y otras muchas se conservan en bibliotecas, p

blicas y particulares. Dió ocasion à este escrito el famoso autor de fé de Logroño, celebrado 3. Respuesta a la

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Pág. 59. Res de Leon ha puesto à

Pág. 68. Respuesta

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empeñado con maestria la dificil tarea de la ejecucion de las láminas. Ambas obras, que pueden figurar dignamente en la biblioteca del filólogo como en la del simple aficionado, darán materia á este trabajo en el que estractaremos lo principal de ellas respecto al tema propuesto,

Datos ciertos sobre el empleo de la Taquigrafía por los antiguos solo los hallamos respecto de los romanos y despues tambien con referencia á los griegos, de suerte que cuanto se ha dicho en abono de la opinion que atribuye á los fenicios, á los egipcios y á los hebreos el uso de la Taquigrafia es pura y simplemente conjetural. En el actual estado de las investigaciones sobre este punto se puede afirmar lo que los profesores Krieg y Dr. Zeibig declaran de una manera terminante en su prólogo al «Panstenographikon,» diciendo: « scripturam autem cui jure lachygraphiae nomen tribueretur neque apud Phoenices aut Aegyptios aut Hebraeos in usu fuisse, sed apud Romanos primordia sua cepisse, notum est.» La autoridad de dichos profesores en esta materia aumenta de valor si se considera que para estudios de esta índole tienen á su disposicion la riquísima Biblioteca taquigráfica del Real Instituto de Dresde, que, como dicen en el lugar citado, «est collectio consensu omnium locupletissima tolius orbis terrarum. »

Una de las cuestiones mas interesantes, que se ofrecen desde luego, es investigar el origen de la Taquigrafia. Justo Lipsio (1547-1606) en una carta llena de erudicion dirigida al jesuita Leonardo Lessio se pregunta ¿quién fué el inventor de la Taquigrafía? Planteada la cuestion en estos términos nó vacila en contestarse, que de buen grado daría esta gloria à los griegos y en especial à Jenofonte. Lipsio se fundaba en una frase de la Biografía de Jenofonte escrita por Diógenes Laercio, en la cual se dice que aquel escribió y publicó los dichos de Sócrates. La opinion de Lipsio ha sido bastante seguida, habiendo quedado sin valor desde que el filólogo y naturalista aleman Schneider (1750-1822) dió la verdadera interpretacion al pasaje citado de Diógenes. Entre los taquigrafos Isaac Pitman, autor de la Fonografía inglesa, fué el primero que puso en duda aquella opinion. De diferente modo se habia interpretado por los que tradujeron del griego al latin la Biografia de Jenofonte, la mencionada frase de Diógenes, pues la palabra que ha dado origen á opiniones tan distintas-hyposemeiosámenos-se ha vertido ora en el sentido de escribir, ora en el de taquigrafiar. El significado propio del verbo en cuestion es: hacer signos, que es tanto como escribir, en ciertos idiomas. La circunstancia de haber empleado Diógenes en otro lugar la misma palabra ha hecho posible su recta interpretacion. En efecto, como observa Schneider, el mismo Diógenes refiere que el zapatero Simon ateniense discipulo de Sócrates solia escribir lo que recordaba de las conversaciones que tenia con su maestro que frecuentaba su taller. La misma palabra empleada en ambos casos es evidente que no se refiere á la Taquigrafía sino á la escritura comun. De lo dicho se infiere, que no se puede afirmar, que se hubiese inventado la Taquigrafía en la época de Jenofonte, ni que este fuese su autor.

Ni en los grandes historiadores y oradores del pueblo heleno, ni en los escritores de los buenos tiempos de la Grecia, ni cuando mas adelante se despierta la aficion à coleccionar, en los escoliastas y lexicógrafos, que han descendido á los menores detalles de la vida pública y privada de aquel pueblo, se encuentra la mas ligera alusion acerca de que hubiese florecido la Taquigrafia entre los antiguos griegos. No se hubiera dejado de hacer mencion de este arte, siquiera fuese incidentalmente, à haber sido conocido. El arte oratorio compañero

constante de la política, tenia en aquellos tiempos mucha significacion é importancia, y la Taquigrafía, que es su mejor ausiliar, por este motivo no hubiera pasado desapercibida á aquellos escritores. Lo que dice Tucídides al hablar de los discursos pronunciados por los que iban á la guerra ó estaban haciéndola, es una prueba de que en su tiempo se ignoraba el arte taquigráfico. Tucídides fué contemporáneo de Jenofonte y cuenta que procuró guardar en su memoria los discursos que oia ó que le referian, redactándolos despues con la posible verdad. Extraño hubiera sido que un hombre tan instruido y uno de los mas importantes de Atenas hubiese preferido fiar á su memoria y á la de sus amigos cosa de tanto interés para la historia. Los demás historiadores griegos que le sucedieron redactaron tambien los discursos de sus héroes, de suerte que ninguno de ellos es auténtico.

De los discursos de los oradores políticos de la Grecia se puede decir otro tanto. Ni en la época mas brillante para la oratoria, ni en la de su decadencia se hace ninguna alusion à la Taquigrafía. Los discursos que se han conservado de tales oradores, fueron escritos para la posteridad. Cuidadosamente elaborados segun todas las reglas del arte eran pronunciados en ocasion oportuna y los oradores no improvisaban si podian evitarlo. Plutarco refiere de Demóstenes, que invitado por la muchedumbre para que hablara dejaba de hacer uso de la palabra, si no estaba debidamenle preparado. Cuando los discursos habian alcanzado un éxito satisfactorio eran cuidadosamente escritos, como monumentos que debian quedar del arte oratorio. Dionisio de Halicarnaso en su estenso tratado sobre los discursos y su estilo presupone generalmente la composicion escrita, mientras que mas adelante despues de inventada la Taquigrafía se habla de esta en su empleo especial.

Por lo que se refiere á la administracion de justicia no es verosimil que se pronunciaran discursos en los tribunales de los dietetas. En el Areopago el acusador, y el defensor debian abstenerse de toda amplificacion y adorno oratorio. No se sintió pues la necesidad de conservar los discursos pronunciados con tan poco aparato. El verdadero campo de la oratoria forense estaba en los tribunales heliásticos, en que las partes podian usar dos veces de la palabra si bien tenian limitada la estension de los discursos cuya duracion se fijaba por medio de una clepsydra. Si en aquella época se hubiese conocido el poderoso ausiliar de la oratoria, la Taquigrafia, hubiérase empleado á no dudarlo para escribir aquellos discursos que tenian por objeto escitar la cólera ó la compasion de los jueces. Ningun autor habla de que hubiese habido taquigrafos que por mandato de los jueces hubiesen escrito las sesiones del tribunal ó como escribanos, ó para los litigantes, ó en interés del público en las causas célebres, al paso que, como veremos mas adelante, se hace mencion de ellos despues del nacimiento de J. C. La misma oscuridad reina respecto del empleo de la Taquigrafía en las sesiones del consejo anfictiónico.

Roma precedió á la Grecia en el uso de la Taquigrafia. La necesidad de escribir con mas velocidad que de ordinario indujo á los romanos á adoptar un procedimiento de abreviacion, que consistia en escribir muchas palabras solamente con las letras iniciales. Esta forma de escritura abreviada se empleó mucho antes que la Taquigrafia. El célebre gramático Marco Valeri Probo, de Beryto, que floreció en el reinado de Neron (34-68 de J. C.), indica que era conocido el significado de aquellas letras iniciales y que este procedimiento era empleado por los que estaban en el Senado destinados à escribir. A estas abreviaturas, verdaderas precursoras de la Taquigrafía, se las llamó singulae literae, siglae. S. Isidoro de Sevilla, que vivió en el primer tercio del siglo VII de nuestra Era, en su obra titulada Origines nos informa de la manera como se procedia para tomar los discurses con la posible fidelidad. En la asamblea ó en el senado varios escribientes se repartian el trabajo determinando el número de palabras que cada uno debia escribir y el orden con que debian

ejecutarlo, cuyo procedimiento ha sido tambiem empleado en los tiempos modernos en Fran cia y en Italia con el nombre de método poligráfico. (1)

Las siglas se emplearon durante mucho tiempo como Taquigrafía y aun despues de haber sido esta inventada, se usaron sin interrupcion en la vida pública y privada.

Algunos autores han supuesto, que la Taquigrafia romana nació de la necesidad y del ejercicio, y que se desarrolló gradualmente sin que pueda atribuirse á un inventor particular. El Dr. Zeibig considera de luego inadmisible esta teoría, porque apartándose la Taquigrafía de las formas ordinarias de la escritura para obtener mas fácil dibujo y mejor enlace y empleando abreviaturas arregladas á ciertos principios, debió tener un autor el cual se propondria por estos medios seguir la palabra veloz de los cradores. Si el autor es desconocido, no autoriza esto para sentar semejante teoría. Aunque no haya llegado hasta nosotres al través de los siglos el nombre y circunstancias del inventor del alfabeto, no por esto dejará de atribuirse à una persona dicha invencion.

¿Quién fué pues, el inventor de la Taquigrafia romana? A esta pregunta se contesta con un pasaje de S. Isidoro de Sevilla, que ha dado lugar á no pocas dudas y comentarios como veremos luego. S. Isidoro dice: Vulgares notas Ennias primus mille et centum invenit. Notarum usus erat, ut quidquid pro concione aut in iudiciis diceretur, librarii scriberent simul astantes, divisis inter se partibus, quod quisque verba et quo ordine exciperet. Romae primus Tullius Tiro, Ciceronis libertus, commentatus est notas, sed tantum praepositionum. Post eum Vipsanius. Philargyrus et Aquila libertus Maecenatis. alius alias addiderunt. Denique Seneca, contractu omnium digestuque (asi debe leerse, dice el Dr. Schmitz) et aucto numero opus effecit in quinque milia (2). Examinaremos por partes esta cita esponiendo la opinion emitida por diferentes autores que de ella se han ocupado.

Francisco Javier Gabelsberger, inventor de un sistema taquigráfico muy popular en Alemania (3), opina que S. Isidoro se refirió al poeta Quinto Ennio de Rudia (239-169 a. de J. C.) que tanto hizo por la lengua latina todavía inculta en su tiempo, siendo conocedor del griego, del latin y del osco, y le considera introductor de la Taquigrafia en los Estados romanos. El Dr. Anders se separa del parecer del anterior creyendo, que se alude, no al pocta Quinto Ennio, sino á Ennio gramático (sobre 120 a. de J. C.) sin duda á aquel de quien Suetonio Tranquilo hace mencion en el libro I, De illustribus grammaticis.

El Dr. Schmitz entrando en otras consideraciones espone desde luego, que así como al citarse el nombre de Ennio todo el mundo piensa en el insigne vate, así tambien cree que esta debió ser la mente de S. Isidoro. El peeta Ennio, que cultivó la parte formal de la lengua latina, siendo el autor de las consonantes dobles, no debió desdeñar sin duda alguna el cultivo de la escritura de dicha lengua. Otro argumento emplea el Dr. Schmitz sacado del estudio que ha hecho de la Taquigrafia romana. En el alfabeto taquigráfico se echa á menos

(1) Lehodey de Saultchevreuil 'que murió en París en 4 de Abril de 1830) publicó en 1789 el Journal des Élats généraur, que al reunirse la asamblea constituyente tomo el nombre de Journal de l'assemblée nationale y mas adelante el de】Le Logogra The en los que publicó las sesiones de la Asamblea. El rey Luis XVI, que leía con interés dichas publicaciones, contribuyó a sufragar los gastos y logró que se destinara un sitio para Lehodey y sus compañeros en la Asamblea legislativa. Bajo la direccion de Lehodey doce jovenes sentados al rededor de una mesa redonda tomaban los discursos: el primero escribia un numero determi nado de palabras, despues con el codo hacia una señal a su vecino que se ponia desde luego à escribir, y este hacia lo propio con su compañero y así procedian sucesivamente uno despues de otro, con lo cual se lograba obtener un resultado bastante satisfaciorio.

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(3) El sistema de Gabelsberger ha sido traducido y aplicado à varios idiomas. El Real Instituto taquigrafico de Dresdecentro oficial fundado en 20 de Enero de 1833), muchos establecimientos de instruccion y un sinnumero de sociedades taquigraficas lo cultivan habiéndose hecho obligatoria su enseñanza en ciertos establecimientos.

la letra Y que se suple unas veces por la V y otras por la I: la Y pasó de la lengua y literatura griega á la latina en tiempo de Ciceron: en dicho alfabeto se nota que se distinguen con esmero la C, la G y tambien la K ¿se puede creer que dejó de continuarse la Y en el alfabeto taquigráfico con el solo fin de disminuir el número de las letras supérfluas cuando existen las tres mencionadas? Por fin concluye, que puede decirse que Ennio inventó los signos taquigráficos no en Roma sino en otra parte antes de que desde Cerdeña fuese llevado á Roma por Calon (204 a. de J. C.)

La cita de S. Isidoro, dice el Dr. Zeibig, no queda corroborada por ninguno de los autores latinos, cuyas obras han llegado hasta nosotros; ninguno atribuye el mérito de la invencion de la Taquigrafía ni á Ennio poeta, ni al gramático mencionado por Suetonio. Si el primero hubiese estado adornado de esta cualidad, no la hubieren pasado por alto Ciceron y Quintiliano, que hablaron tanto de él y le celebraron. Además, prosigue el Dr. Zeibig, se ha de aceptar con cierta reserva este dato, porque S. Isidoro, que vivia en un siglo oscuro, procedió sin crítica en la elaboracion de la enciclopedia que dió á luz con el nombre de Origines, tomando las mas de las veces sus datos de gramáticos que vivieron en los siglos segundo y cuarto, sin tener apenas en cuenta lo histórico. En concepto del Dr. Zeibig las palabras de S. Isidoro: vulgares notas Ennius primus mille et centum invenit, se refieren á las siglas usadas de muy antiguo en Roma por cuya razon fueron llamadas comunes ó vulgares, porque eran empleadas por todos. Las siglas pues, no las notas taquigráficas, en concepto de dicho profesor, fueron inventadas por Ennio. Una cita de Plutarco (escribió sobre el año 100 despues de J. C.) le afirma mas en esta opinion. Plutarco, que floreció mucho antes que S. Isidoro y que en este concepto estaba mas cerca de la época de que estamos tratando, al exponer la manera como Ciceron pudo conservar un discurso de Caton el jóven manifiesta, que en la ocasion à que se refiere, los taquigrafos emprendian por primera vez esta carrera, lo que da lugar á suponer que no habian existido anteriormente.

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