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EL PRIMER LIBRO IMPRESO EN ESPAÑA.

(RÉPLICA)

La licencia de creer lo que quiera el Sr. Torres nadie se la disputará, y puede asimismo repetir la palabra acaso tanto como le plazca, pero la deduccion lógica de los antecedentes que sienta no parece, por mas que las resmas de papel sean de forma mayor, sobre todo callando, como calla, la fecha de la impresion de la citada biblia, (acerca de la cual nada podemos calcular por no haber tenido la ocasion y el gusto de verla,) pues del mismo modo pudiera servir aquella cantidad de papel para impresiones, como para todo lo que expresa antes al hablar del papel que mandó reformar el rey don Pedro, esto es, para registros y cabreves (cabreos?) de los tribunales y notarios, para libros de particulares y para procesos, escrituras etc. Alienda el Sr. Torres que no negamos la posibilidad de lo que él cree, y sí la certeza de la deduccion, pero con la misma licencia que él tiene de hacerla, permita que nosotros hagamos otra de los mismos antecedentes: «En sentir nuestro (dice) aunque pruebas terminantes no lo confirmen, las de induccion hacen presumir con bastante fundamento, que Lamberto Palmart, aleman, y el maestro Alfonso Fernandez de Córdoba, castellano, fueron los primeros impresores que en Valencia se establecieron, mandados llamar por Jacobo Vizlant, mercader tambien aleman residente en esta ciu 'ad desde algunos años antes al de 1474 etc.» Si, pues, Jacobo Vizlant necesitaba resmas de papel para imprimir en 1475, si este Jacobo era residente en Valencia desde algunos años antes de 1474 y fué el que envió á buscar como primeros impresores à un aleman y á un castellano, si, en fin, el magisterio que esos señores ejercian no podia ser otro que la imprenta, y así él como los llamados, al titularse maestros, solo con relacion à la imprenta debe entenderse el título, ¿nos podrá decir el Sr, Torres cuantos años de anterioridad al 1174 podrá conceder al Jacobo Vizlant, aleman, que residia en Valencia y tenia por magisterio hacer imprimir libros? Nos parece que con media docena de años que le conceda de anterioridad, residencia ó vida, no será pecar de sobrado, y con este cálculo resultaría sin dificultad, rebajados los seis, la existencia de imprenta en Valencia en 1468; con que, aplicando ahora la razon de esta posibilidad á Barcelona, he aquí por tierra todas las conjeturas y argumentos que se han inventado para combatir á nuestro precioso libro solo por causa de su fecha, pues el mismo Sr. Torres ha venido á hacer luz con sus inducciones y deducciones, concediendo al cabo la posibilidad de imprenta en aquella fecha hasta á su patria Valenciana. No dejó de prever el Sr. Torres la objecion de que el papel que se importaba de Italia podia aprovechar lo mismo para la impresion que para otros usos, ya que nunca se habla de imprenta ni se dice qué aplicacion tenia el papel de forma mayor, y apelando á un nuevo recurso ó comprobante, con tal seguridad lo anuncia, que el lector espera ver desde luego trocada en verdad indisputable la anterior conjetura, cuando lee despues de aquellas palabras del Sr. Torres las siguientes: «pero todas cuantas objeciones se presenten, ceden ante la realidad de los hechos. »Y la realidad consiste en hacernos saber que los primeros libros impresos

en Valencia, les Trobes, el Comprehensorium, el Salustio y otros,lo son en papel que contiene la marca de la mano con estrella, marca de que no se habla en la cuestion entre el aleman y el genovés, y que en el año 1476 hubo otra cuestion entre el genovés y un compatricio suyo, tambien sobre papel que tenia aquella marca de la ma ab estrella, y valia mas de precio que otro marcado con el cap de bou, lo que nada tiene que ver con los libros citados, porque el Comprensorium se imprimió un año antes, en 1475, y les Trobes no tienen fecha,'de lo que infiere, (y nosotros no sabemos ver cómo, ni lo inferirá nadie,) «que el papel que mas precio alcanzaba era el de la marca de la mano con estrella, el destinado cabalmente con preferencia para la impresion.» Toda la reproduccion de documentos que hace el Sr. Torres, curiosos pero supérfluos respecto de la cuestion que sostenemos, pues no quitan ni ponen locante á desvirtuar el carácter de nuestro libro, que era lo que al parecer intentaba dicho señor en su último artículo, no prueba mas sino que se compraba y vendía papel en Valencia, que lo habia de varias formas (como en todos tiempos), que unos tenian unas marcas y otros otras y que su precio era diverso, mas nó que tal ó cual papel, ni por su forma, ni por su marca, fuese el preferido para la imprenta, ni que la forma mayor indique el uso de esta, como la verán nuestros lectores por las noticias que les vamos á dar, transcribiendo ante todo, conforme prometimos, la interesante disposicion de Pedro IV, cuyo contenido es como sigue:

«Petrus etc. fideli nostro baiulo Xalive salutem et gratiam. Cum Nos cum alia nostra litte ra sub presentis data confecla duxerimus providendum quod per universos et singulos papiri Magistros moderne forme papiri que sunt antiquis et pristinis multo minores ad formas antiquas et pristinas sub certa pena ibi apposita reducantur. Ideo vobis dicimus et mandamus qualenus sub indignationis nostre incursu provisionem caudem per dictos Magistros et alios inviolabiliter faciatis juxta sui seriem observari. Et hoc nullatenus immutetis. Datum Valencie II kalendas novembris anno Domini millesimo trecentesimo quadragesimo primo.—A. Vi cecancellarius, »> Este documento auténtico, que se conserva entre la inmensa coleccion de cartas Reales del Archivo de la Corona de Aragon, y que lleva en el dorso el sello grande de cera encarnada, dice bien terminantemente que la forma antigua (y antigua de aquel tiempo!) del papel era la mayor, y que siendo mucho menor la del que entonces se fabricaba moderne forme, multo minores, se fabrique en adelante como las antiguas y primitivas usadas en los antiguos y primeros tiempos, antiquis et pristinis, y ad formas antiquas et pristinas reducantur, y esto lo manda el rey á los maestros papeleros, universos et singulos papiri magistros. Queda tan importante dato comprobado en el mismo Real Archivo con solo mirar la rica, ordenada y no interrumpida série de los registros de cancillería de nuestros antiguos monarcas, pues sobresalen de gran tamaño los pertenecientes á Jaime I y á su hijo el Gran Rey don Pedro, se achican luego alternativamente en los reinados de sus inmediatos sucesores, y en el de Pedro IV los hay de tamaño mucho mayor que cuantas obras existen impresas en el siglo xv, y son sus marcas una granada con dos granadinos pendientes de un círculo (año 1351.) Del mismo rey hay cartas Reales mucho mayores todavía, y es su marca dos círculos separados que atraviesa una línea rematada en cruz, (año 1353.) Esto prueba el poco significado de la forma mayor, respecto de las impresiones, tan poco, que á la legua se descubre ser menor el tamaño de los registros del tiempo de la imprenta á muchísimos de tiempos anteriores; bastando saber que el último papel que indicamos, con todo y ser recortado, tiene 60 centímetros de largo y 42 de ancho; y en cuanto à la observacion de las marcas, para que se vea cuán aventurado es dar preferencia á una sobre otra, podrá contemplar quien lo desee, en el mismo Real Archivo, la innumerable y variada multitud que allí existe en documentos y registros, innumerable, porque se cuenta por miles, y variada por figurar como tales marcas toda suerte de animales, flores, armas, objetos de vestir, muebles, letras de diversos tamaños y caprichosas combinaciones, entre ellas la citada mano con estrella, que no confundimos con otras muchas manos con

guante, mas o menos adornado, y sin él, manos con letras ó media luna, y el cap de bou de bou que cuenta sobre doce variantes. No confundimos el primero, que es el importante para nuestra cuestion, y para que lo compruebe el Sr. Torres, le dirémos, que está la mano abierta, semicircular por la parte inferior y del ancho de una peseta, la muñeca en forma de peana que se extiende por ambos lados hacia la base, el dedo pulgar desproporcionado, delgado el índice, sin proporcion de grueso al inmediato, mas delgado el cuarto que el índice y mas separado que este del tercero, y el meñique de forma puntiaguda y ancho en el arranque, y es la estrella, aislada, en la parte superior, de cinco puntas, una de las cuales cae perpendicular sobre el dedo mas largo. Este es el signo ó marca que ha ayudado á fundar la conjetura del Sr. Torres sobre ser el papel preferido para las impresiones, y aunque no le negarémos que para ellas se aprovechase, compare ahora su tamaño con el de los papeles que describimos, muy anteriores á la imprenla, y se convencerá de que es mucho menor, pudiendo con esto reconocer la poca fuerza de los argumentos que presenta sobre papeleria y sus marcas y tamaños para las deducciones que intenta hacer respecto del maravilloso arte.

Va la última novedad del Sr. Torres, ó sea los descubrimientos portentosos que ha hecho para enseñarnos con ellos, que si residencia y corte era Barcelona de los reyes de Aragon, residencia y córte era tambien Valencia, que si à aquella alabó Cervantes en el Quijote, tambien alabó á esta en los Trabajos de Pérsiles y Segismunda, que si no niega la maternidad adoptiva de Cataluña ó Barcelona, no consiente que un hijo postizo dispute las glorias de la hija, al paso que se jacta de que en el siglo XV, (precisamente en el siglo XV, cuando la introducion de la imprenta!) era-Valencia igual á aquella en importancia mercantil y politica, que las comparaciones, «por lo que de provincialismo tienen, suelen degenerar casi siempre en pueriles, y á voces odiosas, que el amor pátrio (no dice provincialismo aqui,-) nos hace perder los estribos, y por ende, caer (sic) grandes batacazos,» y otro sin fin de cosas, que, á manera de leccion nes dirige con el mayor aplomo, no obstante de vacilar, al decirlas, entre el desden y el ardor de la altivez. Nosotros preguntamos á qué vienen todas estas enseñanzas para quien, si no tiene tanto saber como el Sr. Torres, tiene quizá tanta ó mas experiencia, para quien no ha ofendido comparando, pues citar verdades reconocidas universalmente por la Historia, cuando no se ponderan, ni es puerilidad, ni vanidad, ni ofensa, para quien no ha tratado de rebajar á Valencia, por mas que, en noble litigio, le haya negado ó disputado el usurpado derecho que se atribuye, y para quien no ha perdido en esta cuestion los estribos, suponiendo que con esta frase quiere significarse proceder con ligereza, imprudencia, ira, vanidad ú otros vicios que no descubrirá nadie en nuestro sencillo articulo sobre mera posibilidad de imprenta en 1468? Si nuestro ánimo fuese de enconar la cuestion, examinaríamos bajo este punto de vista las contestaciones del Sr. Torres, y quizá encontrariamos algo que nos dejara, cuando menos, en mejor puesto, pero ni aquella ganaria nada con tales acusaciones, que podrá hacer el lector imparcial comparando nuestros escritos, ni fuera agradable para nadie hacer degenerar la cuestion de imprenta en otra cuestion histórica que precisamente habia de ser muy larga, y que aceptariamos desde luego si la discusion hubiese de ser oral en vez de escrita. Prescindiendo, pues, de lo que à nuestra personalidad alude, nos limitaremos á ampliar algunos de los asertos históricos que emitimos y, como remate, à transcribir lo que autorizadas voces dijeron de nuestra patria catalana, para que el Sr. Torres saque de ellas la natural consecuencia, ó mas bien para que la saquen los espectadores imparciales que à uno y otro nos contemplen.

Mostrando el Sr. Torres cierta condescendencia irónica y desdeñosa no quiere disputar que en el siglo xv la ciudad de Barcelona «escediera à la de Roma, Paris, Lóndres, Pekin ó Constantinopla. » exageracion burlesca que no empleariamos nosotros contra ciudad alguna, puesto que una ciudad no puede tener la culpa de que uno de sus hijos ó habitantes la defienda bien ó mal; y tomando la palabra corte bajo la acepcion que mas le conviene, confunde la residencia temporal

del monarca con la habitual y preferida que han tenido siempre todas las dinastías del mundo. en un punto determinado, citando, como gran dato para fundar su descubrimiento, la existencia de palacios, ejemplo que acreditaria haber sido córte de nuestros reyes infinitos pueblos de ínfima importancia que pudiéramos citar, donde igualmente aquellos tenian palacios mas ó menos. suntuosos. El Sr. Torres ha venido á dar el caracter de reyes trashumantes á nuestros soberanos, por no haberse fijado quizás en los orígenes de nuestra comun nacionalidad y el modo como se fué constituyendo: el primitivo reino de Aragon tenia reyes propios, como tenia soberanos propios, con el título de Conde de Barcelona, Cataluña, y era cada uno de estos estados independiente; el último de los condes unióse con la última sucesora de los reyes, y así el sucesor inmediato fué rey y conde ó conde-rey (y en nuestros tiempos ofrecia un ejemplo análogo la casa de los duques de Saboya, que se titulaban reyes de Cerdeña, y residian en el Piamonte,) mas como la linea masculina era la del conde, naturalmente cuantos de él descendieron, siguieron la costumbre del antecesor, proviuiendo de aquí que los historiadores, al hablar de la antigua dinastía de la Corona de Aragon (nó del reino primitivo,) la dividan en Catalana desde Berenguer y Petronilla hasta Martin 1.°, y en castellana desde Fernando 1.° á Fernando 11. Formando nacionalidad nueva Aragon y Cataluña, y no debiendo renunciar ni esta ni aquel á su independencia respectiva, convínose, y se practicó constantemente, en dar forma federativa á ambos dominios, y de aqui provino que al conquistarse nuevos territorios, se formase un nuevo estado, tambien autónomo, y se le diese nombre de reino aunque no lo hubiese sido (se entiende en sentido cristiano ó nacional,) pues à no haber necesidad de confederacion, los terrenos conquistados no fueran mas que dilataciones de las antiguos, llamándose los adquiridos por los aragoneses quizá nuevo Aragon y los dominados por los catalanes nueva Cataluña, 'como en Castilla se llamó Castilla la Nueva lo que conquistó Castilla la Vieja; pero adoptada por necesidad la forma federativa, esta exigió á los reyes el cumplimiento personal en determinados casos de lo que prescribia la legislacion peculiar y autonómica de cada estado, originándose de aqui que al principio de su reinado, en las celebraciones de córtes particulares y en otras ocasiones en que no podia excusar el rey su presencia personal, acudiese á la capital respectiva de cada uno de sus estados y obrase allí como conde ó como rey, sin que deban confundirse eslas residencias, que pudiéramos llamar oficiales, con las temporales que, por recreo, ó por razon de guerra, para hacer ejército ó armada, verificasen cuando les pluguiese. Todo esto, sin embargo, no destruye la certeza de ser Cataluña y Barcelona, (cuna de la dinastía catalana de los reyes de la Corona de Aragon, de la misma estirpe varonil de los condes,) residencia habitual y preferente de los soberanos, entendiéndose bajo esta acepcion la palabra corte y nó dela manera infinitesimal que la ha comprendido el Sr. Torres, y si ningun dato, de los muchos que pudiéramos aducir, le pudo convencer de esta verdad, ni quiso recordar texto alguno de los historiadores, bastarale recorrer la lista de los mismos reyes y además la de los infantes Reales, y ver donde en mayor número nacen y mueren, hacer memoria de que en Barcelona tienen el Archivo Real y general de toda la Corona, que allí reside el único Canciller de todos los dominios, presidente á la vez del Consejo supremo, Audiencia ó Senado de Cataluña, que en este territorio se levanta el magnífico y suntuoso panteon Regio, en Poblet, y leer finalmente las palabras del nunca bien ponderado historiador aragonés Gerónimo Zurita: «Era esta general aficion de los reyes, porque desde que sucedieron al Conde de Barcelona, siempre tuvieron por su naturaleza y antiquísima patria à Cataluña, y en todo conformaron con sus leyes y costumbres, y la lengua de que usaban era la Catalana, y de ella fué toda la cortesanía de que se preciaban en aquellos tiempos.»

Lantigua capital catalana, que como la antigua capital del reino primitivo Aragonés, contaba largos siglos de civilizacion cuando los hijos de ambos estados arrancaron del Mahomelismo el territorio de Valencia, no podia degenerar de tal manera, que á ella se igualara en el

TOMO II. NÚM. II.

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siglo XV la capital Valenciana, la hija, la conquistada por ella, aunque esto no lo prueba el Sr. Torres, únicamente lo sabe esperando que otros lo justifiquen: «Mas cuando la historia de Valencia se escriba á la manera que la historia debe escribirse, y cuando se dé mas valor á ciertos hechos, desapercibidos hasta ahora y de inmerecida indiferencia á los ojos de los historiadores de este antiguo reino, se verá que Valencia no rehuye ni teme la comparacion mercantil y politica en el siglo xv con Barcelona.» (-Traslado y autos á los historiadores valen cianos que gozan de vida, para que pesen y midan el valor de este expresivo párrafo con que les requiebra su compatricio.-) Ha creido el Sr. Torres, para buscarse simpatías en Aragon, que nos corregia diciéndonos que no fueron los catalanes solos los que conquistaron Valencia, torpeza que nadie puede decir ni suponer, pues basta abrir el libro del Repartimento para ver quiénes fueron los conquistadores, y tambien el Aureum opes, para descubrir en la legislacion valenciana asi la Costumbre de Barcelona como el Fuero de Aragon, y no porque se cite la maternidad de Cataluña, ya que la cuestion es entre Cataluña y Valencia, se ha de suponer que se excluye la maternidad ó paternidad de Aragon, y tal ha sido el propósito, que hablando de las empresas de Italia, ha inventado un aserto completamente imaginario y que à admitirse, hiciera quedar como mentirosos á todos los historiadores incluso el mismo Zurita, pues ha sentado que tanto ó mas concurso que los catalanes prestaron los aragoneses y valencianos, cuando es sabido que solo suenan aragoneses y catalanes, y si van los valencianos, como es cierto, se incluyen bajo la última denominacion comun, pero sin que ellos se particularicen sobre los catalanes, ni puedan equipararse jamás, como pueblo ó gente especial, á los indómitos aragoneses. Ni antes, pues, del siglo xv, ni en él se puede igualar Valencia á Barcelona, y sí dos siglos despues alaba a la primera Cervantes, por la grandeza de su sitio, la amenidad de sus contornos, que somos los primeros en reconocer, y por la hermosura de sus mujeres y por otras varias cosas, nada tiene esto que ver con la importancia política y comercial, que expresa en la alabanza de Barcelona cuando la llama honra de España, TEMOR Y ESPANTO de los circunvecinos y apartados enemigos.... y todo aquello que de una GRANDE, FAMOSA, RICA y bien fundada ciudad puede pedir un discreto y curioso deseo. Esto es lo que vino á ser en todos tiempos, se entiende comparadas con Valencia, la ciudad que con suma gracia (oh poder de los descubrimientos históricos!) llama el Sr. Torres «la corte de los Armengoles y Berengueres;» y por si no le basta con lo referido hasta aquí, lea en el final del cap. CLXXVI de la Crónica de don Jaime, donde encontrará que las milicias de Barcelona fueron los que mas cerca se colocaron de las murallas cuando el sitio de Valencia, y el cap. CCXLVII, en el que dice el mismo Conquistador, «..... la mas honrada tierra de España, como es Cataluña, que es el reyno mas honrado y mas noble que en ella existe.» Pero mas fuerza que estas remotas apreciaciones podrán convencer al escritor de la ciudad del Cid los dos testimonios que siguen:

-El inclito valenciano, fray Francisco Diágo, que con tanta maestría escribió la Historia de los Condes de Barcelona (aquellos principes de que tanto se ocupó tambien el valenciano Beuter,) hablando en el prólogo de su obra de lo mucho que se habia cansado investigando en el Real Archivo, para consignar la verdad. apoyado en documentos auténticos, y para combatir ciertas opiniones que refuta con evidencia en mayor honor de Cataluña, así se expresa: «Deve este cansancio quien es natural del Reyno de Valencia como yo. Que pues esta valiente nacion quiso cansarse tanto con el Rey don Jaime de Aragon en la conquista de aquella tierra, y derramó su sangre å trueque de sacarla de las manos de los Infieles Moros que la posseyan de muchos centenares de años atrás: obligada estaba Valencia, y yo por ella, á derramar á lo menos los sudores que se requerian para sacar del poder del olvido lo mucho que de Cataluña estava sepultado hasta ahora en él,»

-Otro sabio valenciano de nuestros dias, movido de un nobilísimo deseo que vió cumplido en la misma ocasion de dar á luz las palabras que escribia, Villanueva, autor del Viaje Litera

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