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que les entra el sueño), mas duro que el pie de Cristo, llamar á Cachano con dos tejas (querer un imposible, apelar á quien no puede socorrernos) y otros de ese carácter; ni encontrariamos cosa alguna reparable sino en muy contadas locuciones que en cierto modo alteran el idioma y se presentan en él como verdaderos solecismos, segun lo vemos en ir viaje ó estar viaje por ir de viaje ó estar de viaje, se to de V. por déselo V., es tu que no llueve usado por la gente vulgar en forma interrogativa en vez de ¿cuánto vá que no llueve?, lo que? por que?, en puesto de y en igual de por en vez de, hasta de ahora por hasta ahora, con otras que pudieran añadirse y que nosotros omitimos rebuscar.

En lo que sí queremos deten ernos algun tanto es en el gracioso diminutivo en ico, que consideramos mas bien como un modismo que como una palabra, y que, si bien es manera de hablar muy castellana y aun no considerada como arcaismo por el Diccionario de la lengua, pero es desusada y aun ridícula entre los castellanos, al paso que muy general en todas las clases sociales de Aragon y de Navarra. Y decimos que muy general, porque hemos de confesar que un gran número de palabras de las que hemos citado como aragonesas, y por ventura las mas interesantes, como cal, aturar, amprar y muchísimas otras, ya no se conservan sino entre las clases ínfimas del pueblo; que tambien acá ha cundido entre las personas cultas el desden hacia nuestras bellezas provinciales; pero el diminutivo de que hablamos es universal, y ya no depende de la educacion sino del nacimiento.

El idioma español, rico en los diminutivos cual ningun otro, y desde luego muchísimo mas que el hebreo, el

árabe, el griego y aun el latin y el italiano, como que reune mas de treinta diversas terminaciones (79), habiendo palabra que permite ella sola doce desinencias, claro es que no aplica todas esas variantes ó aumentos de final á todas las palabras, antes se conforma con lo que cada una permite (80); mas en medio de ser esto cierto, las en ico, en illo y en ito son terminaciones generales que se aplican indistintamente á casi todos los nombres, habiendo entre ellas una verdadera sinonimia.

Pero el diminutivo en ico tiene dos ventajas incontestables, el uso preferente que de èl hicieron los padres de la lengua, y su significacion especial è intrínsecamente distinta de los de otras terminaciones. En los escritores de nuestros orígenes, sobre cuyos sencillos versos parece que vagaba, come una fresca brisa sobre las plantas silvestres, el ambiente de la naturalidad, era el diminutivo en co que dominaba en la espresion de los afectos ó las apre ciaciones, y por eso es tan general en la poesia popular y

el

(79) ¿Qué lengua puede, en efecto, presentar, sin sus diminutivos irregulares y subderivados, que no son pocos en la española, las variadísimas desinencias de palmadica, vientecillo, bonito, palomino, cobertizo, escobajo, añalejo, ballenato, viborezno, meseta, florete, islote, pobreto, acertijo, partija, campanil, Maruja, panoja, frailuco, molècula, minúsculo, trastuelo, Manolo, langostin, limpion, hilacha, boliche, casucha, tenducho, libraco, particia, y tal vez alguna otra que sin dificultad habrá escapado á nuestra diligencia? ¿Qué idioma presenta sobre un solo nombre las variantes de librico, librillo, librete, libretillo, libreton, libraco, librin, libracho librejo y librecillo, asi como las doce que comunmente se citan sobre el adjetivo chico, ya diminutivo?

(80) Hay palabras, por ejemplo demonio, que, porque han de duplicar enfadosamente la i, no sufren tan bien los diminutivos en ico, illo, ito como el agraciado en ejo: hay otras que tienen diminutivos de preferencia para evitar confusion con los homónimos de los otros, como hora que admite horiṭa y horica pero no horilla ni horeja que, si no en la escritura, tienen otro significado en la pronunciacion: hay, finalmente, provincias que tienen predileccion á determinados diminutivos, como las de Aragon á los terminados en ico.

en la familiar de posteriores tiempos. ¡Qué bien dicho está en una farsa de Lucas Fernandez

¡Oh, pastorcico serrano!

¿viste, hermano,

un caballero pasar?

y en un romance sobre el moro Calainos

Bien vengais, el francesico

de Francia la natural?

¡Cuán propio es de la poesia de Castillejo, ùltimo trovador de los amores y la sátira, paladin de la poesia nacional contra los petrarquistas, contra los luteranos como él decia, cuán propios son de aquella poesia fácil y sentida aquellos versos, ya pertenecientes á una época muy adelantada, en que se pinta con gracia inimitable á un vizcaino borracho. metamorfoseado en mosquito

tuvo con esto á la par
una risica donosa,
las piernas se le mudaron
en unas zanquitas chicas,
los brazos en dos alicas,
dos cornecicos por cejas!

¡Qué bien sienta en Rodrigo de Cota ó Juan de Mena, ó quien quiera que escribiese la primitiva Celestina (que nosotros no hemos de desatar nuestras dudas como el editor de Barcelona que atribuyó á aquellos dos tan admirable obra); qué bien sienta aquella aglomeracion graciosa de diminutivos «Nezuelo, loquito, angelico, perlica, simplecico, lobitos en tal gestico, llégate acá putico etc.»! ¡Qué encanto hay en aquellas deleitables fontecicas de filosofia, que nos dice

Fernando de Rojas! ¡Qué espontaneidad tan amorosa en Fr. Luis de Granada el pollico que nace luego se pone debajo de las alas de la gallina... y lo mismo hace el corderico; en Mendoza las mañanicas del verano á refrescar y almorzar; en Santa Teresa al primer airecico de persecucion se pierden estas florecicas; en Guevara lo demas que callandico me pedistes en la oreja etc.; en Avila cuando aconseja conservar esta centellica del celestial fuego; en Lope para quien la constelacion de S. Telmo era una estrellica como un diamante! (81) ¡Qué difíciles son de enmendar aquellas tajadicas subtiles de carne de membrillo con que se atendia á la voracidad plebeya de Sancho el Gobernador, aquellos zapaticos para sus hijos que echaba de menos su muger, y, entre muchos pasajes de la GITANILLA DE MADRID, aquel «Preciosica, canta el romance que aqui va porque es muy bueno»! y ¡cuán superior es en la misma novela aquel cabo de romance (82) «Gitanica que de hermosa te pueden dar parabienes» sobre el que le sigue «Hermosita, hermosita, la de las manos de plata!» ¡Qué tono de familiaridad en aquella carta de Caballero de la Tenaza «Ahora es, y aun no acabo de santiguarme de la nota del billetico de esta mañana!" (83)

(81) En un ligero Estudio que el autor de esta Memoria consagró no ha mucho à los diminutivos y sobre todo al terminado en ico, citó, ademas de estas autoridades, á Luna, Timoneda, Jáuregui, Quevedo, Calderon, Moreto, Iglesias y Miñano; pudiendo ofrecerse otras muchas sin mas dificultad que la de abrir nuestros clásicos.

(82) Romance se llama alli (y romance debe llamarse) aquella agradable composicion de Cervantes, por mas que se halle escrita en redondillas. En efecto, ademas de su ligereza y de su aire cantable y popular, que es lo que constituye su fondo, de donde toma nombre, no hay sino abrir el Romancero español en donde se verán, junto al monorrimo característico del romance, la redondilla, la quintilla, el pie quebrado y otras combinaciones

métricas

(83) En el P. Isla es muy frecuente ese diminutivo y pudieran citarse de él muchos pasajes sin salir de sus famosas Cartas de Juan de la Encina,

Y viniendo todavía más á nuestros tiempos, cuando la lengua y la pòesia tocaban el último grado de la perfeccion, el principio ya de su inminente decadencia, léanse nuestros grandes poetas dramàticos y líricos, y veremos que, cuando el asunto les consiente cierta familiaridad, prefieren el ico para denotarla mas fielmente, como en los versos de Calderon

La ropilla ancha de espaldas,
derribadica de hombros,
y redondica de falda;

á

como en Moreto, en quien todavia resulta mas terminantemente nuestro aserto cuando entre sus personajes de TRAMPA ADELANTE pone à Jusepico y Manuelico pages, á la manera de Quevedo que llama Pablicos al héroe de su novela el Buscon (84).

Tan admitido era entre los mas serios escritores aquel diminutivo, que en el testamento (verdadero ó falso) del Brocense, el cual inserta é impugna con sn exquisito natural buen juicio el Sr. marqués de Morante en la escelente vida de aquel humanista publicada como apéndice al tomo V de su Catálogo, hay una cláusula que dice «Item, Mando á Antonita mi nieta el mi lignum crucis con su cristalico y las seis esmeraldas de que está cercado»; y, lo que es mas reparable, Covarrubias, cuyo lenguage didáctico parece que habia de escluir todo diminutivo, dice al esplicar (bien ri

como el «casico curioso de aquella dama púdica» que no consiente la última edicion de la Academia.

(84) Algunos personajes han pasado á la historia con ese diminutivo de su nombre como Artalico de Alagon á quien dan á conocer de ese modo Zurita, Blancas, Carbonell y otros autores

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