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acosados. En vano el general Menen Perez de Valdés, les llama y les exhorta; nadie responde á su voz: entonces el pundonoroso capitan, marcha solo frente á la plaza, buscando la muerte que encontró bien pronto: rencorosos los sitiados avanzan hácia San Andrés de Cornellana, y cruelmente vengativos, queman la casa y tierras de San Andrés, señorío del noble finado, (1) sufriendo igual suerte el de Santa Eulalia del Mar, tambien de su pertenencia. (2) Los vasallos de Menen Perez enterraron su cadáver en la iglesia de San Andrés. En una de estas correrías tambien fué destruido hasta sus cimientos el castillo de Jove, sito en la aldea que hoy lleva este nombre, y propiedad de Laso Garcia de Jóve, que seguia las banderas reales.

En vano transcurrian los dias y las amenazas; el conde D. Alfonso no pensaba en rendirse, y cada mañana desde el campo real, veíase flotar altiva su enseña: el largo cerco disgustaba al rey sobre manera, que su presencia era harto necesaria en el corazon de sus estados; así decidió allegar nuevos y poderosos recursos, para obtener la sumision del rebelde; comprendiendo la inutilidad de los ataques á una plaza tan fuerte, decidió rendirle por hambre: llamada con toda urgencia la escuadra castellana, al mando del almirante Sanchez de Tovar, cerró la entrada del puerto, privándole de las numerosas provisiones que recibia por mar, al paso que con los refuerzos llegados, fué posible establecer un riguroso bloqueo, que imposibilitó el arribó á Gijon de socorro alguno. Todavía, sin embargo, resistió el conde, durante algun tiempo, hasta que escaseando los víveres, y perdidas las esperanzas de haberlos, al mismo tiempo que escitado por el clamoreo de los gijoneses, que anhelaban, una vez pactadas benévolas condiciones, volver á la gracia real, halló medio de enviar un

(1) Este señorío radicaba en las inmediaciones de la iglesia de Santa Maria de Contrueces, estendiéndose hasta Ceares y el sitio conocido con el nombre del Llano.

(2) Estaba este pueblo en la ería que hoy tiene el mismo nombre situada en el camino de Gijon à Jove.

emisario al obispo D. Gutierre, á fin de que influyera con el rey, para que le perdonase, bajo cuya condicion rendiría la plaza.

Apesar del justo enojo de que D. Juan se hallaba poseido, cedió su rencor á la mediacion del obispo, cuyos consejos tenia en gran aprecio, y que supo hacer resaltar en favor del conde, los sentimientos de su fraternal cariño; llamado D. Alfonso al campo real, se firmó en las tiendas del rey una concordia, que lleva la fecha del 8 de Julio de 1383; por ella otorgaba el rey, merced de las vidas y perdon general al conde de Gijon su hermano, y á todos los que habian seguido sus banderas, devolviéndoles sus haciendas con la sola escepcion de Fernan Sanchez de Piedrabuena y Diego Sanchez de la Reciella, á quienes se confiscaban sus bienes estrañándoles á mas del reino: al conde le prometió en vez de sus estados de Asturias, cederle otros equivalentes en Castilla, con su real palabra de no prender, ni injuriar á la condesa su mujer, prestando solemne juramento de cumplirlo asi: juraron tambien é hicieron pleito homenaje de no contradecirle, ni aconsejarle en contrario, algunos caballeros como D. Cárlos, infante de Navarra; el obispo don Gutierre; D. Pedro, conde de Trastamara; Lemos y Sarria; D. Pedro Nuñez de Lara, conde de Mayorga; D. Fernando Sanchez de Tovar, almirante de la mar; D. Juan, hijo del conde D. Tello; Pedro Fernandez de Velasco, camarero mayor del rey; Fedro Ruiz Sarmiento, Adelantado mayor de Galicia; Pedro Suarez de Quiñones, Adelantado de Leon; Ramir Nuñez de Guzman; Gonzalo Martinez de Guzman; Rui Ponce de Leon; Alfonso Enrique, hijo del maestre D. Fadrique; Gutierre Gonzalez de Quirós; Gutierre Gonzalez Quijada; Rui Barba, Mosen Jofre; Mosen Arnao, señor de Villalpando. El conde D. Alfonso reconoció el vasallaje debido al rey haciendo pleito homenaje en manos del conde D. Pedro de servirle con lealtad, entregándole la villa y alcázar de Gijon con sus demás posesiones y castillos de Asturias y que otrosí «cuando el rey tuviese alguna querella, ó le dijeren ha faltado en alguna cosa á su servicio, acudirá en persona á la citacion y lla

mamiento del rey, á se purgar, y salvar de ello dentro de veinte dias, no habiendo forzoso impedimento;» además del juramento y pleito homenaje, entregó á D. Juan en calidad de rehenes á doña Beatriz su hija, y á la condesa doña Isabel su mujer. Firmaron la concordia con el conde D. Alfonso; Juan Ramirez de Gijon, Alvar Sanchez de Castellanos, Juan de Carmundio, Fernan Gonzalez, Pedro Menendez, Juan Sanchez Vizcaino, Rui Gonzalez Caravedo, Alvar de Ayas y Pedro Bernaldo, todos vasallos suyos y personas muy poderosas segun las crónicas de aquel tiempo, que mencionan tambien como asistentes al sitio, al príncipe D. Enrique, primogénito del rey; el infante D. Fernando su hermano; D. Fadrique, duque de Benavente, tambien hermano, aunque bastardo, del rey; D. Enrique su hermano; el infante D. Juan, hijo del rey de Fortugal; D. Gaston, conde de Medinaceli; D. Juan Rodriguez de Castañeda; D. Juan de Villalobos; D. Juan Ramirez de Arellano, señor de los Cameros; D. Pedro Xuarez, alcalde mayor de Toledo; D. Pedro Muñiz, maestre de Calatrava; D. Pedro Diaz de Ibias, maestre de San Juan; D. Diego Gomez Manrique, Adelantado mayor de Castilla; D. Pedro Cabeza de Vaca, maestre de Santiago; D. Sancho Fernandez de Tovar, guarda mayor del rey; D. Diego Perez Pacheco, notario mayor de Castilla; D. Fernando Alvarez de Toledo, señor de Valdecorneja; D. Pedro Ponce de Leon, señor de Maqueda; Juan Martinez Villazan, justicia mayor del rey; D. Pedro Xuarez Guzman, notario mayor de Andalucía.

Al dia siguiente de estipulado este convenio, hizo entrega el conde de la villa de Gijon, de la que se posesionaron en el momento las tropas reales, haciendo el rey su solemne entrada, en medio de las aclamaciones de los gijoneses, agradecidos por la generosidad con que su bondadoso corazon les habia perdonado la pasada rebeldia. Gustó D. Juan de permanecer en esta villa algun tiempo, visitando con gran cuidado sus antiguos monumentos, y las muchas memorias que del tiempo de los romanos se conservaban: como entre estos se contáran las renombradas Aras Sextia

nas, en las cuales vió muchas inscripciones todas en honor de César, refiriendo una de ellas, segun el abad D. Lúcas, que este emperador romano habia ordenado que los años se contasen por la Era de su monarquía, dispuso el rey que en adelante se contáran por el nacimiento de Jesucristo, y así se cumplió, ratificando esta disposicion las Córtes celebradas en Segovia, en el año de 1385.

Dispuesta por el rey su marcha para Castilla; en su poder ya todos los castillos, villas y lugares que en Asturias tenia el conde D. Alfonso, otorgó á este merced de conde de Valencia de Don Juan, con los correspondientes señoríos, tomando en seguida con su ejército la vuelta de Segovia, desde donde agradecido á los servicios del obispo D. Gutierre, y vasallos de la Santa Iglesia de Oviedo, hizo á esta y su cabildo donacion de las casas y torres fuertes de Noreña, con el señorío y jurisdiccion de la misma villa y la mitad del concejo de Tudela, con muchos beneficios, préstamos y juguerías que habian sido de D. Rodrigo Alvarez de las Asturias. Confirman esta escritura muchos grandes. y entre ellos el mismo D. Alfonso, llamándose hermano del rey, y conde de Valencia; D. Pedro, primo del rey, conde de Trastamara; Lemos y Sarria; D. Diego Martinez de Oviedo, maestre de Alcántara; D. Pedro Diaz de Ibias, prior de San Juan; Pedro Suarez de Quiñones, Adelantado de Leon, etc. Desde entonces quedó para el rey la villa de Gijon, y los obispos de Oviedo con el título y señorío de condes de Noreña.

Entre las disposiciones reales que se dictaron á fin de que otras rebeliones que pudieran surgir, no tomáran incremento, y algunos magnates y aventureros, no corrieran la tierra acogiéndose á los lugares fuertes, fué una de ellas, que las murallas de Gijon se batieran y su alcázar se desmantelase, lo que no se hizo por entonces; tambien se mandó derribar el castillo de Tudela y algunos otros en Tineo, Cangas y Sierra, esceptuando una fortaleza en el primero de estos puntos, que se dejó para seguridad de malhechores; opusieron alguna resistencia á su cumplimiento varios hidalgos del país, pero fácilmente vencidos, se lle

vó a cabo en todas sus partes, segun los deseos y voluntad.

del rey.

Eran estas medidas muy convenientes en aquellos tiempos de revueltas, cuando el mismo conde D. Alfonso, poco amigo de la paz, intentó nuevamente en su turbulento espíritu alzarse contra el rey, fraguando nuevos planes en combinacion con el rey de Portugal; menos afortunado en esta ocasion, fué hecho prisionero en la Puebla de Montalvan, y encerrado en el castillo de Almonací: ya sus ruegos no consiguieron ablandar el hasta entonces demasiado blando corazon de D. Juan, que en Córtes de Guadalajara celebradas en el año de 1390, otorgó perdon general á todos los que habian faltado á su servicio, con la sola escepcion del citado D. Alfonso, cuya guarda se confió al arzobispo de Toledo D. Pedro Tenorio.

Gran temor inspiraba, á pesar de hallarse preso el rebelde conde, tanto que temiendo el rey D. Juan que durante la guerra que preparaba contra los moros de Granada, pudiera darse trazas para salir del encierro y apoderarse del principe D. Enrique de edad entonces de cinco años, reunió en Sevilla una numerosa asamblea de nobles y prelados, en la que despues de enumerar las mercedes que le habia otorgado, y el mal pago que con infinitas traiciones le habia hecho, señaladamente la última, que Ayala esplica en los siguientes términos: «otrosí despues que el rey ficiera sus bodas é partiera de Badajoz, enviara caballeros y cartas al conde que se viniese á su mercedé que él no lo quiso facer; ántes se bastecía mas de cada dia é trataba con los ingleses, especialmente con los de Bayona, que le enviasen socorro de gente y navíos, por lo cual él non pudo escusar de llegar á Asturias, é llegó á la villa de Gijon, do estaba el conde, é non le acojieron en ella; antes le tiraban con TRUENOS, é con ballestas, é piedras, é que la defendian. E como quier que algunos de los que estaban dentro con el conde le daban entrada en la dicha villa, él aviendo piedad del conde non lo quiso facer, antes le perdonó..... Les pidió por tanto consejo de lo que debia hacer con el conde, negáronse á darle los prelados, escusándose por concep

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