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respondientes; no se presentó á dar sus descargos, ni á sincerarse de la felonia de que se le acusaba; antes bien hubo de partir de seguida para la Rochela, siendo sobre esta ausencia bastante discordes las opiniones, pues unos la achacan à natural temor esperimentado por la sin razon de su causa, y otros á la imposibilidad material de acudir dentro del término señalado: no obstante, sabiendo los procuradores del rey, su estancia en la Rochela, le esperaron todavía algun tiempo mas, hasta que por fin no compareciendo, formularon su pleito en forma, y examinado el proceso, recayó sobre él la sentencia del rey de Francia por la que se declaraba al conde aleve y traidor, mandando se entregara en manos de su señor, y que si lo hacía así podia abrigar esperanzas de perdon, y de recobrar sus estados, para lo que interpondría su autoridad y ruegos cerca del rey de Castilla, pero que si por el contrario perseveraba en su rebeldía, le prevenia no contara de Francia con socorro alguno, ni aun residencia segura para su propia persona: corroborando esta sentencia con cartas espedidas á los grandes vasallos de la corona, señaladamente al duque de Bretaña y al Señor de Elisson, cerca de los cuales se agitaba el conde, à fin de que no le prestaran ninguna clase de auxilio, con que pudiera partirse á España, conminándoles con las amenazas mas severas, caso de desobedecer su cumplimiento.

Sabida esta sentencia por el rey de Castilla, pidió que se le entregara la villa de Gijon, con arreglo á las estipulaciones pactadas, mas la condesa D.* Isabel de cuyo caracter varonil hemos dado idea, dotada de un valor superior ásu sexo, rehusó la entrega, despues de ofrecerle sus tropas y caudillo la mas ardiente adhesion; no titubeando en aceptar la suerte de verse envuelta entre sus ruinas, antes que abatir su orgullo á las plantas del monarca. Gran disgusto causó entre los buenos gijoneses tal resolucion, que en el momento de ser conocida, estalló un alboroto, que fué sofocado en sangre de honrados ciudadanos, los que viéndose sin otro remedio abandonaron sus casas, moradas y haciendas, dejando la villa por completo entregada á la

condesa y sus parciales, retirándose á Somió donde otra vez se habia establecido la justicia y regimiento. (1)

Vengativo y justamente airado el rey D. Enrique, á pesar del fatal influjo que en su delicada salud ejercía elhúmedo clima de Asturias, decidir venir en persona y con presteza á rendir la plaza, antes que la probable llegada del rebelde conde auxiliado por algun príncipe estranjero. hiciera mas dificultosa la empresa: acompañado de lo mas. florido de la nobleza, llegó á Oviedo á fines de Mayo de este año de 1395: allí le esperaba el ejército al mando de Pedro Menendez Valdés, en cuyas filas se contaban los nombres de los mas ilustres asturianos, y casi todos los hidalgos gijoneses, entre los que bullía el deseo de dar al rey una prueba señalada de lealtad, y de la poca estima en que tenían al conde D. Alfonso. Tras de una brevisima detencion en la capital del Principado, emprendieron su marcha el rey y el ejército, sentando sus reales en frente de Gijon, el dia 1. del siguiente Junio. (2)

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Pasado algun tiempo en preparativos necesarios, para conseguir buen éxito en el ataque proyectado, el general Pedro Menendez Valdés comenzó á batir la plaza, por el estrecho istmo que la unía al continente: (3) con el objeto de abrir brecha con que pudieran asegurar su entrada, varias bastidas, arrojaban gruesas balas de piedra de un tamaño enorme; su furia destructora se estrellaba contra los viejos muros de argamasa, que las rechazaban bastante.

(1) Avisos histórico-politicos-Genealogia de la casa Jovellanos.

(2) Avisos histórico-politicos-Ayala-Genealogia de la casa Jovellanos.

(3) La situacion del istmo era la siguiente. Se salia por la puerta ó arco de la cárcel, entónces entrada de la villa al contracalle; de aquí por lo que son hoy calles de la Merced é Instituto á Begoña, terminando á espaldas de esta colina, donde se situó el Real enemigo. Ambos lados del istmo se encontraban bañados por el Occeano ú obstruidos por grandes montañas de arena movediza, que hasta hace aun pocos años aunque en mucha mas limitada estension hemos visto y podemos recordar.

cerca del campo sitiador sin que causaran en la plaza daño alguno; los sitiados por el contrario bien resguardados y á cubierto, impedian las obras de avance de sus contrários, causándoles muchos muertos con ballestas, flechas, y truenos: cambiada la direccion de las máquinas, vista la inutilidad del ataque á las murallas, se lanzaron los proyectiles por cima de estas al centro de la villa, siendo mas feliz el éxito de esta tentativa, aunque no se consiguiera amilanar el temerario valor de sus defensores, aturdidos un momento al ver derrumbarse los edificios, desplomarse las casas y sucumbir algunas personas; que al momento se repusieron de su instantáneo pánico, animados por la condesa, que recorrió los puestos avanzados, inspirándoles el mayor aliento y denuedo.

En las crónicas contemporáneas, encontramos algunos otros curiosos episodios de este sitio, en los que desempeñó un principal papel el famoso Pero Niño, y de los que vamos á reproducir á continuacion los mas principales.

Resuelto por algunos jóvenes caballeros de los mas distinguidos de Castilla, y entre los cuales se contaba á Juan de Estuñiga, Ruy Diaz de Mendoza y el cronista Pero Lopez de Ayala, previo beneplacito del rey, ir á arrojar lanzas con que pudieran abrir brecha en la puerta del palenque, con objeto de intentar el asalto de la plaza; solicitó igual favor el Doncel Pero Niño; concedióselo el monarca dándole sus mismas armas: partieron de seguida los ilustres mancebos y separándose de ellos Pero Niño pasó á pié elfoso con gran peligro y llegando al palenque arremetió la torre de Villaviciosa; llovian en torno suyo flechas y saetas; luchando no obstante denodadamente el bravo Doncel, hecha pedazos su lanza y medio rota la espada, consigue hacer saltar una tabla del palenque, y entonces cubierto de heridas se apresura á tornar al campo, que contemplaba absorto tal temeridad y que recibe al hazañoso con una ovacion unánime en la que tomó parte el mismo rey.

En cuanto á los demás espedicionarios; partieron al mando de los tres caballeros que dejamos citados, divididos en otros tantos cuerpos: no les contienen ni los certeros

tiros que siembran la muerte en sus filas, ni el formidable aspecto de las murallas coronadas de defensores; venciendo grandes obstáculos llegan á las puertas de la villa y comienzan á arrojar contra la misma, agudas lanzas; larga fué entonces la contienda y mucha la pérdida de hombres, si bien se comprende fuera menor la de los parciales del conde que combatian al reparo de sus trincheras y fuertes: mermado por esta causa el lucido destacamento y siendo imposible sostenerse por mas tiempo, ordenan la retirada, que hacen al fin, aun cuando en buen orden y sin que nadie osara salir á impedírsela. (1)

Nuevas y frustradas tentativas, se dieron en los meses siguientes (2) hasta que por fin cansado ya el rey de ver

(1) Un dia la gente del Real fueron contra las barreras á pelear con los del conde, é ellos salieron á ellos. El Doncel Pero Niño se esmeró mucho aquel dia, é fué uno de los que mas adelante llegaron, é mas ficieron por sus manos: é andando en la mayor priesa de la pelea firiéronle el caballo á Pero Niño; mas tanto fizo aquel dia, que de allí en adelante fue mentado é loado é contado á par de los buenos caballeros; é tanto continuaba ya sus buenos fechos de cada dia, que cuando algunos algo querian facer en armas èra fecha grand cuenta del.»

«Un dia acordaron algunos caballeros mancebos de los mas esmerados del Real, en los cuales iban Juan de Stuñiga, é Rui Diaz de Mendoza, é Pedro Lopez de Ayala, é otros de ir lanzar lanzas á la puerta del palenque: é sopo el Doncel Pero Niño, é fué é demandó sus armas al Rey é armose, é fuese con ellos de pié. E asi yendo fasta allí, apartose dellos é fuese solo al palenque contra la torre de Villaviciosa, é pasó la cava á muy grand peligro é con grand trabajo, qne lanzaban de la villa grandes ballestas. Tenian los de la villa echadas tablas con clavos agudos al derredor de la villa para enclavar las gentes, cubiertas de tierra, en aquel lugar mas señaladamente. Subió Pero Niño, é llegó al palenque, é peleó con los que ende falló muy reciamente, rompiendo el palenque à todo su poder. Alli perdió la lanza, é puso mano á la espada, e alli fué ferido de muchos golpes de lanzas, é flechas, é espadas; é á pesar dellos derribó una tabla del palenque, é á Dios gracias salió dellos dende muy bien»..... Crónica de Pero Niño.

(2) En el Real sobre Gijon, á 31 de Agosto, concedió D. Enrique, licencia á los vecinos de Lorca, para que pudiesen armarse én contra de los amotinados de Murcia.

derramada inutilmente la sangre de sus vasallos, decidió rendir por hambre la rebelde villa: la escuadra castellana cierra la entrada del puerto, vigilando cuidadosamente la concha y mares cercanos: no por eso decae el ánimo de sus defensores; en la esperanza de avistar alguna poderosa armada, en la que el conde D. Alfonso, venga á socorrerles, tienden todos los dias su afanosa vista al horizonte, nada, solamente aciertan á descubrir las naves en que ondea el morado pabellon de Castilla: entonces tan solo perdidas las fuerzas para su propia defensa, piden capitular solicitando la clemencia del rey. Demasiado benigno entregó á la condesa su hijo D. Enrique que tenia en rehenes; mandando que con sus parciales se saliera fuera del reino, y la escuadra dejase espedito el paso á las barcas rebeldes que estaban situadas debajo de la iglesia, en la mar frontera á Somió, y en los alrededores de la peña conocida hoy dia con el nombre de Santana. (1)

No partió, empero, la mala fembra, sin dejar de su nombre eterna y funesta memoria; estipulada la entrega para el siguiente dia, avistose desde el campo real, y en medio de la oscura noche, vasta hoguera que despedía siniestros resplandores; era Gijon, que se consumía en un inmenso incendio; los monumentos romanos, góticos y bizantinos; iglesias, alcázar, palacios; todo cuanto había podido resistir á los horrores del sitio, desplomábase con estrépito, al fulgor de las incendiarias teas, manejadas por la condesa y los suyos: al rayar el alba, Gijon era un monton de ruinas, y los pocos y despavoridos ciudadanos, vieron á la altiva é iracunda dama, abrirse paso hasta el embarcadero, por medio de las llamas y los escombros. (2)

A la mañana siguiente, hicieron su entrada en la villa, las tropas reales, y nuevamente enojado el monarca, por la última y reciente maquinacion, que dejára burlados sus

(1) Avisos histórico-políticos.-Genealogía de la casa de Jovellanos.

(2) Avisos histórico-politicos.-Genealogía de la casa de Jovellanos. Recuerdos y bellezas de España.-Varias otras historias.

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