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gloriosas, el historiador imparcial, está en el deber de analizar los sucesos todos con el escalpelo severo de la verdad; así que segun los autores modernos de mas nota, lo que hay de cierto es que enérgicos defensores de su libertad é independencia los asturianos, y esquivando el yugo de los go os, se revelaron nuevamente contra Sisebuto, que consiguiósometerlos despues de vencidos por el ejército mandado por Richiliano. Así lo dice igualmente San Isidoro que entonces florecia, empleando las palabras siguientes. Astures enim rebellantes misso exercitu, in dictionem suam reduxit Sisebutus per ducem suum Richilianum. (1)

Desde entonces la historia de Asturias, se enlaza con la general de la monarquía, y nosotros que nos consagramos á perpetuar únicamente, las memorias del pasado de un solo pueblo, habremos de ser muy lacónicos en la relacion de los hechos que corresponden á otra clase de obras, agenas por su índole de la que nos ocupa: reseñaremos, pues, los sucesos que hayan tenido su accion en Gijon, abandonando los que corresponden á la general de España, y significando tan solo los principales y culminantes referentes á la historia de Asturias, que alguna hilazon han de guardar con la particular de Gijon.

Señaláronse en el reinado de Wamba los términos del obispado de Asturias, cuya sede parece era la antigua ciudad de Lugo: dícese que este príncipe á quien se obligó á aceptar por fuerza la corona, sublevándosele á poco tiempo de empuñar el cetro, la Galia Gótica, Cataluña, Aragon y Navarra, pidió auxilio al duque de Cantabria y Asturias, quien señalando Vizcaya, como centro de reunion vió en pocos dias reunido un numeroso ejército de voluntarios Asturianos y Cántabros, con los cuales, puesto á su cabeza marchó en ayuda del rey, venciendo en pocos dias á los rebeldes de donde fué á Toledo, siendo recibido en la capital del reino con grandes aclamaciones, retirándose des

(1) Nos ha facilitado esta interesante aclaracion nuestro respetable amigo D. José Caveda.

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pues á sus estados en busca de descanso y ceñida su frente con el laurel de la victoria. (1)

Tampoco consta probado de un modo satisfactorio el auxilio que el P. Mariana dice que prestaron á Wamba los asturianos y cántabros. Consta al contrario que los primeros, á ejemplo de los vascones, se revelaron contra Wamba, como lo manifiesta Ferreras en su Sinopsis histórica de España, tomo III, página 411; y de todos modos, si fueran ciertos los sucesos que se refieren, alguna memoria de tan notables acontecimientos nos conservaria San Julian, arzobispo de Toledo, que puede considerarse como el cronista del monarca godo y que le acompañó en la mas memorable de sus empresas. (2)

Nada encontramos desde el reinado de Wamba hasta el de Witiza, que podamos consignar, en que Gijon ó sus hijos hayan desempeñado un principal papel, y tampoco ningun hecho importante concerniente al Principado.

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oria de España. Menendez Valdés.

debemos estas observaciones al ilustrado señor

CAPITULO IV.

Favila, duque de Asturias.-Witiza, su gobierno, corrupcion general. Se arrasan las fortalezas.-Muerte de Favila.-Los cántabros y asturianos.-Pelayo en Gijon.-Es proclamado duque. -Sublevacion.-El rey D. Rodrigo.-Pelayo en la córte.-Consejos al rey.-Son desoidos.-Grandes males porque pasa España.-Los árabes.-Sus ambiciosos deseos.-D. Rodrigo y Florinda.—Opinion de los autores modernos.-Instigaciones á Muza. -Resuelve la invasion.-Espedicion al mando de Tarik.—Encuentro en Algeciras.-Memorable batalla de Guadalete.-Derrota del ejercito cristiano.-Opresion del reino.-El duque de Asturias D. Pelayo.

Estinguida la estirpe de los duques de Asturias y Cantabria, en la descendencia del duque Lupario, y siendo tan estrechas las relaciones que mediaban entre godos y asturianos, eligierou estos por soberano á Favila, hijo del rey Chindasvinto, hermano de Recesvinto y padre de D. Pelayo, restaurador de la monarquía española: algunos autores antiguos dicen que hizo fabricar Favila en Gijon, suntuosos palacios, de los cuales la tradicion aun significa en el dia señales de uno de ellos; (1) por desgracia no existe prueba alguna en qué apoyar este aserto; porque no basta

(1) El edificio que sirve hoy de cárcel pública.

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que algunos soñadores del siglo XVII, y sus prosélitos del XVIII, hayan tegido á su placer una historia que la crítica de nuestros dias viene á calificar de fabulosa. Al contrario, como un hecho bien averiguado se halla hoy por todos admitido que Favila, de quien tan escasas memorias y tan oscuras se conservan, era duque de Cantabria, y no soberano de Asturias; que Egica le desterró á Tuy, donde ejercia un honroso cargo en el palacio de Witiza, y que no en Asturias sino en la Rioja residian habitualmente los duques de Cantabria. Compárense ahora con estos hechos, verdaderamente históricos los anteriores y se verá clara y palpablemente su completa inexactitud. (1)

Tras del desastroso reinado de Egica, creian los godos y sus aliados los cántabros y asturianos, señalarse una nueva era de grandeza y prosperidad, con el advenimiento al trono de su hijo Witiza: era este príncipe el ídolo de los godos, cuyo cariño se captára con las acertadas medidas de gobierno que desde su subida al trono habia sabido desplegar: equitativo en la administracion de justicia, protector decidido de las ciencias, de las artes, de las letras, afable, amante de la paz, pero sosteniendo siempre la dignidad del Estado; de repente se dejó ver en él un cambio completo, descendiendo de la dichosa elevacion de sus virtudes al profundo abismo de sus vicios, desde la vida mas honesta y pura, á la mas torpe y desarreglada conducta, de la rectitud á la injusticia, de la clemencia à la crueldad. Las pasiones dominaron por completo á Witiza, y una vez en este estado, quiso que su reino y vasallos siguieran sus huellas, espidiendo dos decretos, apoteosis de la mas infame corrupcion, por los cuales autorizaba á todos sus súbditos con inclusion de los eclesiásticos, para tomar el número de concubinas que quisieran, sin que las leyes políticas y religiosas pudieran impedírselo.

La corrupcion fué general, y el triunfo del libertinage

ervaciones debidas á D. José Caveda.

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completo; la virtud ni aun se encontraba en el profundo retiro de los cláustros.

El Papa que veía á España en el funesto camino que habia de conducirla al abismo, fulminó desde Roma los rayos mas severos, contra su monarca, advirtiendo á sus vasallos le negáran la obediencia: no se hizo gran caso de las advertencias del Pontífice; que dominado el país y enervados por los placeres sus habitantes, se vió con asombro, pero sin resistencia, cómo la guardia pretoriana del rey, por temor á una sublevacion general, arrasaba fortalezas, desguarnecia otras, dejando el reino desprevenido para el caso de una invasion, como desgraciadamente se vió poco despues.

No faltaron, sin embargo, pueblos cuyas costumbres morigeradas y sencillas, no dieron entrada jamás á torpes pasiones, que ni conocian ni deseaban conocer; eso se vió en aquella época en Asturias y Cantabria, y tambien hubo ilustres y honrados varones, como su duque, que rechazaron los balagos de la córte y la perspectiva de una corona, antes que prestarse á aplaudir los desaciertos de un monarca corrompido.

Así fé, que segun todas las historias y todas las crónicas, Witiza dió muerte á Favila violentamente, y con su propia mano.

Era su intencion hacer lo mismo con Pelayo; pero este á quien la Providencia reservaba para muy altos fines, tuvo de ello noticia y evadiéndose con presteza, refugióse en sus estados, desde cuya capital ordenó á sus vasallos un armamento general, para resistir á Witiza si por acaso se atrevía á acometer las antiguas Asturias y Cantabria: nada mejor deseaban los asturianos que medir sus espadas con los godos, deseosos de vengar la violenta muerte de su amado duque, y el desprecio en que Witiza y los suyos tenian á la religion de Cristo. No tuvieron ocasion de mostrar su valor, que el rey con gran temor de verse en lucha con cántabros y asturianos, tornó sus iras á otra parte, donde con mayor facilidad pudiera saciar su furor.

Continuó Witiza sus maldades durante algunos años,

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