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Tiene S. M. por conveniente que V. SS. y el oficial que mande la tropa de Gijon den las disposiciones que tuvieren por conveniente, sin causar la menor inquietud á los habitantes; pero de manera que se manifieste el cuidado correspondiente al objeto de precaver un insulto ó sorpresa avisándome V. SS. de el recibo de esta órden y las medidas que tomaren. Dios guarde á V. SS. muchos años.—San Ildefonso 1.o de Setiembre de 1781.-Miguel Muzquiz.Señores D. Juan Matías de Azcarate, y marqués de San Esteban. >>

Regía afortunadamente el solio español el invicto Carlos III, que inmediatamente hizo poner la plaza en buen estado de defensa, remitiendo un considerable tren de artillería, pólvora, balas y otros utensilios: se armaron las baterias de Arnao y la Punta con ocho cañones y cuatro obuses; la de la Garita con seis; la de Santa Catalina con cinco; la de Piedra Lladraen el Musel con cuatro, todos de calibre de á veinticuatro, y en disposicion de cruzar los fuegos para defender la entrada del puerto, reforzándose por este motivo á Corona con dos culebrinas de á diez y seis, colocando en San Lorenzo dos cañones de á veinticuatro, y en San Pedro cuatro de á ocho; estas dos últimas baterías con el objeto de defender la plaza y la ensenada del Rio del Pollo, donde los corsarios ingléses hacían aguada y se mantenian en espera y acecho de nuestras embarcaciones. Llegó tambien el oficial de artillería D. Domingo Vazquez Freire, con un numeroso destacamento de esta arma, para servir las baterías, escoltando de paso otro tren de artillería, pólvora, balas y agregados correspondientes, con 400 fusiles, y órdenes repetidas, para pedir mas piezas si se necesitáran. Guarneció á Gijon el regimiento provincial de Oviedo, destacándose compañías y piquetes á los puntos y lugares de la costa mas espuestos: poco despues relevaron á este regimiento doce compañías de granaderos y cazadores de Soria, Logroño, Toro, Leon, Ciudad Rodrigo y Oviedo, las que á su vez habiéndose puesto en marcha para el campo de San Roque, fueron reemplazadas por el mismo regimiento provincial.

Defendido por tan considerables fuerzas, y alejado el te

mor de una sorpresa, prestó Gijon grandes servicios á la causa nacional durante toda la guerra: á mas de los grandes cargamentos de víveres y de ochenta convoyes de maderas de construccion que en su puerto se libraron de la persecucion de los enemigos, buques de mas importancia y de un inmenso valor, que venian de América con rico cargamento, como la Saica del comercio de Cadiz, la Susana y otras, se aseguraron allí mismo, burlando la astucia y actividad de los ingleses; no contentos con esto animábanse las lanchas á salir del puerto en socorro de algun buque en peligro. como por ejemplo el que se prestó á un navio de Galicia, vivamente perseguido por un corsario, que de seguro le hubiera apresado, á no virar de bordo, temeroso de los marinos gijoneses, que con el mayor denuedo iban dispuestos á la lucha. Otros muchos casos podríamos citar, de lo cual nos abstenemos por no alargar demasiado

nuestra narracion.

Las tristes novedades ocurridas en Francia, y la muerte del infortunado Luis XVI, enlazado con vínculos muy cercanos de parentesco, hacia nuestra familia real, dió margen á una guerra con aquella potencia. En estas circunstancias Gijon como todos los pueblos de España en que la lucha habia sido acogida sin distincion de clases, con el mayor entusiasmo, ofreciendo á porfía cuantiosos donativos para el armamento de los ejércitos nacionales, espresó tambien idénticos sentimientos, segun nos lo espresa el siguiente acuerdo tomado por la Justicia y Regimiento «Que con motivo de las presentes ocurrencias, en que todo el reino se esmera á porfía en dar á S. M. un testimonio de fidelidad y amor para subvenir á los gastos de tan justa guerra publicada contra la Francia, este Ayuntamiento que en todas ocasiones de igual naturaleza, se ha esmerado en dar iguales pruebas de fidelidad y amor al monarca no puede menos que esforzarse ahora en lo posible, como lo hace, ofreciéndole las quince acciones que tiene en el Real Banco Nacional de San Carlos, que es lo único que en el dia puede ofrecer. »

Tomáronse los convenientes y acostumb, ados prepara

tivos de defensa, de acuerdo con el Sr. marqués de San Esteban, comisario provincial de artillería, alistándose varias compañías de milicia urbana, y viniendo á guarnecer la plaza, primero tres compañias del regimiento de Asturias, y despues mas numerosa tropa, que recibió del Ayuntamiento y vecinos una cordialisima hospitalidad y acogida simpática. Sin embargo grandes gastos ocasionaba al municipio el sostenimiento de estos soldados, no recibiendo del Principado auxilio de ningun género: compensando por otro lado estos sacrificios, con la mayor seguridad en que se encontraba la villa y puerto, se trató de un arreglo por el cual residiera siempre en Gijon el tercer batallon del regimiento provincial de Asturias, bajo ciertas bases equitativas al pueblo; en este sentido representó en 1794 el ilustre Jovellanos en un escrito que insertamos en apéndice, consiguiendo merced á su ilustrada influencia, ver cumplidos y satisfechos los deseos de los gijoneses, instalándose poco despues en su querida villa el tercer batallon mencionado. Tambien desde entonces tuvieron residencia fija en Gijon un teniente coronel de artillería y un capitan con una compañía de esta arma.

Ningun acontecimiento notable surgió en Gijon durante nuestra contienda con Francia, si esceptuamos el secuestro de bienes de los francéses, y la fugaz aparicion de algunos corsarios republicanos, que se dejaron ver en la concha; la activa vigilancia de los diversos destacamentos, y el patriótico celo de los individuos del gremio de mareantes, hizo que siempre se encontrara la gente apercibida para un combate que el enemigo no quiso intentar

Consecuencia de la paz de Basilea, sobrevino una nueva guerra con la gran Bretaña; guerra marítima y desastrosa, que concluyó por aniquilar el resto de nuestras flotas, y del poder naval que á tanta altura habian levantado el gran Cárlos III y el cèlebre Ministro marqués de la Ensenada; salvose entonces en Gijon una de las cuatro fragatas, que ignorando la ruptura de relaciones entre España é Inglaterra, salieron del puerto de Acapulco ricamente cargadas; viéndose inopinadamente atacadas cerca de las costas de España; por

unos cuantos navíos ingléses; á la destreza y pericia del comandante, no menos que al buen andar y escelentes cualidades marineras del buque, es debido que los enemigos no le hubieran apresado, conservando para España los ricos tesoros que traia á su bordo. Varios pertinaces corsarios irrogaron grandes perjuicios al comercio, impidiendo totalmente la navegacion en un largo espacio de tiempo, y en ocasiones las baterías de Arnao y San Pedro, hicieron fuego á alguno que otro mas osado, que parecía pretender tomar la entrada del puerto.

Nada mas tenemos que consignar en el período que narramos, aunque ya en su última època, se vislumbraba la perfidia con que obraban los que se fingian nuestros aliados, y se vaticinaba bien cercano, el instante de demostrarles que aun éramos dignos descendientes de los vencedores de Pavía y San Quintin.

No obstante, tampoco debemos dejar pasar desapercibidos otros sucesos, que si insignificantes en la historia general de la pátria, no dejan de ser un tanto curiosos en la crónica de la localidad: con el fin de testificar los gijoneses el entusiasmo que sentian por la causa de Felipe V, á mas de las contribuciones ordinarias le ofrecieron voluntariamente cuantiosos donativos, que por una suscricion particular llegaron en el año de 1706 à 8260 rs. uniformando á su costa con casaca, montera y ropas interiores á los que se alistaron en esta villa: no por eso dejaban de tratar con la mayor humanidad á los del bando contrario, que los azares de la guerra traian presos á Gijon; así que á 18 soldados portugueses que conducidos por un tropista llegaron á esta villa en el año de 1706, y 19 holandeses en el siguiente, se les socorría cada dia con una libra de pan, permitiéndoles dedicarse al trabajo en la poblacion y pedir limosna á condicion de que al toque de oraciones ó del avemaría habian de estar en la cárcel; ofreciéndose en 1710, cama y cubierto á varios oficiales del archiduque, que en igual calidad de prisioneros residían en Gijon. Idéntica conducta se observó con varios sacerdotes franceses emigrados. en número de veinti nueve, á quienes la revolucion de 1793 y la época del

terror trajeron á esta poblacion; recibiendo del obispo, Ayuntamiento y villa la mas afectuosa y simpática acogida, se les convocaba á todos los oficios que se celebraban en la iglesia parroquial, recibian una pension diaria, y procurábanseles numerosas ocasiones en el ejercicio de las funciones de su sagrado ministerio.

Igualmente se socorrió en el año de 1747, á once marineros de este puerto, que habiendo salido para la Coruña, fueron apresados por un buque inglés, que los trasportó á otro amburgués, que á su vez fué víctima de un corsario de Argél, donde estaban cautivos: se pagó su rescate, para lo que se impuso hasta la reunion de la suma un arbitrio de dos maravedises en libra de carse y carnero.

El alzamiento de moneda dictado en el año de 1725, se señaló conalgunos disturbios populares, que hubieron de ponerse en noticia del Regente, que en persona vino á la villa para apaciguarlos: tres años despues estalló otro motin, motivado por la creacion de la Administracion de aduanas; en la noche del mártes de carnaval de 1728, fueron apedreados el Administrador y sus dependientes, resultando algunos heridos: la justicia dictó severas providencias para restablecer el órden, castigando á sus principales instigadores, al par que representó al monarca suplicando se sirviera devolverles las diezmas de la mar: accedió por el pronto S. M.; noticia que se celebró con grandes fiestas y alborozo, si bien casi de seguida volvió á plantearse definitivamente la Administracion de aduanas.

En la noche del 9 de Diciembre de 1746 unos franceses embriagados, que se encontraban sobre el muelle, insultando á las personas que por allí transitaban, fueron requeridos por el juez noble D. Julian de Carrió Miranda, para que se recogieran á bordo de su buque; desobedeciendo á la autoridad, bien pronto pasaron á espresiones injuriosas, y anatematizando el juez tan libre conducta, se abalanzaron á él asesinándole alevosamente: la villa fuertemente impresionada por tan vil atentado, y el Ayuntamiento su fiel intérprete por haber recaido semejante homicidio en una tan escelente y principal persona» entablaron y siguieron la

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