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bien determinados los límites de los Trasmontanos, pues no falta quien como el P. Moret y el Sr. Marca pretende tal vez sin apartarse mucho de la verdad, que el territorio de los Cántabros terminaba en el Sella; quien siguiendo á Risco pone sus confines en el estero de Colombres; quien como el Sr. Fernandez Guerra los fija en Maliaca hoy Villaviciosa, siguiendo el curso de su ria; quien por último fuera de toda verosimilitud quiere que la region de los Astures Trasmontanos empezase en la ensenada de Luarca, reduciéndolos así á tal angostura, que era imposible encerrar en ellos las diversas ciudades que segun los historiadores y geógrafos antiguos les pertenecian. Esta última opinion bajo todos respetos insostenible es la del Sr. Oyenard, hoy abandonada al olvido; por lo tanto preciso será adoptar una de las anteriores, eleccion que por nuestra parte dejamos al buen criterio de nuestros lectores.

Los Augustanos tomaban su nombre de la antigua ciudad de Asturica Augusta, hoy Astorga, y los Trasmontanos de su situacion entre los montes citados y el mar. El célebre poeta épico español Silio Itálico, que tambien era historiador y geógrafo, presenta el origen del nombre y nacion de los astures, trayendo de Troya despues de la destruccion de esta famosa ciudad, al griego Astyr, armijero de Memmon, conducido por las lágrimas de Aurora á este país tan remoto del suyo, y estableciéndose con sus compañeros en un rio que de su nombre se llamó Astura, y que actualmente se llama Ezla.

Venit et Aurora lacrimis perfusus in orbem
Dicersum, patrias fugit cum derius oras
Armijer Eoi nom felix Memnonis Astyr.

Pero aunque se adopte este poético orígen griego del nombre de Asturias, no puede dudarse que Memmon y sus aventureros encontrarían ya en aquel país habitantes, que como hemos dicho procedian de la raza scitica. Lucio Floro y San Isidoro nos dicen que la region astura era estremadamente montuosa, y se hallaba dividida en diferentes. naciones ó repúblicas, como los brigecios, los bedunenses, los orniacos, los lungones, los salinos, los superacios,

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los amacos, los tiburos, los gigurros, los pæsicos y los zoelas, con lo que convienen tambien Plinio y Tolomeo. Estrabon dice se dispensa de nombrar estos pueblos, pues su pronunciacion era difícil por ser vocablos bárbaros, y Plinio cita solamente aquellos cuyos nombres tenian alguna semejanza con palabras latinas.

Las ciudades mas importantes del país de los astures, antes de la invasion de los romanos eran, Gigia (Gijon) de que luego nos ocuparemos y la de Lancia cuya situacion no ha podido determinarse exactamente borradas todas las huellas que significaron su existencia en aquellas remotas épocas. Dicen los historiadores romanos que en torno de esta ciudad se estendia un bosque sagrado, en el que aquellos habitantes se reunian en dias determinados para celebrar los misteriosos ritos de una religion desconocida, que algunos opinan fuese la de los druidas, aunque otros se adelantan a determinarla, diciendo que adoraban á un Creador Dios único, entonando en sú obsequio cantos de amor al Sol, Luna y Estrellas.

El caracter, costumbres y traje de los astures en los antiguos tiempos le encontramos descrito con estremada proligidad en Estrabon, cuyas palabras reproduciremos aquí, pues nada podría añadirse á lo que nos dice el célebre y antiquísimo geógrafo griego:

«Es pasmosa su destreza en disponer emboscadas y en adivinar y eludir los lazos que se les tienden. Son robustos, ágiles y sueltos, y ejecutan sus evoluciones guerreras con rapidez y órden»... «Son muy dados á los sacrificios; observan las entrañas palpitantes de las víctimas sin arrancarlas del cuerpo, y tocan con ahinco las venas del pecho para sacar agüeros y vaticinios»... «Con el mismo. objeto acuden a las entrañas de sus esclavos á los que suelen cubrir con un manto antes de inmolarlos»... «No bien la víctima recibe el golpe mortal de manos del agorero, saca este sus predicciones del modo con que cãe, cortan la diestra á los cautivos hechos en la guerra, y los consagran á los Dioses»... «Viven frugalmente, su bebida es el agua y su lecho el suelo ó haces de heno»... «Prefieren la

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carne del macho cabrío á cualquier otra vianda. Las ofrendas que hacen al Dios de la guerra son los prisioneros, los caballos y machos cabríos»... «Tambien en las ocasiones solemnes tributan á los dioses hecatombes ó sacrificios en que se inmolaban cien víctimas. Pelean á pié ó á caballo, armados á la ligera ó completamente dispersos ó reunidos y se ejercitan en la carrera y la lucha»... «Suelen montar dos en un caballo, y en el momento del combate uno de ellos echa pié á tierra»... «La mayor parte del año se alimentan de bellotas, las que despues de haber secado, las quebrantan y muelen, amasando con su harina un pan que se conserva largo tiempo»... «Su bebida mas estimada es una especie de cerveza. Tambien usan del vino, pero es muy escaso, y el poquísimo que su país produce se consume en los banquetes de bodas y funerales. Usan de la manteca en vez del aceite. Comen sentados en poyos, se sitúan por órden de edad ó dignidad y las viandas pasan de uno en otro»... «En los convites danzan al son de la flauta ó del clarin, y forman pasos figurados, doblando las rodillas y saltando alternativamente»... «Tambien usan mucho una danza guerrera, en que los hombres asidos de las manos, empuñando la lanza y moviendo los brazos forman un gran círculo que gira sobre sí mismo. Acompáñanse entonces con canciones belicosas, en que se refieren los altos hechos de los héroes, y acaban por formar un simulacro de batalla»... «Trafican por medio de cambio ó se sirven de láminas de plata que van cortando en fragmentos para pagar los efectos que quieren adquirir»... «Apedrean á los condenados á muerte y ejecutan á los parricidas fuera de las ciudades»... «Sus casamientos son á la manera de los griegos»... «Colocan sus enfermos en los caminos públicos cual hacian los egipcios, para utilizar los consejos de los viandantes que hubiesen sido acometidos de la misma enfermedad»... «Hasta la conquista de los romanos solo conocieron barcos de cuero, con los que recorrían las costas; pero hoy usan canoas...» «Llevan en la guerra unos broqueles cóncavos, de dos piés de diámetro, que cuelgan en las correas sin hevillas ni asas. Usan tam

bien del puñal»... «Sus cotas de armas son generalmente de lino, y apenas se encuentra quien las lleve de malla. Tampoco se vé entre ellos el morrión de tres garzotas, y regularmente los tejen de nervios»... «Los peones llevan botines largos ó polainas, y van armados de venablos ó lanzas con la cuchilla de bronce»... «Todos usan sayos negros y las mujeres vestidos bordados.»

Estas antiguas costumbres de los Astures, son tan semejantes á las de los primitivos escitas, que no sin fundamento hemos emitido la opinion de que este país debe su poblacion á aquella asiática raza. La industria de los asturianos en aquellos tiempos era principalmente la cría de ganados; así en los escelentes pastos de sus montes y valles alimentaban crecido número de bueyes, vacas y cerdos.

Tambien los caballos estaban sumamente estendidos segun el testimonio de Estralon, Marcial, Séneca y otros escritores; su hermosura y agilidad resaltaban en tan alto grado y eran tan apreciados de los romanos, que distinguian con el renombre de asturcones á sus caballos mas estimados.

Los Astures segun Josejo eran guerreros hasta el delirio; para ellos la vida sin la guerra era sinónimo de afrenta y de baldon; profesaban tanto ódio al nombre romano, que aliados muchas veces á los cartagineses para combatir contra las legiones de la república, consideraban como enemigos á los países vecinos sujetos al yugo de Roma. Así es que los Astures, en union con sus hermanos los Cántabros, hacian terribles escursiones al país de los vácceos: una de ellas dió lugar á la sangrienta guerra movida por Augusto, que la emprendió deseoso de esterminar á gente tan brava y aguerrida, y que continuamente hostilizaba á sus nuevos súbditos.

Con gran pompa se abrió el templo de Jano, que estaba cerrado en tiempo de paz; de seguida trasladóse el César á Segissama, estableciendo en esta ciudad sus reales, 22 años antes de J. C. Larguísima y abundante en reveses fué entonces la guerra con los Asturo-Cántabros, pues estos por ser inferiores en número y sin nocion ninguna

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de disciplina, jamás se presentaban á campal batalla, viéndose precisados los romanos á penetrar en parages montuosos y cubiertos de bosques donde esperimentaban considerables pérdidas, siéndoles inútil su táctica y pericia, combatiendo contra montañeses denodados y tan conocedores del terreno. Profundamente disgustado Augusto por estas dificultades, se retiró á Tarragona, nombrando para sustituirle al frente del ejército á C. Antistio. Mas afortunado fué este general, que consiguió derrotar á los AsturoCántabros, victoria que segun los historiadores se debió á que envalentonados por la retirada del César, se olvidaron de su acostumbrada táctica, presentando campal batalla al pié de los muros de Bélgica. Acogiéronse los que consiguieron salvarse en el monte Vinnio, elevada y fuerte posicion; hasta allí los persiguieron los romanos, que rindieron en el camino despues de prolongada y valerosa resistencia la plaza de Aracillium. Agobiados por tantos reveses los Asturo-Cántabros, se refugiaron en el monte Medulio: allí fueron á buscarles los ejércitos de Carissio y Furio, que á fin de imposibilitarles la fuga, rodearon la montaña con un gran foso en cuya construccion se empleó bastante tiempo. Reducidos entonces al último grado de estrechez, y aniquilados por tantos sufrimientos como pasaron en su heróica y desigual lucha, prefirieron no obstante sucumbir antes que rendirse á sus enemigos: al efecto despues de incendiar fortuna y hogares, unos se arrojaron á las llamas, y otra gran parte, despues de consumir en un festin las muy escasas provisiones que en su estremada penuria aun contaban, se envenenaron con jugo de ramas de tejo; así es que fueron escasísimos los que quedaron prisioneros. Toda esta guerra se hizo segun los historiadores contra los Cántabros. Rehechos algun tiempo despues los Asturo-Cantabros, y deseosos de vengar la muerte de sus hermanos, bajaron en gran número de las montañas, reuniéndose sobre el rio Astura, donde se dividieron en tres cuerpos, para oponerse respectivamente á otros tantos ejércitos romanos. Quizá habrian obtenido buen resultado en su empresa, á no ser por la mala fé de los Trigicinos, sus aliados, que pusie

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