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retirada en caso de no poder rendir á Barcena. Tessé fue de este dictamen: pero la demas oficialidad sintieron diversamente. Des cian que Barcelona no podia resistir mucho á las armas del Rey, teniendo alli cerca de 200 hombres de buena tropa. La de la ciudad era poca y estragada con la ociosidad, el vicio y la licencia. Que la armada enemiga habia regresado á Portsmout con el General Showell, y no se sabia de su venida, ni creian pudièse venir presto. Sobre estas razo→ nes fundaban su voto, bien que con la precisa condicion de que el sitio y los ataques empezasen al proviso; pues tomada la capital, ninguna de las otras plazas tardaria en rendirse. Siguiose este dictamen sin dilacion, y se hubiera logrado el intento si la flema y lentitud del Mariscal Tessé no lo hubieran estorbado. Dexó de ser Frances en aquella coyuntura; y no sé qué satisfacion pudo dar á Luis XIV. que le mandaba por carta especial de 20 de Febrero, no dilatase un momento la toma de Barcelona, sin dar lugar que la viniesen los socorros que esperaba de Holanda é Inglaterra. :

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Los pueblos del Principado estaban tan fanáticos en obsequio del Archiduque, que no solo sacrificaban gustosamente sus haciendas, sino que retiraban á paises distantes sus ganados y quemaban los víveres, á fin

de que la tropa del Rey no los tuviese ni aun comprados. Envenenaron tambien las aguas por donde habian de pasar nuestras tropas, y no dexaron cosa que no hiciesen contra el Rey que habian jurado. El rebelde Conde de Cifuentes, vestido de labrador capitaneaba por la provincia varios cuerpos volantes , que no cesaban de molestar nuestra vanguardia. Enrique, nuevo Principe de Armstadt, hermano del que habia muerto en Montjuí, hallandose guardando á Lerida con dos regimientos de Alemanes, hacia lo mismo con nuestra retaguardia. Pero acudiendo el Caballero Asfelt, dispersó á estos que detenian nuestra marcha, y pasó el Rey con el exercito á Molins-de-Rey. Ocupadas las alquerías y puestos utiles entre Montjuí y Barcelona, se abrio trinchera dia 3 de Abril desde Horta hasta la marina: el Rey alojó en Sarria, estando el exercito baxo las ordenes de Tessé. Dia 4 se tentó dar asalto á Montjuí, por una falsa relacion de hallarse mal defendido pero 500 Ingleses y 20 Catalanes que componian la guarnicion rechazaron las tro pas Reales, con mucha perdida de estas por subir á cuerpo descubierto.

Enmendose el yerro tomando una torre de la marina con la qual se aseguraba la comunicacion con la esquadra ; la qual comenzó el mismo dia el bombardeo y cañoneo. TOMO VII. F

Lo mismo hizo la trinchera, y la bateria puesta en Santa Matrona, baxo las ordenes de los Marqueses de Aitona, y de Fimarcon Lugarteniente de Tessé. La guarnicion de la ciudad, aunque se componia de solos 400 hombres de tropa arreglada, dos regimientos de dragones, y hasta nueve mil Catalanes entre migueletes y paisanos, se defendio bien. El pueblo estuvo á punto de sublevarse por unos rumores que corrieron de que el Archiduque, á persuasiones del Principe de Lictenstein y Conde de Petersboroug, intentaba retirarse de Barcelona, temiendo caer prisionero en mano del Catolico, Clamaban en publico los Catalanes diciendo al Archiduque estaba obligado á morir con ellos, habiendoles empeñado en su defensa. Por lo demas, decian, nosotros defenderemos la ciudad hasta derramar la ultima gota de sangre, sin dar oidos á ningun acomodamiento. Tomaron las armas hasta los Clerigos y Frayles con un entusiasmo nunca visto; y los Capuchinos, atadas las barbas con cintas, no fueron los que peor se portaron.

Esto durante no se dexaba de la mano la toma de Montjuí, adelantando las lineas dia y noche. Abriose brecha considerable en las obras exteriores y el Marques de Aitona las asaltó dia 23, pasando á cuchillo los defensores. El General Ingles Dunnegal defen

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dia con ardor el castillo: pero habiendo sido muerto de un tiro de fusil, desmayó la gente y se rindio dia 25 no siendo ya mas que 300 hombres , que quedaron prisioneros de guerra. La toma de Montjuí aunque nos fue del todo inutil , y aun perjudicial, asombró á Barcelona de suerte, que el Archiduque, instado de nuevo por sus Generales, acordó dexarla y retirarse al mar durante la obscuridad de la noche. Las tropas extrangeras aprobaban esta fuga, para que cesase la defensa de la plaza que tenian por dificil de conservar, habiendo ya tres brechas practicables en los muros. El pueblo penetró la deliberacion, y alborotandose de repente, cercaron el palacio del Archiduque para apoderarse de su persona. La guardia tomó las armas en execucion de las ordenes de sus xefes para poner en salvo al Archiduque: pero este desistio de lo resuelto con admirable magnanimidad diciendo á los Catalanes, que no saldria de Barcelona, sino que con ellos moriria ó con ellos seria prisionero. Esta seguridad les animó de suerte, que sacrificaron sus haciendas y vidas en defensa del Archiduque. Hicieron de noche algunas salidas, y fingieron hacer otras, aunque todas sin utilidad notable. Viendo los aliados á la ciudad en el ultimo peligro tratando ya los nuestros del asalto, procuraban divertir el

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exercito Real con algunos cuerpos volantes de Catalanes, conducidos por el Conde de Cifuente y otros rebeldes. Aun se atrevieron 100 de estos á tener como bloqueado nuestro exercito. El de Armstadt se acercó hasta las guardias avanzadas: bien que tanta solicitud en los enemigos publicaba demasiado la debilidad de fuerzas que tenian para resistir el asalto que por instantes aguardaban.

Todo estaba pronto para darle, faltando solo la orden de Tessé, que hasta el mismo Rey esperaba con impaciencia. No dudamos de que la lentitud de este xefe quitó por entonces al Rey la ciudad de Barcelona; y no tiene sombra de razon el Abate Millot en aplicar al Rey una lentitud que fue toda del Mariscal. No podia Barcelona en modo alguno resistir el asalto ya resuelto y el Archiduquè forzosamente hubiera sido prisionero pero la sobradá é intempestiva circunspecion de Tessé dio lugar á que llegase el Almirante Leack con la esquadra Inglesa, mayor que la del Conde de Tolosa. Derramose voz de que traia 100 infantes y 2000 caballos pero la verdad era que no traia ningun hombre de desembarco. Para sostener la ficcion, importantisima en aquella coyuntura, vistio de soldados toda la chusma, y la iba desembarcando con pausa, volviendo de noche á bordo los desembarcados, para ser

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