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acote los influxos de todas las clases y condiciones de ciudadanos en el estado social para quien el hombre indubitablemente ha sido criado. Que pinte las ventajas ó desconveniencias de ambos eleros las causas primordiales de los aumentos y decadencias de los Estados: la vida y genio privado de los Monarcas: la politica de los Gabinetes : las dotes buenas ó malas de los Ministros, Magistrados y demas hombres publicos: quál ha sido ó debe ser la mas apta forma de gobierno: quál la legislacion mas acomodada á nuestro caracter, usos y costumbres, &c..

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No tenemos, es verdad, impreso un cuerpo seguido de Historia semejante (ni quizás es posible): pero por partes, y en quanto se puede tolerar, tenemos mas de lo necesario. Desde la, muerte de Felipe II. y principios de nuestra decadencia, comenzaron á es¬ cribirse libros y tratados de Politica y gobierno, tantos y tan fuertes como los necesitaba el vasto edificio de nuestro poder que ya se desplomaba sensiblemente. Imprimieronse muchos de ellos: pero los más han quedado M. S., de los quales aun estan atestadas las bibliote cas publicas y privadas; con la circuns

gente ociosa, ni por ostentar ingenio, sino encargos y consultas especiales, pedidas por los Reyes á sus Consejos, y á varias personas particulares. Una leve particula de una de ellas es la que di en el tomo VI de este Compendio, pag. 400.

Mas volviendo á las insinuadas quejas, es fuerza decir que tal cuerpo de Historia no le tenemos, porque no podemos tenerle. Tiempos y lugares hay en que nacen Salustios, Tacitos, Suetonios, Herodianos, Capitolinos, &c. pero no son para todos los lugares y tiempos. Hubo Sarpis, Giannones, Au berys, Sudlows, y otros infinitos: pero todos han tenido que contentarse con la vanagloria de meter un poco de ruido en sus paises y tiempos, à trueque de ser proscriptos de la mas sana parte de los hombres. Aun muchos de ellos retractaron sus opiniones antes ó al fin de sus dias. Ni podia ser otra cosa. Todos ó los más escribieron arrebatados de su genio impetuoso, de sus odios, intereses, vanidad, orgullo y demas pasiones que pone en movimiento la malignidad propia. Tal es la condicion humana. Ya se ha visto escritor que no contradiciendo nadie un libro que habia pu

blicado, escribió otro contradiciendole él mismo para mostrarse sabio, in utramque partem. Puede creerse que semejante escritor andaria en busca de la verdad ?

Confesemos de buena fe, que no es la falta ó sobra de tales historias lo que ha de mejorar á los hombres y Republicas. No son innumerables los libros de Politica y economia que se han escrito en el mundo, y cuyos autores se propusieron hacer felices à los hombres, ó la felicidad publica? Pues leanse las historias de todas edades y naciones, y veamos si los hombres son mas felices que antes que tales libros exîstieran. Y qué felicidad es la que solicitan? Será por ventura que todos los hombres sean ricos? ninguno pobre? que se contente cada uno con su suerte ? que no tengan esperanza de mejor estado? que no sea necesaria la justicia coactiva? Pues esto es lo mismo que desear el fin del mundo. Los hombres han sido criados para vivir en sociedad, y ésta no puede subsistir sin las varias clases que la componen. Sin pobres no hay industria, no hay artes, no hay ni puede haber ricos. Con igualdad no hay subordinacion, no hay orden, no hay

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gerarquia; y sin gerarquia, orden y subordinacion todo es confusion, anarquia y exterminio, y los hombres civilizados se irian embruteciendo hasta correr parejas con los mas feroces irracionales.

Baste esto para el presente lugar. En orden á este Compendio historico de España debo decir de nuevo, no he pretendido mas que reducir el oceano de nuestra historia á un mediano mar, que ni por vasto retraiga y amedrente al pasagero, ni por pequeño le dexe sin. idea de lo que es el golfo. No quise mas que imitar á Spurio Carvilio, el qual habiendo hecho labrar una estatua colosal de Jupiter, de las limaduras del bronce que cayeron, fundió una suya, y la puso á los pies del Coloso 1. Asi yo rindo mi Compendio á los pies del gran Coloso de nuestra Historia, cons truido por Ocampo, Morales, Garibay, Zurita, Mariana, Blancas, Abarca, Ferreras, &c. Bien que estos no me han auxiliado hasta nuestros dias, habiendo concluido sus historias en el siglo XVI. Para los tiempos modernos ha sido necesario valerme de otras memorias , y aun de los papeles publicos.

1 Plin. XXXIV. 7.

En el medio siglo que encierra este tomo me extendí tambien mas de lo que pensaba, una vez engolfado en la succesion del Señor Felipe V. á la Monarquia de España, tan llena de inquietu des y guerras, hasta quedar firme en su sólio la excelsa Casa de Borbon. Cierro pues la obrita con la paz de Aquisgran, año de 1748. No la continúo hasta don de puedo, sino hasta donde debo y conviene. La Historia es de cosas que no hemos alcanzado en nuestros dias: pero las del último medio siglo XVIII no son de esta clase. Viven innumerables personas que las han visto y oido á sus padres, y seria decirles lo que ya saben. Además, que en él han sucedido cosas, que llenarán infinitos volumenes. Déxese pues su narracion á mas elegantes plumas que la mia; y no dudemos darán pruebas evidentes de su destreza si logran hacerlas creibles á los venideros,

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