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PARIS. IMPRENTA DE

GERDÈS,

CALLE S.-GERMAN, 14.

DE DERECHO CANONICO

AMERICANO

ESCRITAS

Por el Rev. Sr. D. JUSTO DONOSO,

OBISPO ELECTO DE ANCUD, Y MIEMBRO DE LA FACULTAD
DE TEOLOJIA Y CIENCIAS SAGRADAS DE LA UNIVERSIDAD DE CHILE;

PARA EL USO DE LOS COLEJIOS EN LAS REPUBLICAS
AMERICANAS.

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DE

DERECHO CANONICO AMERICANO.

PROLOGO.

La alta importancia y preferencia dada por largos siglos al estudio del Derecho Canónico en todas las naciones cristianas, prueba palmariamente la conveniencia y necesidad de cultivarle para el bien de la sociedad. Todo el que haya buscado en la historia, con ojo imparcial, el verdadero orígen y causas de la actual civilizacion del mundo cristiano, es imposible que desconozca la saludable cuanto eficaz influencia, que en ella ha ejercido la lejislacion de la Iglesia, dulcificando las costumbres, rectificando las instituciones, marcando con el sello de la religion los derechos y deberes de los pueblos y de los individuos; combatiendo no menos los excesos de la autoridad, que los furores y ruinas de la anarquía; inspirando, por dó quiera, sus principios de justicia, equidad y razon, combinados con la lenidad, mansedumbre y fraternidad del espíritu cristiano; ora en las relaciones internacionales; ora en el derecho público y policía general de los pueblos; ora en sus códigos y especialmente en los penales; ora, en fin, en los procedimientos judiciales. La demostracion de estos hechos hállase consignada, decimos, en los mo

numentos de la historia: monumentos que han sabido desentrañar y apreciar en su justo valor, gran número de plumas sabias, dignamente empeñadas de combatir las preocupaciones de toda especie, que, contra las instituciones cristianas lográra arraigar profundamente, en el corazon de los pueblos, una filosofía eminentemente devastadora y ruinosa.

Pero los esfuerzos mismos de esa aciaga filosofía defendieron mejor la causa de su rival: efímero fué el triunfo de que pudo jactarse: su funesta luz, cual la del rayo, solo brilló para hacer ver por entre los horrores de la tempestad, el terrible espectáculo de los escombros y ruinas que su precario imperio causaba. El pueblo entonces desencantado temió su completo exterminio, y mirando al derredor de sí, buscó cual el náufrago y abrazó fuertemente, la única tabla que pudiera salvarle, y asido á ella logró en efecto su salvacion. El plantéo intentado de las seductoras teorías de la nueva filosofía, produjo su completo descrédito. La religion empezó á recobrar su perdido ascendiente: se la miró ya sin el velo de las preocupaciones filosóficas, se la estudió con detencion, se conoció hasta la evidencia su necesidad, su utilidad, sus ventajas; se abrazó, en fin, con decision, se profesó con entusiasmo y en nuestros dias, numerosos cuanto ilustres prosélitos vienen sin cesar á engrosar sus filas, y á darla nuevo lustre y esplendor.

Es, por tanto, natural consecuencia del espíritu esencialmente religioso que, á despecho de la incredulidad y el escepticismo, preside hoy los destinos del género humano, no solo el general diligente esmero con que se procura cimentar la educacion de las masas sobre las bases sólidas de la religion, sino tambien la importancia que principia á reasumir el estudio de las instituciones y disciplina de la Iglesia, hasta en el seno mismo de las comuniones disidentes, que hostigadas

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