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la huerta. Y tanto apremiaban las necesidades, que el año 1766 recurrió la villa al Real Consejo, solicitando permiso para imponer á la misma una contribucion especial de mil escudos anuales y suspender el pago de intereses y el de redenciones, con objeto de destinar todas estas sumas á la reparacion y conservacion del acueducto.

No podia el Gobierno resolver administrativamente las cuestiones de derecho que aquella peticion entrañaba; pero en su lugar acordó eximir del pago de contribucion á Tauste por seis años consecutivos, á condicion de que precisamente habia de destinarse el importe del tributo á la reparacion de la presa y de la acequia.

Empero ninguno de estos medios tuvieron bastante poder para evitar el mal. Y es, señor Director, que la enfermedad era ingénita ó de nacimiento. Con ocho muelas de agua no podian regarse diez mil cahizadas de tierras, puestas en cultivo al abrigo de las esperanzas despertadas por la Empresa. Las condiciones técnicas de la embocadura no permitian tomar agua del Ebro durante el estiaje, como lo prueba el que desde el orígen se habia concordado que las limpias y reparaciones se hicieran desde Santiago hasta San Miguel. Los gastos, en fin, fueron, y no podian ménos de ser, superiores al volúmen de aguas conducidas, y el coste de ésta resultó diez veces más caro de lo que en buenas condiciones puede resistir el cultivo de la tierra.

Agotados todos los medios, no ya para cumplir con sus acreedores, sino para lo más preciso, cual es la conservacion del acueducto, el Ayuntamiento de Tauste acudió al protector del CANAL IMPERIAL, en 6 de Junio de 1775, exponiendo que el estado y situacion de la acequia y azud no permitia beneficiar las huertas, por faltar el riego en el verano, y ser generalmente escaso durante los meses de Abril, Mayo y Junio, por cuyo motivo suplicaban que se uniera la acequia á la empresa del Canal, tomándolo bajo la misma Real proteccion que éste. Apoyaron con otras exposiciones Novillas, Gallur, Pradilla y Remolinos, cuya situacion era más angustiosa todavía, puesto que estaban atenidos al agua

que Tauste pudiera ó quisiera concederles, y por lo dicho sabemos que no podia, por mucha que fuera su voluntad y áun su necesidad.

El Gobierno accedió á los deseos de los pueblos, mandando hacer previamente la tasacion de la acequia y de todas sus obras. Convinieron los peritos en que todas ellas valian 394.691 reales vellon, sin contar el azud, respecto al cual discordaron, puesto que los nombrados por el protector conceptuaron que no tenía valor, cuya apreciacion no admitieron los peritos de Tauste.

Hecha la tasacion, el protector, dejándose llevar de las reiteradas instancias de los pueblos y de su natural entusiasmo, dió en seguida principio á las obras de ensanche y reparacion, en términos, que desde 23 de Noviembre de 1780, las tierras regantes de la acequia tuvieron agua segura y abundante.

Con esto, el deseo de proteccion se apaciguó en los pueblos, y surgieron multitud de cuestiones sobre la tasacion, sobre la prestacion ó cánon de riego que debieran satisfacer al Tesoro; sobre la conveniencia, en fin, de la incautacion por el Estado, que con tanta insistencia y tanta necesidad habian pedido. Una Real órden, expedida en 12 de Agosto de 1781, resolvió en el terreno administrativo todas las cuestiones, dejando á salvo las de derecho, surgidas entre los antiguos propietarios de la acequia.

El estado lastimoso á que ésta se hallaba reducida se comprende al observar que todas las obras de la acequia, inclusos dos molinos, no valian más que 364.961 rs., y que se puso en duda si el azud podia valorarse en cantidad alguna.

Resuelta de una manera definitiva la incautacion, el Canal de Tauste fué objeto de preferente atencion para el protector Pignatelli, y constituyendo con el Imperial una sola y misma empresa, las vicisitudes de ésta fueron las vicisitudes que corrió aquél, si bien los recursos que al mismo se destinaron en las épocas de abundancia de fondos, dieron mayor resultado útil; porque al fin sólo se trataba de un Canal de riego y de fecundar una extension de terreno que, aunque de un modo imperfecto, se regaba ya, y estaba, por consiguiente, preparada para el cultivo.

No se ocultó al protector cuál habia sido la causa principal del desdichado éxito obtenido por Tauste en la mal concebida y peor realizada empresa de riegos que inició durante el reinado del Emperador Cárlos V. Al tomar á su cargo la construccion de la acequia del Ebro, adoptó un plan más vasto, y que estaba en armonía con la superficie del terreno que podia regarse. Las dimensiones del Canal, que sólo podia conducir ocho muelas de agua (2 metros cúbicos por 1") se ampliaron hasta el punto de poder llevar veinte muelas en el estiaje, y casi doble durante las épocas en que el rio no desciende de la altura marcada por sus aguas medias.

La superficie regada aumentó desde diez mil (4.770 hectáreas) á catorce mil cahizadas (6.678 hectáreas), que despues de suprimido el cánon en frutos, podian haberse elevado hasta 9.000 hectáreas, si el sindicato conservára en buen estado las obras del Canal y el azud. A esta circunstancia debemos atribuir que el desarrollo del cultivo no haya hecho en el Canal de Tauste los progresos que desde 1849 se han experimentado en el CANAL IMPERIAL.

Dificil es averiguar las sumas invertidas por el Estado en el Canal de Tauste desde su incautacion hasta 1848, porque, involucrados los gastos de ambos canales en las cuentas, sería necesario emplear muchísimo tiempo para examinarlas, dado caso que fuera posible encontrar todos los documentos, despues de las pérdidas sufridas en los archivos de Zaragoza durante la defensa heroica que esta ciudad hizo con motivo de la guerra de la Independencia.

En 1833 se practicó, por órden del Gobierno, una tasacion de las obras de ambos canales, y entonces se justipreció el de Tauste en veintiseis millones de reales.

Algo excesiva parece la suma, pero por mucho que la reduzcamos, siempre resultará que el éxito actual de esta empresa es debido á la potente accion del Estado y á los muchos millones que en ella ha invertido.

La riqueza creada bajo la influencia beneficiosa de las aguas

compensa hasta con usura estos gastos. Y si los pueblos interesados en el Canal de Tauste no olvidan las angustias de sus antepasados, la nacion podrá felicitarse de haber premiado tanto esfuerzo, entregando el Canal Real de Tauste á los dueños de la antigua acequia del Ebro.

VI.

CANAL DE URGEL.

Mala impresion causará el sumario histórico que queda consignado. Lo que en él destaca es que ni la accion colectiva de intereses privados, ni la especulacion asociada, tan potente en nuestros dias, fueron eficaces en aquellos tiempos para llevar á feliz cima las empresas de riego algo importantes.

Si no se alargára demasiado este asunto, una excursion hácia el orígen y sucesivo desarrollo del riego en la comarca más extensa y antiguamente regada de Europa (el Mediodía de la Italia), patentizaria que el CANAL IMPERIAL DE ARAGON y el de TAUSTE no son una excepcion de la regla general.

Pero las consecuencias que dedujéramos podrian no creerse de útil aplicacion en estos tiempos, ni mucho menos fundar convicciones entre sus lectores, acostumbrados como están al poder enérgico y fructífero de la asociacion de capitales privados. Menester será, pues, estudiar en algun ejemplo los grados de potencia que esta asociacion alcanza, para resolver el complicado problema que toda empresa de riegos se propone.

La asociacion, pródigamente manifestada en este país desde la mitad del siglo que corre, ha sido poco fructífera en la materia que nos ocupa. Antes que en los caminos de hierro, se fijó en el aprovechamiento de las aguas por la agricultura. Multitud de

documentos, insertos en los periódicos oficiales, acusan que los negocios de riegos han sido explorados y meditados por la especulacion, y sin embargo, sólo dos empresas han llegado á formalizarse. La del Canal de Urgel y la del Canal del Henares. La primera ha terminado el período de construccion; la segunda lo está atravesando en estos momentos.

No ha llegado á nuestros dias escrito alguno anterior al reinado del Emperador Cárlos V, en que conste el propósito de extender sobre las llanuras de Urgel el agua del Segre, sin que por esto deba deducirse que los pueblos de aquella extensa comarca dejáran de intentarlo mucho ántes.

Ni el Emperador que inició el Canal de Aragon y con su ejemplo avivó el gérmen del de Tauste, ni Felipe II comisionando á uno de los individuos de su Real Consejo, ni durante el reinado de Felipe III, en que los pueblos de Urgel ofrecieron pagar el trenteno de los frutos con destino á la construccion del Canal, ni en los reinados posteriores de la casa de Austria, avanzó nada la realizacion de este beneficioso pensamiento.

Terminada la guerra de sucesion, volvió á agitarse la idea del Canal; pero sin que adelantára gran cosa durante los reinados de Felipe V y Fernando VI.

La Junta de comercio de Barcelona y la Sociedad Económica de Tárrega expusieron al Rey Cárlos III la gran utilidad de este pensamiento, y el Conde de Floridablanca expidió una Real órden en 1786, mandando rectificar los estudios que ya se habian hecho durante el reinado anterior. Antes de terminar los preliminares científicos, surgieron los sucesos internacionales que ya dejamos indicados anteriormente, y el proyectado Canal fué relegado al olvido hasta el año 1814, en que, reinstaladas las Juntas de comercio, la de Barcelona anudó el hilo de sus interrumpidas gestiones en favor de este utilísimo proyecto. Los pueblos interesados en el riego se impusieron una contribucion especial de la veintava y despues treintava parte de los frutos, con cuyos fondos se dió principio á las obras en 1817. Los obstáculos que presentaba la naturaleza del terreno primero, y la falta de dinero

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