Imágenes de páginas
PDF
EPUB

habérsela reservado para sí el señor (seid) del territorio. Aún se conserva, entre Villafranca y Morella, el Peyró den Blasco, recuerdo legendario del poderoso magnate. Cuéntase que volviendo un día de la villa en construcción á su residencia de Morella, le asaltó deshecha borrasca en la Sierra del Espino. Envolvíale la nieve en sus espesos remolinos, hundíase en ella su caballo, creyóse perdido, en fin. Oyó entonces el eco lejano de una campana, y clavando la espada en tierra, ofreció á Dios, si llegaba sano y salvo al punto donde sonaba, poner allí otra tan grande, que se oyera desde las orillas del mar, y levantar una cruz de piedra donde dejaba clavado el acero. Guiado por el providencial repique, llegaba al poco rato á una agreste ermita, dedicada á San Pedro, y hallaba en ella grato refugio. D. Blasco cumplió su voto: hizo fundir una campana descomunal y la puso en la ermita; erigió también la cruz de piedra, que á través de los siglos recuerda su nombre á estos montañeses.

Había crecido tanto su poder, que el rey, completada ya la conquista del reino de Valencia, resolvió acabar con aquel peligroso principado de la Sierra. En 1249 exigió al de Alagón el cumplimiento de los pactos olvidados; resistióse él; vinieron á las manos el enojado rey y el súbdito engrandecido; quedó éste en el campo, y Morella, con gran regocijo, entró en el señorío real para no salir ya de él (1). Su historia desde entonces es la de la lealtad más acendrada á la causa monárquica, á la que prestó grandes servicios en las revueltas de la Unión y de la Germanía. En estas últimas, fué la única villa del reino que se mantuvo siempre fiel á la autoridad real. Desoyó primero los mensajes y

(1) Morella era un baylío de la Corona, y de los más importantes: considerábanse como calles de la villa los lugares de Sarañana, la Mata, Chiva y Palanques, y como aldeas suyas el Forcall, Cinchtorres, Portell, Castellfort, Villafranca y Vallibona; además, el justicia de Morella tenía la jurisdicción criminal en el monasterio de Benifazá y sus lugares la Pobla, Castell de Cabres, Bellestar y el Bojar. El baylío duró hasta la abolición de los fueros: entonces se estableció en Morella una gobernación militar y política, que abarcaba el actual partido judicial de este nombre y buena parte de los de Albocácer, Lucena, Viver y Segorbe.

[graphic][merged small][merged small]

las embajadas del Consejo de los Trece, presidida una de estas por el mismo Guillén Sorolla; armó después compañías de guerra para combatir á los agermanados; y al mando del bayle don Berenguer de Ciurana, capitán valerosísimo, hicieron heroicidades en aquella campaña (1). Como trofeo de victoria, concediéronse á Morella tres cañones, que sus tropas tomaron á las huestes populares en la batalla de Almenara. Estos cañones tenían los escudos de los gremios de Pelayres, carpinteros y panaderos, á quienes pertenecían. En 1701 fundióse uno de ellos para hacer una campana (que ahora se llama la de los cuartos), y en ella se grabó esta inscripción: Gran honra pera Morella-posar en esta campana la pesa de artilleria-als agermanats guanyada (2). En la guerra de Sucesión, Morella, contra la afición general de Valencia y Cataluña, tomó el partido de los Borbones, ganando con estos consecutivos merecimientos los dictados, que ostenta en su escudo, de fidelis, fortis et prudens (3).

La iglesia arciprestal de Santa María la Mayor y el castillo, son sus dos monumentos. Construída la primera en los siglos XIII y XIV (4) y situada en lo más alto de la villa, conserva limpia de toda anti-artística mudanza su severa fachada gótica, con sus dos portadas ojivales, en las que trabajó largamente el cincel

(1) Para estas compañías se hizo en Zaragoza una bandera de seda roja, en cuyo centro estaban pintadas las armas de Morella y una cervatilla con el lema: «Noli me tangere, quia Cesaris sum.» Esta bandera está aún depositada en la iglesia arciprestal de Morella. En 1680 se colocó en el reverso la imagen de la Virgen de Vallibana. El marqués de Cruilles conserva la Crónica particular de lo que ha fet la vila de Morella, axi en comú, com los particulars de aquella, contra la Germania y rebelió del reine de Valencia, llevada contra la Cesárea é Católica Magestat del Emperador Rey y Senyor nostre. El historiador Segura atribuye este ms. á Bartolomé Vilanova, que intervino personalmente en los sucesos.

(2) En 1750 se fundieron los otros dos cañones, y se hizo otra campana (la Cantonera), que tiene una inscripción muy parecida.

(3) El primero se lo concedió el Rey Conquistador; los otros dos el emperador Carlos V en recompensa de la decisión de los morellanos contra los agermanados.

(4) Comenzóse en 1273 y se consagró en 1318, con asistencia del rey don Jaime II. Á poco, se incendió, porque consta que con este motivo se estaba reedificando ó reparando en 1357.

piadosamente inspirado. Vense en la principal, bajo las floridas archivoltas, las figuras toscas de los Apóstoles, que le dan nom

[graphic][subsumed][merged small]

bre. En una delgada y esbelta pilastra, que divide en dos la puerta, se destaca una imagen de la Virgen, de muy buen carác

ter, y encima hay un friso con grupos curiosísimos de alto relieve, representando la huída á Egipto y la degollación de los Inocentes. La otra portada, del mismo estilo, llámase de las Vírgenes, porque diez heroínas del Nuevo Testamento son las esculpidas á un lado y otro bajo los calados doseletes. El interior del templo no presenta hoy la unidad artística que al principio tendría; sus seis robustas pilastras, formando haces de columnillas, sus bóvedas ojivales, su elevado ábside, sus dos rosetones de calada piedra, forman conjunto armónico; pero en el siglo xv le añadieron un coro de magistral y atrevidísima construcción (1), levantado y como suspendido entre las cuatro pilastras de los pies de la nave, y aunque es obra de gran mérito, achica y altera las proporciones del templo. En los siglos posteriores, los discípulos de Churriguera dieron suelta á su imaginación desordenada en el decorado de la iglesia. Hay en el coro unos caprichosos relieves, de carácter aún gótico, en los que el cincel ha representado como ha podido el Cielo y el Infierno, y las almas que van á ellos. Las que suben al Cielo llevan cilicios, cruces y libros de oración; las que bajan al Infierno tañen cítaras y vihuelas, brincando alegremente. También es interesante la escalera de piedra del coro, enroscada á uno de los pilares, y en la cual esculpió pasajes de la vida de Jesús un italiano llamado José Beli, que se inspiraba en las escuelas del Renacimiento, según denotan sus figuras movidas y rozagantes. Más notables que todo esto son algunas pinturas, joyas de la Arciprestal: la Cena, de Espinosa, en el altar mayor; una Virgen del Sufragio, atribuída al Tiziano, y dos cuadros de Juanes, los anacoretas San Pedro y San Pablo.

Muchas generaciones doblaron las rodillas en este renombrado templo (2). Pero, entre sus recuerdos, no hay ninguno

(1) Fué obra de Pedro Segarra, uno de aquellos modestos maestros picapedreros que sabían más que muchos arquitectos del día.

(2) Tan poderosa y rica era esta iglesia, que contaba en tiempo de Viciana

« AnteriorContinuar »