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cias y sus hábitos, pero no siempre lo cumplían. En Valencia, dicen los historiadores cristianos que convirtieron en mezquita la iglesia principal y destruyeron las demás, dejando solamente á los fieles la del Santo Sepulcro en la ciudad, y fuera de ella, el santuario de San Vicente de la Roqueta.

Más de quinientos años estuvo la hermosa Valencia en poder de los sarracenos. Mientras dependió la España musulmana de los califas de Damasco, y durante el Califato independiente de Córdoba, fué gobernada por walíes, conservándose la división entre las Tierras de Tadmir (Tudmir ó Tudemir, en otros textos) y las de Valencia. En la antigua versión castellana que se ha conservado en la catedral de Toledo, de la crónica de ErRazi (el moro Rasis, de nuestros escritores), la cual se remonta al siglo x, y cuya autenticidad ha probado el Sr. Gayangos (1), se habla así de esta parte de España:

« Parte el término de Jaen con el de Tudemir. El Tudemir yace al sol levante de Córdoba. El Tudemir es muy presciado lugar, et de muy buenos árboles. Et toda su tierra riega el rio, assí como face el rio de Nil en la tierra de Promision (2). Et ha buena propiedad de tierra natural, que ha y veneros de que sale mucha plata. Et Tudemir ayuntó en sí todas las bondades de la mar et de la tierra, et ha y buenos campos et buenas villas et castillos, et mui defendidos, de los cuales es el uno Lorca, et el otro Morata (3) et el otro Auriela (4), que es mui antiguo lugar,

(1) Memoria sobre la autenticidad de la crónica denominada del moro Rasis, publicada en las Memorias de la Real Academia de la Historia, t. VIII.

(2) Debió decir en tierra de Egipto. Tratando Al-Maccari de la provincia de Tudmir, dice: «Y la provincia de Tudmir se llamó también Misr por su mucha semejanza con aquella región, pues su tierra la inunda un río en ciertas y determinadas épocas del año (como hace el Nilo en Misr ó Egipto) y después se retiran las aguas y se siembra la tierra, como se hace en Egipto.»>

(3) En el códice que fué de Ambrosio Morales, se lee Murcia y parece lección preferible.

(4) Orihuela, llamada también por los árabes Medina-Tadmir, porque fué capital de los Estados de Tadmir. Conservó la capitalidad hasta que Abde-r-Rhamán II la trasladó á Murcia, el año 210 de la Hégira.

en que moraron los antiguos por largo tiempo. Et el otro es Alicant; el Alicant yace en la sierra de Benalcatil (Benicadell), et de ella salen muchas otras sierras, en que ficieron muchas villas buenas, et en que labraban muchas buenas telas de pannos de seda, et los que y moraban eran muy sotiles en sus obras. Et una de las cibdades es Cartagena, á que llamaban los moros Alquerone (1), et otro es un puerto á que llaman de Uca, et es mui bueno et mui antiguo. Et de Tudemir á Cordova ha y andadura de siete dias de omes á cavallo, et catorce á huestes.

> Parte el término de Tudemir con el de Valencia; et Valencia yace al levante de Tudemir et al levante de Cordova. Et Valencia ha muy grandes términos, et buenas villas que la obedescen, et las bondades de los que en ellas moran son muchas. Et Valencia ha en sí la bondad de la mar, et de la tierra, et es tierra llana, et ha grandes sierras en su término, et ha otrosí grandes villas fuertes et castillos et con grandes términos; de los quales es el uno el castillo de tierra, et el otro el de Algecira (Alcira). Et Valencia yace sobre el rio de Xiquir, et en su término yace un castillo á que llaman Xatiua. El Xatiua yace cerca de la mar, et es mui antigua villa et mui buena. Et el otro es un castillo á que llaman Morviedro, que es logar mui presciado et mui bueno, et mui fermoso, et mui deleitoso, et fallan en él rastros de poblacion muy antigua. Et en Morviedro ha un palacio fecho sobre la mar por tan gran maestría, que mucho se maravillan las gentes de que le veen por qué arte fué fecho. Et ayúntase el término de Morviedro con el de Borriana, et Borriana es tierra mui abondada, et es toda regantía. Et ha y muchas naturas de buenas fructas, et de buenas naturas. Et en el término de Valencia ha tantos castillos que seria gran sciencia de los contar

(1) En el códice de Morales: «Et una de las cibdades era Cartagena, que quisieron facer conde, et esta Cartagena es á la que llaman los moros Alquirone, et ha en ella un puerto á que llaman de Uca.» Este es un pasaje oscuro, que el senor Gayangos, de quien tomo estas notas, no ha podido aclarar.

todos, et otrosí ha y tanto azafran que abondaria á toda Espanya et dende lo llevan los mercaderes á todas las partes del mundo. Et de Córdova á Valencia ha doscientos y dos migeros (1).

»

La fertilidad del suelo valenciano, que encomiaba tanto ErRazi, era condición estimadísima por los árabes. Pueblo nómada y pastoril, hijo de un país estéril, y acostumbrado en él á la vida campestre, aficionábase á la labranza cuando se establecía en terrenos feraces. Gustaban los romanos de encerrarse en las ciudades, dejando despoblados sus vastos latifundia. Los árabes, amantes del sol y del aire libre, diseminaron sus viviendas por los valles y las vegas, poblándolos de lugarejos y alquerías, muchos de los cuales conservan aún el nombre que les dieron (2). Atribúyeseles el perfeccionamiento de la agricultura valenciana, y aunque se haya exagerado quizás esta opinión, es indudable que contribuyeran mucho á extender y mejorar el cultivo. No intro

(1) El célebre geógrafo musulmán El Edrisí, que escribió algo después (en 1153), menciona en esta parte de España el castillo de Beniskela (Peñíscola), Medina Buriana (la ciudad de Burriana), Murbeter « en que hay alquerías, edifificios, arboledas bien cuidadas y aguas bien repartidas,» y Medina Valencia, « que es metrópoli de las de España, y está sobre río corriente, cuyas aguas se aprovechan en el regadío de los sembrados, y en sus jardines, y en la frescura de sus huertas y casas de campo.» Cita después á Gezira Júcar (isla del Júcar, Alcira); á Medina Xateva (ciudad de Játiva), que califica de hermosa y comercial; á Colira (Cullera), castillo inaccesible; á Denia, con su concurrido puente y su montaña (Gebel-Kaun) de la que se ve Ibiza; á Bekiren (Bocairente); á Medina Alcant (Alicante), ciudad pequeña, con su isla Eblanesa y su buen puerto; y á Medina Elx. Descripción de España, de Xerif Aledris, el Nubiense, traducción de Conde. Madrid, 1799.

(2) Muchos de esos nombres comienzan por ben, prefijo que indica filiación ó procedencia, como Benimaclet, Beniparrell, Benimuslem, Benetuser, etc. Lo mismo significa la terminación plural in (convertida en i en lengua valenciana): Almoradí, quiere decir pueblo de la tribu de Morad; Algemesí, de la tribu de Xemesa; Alfarrasí, de la tribu de Harraz. Otras poblaciones valencianas derivan su nombre de idiomas berberiscos. El prefijo mas, que en ellos equivale al ben arábigo, se encuentra en Masanasa, Masarochos, Masalavés, Masamarda y otras. La terminación la (Adzaneta, Orcheta, Barcheta es análoga al plural in de los árabes; y lo mismo sucede en las lenguas habladas por las kábilas con la terminación en, que se halla en Ontenién, Bocairén, Moxén, Luchén, Bairén, Picasén, escritas así en la geografía del Edrisí, y á los que se añadió después una í para acomodarlos mejor á la lengua valenciana. (Julián Ribera, artículo publicado en El Archivo, Revista literaria semanal, Denia, 1886, tomo I, pág. 86.)

dujeron, como se ha dicho, la cría del bombix mori, ni la fabricación del azúcar, pues Marcial habla ya de la seda valenciana (1), y la industria del azúcar es posterior á la reconquista (2); pero extendieron la cría del gusano sérico, y trajeron el arroz, que fué desde entonces una de las cosechas más ricas de Valencia. Pero la mejora de mayor entidad, y sin la cual poco hubiera adelantado la agricultura en este país, caldeado por el sol, fué la extensión del riego. No es de creer que los árabes tuvieran que hacerlo todo en esta materia, ni menos que lo inventaran ellos los romanos, cuyos monumentales acueductos aún nos admiran, casi del todo destruídos, esparcieron sin duda por los campos valencianos el agua de los ríos; aumentada después la población rural y el ahínco en el laboreo del campo, extendió el pueblo muslímico las construcciones hidráulicas, dividiendo y subdividiendo los canales de riego, que conservan todavía el nombre arábigo de acequias. Las del Guadalaviar, que fecundizan la huerta de la capital, hiciéronse bajo los gloriosos califatos de Abde-r-Rahmán III y Al-Haquem II, y de aquella época procede el afamado tribunal de las aguas (3). Donde faltaban las ace

(1) Contra la cita de Marcial puede alegarse, sin embargo, que San Isidoro, en sus Etimologias, al hablar de la seda, dice que se producía en la isla de Chios, y no hace mención alguna de ella en España.

(2) Escolano y otros autores atribuyen á los sarracenos el cultivo de la caña dulce y la fabricación del azúcar. Si los introdujeron los moros valencianos, fué en tiempos muy posteriores á la reconquista. Cuando ésta se verificó, la caña dulce (canyamel) no se utilizaba para la extracción del azúcar; criábanse algunas en los jardines y huertas para chuparlas por golosina, y el rey D. Jaime las exceptuó del diezmo, como cosa baladí. El cultivo industrial de esta planta comenzó en Cullera en 1400, en Oliva en 1413, en Xeresa en 1417, y de allí pasó á Gandia, donde adquirió gran importancia. El consejo general de Valencia quiso introducirlo en la huerta de la ciudad, pero no tuvo buen resultado la prueba.

(3) Subsiste este tribunal, compuesto de un síndico por cada una de las siete acequias de la vega; se reune todos los jueves, al aire libre, bajo la arcada de la puente gótica de la Catedral, y falla de plano, sin escribir nada, sobre todas las infracciones en el buen orden del riego. De él se ocupó extensamente D. Francisco Xavier Borrull, en su Tratado de la distribución de las aguas del rio Turia (Valencia, 1831). Un hermoso cuadro de D. Bernardo Ferrandis, que está en el salón de sesiones de la Diputación provincial (y reproducido por el mismo pintor, en el museo de Burdeos), ha contribuído á aumentar la fama de este tribunal, que se

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ΤΟΜΟ Ι

quias, las norias extraían de las entrañas de la tierra el fecundante licor. Desde la plana de Burriana hasta la huerta de Alicante, estaba cultivada con esmero toda la campiña, alternando, como ahora, las mieses con las hortalizas, el viñedo con el arbolado. Los escritores musulmanes encomian sobre manera los jardines de Valencia, y sus huertos, poblados de naranjos, granados, higueras, almendros y otros frutales. Celebran, como frutos especiales y exquisitos, el azafrán, el kermes (cochinilla), las cerezas, y los higos de Onda, que ya se secaban entonces y se encofinaban, como hoy se hace.

Trajeron los árabes nuevas manufacturas y perfeccionaron otras; sobresalían en los tisúes de seda, que dieron celebridad á los telares valencianos; en el curtido de los cueros (1), entre cuyos productos se contaban los renombrados guadameciles, tan buenos como los de Córdoba (2); en la elaboración de alquiceles ó capas moriscas (3); en la del papel, que era famosísimo en Játiva (4); en la fábrica de armas, tan lujosas como bien templadas; en la orfebrería y la cerámica. Á esta última dieron la novedad de los reflejos metálicos, cuyo secreto se perdió (5). En Denia, emporio marítimo del Sarkyah (España Oriental),

considera como una de las cosas peculiares de Valencia. Hay que advertir, sin embargo, que estos tribunales eran comunes en Oriente antes de conocerse en España, y que los hubo en varias poblaciones españolas ocupadas por los musul

manes.

(1) En un códice de ordenanzas del gremio de curtidores de Valencia en el que se hace una breve historia de este oficio, leemos lo siguiente: «Ans de la conquesta de Valencia no y avia christians blanquers (curtidores) en Espanya. De Barberia é de Granada é de Valencia avien los cuyrs é cuyrams en Espanya é en França, perque los primers blanquers christians foren los de Valencia.»

(2) Los Guadameciles valencianos por el Dr. J. Vives Ciscar, opúsculo publicado en Valencia, 1881.

(3) Llamábanse forcosies de Forcosa, lugar donde se fabricaban: cree el citado Sr. Ribera que debió estar Forcosa por la parte de Alcoy.

(4) Dice el Edrisi, hablando de Medina Xateba: «Y se fabrica en ella papel tal, que no se halla parecido en todo el universo; se expide á Oriente y Occidente.»> (5) La ciencia moderna lo ha encontrado. Brogniart, en su Traité des Arts ceramiques, se ocupa detalladamente de la elaboración de estos reflejos metálicos, y los experimentos de Luis Carraud han determinado las proporciones de los productos químicos empleados en ellos.

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