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PROLOGO.

Por poco que se reflexione sobre el carácter que desde algun tiempo acá ha adquirido la literatura europea, en breve se distinguirá la grande estension que toman las ciencias históricas y el interés con que se miran sus estudios, como el complemento de una educacion tan sólida como liberal. En efecto, todas las naciones conocen la necesidad de iniciarse en el orígen de sus instituciones y en la marcha que han seguido sus gobiernos en los diversos periodos administrativos, resultando una laudable emulacion que atira los eruditos y laboriosos á compulsar los archivos de sus paises, á inventarearlos y á dar á luz interesantes documentos auténticos, que pronto la historia utilizará, y que acaso el tiempo é imprevistos acontecimientos hubieran podido aniquilar.

Esta clase de trabajo no es solo egecutada por particulares dirijidos regularmente en busca de un hecho parcial y aislado, sino que sociedades de sabios se han

reunido tambien con el deseo de concurrir á tan grande obra; y si los gobiernos se han prestado desde luego á tomar una activa parte en la publicacion de estas voluminosas colecciones, es porque conocen la indudablemente resultará en lo futuro al

utilidad

que

bien estar de sus pueblos.

Este gran impulso dado á la publicacion de viejos manuscritos principió en la antigua Europa á fines del siglo XV, siendo algo despues de la invencion de la imprenta cuando se comenzó con gran cuidado á buscarlos y reunirlos en colecciones, y desde luego aparecieron crónicas importantes, las cuales, dictadas bajo las inspiraciones contemporáneas, dán una idea de las pasiones que dominaban en aquel tiempo á las diferentes clases de la sociedad. Primeramente solo se imprimian obras ya terminadas; pero cuando la historia se separó de la literatura y fué mirada como una ciencia aparte con sus principios y fórmulas, entonces se conoció la necesidad de escudriñar mas detenidamente los archivos y sacar del polvo para dar á luz esas preciosas recapitulaciones de estatutos, decretos, leyendas, etc., que forman la gloria de las monarquías europeas, el adorno de las bibliotecas y la mas sólida base de toda historia nacional.

Para mejor apreciar la utilidad é importancia de la

publicacion de tales documentos, basta hacerse cargo del estado en que se hallaban los trabajos históricos en una época aun no muy lejana: simples crónicas llenas comunmente de futilidades ocupaban numerosos y enormes volúmenes, dando solo una idea material de los principales acontecimientos, sin inquietarse de las causas y aun menos de los resultados, haciendo meros relatos, mas o menos elocuentes, de sitios, batallas, etc.; y si por casualidad se animaban, siempre era en loor de los monarcas, príncipes ó nobles, escluyendo casi enteramente cuanto pertenecia á la sociedad, como si el estudio de las instituciones y costumbres de los pueblos no fuese el verdadero símbolo de la idea nacional!.....

De este modo se ha escrito la historia durante varios siglos; pero la ciencia no podia quedar por mas tiempo agena al impulso filosófico que el siglo XVIII comunicó á todos los ramos de nuestro saber: súblimes talentos ensayaron tambien por el método de llegar hasta la esencia de los hechos y deducir todas las consecuencias de las acciones y reacciones; pero para obtener este resultado los documentos reunidos eran muy insuficientes, y fué necesario principiar de nuevo las investigaciones, compulsando bajo un otro aspecto los archivos de las administraciones; entonces se pensó

en imprimir la mayor parte de documentos oficiales, capaces de iniciar y aun dar una justa idea sobre las leyes familiares de la nacion y de la sociedad, y hacer estimar el grado de confianza que merecen nuestros antiguos historiadores, tan dominados por lo súblime y maravilloso.

Estas recopilaciones han sido, sin duda, utilísimas á los sabios, permitiéndoles el profundizar detalladamente los hechos que querian analizar y dar á conocer con toda perfeccion. Cada tiempo, cada revolucion tuvo desde luego su historiador: memorias particulares, monografías de reinos, razas, épocas, etc., fueron compiladas no solo por hombres especiales, sino aun por academias enteras, que con sus sabios concursos provocaron toda clase de descubrimientos; y de este modo es indagó y puso en claro el origen de todas sus leyes é instituciones, siguiéndolas paso á paso en el ciclo de cada civilizacion. Despues historiadores muy distinguidos por sus varios conocimientos y profunda erudicion, se aprovecharon de este conjunto de documentos, tan perfectamente organizados, y construyeron los primeros fundamentos de la filosofía histórica ó de esta historia humana, generalizada en todos sus vínculos de succesion, dependencia y moralidad.

Pero si tan dichosos inteligentes llegaron á engen

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