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más próximo, á Galende, en busca de descanso, pasando la noche en la casa de D. Francisco Chimeno Arias, que nos recibió con grandes muestras de afecto y por completo se puso á nuestra disposición.

Como en nuestras excursiones no ha sido jamás nuestro ánimo aceptar obsequios ni ser gravosos, ni á los pueblos. ni á las personas en cuyas casas nos vemos precisados á alojarnos, en donde no hay fondas ni posadas, no quisimos en modo alguno que nos preparasen cena, que con grande y buena voluntad nos ofrecieron; y con satisfacción hacemos público que á la mañana siguiente nos costó gran trabajo lograr que la rapaza de la casa aceptase unas moneditas nuevas que intentamos regalarle, y que sólo admitió por ser de las últimas acuñadas y á título de conservar el retrato del Rey.

Y esto que decimos de Galende podemos hacerlo extensivo á todos los pueblos de la región sanabresa, pues su carácter hospitalario, la afabilidad con que en todas partes nos recibieron y la nobleza con que se presentan demuestran bien á las claras que no hay doblez en su alma, que tienen por norma la sencillez y es su guía el trabajo y la honradez.

Es Galende un pequeño pueblo al SE. del lago de San Martín, situado en las inmediaciones del Tera, que en el siglo XVII tenía 25 vecinos y hoy tiene 70. Sus casas están diseminadas en una cuesta, resguardadas al S. por un cerro. Entre ellas corre un arroyo, y como hay macizos de robles de trecho en trecho, presenta un carácter original, muy típico, toda la población.

Á la mañana siguiente salimos de Galende para Pedrazales, pueblo de 48 vecinos en la actualidad. Pasamos un puente de madera sobre el Tera, que corre entre ambos pueblos desde su salida del lago, y emprendimos la ascensión á San Martín de Castañeda.

La subida por el estrecho camino que conduce al pueblo del antiguo Monasterio es interesantisima, y conforme avanzábamos el panorama era cada vez más hermoso.

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Nosotros, para llegar á la senda que conduce á San Martín de Castañeda, no fuimos sólo por Pedrazales. En otra excursión, desde la fonda del balneario y dejando al E. las pesquerías del Cañar, atravesamos el lago en una mala barca y saltamos á tierra en la orilla N. para subir por tortuosos y empinados senderos al mismo camino que hicimos desde Galende.

El pueblo de San Martín de Castañeda está situado en un llano en medio de agradable vega, con praderas, huertas y muchos robles y nogales, y por límites tiene al N. y O. los cerros, que son estribaciones de las montañas. A sus pies está el lago.

Su altura es de 1.200 metros sobre el nivel del mar (1), y sus casas análogas á las de todos los pueblos de esta comarca: todas antihigiénicas. ¡Nadie creería que á un centenar de kilómetros de aquellos pueblos corre veloz la rauda locomotora y se utiliza la electricidad para infinidad de industrias!

En este pueblo, que en otra época fué rico, están al lado de la actual parroquia las ruinas del antiguo Monasterio de San Martín de Castañeda.

La fachada N. del Monasterio se conserva y es de piedra granítica. Entrando por lo que debió ser la puerta principal, hay una bóveda casi plana, muy notable. Este edificio fué de los vendidos cuando la desamortización. Hoy se está derrumbando y los restos los deshacen, empleando las piedras para cercas y pocilgas.

Formando ángulo con la fachada está la parroquia, que es la antigua iglesia del Monasterio.

El Sr. Gavilanes, al hacer una descripción del Balneario de Bouzas y sus cercanías, dice, entre otras cosas, que la iglesia del antiguo Monasterio de San Martín es del siglo XII.

(1) Nosotros hemos realizado esta excursión por nuestra propia cuenta, sin ayuda de nadie y sólo por el placer de conocer esta región. Es posible que en las alturas y aun en las medidas y distancias se encuentre algún pequeño error, pues no llevábamos los aparatos para una medición exacta, ni era ese nuestro propósito.

Es seguro que el Sr. Gavilanes no ha subido á aquellos lugares, pues indudablemente hubiese visto una lápida de mármol blanco en la izquierda de la fachada y como á cuatro metros de altura, donde hay una inscripción en latín, que traducida al castellano dice así: «Este lugar fué dedicado en tiempos antiguos á San Martín; era sencilla la fábrica hasta que el Abad Juan vino de Córdoba y consagró este templo, levantándolo desde los cimientos sobre las ruinas del antiguo, construyéndolo de piedra sillar; sin necesidad de capataces que instaran la obra la terminó en dos años y tres meses, reinando Ordoño, Era de 990».

La iglesia es románica, aunque con todo género de añadidos posteriores.

Uno de los tres ábsides lo demolieron para hacer sacristía, y los otros dos están en perfecto estado por fuera, pues por dentro han hecho cuanto han podido para echarlos á perder. Han tapiado ventanas, han levantado tabiques, y, como de intento, han hecho una serie de variaciones que han desfigurado por completo esa obra, que cuando el Abad Juan la terminó de restaurar, al final del siglo x, debió ser una joya del arte, como otro San Martín notable, el de Frómista.

En San Martín de Castañeda hay escuelas. Quisimos conocer al maestro y lo logramos. Hablamos con él y nos dijo que da clases sólo unas horas, desde Noviembre á Marzo, en que el ganado está encerrado por las nieves; pero ya desde la primavera tiene que cerrar la escuela por falta de discípulos, pues éstos van al pastoreo del ganado. Este señor nos manifestó que los chicos, en general, son listos, y que si los dejasen ir más tiempo á clase, sólo los impedidos serían analfabetos en aquel pueblo.

El sueldo de este benemérito funcionario que realiza en aquellas alturas, careciendo de los elementos más precisos, con todo género de privaciones, labor tan meritoria, es de 500 pesetas anuales.

Desde San Martín de Castañeda seguimos subiendo la montaña para la Cueva y las lagunas de Lacillo y de la Yegua.

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