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RECORDEMOS LO NUESTRO

Las circunstancias télicas en que se encuentran pueblos un día muy florecientes por su poder y grandezas materiales, han traído al campo de la lucha no solamente elementos terribles de ruina y destrucción, sino también una espiritual contienda entre las adquisiciones de las ciencias y de la literatura. Cierto que las victorias y los adelantos intelectuales de un mismo pueblo le sobreponen á los demás, y también lo es que los resulta. dos que sólo significan ensanchamiento de terreno con todos sus adherentes y todas sus derivaciones no duran siempre, y por el contrario los del espíritu, permanecen.

La nación hebrea vivió, aunque con alternativas, con grandeza y pujanza, hasta que cautiva de los romanos deshízose en la dispersión: no obstante aún queda indestructible el cuerpo de su Código, de cuya sangre hay infandida no poca en los Códigos de las posteriores legislaciones, lo que se viene conociendo cada vez más á medida que se aumentan los descubrimientos de los monumentos escritos antiguos en toda clase de materias, así en pergaminos como en piedras, etc.

A Grecia la ha pasado lo mismo. Aquel dominio soberano en las costas é interiores del mar suyo, el Mar interno, el Medite· · rráneo, aquella grandísima expansión comercial, medio que fué de civilización europea, cayó, pero no, no ha caído aquel su genio, domina todavía, aunque amortecido, porque no miramos á Grecia cara á cara, sino en superficies reflejantes; y sus dulces y sublimes hablares no los apreciamos, y menos caen dentro de

nuestros amores, eso que nuestros hablares maternos poseen meollo y perfumes helénicos.

La lengua alemana principalmente es un monumento sobresalientísimo, excelso, no estudiado aún del todo, según lo merece, desde tal punto de vista. ¡Lástima que la Grecia actual haya truncado tanto el árbol lingüistico más hermoso y rico de la creación humana!

¿Quién puede arrebatar á Grecia la maternidad del Arte, de la Literatura y de parte de las Legislaciones? Europa y gran parte de Asia tuvieron un vivir griego, y helenizó en Asia cuanto griego no era. Negamos á nuestra madre por creerla muerta ó vieja por suponernos nosotros rebosando vida y saber, no apercibidos de que andamos á rastras.

Roma, en sus comienzos apareció lo mismo que un energiquísimo volcán: lanzando lavas por todos sus alrededores, destruía y allanaba todos los obstáculos fronteros y cubría los abismos abiertos ante sus pasos. Y aquella fermentación interna, tumultuosa, de tan irresistible empuje, componíase de elementos vivos helénicos y helenizados, los que una vez juntos en un cuerpo de personalidad social independiente, en cuanto griegos modificados en su propio estado, á Grecia acudieron en busca de Instituciones, Ciencia, Literatura y Arte, y las modalidades lingüisticas helénicas de aquel conglomerado de pueblos, con algo de fermento semítico, engendraron el lenguaje latino. Después Grecia sucumbió vencida materialmente por sus hijos; mas Roma siguió mantenida espiritualmente por su madre.

Lo que menos hubo de tenerlos en cuidado á los pueblos confederados de la Grecia contra los troyanos fué la toma y des trucción de Troya. Los troyanos ue entonces, de prosapia helénica habían salido: pero, según nos lo enseñan las fuentes his tóricas, poco a poco manantes, se habían mezclado religiosamente con religiones y ritos semitas, mezcla peligrosa en las otras orillas del Egeo, contra la pureza en las regiones occidentales del mismo mar, por lo que estalló la guerra. Combatieron la religión griega y la religión semita: en el fondo fué el elemento

helénico puro, frente á frente, y destructor contra el mesticismo helénico, que se había semitizado; y arrebataron los griegos el Palladium, y Troya se hundió, una vez despojada del símbolo que la sustentaba Y Eneas, con sus dioses v su padre, vinose á Europa en busca de gente hermana. Venció pués, el alma helénica á la sémitica.

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Lo propio sobrevino cuando el pueblo romano se vió frente á frente con el pueblo cartaginės. Afrontáronse no tan sólo la ambición de mando y el predominio del mundo, también con ambos competentes concurria la fuerza religiosa: helénica, la romana, púnica, fenicia, semítica, la de Cartago. Grecia quemó á Troya, y después de pronunciada la sentencia Delenda est Carthago, Cartago quedó barrida.

Roma, dueña del mundo, supo formar una admirable nación dominadora por las armas y sus leyes. Estas tendieron todas á un fin único, aunque no iguales para cada región conquistada ó sometida. Una fué la legislación para los genuinamente roma. nos. Otra para los que llamo agregados de diferentes variedades y matices. Roma desde luego sujetaba á todos bajo las leyes generales del Conquistador, dejando libre los usos, costumbres y ritos religiosos no contrarios á las leyes imperiales. La grandisima riqueza epigráfica, publicada hasta hoy, sobre todo la griega y latina. á voz en grito lo pregona. Alemania, en esto, es en verdad la Emperatriz del Mundo histórico y jurídico, con España su caudataria hoy, descendida á tan bajo, cuando en los siglos XVI y XVII fué Emperatriz, también jurídica.

A su debido y preanunciado tiempo quedó constituída la Iglesia Católica, Apostólica y Romana, la única capaz, por su divina esencia y naturaleza, de comprender y formular los prin. cipios jurídicos, políticos y sociales de la Humanidad, en cuanto Humanidad. Y desde aquél entonces, todas las legislaciones nacionales han cambiado lentamente (1).

(1) Véase en esta misma REVISTA, tomo 126, Julio-Agosto 1914, las páginas 51.59.

TOMO 128

8

Coloca Roma pagana en su panteón los profanos dioses de los pueblos obedientes á su Imperio, y los Bárbaros la quebran. tan, dislocan, destruyen y reparten poco á poco. Y el Imperio romano ya no fué.

Los godos, católicos fueron en un principio, si bien, luego por razones de conquista y política volvierónse arrianos, pero siempre cristianos. Sus dos ramas, y en especial la visigoda, volviéronse al catolicismo, y desde entonces los godos peninsulares no se apartaron de la Iglesia Católica, Apostólica y Ro

mana.

La constitución de las iglesias en España, en cuanto á su manera de ser, consignada la conservamos en las actas de nuestros Concilios de aquellos tiempos, Concilios toledanos y no toledanos.

Menguada estima tendría yo de los lectores de esta REVISTA, si me entretuviera en reproducir lo muy conocido; y con justí sima razón podrían decir que faltando el tiempo para cosas más necesarias, había sobra de papel y tinta.

Disuelto por los mahometanos nuestro reino godo, otra vez alza la cabeza, entre nosotros, la fuerza semítica y la fuerza in dígena, romano-goda, que la pone contrarresto. Ahora no se dan muchos dioses semitas. Quedan Jesucristo y Allah.

Los Concilios con el Fuero Juzgo y el Corán, son en España, con más para nosotros el contenido de las palabras, Mos terrae, en sus respectivos territorios, nota ella de muy profunda importancia, porque en tan modestas palabras viven las lumbres de las legislacioncitas regionales, no pocas, de días anterromanos.

Y esto mismo muéveme á estampar ahora la siguiente indi. cación antes de seguir adelante. El Código de Moisés ha traído no poco á las legislaciones no moisinas, diferentes de la legis. lación católica. En la romana pagana se tropieza con más de algo.

Los elementos semitas clavados en nuestras disposiciones jurídicas vinieron antes del catolicismo y no los importaron los romanos. Como ello sea no es de aquí el explicarlo: pero el hecho es incontestable. En otras publicaciones desenvuelvo lo ma

nifestado, con el propósito de que cada ciclo jurídico esté en su propio lugar y tiempo, con la influencia que ha ejercido. Lo jurídico coránico no tiene sitio entre nosotros, en cuanto à modo de sernos original (1).

NUS,

Recogidos los cristianos en las montañas del Norte no se quebrantó la solución de continuidad en las prácticas religiosa y civil y jurídica en los sitios en los que los invasores no pusieron su planta. El ducado de la Cantabria ducado quedó, convertido por las circunstancias en Soberano, hasta la proclamación del nuevo rey, ó sea hasta que Don Pelayo aceptó las riendas reales. Los Condados no fueron abolidos, ni en éstos los vicariatos, las centenas y Decanias. Otro tanto, lo mismo, fué en la Constitución y régimen eclesiásticos. Allí el SACERDOS MAGel prelado de la diócesis correspondiente, con su cabildo y clero quedaron estables. Diseminadas las gentes de otras diócesis y ducados, y recogidas en las alturas septentrionales, no cambiaron de ley eclesiástica y civil por haberse entrado en otras diócesis de otros superiores. Los no invadidos conservaron toda la plenitud de sus derechos de ordenación y mando, según lo prescrito por las leyes civiles y religiosas. La aglomeración de huidos no quiere decir desorden por aquellas montañas. El culto continuó con sus ministros en donde el mahomano nada pudo hacer. Eso sí, en las parroquías intactas de tan venerandas regiones, tuvieron preferencia los prelados arrojados de sus sedes, presidiéndolas sin menoscabo de los Obispos titulares. No se dislocó para nada y en nada la disciplina eclesiástica. Ya los mismos Cronicones lo dejan traslucir y entender al declarar las disposiciones reales dadas sobre que en todo continuase vigente lo mandado por la Ley gótica, así para lo palatino como para lo eclesiástico, y también las fuentes diplomáticas nos prestan hoy valiosísimas pruebas, cercioradoras de ello.

La reconquista ganaba terreno. En lo recuperado se resta

(1) Se trata en mi obra: El derecho en la España Cristiana desde el siglo VIII hasta las Partidas.

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