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Si localizada nuestra observación al examen de los fenómenos que por la generación se manifiestan, se nos ofrece la función reproductiva de la especie, como vehículo de transmisión de anormalidades, que afectando tanto al orden físico como al moral, constituyen el origen de la perpetuación hereditaria de hábitos, inclinaciones, aptitudes morbosas y estados patológicos, que, si en ocasiones suspende el enlace con individuos de perfecta sanidad, reaparecen por atavismo en el desarrollo genésico posterior; por su ampliación al estudio étnico de las sociedades, comprobaremos la positiva efectividad del principio de selección natural.

Subordinada la materia, en el cumplimiento de la divina ordenación que á cuanto existe preside, á leyes que regulan su aparición, crecimiento y destrucción; la modifican alteraciones determinadas por la acción de los elementos cósmicos que la rodean; y así, bajo el dominio de las circunstancias tópicas y supeditada á la influencia directa y eficaz de los agentes naturales, se delinean los caracteres salientes de la humanidad que puebla un territorio.

En lo físico, la corpulencia viril, acentuación de rasgos fisionómicos y el musculoso desarrollo del hombre del Norte, parecen compensación ofrecida por la Naturaleza, al desgaste orgánico producido por los rigores del clima; al par que la re ducida talla, y la marcada tendencia à la morbidez de los contornos, esfumando la aspereza de las angulosidades lineales, responden á la estructura corporal, característica de los que moran regiones del Mediodía.

El predominio de la razón sobre la fantasía, la firmeza persistente, la concertada reserva y el genio activo y emprendedor, constituyen la indiosincrasia de los habitantes de territorios septentrionales, que, revelando en las manifestaciones de su vida económica, cual reflejo de las cualidades reseñadas, inclinaciones hacia el ejercicio de la industria (especialmente en sus ramas manufacturera y fabril), en la escala que la riqueza de su suelo les permite, forman visible contraste con las

propiedades del carácter meridional, que brillante en las concepciones maravillosas de una imaginación privilegiada, en la fecundidad de su inspiración, bajo los explendores con que la Naturaleza se les muestra, en la sublimidad de su grandeza, expansivo y vehemente en la impetuosidad de sus pasiones y dotado de una sensibilidad exquisita, que percibe con amo. rosa delectación las excelencias de la belleza plástica, traduce sus aptitudes en la predilección hacia las artes de la palabra, adecuando á sus aficiones los hábitos mercantiles.

Bajo la acción de las referidas influencias, cuya vulgarización excluye la necesidad de la prueba de una verdad, que se acredita en la sencilla observación á su conocimiento aplicada, se consolidan en la homogeneidad de los factores de producción, los accidentes diferenciales de los individuos de sociedades distintas.

La invasión y la conquista, favoreciendo en el transcurso del tiempo la recíproca asimilación de elementos diversos de vida y de cultura, al par que con patentes huellas, marcan el paso del extranjero, en las instituciones del país á que legaron su sér moral, influenciándolas de su espíritu, irrigandolas de su savia intelectual y grabándolas con el sello de su civilización; facetan, por el cruzamiento en la pureza del primitivo tipo de la raza sojuzgada, los salientes caracteres de la propia.

CAPÍTULO IV

Enséñanos la historia que las costumbres definiendo la fisonomía particular de cada pueblo, destacan en relieve de notable acentuación, el grado de desarrollo que en determi. nada sociedad alcanzan, los hábitos de la virtud y del trabajo.

Revelador del nivel medio de la cultura popular, no se limita en su misión educadora á la moralización de las esferas de la vida social, sino que, en la difusión de sus benéficos frutos, vigoriza la voluntad, purificando bajo el imperio de salu

dables principios, el ambiente familiar, como manifestación primera de la vida en común del individuo; y á su decisivo influjo templado el desenfreno pasional en la censura ajena, por la sanción infligida al infractor en el público desprecio, adquieren solidez en el respeto à la ley, las ideas de prosperi dad y de orden.

Sujetas en el discurrir del tiempo á la observancia de la ley de progreso, que á lo humano rige, las costumbres, contrastan su valor en la piedra de toque de la crítica histórica.

Lentas ȧ veces y en ocasiones movidas con vertiginosa rapidez, se suceden por acontecimientos diversos, mudando la faz de las naciones; y así, en su constante evolución, entre los paréntesis de revolucionarias convulsiones y anticuadas por el uso, á las provechosas máximas de ayer, ceden su paso perniciosas prácticas, que impuestas por exigencias de la época y por ordenación suprema del destino, señalan el período de decadencia, de anémicas sociedades, agostadas en su riqueza moral.

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La educación se nos ofrece como el obligado complemento del ligero examen que antecede: de indiscutible importancia que se acredita en el divorcio de opiniones, por lo que, al jui. cio de su eficacia se refiere, no puede negársele, sin maliciosa intención, la efectividad de su regenerador imperio en las cociedades.

Derivadas de su estudio, bajo el aspecto social, preséntase á la consideración del que analiza su influjo en las acciones humanas, interesantes cuestiones, que lejos de resolver la suscitada controversia, agigantan con el ardiente celo del po. lemista, los que, al debatir sobre su alcance, parecen cuidarse más que de aportar soluciones de concordia que á la lógica de la verdad, rindan la obsesionadamente del contrario, de man. tener vivo siempre el sacro fuego del espíritu de secta.

Apréciase la intensidad del desacuerdo existente, en el

arraigo de las convicciones sobre que basan sus respectivos criterios, los mantenedores de la discusión á que da origen la diversidad de las conclusiones formuladas, acerca de la virtud reformadora de la educación.

Asunto de tan marcado interés, como el que nos ocupa, ha bía de fijar poderosamente la atención de las escuelas y aficionar á su estudio, con sólo tener en cuenta, que ora se considere al problema penal, soluble en las inducciones de la realidad de los hechos, ora se le juzgue, en la esfera de los prin cipios abstractos de la filosofía; la medida de la transcendencia del elemento en cuestión, la determina la unánime coincidencia en el reconocimiento de la certeza de su influjo.

Personifican las opuestas tendencias de la opinion, pensadores eminentes, de entre cuya brillante falange, los nombres de los partidarios de la nueva orientación de los estudios penales en Italia, ostenta representación lucida de las ideas que la escuela significa, en el del ilustre Ferri, valioso cooperador de Garofalo y Lombroso, en la iniciativa de la dirección im. presa á las investigaciones jurídico-sociales, en la materia expresada.

Sostiene Ferri, como fruto del detenido análisis que aplica al conocimiento de la naturaleza y efectos de la educación, en las tres especies de intelectual, fisica y moral, en ella consi deradas: <... que la consecuencia respecto á la tercera categoría del limbo moral, es que la educación moral puede inmensamente menos que el medio ambiente, y que à lo sumo, en la mínima parte que à la primera concierne, puede tener la eficacia de desarrollar los gérmenes buenos, mas bien que la de destruir ó modificar los malos» (1).

Y prosigue el positivista referido: «Por consiguiente, la última conclusión redúcese á destruir en nombre de la ob-ervación de los hechos, mucho de aquel optimismo idealista,

(1) Nuevos estudios de Antropologia criminal, por E. Ferri, página 30.

que hay por lo común, á propósito de la educación moral; y, por el contrario, lejos de contentarnos con frases altisonantes, pero vacías, nos induce à la solución de otros problemas, entre los cuales los mayores son estos dos. Aprovecharse de los descubrimientos científicos que se han hecho y se hagan acerca de la herencia orgánica y psíquica, para regular en los casos extremos, hasta con leyes, la procreación de los hijos, concediendo á los hombres, un poco de esos cuidados que se han concedido á la crianza de los animales. Pedir à la fisiología y á la psicología el estudio orgánico de las pasiones humanas, para que en él pueda cimentarse la investigación de los medios menos ineficaces de educación moral, y, por consiguiente, de poner obstáculos al incremento de la criminalidad ().

Influído el expresado juicio de las exageraciones de criterios tan radicales como los que aseguran que el escaso pro greso moral que la humanidad ha conseguido en tantos millares de años, débese, mucho más que á la eficacia educativa, á una lenta y continua selección de los buenos» (2); y «que la docilidad de los animales, es igualmente debida à la selección inconsciente, que desde los tiempos salvajes hasta nuestros días se ha practicado, matando con preferencia á los peores (3); citados por el ilustre jefe de la escuela antropológica italiana, como fundamento de sus aserciones; no es ya de extrañar que, aventurado su pensamiento por el camino de afirmaciones de la índole de la que formula, abogando por la necesidad de la «eliminación del cuerpo social de los elementos incorregibles y deletéreos, así sostenida por la teoría positivista (4), concluya en la exposición de una doctrina, cuya

(1) Enrique Ferri, Nuevos estudios de Antropología criminal, páginas 30 y 31.

(2) Bagehot, Leyes científicas del desarrollo de las naciones. París, 1875, págs. 55 y 56.

(3) Galton, Hereditary Genius, 1870, pág. 347.

(4) Nuevos estudios de Antropología criminal, por E. Ferri.

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