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lizando las conquistas del individuo, en cuanto contribuyen al acrecentamiento del patrimonio del saber humano.

Pero el ser moral no se convierte por transiciones momentáneas, que arrastren al influjo de lo nuevo, las ideas y los prejuicios bajo los que abrimos al mundo nuestra razón, sino que, obra del tiempo y legado de generaciones anteriores, nos llegan como venerandas reliquias de los que fueron, y sólo cuando por las evoluciones del progreso se nos muestran anticuadas, las juzgamos desechables; ¿cómo de otro modo se concibe la estabilidad de un régimen político ó la subsistencia del error social ó el religioso, si no se expica por el apego que hacia lo nuestro sentimos?

A robustecer las consideraciones expuestas, viene, con los timbres de autoridad del saber y la experiencia, la palabra elocuente de pensador tan esclarecido y profundo investigador, como el Dr. Rubio, que compendiando con pericia indiscuti ble en el reducido espacio de unas líneas, el desarrollo del importante problema de las influencias, debatido con preferente empeño por la moderna ciencia sociológica, proclama como deducciones de reflexiva observación, «que el modo de vivir, troquela al hombre de tal suerte y manera, que no puede sustraerse á su influencia... si el simple oficio induce cambios anatómicos, prontos y visibles, ¿qué no harán los medios sociales?... Estos obligan á un régimen forzoso de existencia, y este modo de existir à una modificación étnica profunda. El estudio de dichas modificaciones, paralelamente al de la determinación embriogénica, da combinaciones tan multiples y varias como curiosas é instructivas» (1).

CAPÍTULO VI

A través del precedente análisis, llegamos á término en que se impone, al auxilio de los datos aportados y á imperio de

(1) Dr. D. Federico Rubio. Apuntes de su obra inédita Anatomía Social, Lunes de El Imparcial del 5 de Noviembre de 1900..

exigencias requeridas, por el orden metódico del desarrollo de materias, la solución del problema que planteábamos acerca de la posibilidad de situaciones morales, en que se anule ó debilite el influjo de la libertad en las acciones humanas.

La patología mental, en la variedad de especies en que ofrece clasificadas, las afecciones que alteran la normalidad funcional de las facultades anímicas, responde á la enunciada cuestión, afirmando, por boca de sus más ilustres intérpretes, la existencia de perturbaciones cerebrales, en que, á consecuencia de vicios de constitución, de propensiones determinadas por la herencia ó de abusos orgánicos, se originan desórdenes, que, atacando á la integridad de la razón ó destruyendo el sentido moral, producen la anulación del dominio de la voluntad ó debilitaciones de su poder enfrenador, traducidas en irresistibles impulsiones hacia el objeto definido por la terdencia enfermiza.

La introspección de nuestro ser, apoyada en las especulaciones de la ciencia filosófica, con el carácter de experimental de que reviste à la observación su comprobada realidad, evidencia como indudable, que, en el orden regular de la génesis del acto, se registra cual factor de esencia, en su producción, el ejercicio de una libertad condicionada (en el espacio moral, que le limita el combinado juego de las potencias del espíritu) por el juicio previo de la razón y la conciencia, en el aspecto vario de verdadero y bueno bajo el que se ofrece à la voluntad, lo que à estímulos de la percibida sen-ación nos solicita.

Conocida la naturaleza humana, estudiados sus atributos, analizados sus medios de relación, se nos revelan, en el concepto de su arbitrio, limitaciones que, originadas en el vinculo de inmediata dependencia, con que se ligan las diversas facultades psíquicas, constituyen el punto de sostén en que apoyarɛe, para proclamar la afirmación de la relatividad de su dominio.

Atendamos, en efecto, á la estrecha subordinación con que se desenvuelven en el espíritu, las operaciones que presiden &

la exteriorización de la idea; y fácil nos será observar que si potencialmente, el absoluto imperio de la libertad se nos acusa innegable, su actualización en el individuo exige, como abo-nado campo en que desarrollar la suma de los elementos de su poder, una base de cultura sobre que cimentar el conocimiento racional, de toda regla de conducta que à principios morales ge conforme.

La experiencia, en auxilio de la razón, ilustrada en el conocimiento de los fundamentales dogmas de las ciencias, que tienen por objeto de eu estudio el hombre; nos enseña que, en el orden físico, á toda desintegración de los elementos que constituyen la normalidad orgánica de los aparatos externos del sentido, á todo desequilibrio nervioso que interrumpa en el sistema la transmisión de las sensaciones, responde, unas veces, el aislamiento ab-oluto, y en otras, la imperfecta y perezosa actividad, que, dificultando el armónico ejercicio de las facultades del espíritu ó reduciendo el espacio de su acción moral, limitan el influjo de la libertad á la elección de los motivos que se le ofrecen, como círculo en el que operar sus aptitudes.

De todo lo expuesto se desprende, como deducción de rigurosa lógica, la de que en el hombre normal, dotado de la plenitud de sus elementos de vida, aparece la libertad condicionada por el desarrollo de sus facultades; ¿á quién se oculta que la ausencia de nociones de un objeto excluye todo deseo, cuando la filosofía clásica, en los esenciales principios que la informan, atestigua su exactitud?

Nihil est in intellectu quod priùs non fuerit in sensü (1). Nihil volitum quid precognitum» (2). Tales son los fundamentales axiomas de que reciben su luz, como al foco central, responde, en la periferia de su nimbo luminoso, la proyección

(1) «Nada hay en el entendimiento que antes no haya estado en el sentido.>>

(2) Nada es querido sin ser antes conocido.>

en que se esfuman las sombras; las conclusiones de la psicología tradicional.

Y cuando la experiencia, consta, en la observación de los hechos, el valor de la teoría, podemos afirmar la lógica solidez de nuestra opinión.

IGNACIO FALGUERAS Y OZAETA.

LA REPRESION DE LA TRATA DE BLANCAS

Y EL PRÓXIMO CONGRESO INTERNACIONAL DE MADRID

En los días 21 al 28 de Octubre próximo se celebrará en Madrid el IV Congrego Internacional para el estudio de la re presión de la trata de blancas. El primero se reunió en Londres en 1899 bajo la presidencia del Duque de Westminster; el segundo en Francfort en 1902; el tercero en París en 1906. La circular redactada por el Comité de Organización del Congreso de Madrid, fechada el 14 de Mayo del corriente año y suscrita por personalidades tan eminentes como el Sr. Canalejas, Presidente del Consejo de Ministros, y los Sres. Dato, Aldecoa, Azcárate, Conde y Luque, Ugarte, Lastres, etc., y por damas tan distinguidas como las Sras. Condesa de Aguilar de Inestrillas, Marquesas de Comillas y de la Mina, Duquesas de Santo Mauro, Condesa de Sagasta, y muchas más, se expresa en los siguientes términos:

<Tiene esta Asamblea, desde el punto de vista social, más importancia, tal vez que las celebradas anteriormente en Londres, en Francfort y en Paris. Van á discutirse en ella cuestiones que afectan á lo más íntimo de la sociedad contemporánea: se expondrán, en el curso de sus sesiones, males cuyo alcance es superior à cuanto pueda imaginar-e, y se propondrán, en forma de conclusiones, remedios cuyo interés y cuya urgencia no es dado desconocer. Estamos en la era de la reforma social, y uno de los aspectos más principales de ésta, es el problema de la mujer. No vamos á recordar aquí, porque es

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