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Roma.

Constancia, negóse á jurar el sistema constitucional, y contribuyó á formar en la ciudad que baña Intrigas de el Tiber una junta llamada apostólica, que atrayéndose los ánimos de los obispos declaró guerra á muerte á los liberales españoles. Vargas y el consul de Marsella fueron los dos únicos súbditos que rehusaron el juramento al código político recien proclamado. El prelado de Orihuela don Simon Lopez, defensor de la inquisicion en las Cortes de Cádiz, no quiso obedecer una circular del ministro de Gracia y Justicia, en la que encargaba que los párrocos esplicasen en el púlpito las bases de la ley fundamental de la monarquía; y despues de una porfiada lucha con el gobierno salió estrañado del reino. Otros obispos, no obstante la abolicion del santo oficio, renovaron los índices formados por los inquisidores prohibiendo libros, para contrariar el espíritu y la marcha del ministerio. La carta secreta del Papa enviada en este año al monarca español por medio de tercera persona descubre los deseos, el plan y toda la máquina que se fabricaba contra la libertad de España en la intrigante RoCarta de Pio ma. "Un torrente de libros perniciosísimos inundan ya la España en daño de la religion y de las buenas costumbres, dice Pio VII: ya comienzan á buscar pretestos para disminuir y envilecer al clero: los clérigos que forman la esperanza de la iglesia, y los seculares consagrados á Dios en los claustros con votos solemnes, se ven obligados al servicio militar: se viola la sagrada inmunidad de las personas eclesiásticas: se atenta á la clausura de las vírgenes sagradas: 'se trata de la abolicion total de los diezmos: pretenden sustraerse de la autoridad de la santa sede en objetos dependientes de ella: en una palabra, se abren contínuas heridas á la disciplina eclesiástica y á las máximas conservadoras de la unidad católica profesadas hasta ahora, y

VII al rey.

con tanta gloria practicadas en los dominios de V. M." (*) Asi la mano sagrada de un pastor de paz encendiendo la tea de la supersticion, tan temible en nuestro suelo, preparaba el próximo incendio y acaloraba las pasiones de un príncipe que ya no obraba de buena fé, si la tuvo alguna vez, como dice el marques de Miraflores (*).

El clero obedecia ciegamente las inspiraciones del solio pontificio. El padre Maduaga predicaba en Cáceres contra el sistema constitucional: en Bur gos Fr. Miguel Gonzalez, corrector de la Victoria, fulininaba iguales anatemas; y los obispos secundaban en todas partes este plan horrible acalorando los ánimos, y prodigando larga siembra de tribulaciones y alarma en las conciencias.

(*Ap. lib. 9. núm. 4.)

(* Ap. lib. 9. núm. 5.)

Sociedad patriótica de Lo

La sociedad patriótica de Madrid que se reunia en los cafés de Lorencini y de la Fontana de Oro rencini. era un foco contínuo de insurreccion donde se predicaban las doctrinas de Danton y de los septembristas franceses, y se criticaban los actos del gobierno y á sus individuos, sin perdonar al monarca, que era inviolable segun las leyes. Los oradores sacaban á plaza la vida y los vicios privados del rey y de los ministros, pintándolos con colores exagerados, y despertando asi la cólera del vulgo y del príncipe, á quien no bastaba odiar naturalmente la libertad, sino que la confundia ahora con la licencia. El ministerio no apagó en sus princi pios con mano fuerte el amenazador volcan; y en una de sus violentas erupciones trataron de atacar al secretario de la Guerra, marques de las Amarillas, enviando á las doce de la noche del 16 de Mayo los oradores una comision al palacio real para que solicitase la caida del marques. Llovia en estas reuniones el oro, derramado por algunos estrangeros que removian el oculto fuego de los resentimientos, enardeciendo con desmedidos elogios

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á los tribunos, y zahiriendo á los que se conte→ nian en los límites de la moderacion. El doble juego que empleaba un inglés descubierto en el acto le ocasionó un accidente que le puso en los umbrales de la muerte.

De todos los secretarios del despacho era Amarillas el que mas comedimiento y atenciones merecia al rey, al paso que Argüelles se veía abrumado con todo el peso de la regia ojeriza, sin que el disimulo y la astucia bastasen á encubrir aquella invencible antipatía. Respondia el marques á los reales agasajos con hidalgo proceder, y con los Odio mútuo finos modales de un cortesano antiguo que sabe del rey y los maridar con su amor á la monarquía representa

ministros.

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tiva las genuflexiones y la aduladora etiqueta
de la cámara real. Los ministros pues, que siem-
pre hallaban ceñudo el rostro de Fernando, ó
alumbrado por una sonrisa maligna que espresaba
la sátira ó el menosprecio, no podian por tales
medios olvidar al tirano que los habia oprimi-
do, ni emplear las flores y el refinamiento del amor
sy
con quien tan desabrida y ásperamente los trataba.
No se encubre nuestra débil naturaleza cuando
media tan frecuente trato. Crecia pues el odio
entre el rey y sus secretarios, convirtiendo el des-
pacho en un disimulado sainete en que Fernando,
dejándose llevar á las veces de su propension à
la burla derramaba á manos llenas las alusiones
satíricas y las zumbas continuadas. Cuando vol-
vian la espalda llamábalos presidiarios; y ellos,
lejos de ceder en la pugna, ya que no podian pa-
gar con otras sátiras los reales epígramas, no se
daban prisa á precaver escenas que habian de afli-
gir el ánimo del monarca. El 20 de Julio tras-
ladóse S. M. á Sacedon en compañía de la reina,
siendo recibido con entusiasmo y tirado el coche por
el pueblo alli permaneció hasta el 12 de Agosto.

Entre tanto que en el reino hispano se enturbiaba aceleradamente el piélago que parecia tan claro y bonancible, no lucía estrella mas brillante en las naciones estrañas. Inglaterra escandalizaba al mundo con el proceso de su reina Carolina, acusada á los cincuenta años de edad de adulterio con su criado Bergami, italiano elevado á conde por la misma reina. En Nápoles habíase Revolucion proclamado la Constitucion española, y el rey de Nápoles. habia nombrado lugar teniente suyo al príncipe heredero, duque de Calabria. Tambien Sicilia repitió el mismo grito, cometiéndose en Palermo los asesinatos mas horrorosos, y siendo teatro de todos los escesos de la anarquía.

Las memorias de los secretarios del despacho habian retratado el pais al abrirse las Cortes en el estado mas triste y miserable: el tesoro exhausto, la administracion sumida en un caos, el ejército desnudo, hambriento y reducido casi á cero, y los caminos sembrados de ladrones que cometian las mayores atrocidades. El congreso para ocurrir al remedio de tantos males aprobó un empréstito de cuarenta millones que habia abierto el gobierno: autorizó la venta de los bienes pertenecientes al crédico público, y formó el reglamento de la milicia nacional. Tambien decretaron las Cortes la formacion de causa al marques de Castelar, capitan de guardias, por haber arrestado á un cadete que injurió á sus gefes por medio de la prensa: asi destrozaron sus manos la ordenanza militar, dando pie en adelante á la indisciplina. Aboliéronse los Jesuitas el 14 de Agosto, mientras el 19 el ministro de Gracia y Justicia participaba al congreso que condescendiendo con los deseos del rey habia autorizado un breve de Roma para que la misa y rezo del beato Juan Bautista de la Concepcion, reformador del orden de Trinitarios, se estendiese 25

T. II.

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Amarillas.

á toda España. ¡Asi con una mano cerraban las puertas del fanatismo, mientras con la otra le tributaban inciensos!

Dos asuntos del mayor interes escitaron las pasiones de la asamblea: la amnistía concedida á los amigos y empleados del príncipe José Bonaparte, y la suerte de los sesenta y nueve diputados persas. Los primeros refugiados en Francia habian corrido al suelo natal al llamamiento de la junta suprema de gobierno que en Abril les habia abierto el cielo de la patria. Pero apenas descendieron de los Pirineos viéronse detenidos en su falda, obligados á permanecer en las provincias Vascongadas, sin medios para subsistir y abrumados por la miseria. Las Cortes, donde resonó la voz elocuente de Toreno y de Martinez de la Rosa, rompieron por fin la cadena de las proscripciones en 21 de Setiembre permitiendo la vuelta de aquellos desgraciados tan injustamente perseguidos por la tiranía. Relevó el congreso de la formacion de causa á los sesenta y nueve diputados que en 1814 vendieron á sus compañeros faltando á la fé del juramento; pero los despojó de los honores, dignidades y gracias obtenidas desde la época de su traicion, y les privó de voz activa y pasiva en las elecciones de diputados. Como algunos habian recibido por premio una mitra, el pueblo, fanático por esencia, que llevó á mal su arresto mandado por la junta suprema, no podia mirar ahora con buenos ojos el que los desnudasen de los ornamentos episcopales.

No era tan perfecta la armonía entre el marCaida de ques de las Amarillas y los demas secretarios del despacho que quisieran estos cargar con el peso de la impopularidad del primero sosteniéndole en su silla. Cayó pues el ministro de la guerra el 18 de Agosto, arrastrado por el torrente de la animad

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