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ni aun posible que permaneciesen los agresores en medio de la capital, ni guardando á la persona del rey, objeto de la veneracion y respeto del pueblo español. Asi es que se encargó de esta guardia preciosa un regimiento, modelo de subordinacion y disciplina; y las tropas y el público conocieron y respetaron la inmensa distancia que habia entre una guardia real insubordinada, y responsable ante la ley de sus estravíos, y la augusta persona del rey, declarada sagrada é inviolable por la ley fundamental del estado.

"Jamas pudo recibir S. M. y real familia mas pruebas de adhesion y respeto que en la crisis del dia de ayer, ni jamas apareció tan manifiesta la lealtad del pueblo español, ni tan en claro sus virtudes. Esta simple relacion de los hechos, notorios por su naturaleza, y de que hay tan repetidos testimonios, escusa la necesidad de ulteriores reflexiones sobre el punto importante á que se refiere la nota de VV. EE. y VV. SS. de ayer, cuyos sentimientos no pueden menos de ser apreciados debidamente por el gobierno de S. M., como proponiéndose un fin tan útil é interesante bajo todos sus aspectos y relaciones.

»Tengo la honra &c.-Francisco Martinez de la Rosa. Madrid 8 de Julio de 1822."

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El alcázar real habia sido teatro en aquella mañana de escenas dignas del pincel de Tácito: alli se habian visto reflejados el furor de las mugeres y el despecho del tirano, segun el dicho de Chateaubriand ya citado. El príncipe, que durante seis dias habia despreciado á sus ministros, y pro-. hibídoles la víspera que saliesen del edificio, los llamó ahora á su cámara, los abrazó, y solicitó de ellos un apoyo que ya no podian prestarle: Martinez de la Rosa y sus colegas se retiraron á sus casas, presentando una esposicion en que por la cen

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tésima vez se negaban á tomar parte en el desenlace de aquella tragedia, ofreciendo su renuncia. La reina Amalia dirigia al cielo fervorosas súplicas mezcladas de contínuos lloros: su amable timidez, su celo religioso resaltaban aun inas al lado de la rabia que se veía retratada en el semblante de la infanta doña Francisca: el rey, agitado y pálido, entraba y salia con frecuencia. Tal era el estado de la familia real cuando el conde de Cartagena pisó el lindar que habian profanado con sus escesos los soldados seducidos por la Corte, sin gefes, sin un plan fijo, y comprometiendo con sus falsas maniobras la suerte de la diadema.

La mas completa desercion se pronunció en la fuga de los batallones rebeldes, acometidos por los defensores de la libertad: la metralla y el sable de la caballería de Almansa y de la milicia nacional diezmaron su número. Palarea con solos ochenta caballos cansadísimos rindió á trescientos cincuenta y seis, incluso un comandante y seis oficiales, afreciendo á todos la vida, y dándoles luego un refresco en Húmera. Copons hizo tambien muchos prisioneros: hasta los piquetes del batallon sagrado y algunos caballos sueltos prendieron á infinitos, y Plasencia en el Escorial recogió los dispersos que se habian reunido alli, siendo pocos los que lograron escapar de las armas constitucionales y reunirse en provincias remotas á la faccion, ó quedar escondidos en las casas de Madrid. Una partida del segundo batallon de la milicia aprisionó en el campo á catorce granaderos de la guardia que custodiaban la bandera Coronela nunca tomada: de este modo el antiguo pendon de Castilla, en que tantas veces se habia detenido la victoria, entró en la Corte, sino en manos de sus defensores, al menos en las de españoles tambien. Los dos batallones que habian guarnecido el pala

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cio fueron diseminados por Tarancon, Ocaña, Alcalá de Henares, y otros pueblos. Asi acabó la célebre jornada del 7 de Julio, no tan sangrienta, segun los partes de oficio (*), como la pintó la fama, pero demasiado, ya que la sangre derramada habia circulado por las venas de nuestros her

manos.

(Ap. lib. 10. núm 6.)

Proclama de

Hermosa es la conducta de los voluntarios de Madrid pintada por Ballesteros en su proclama. "Y lo que es mas noble y digno de admiracion los he visto salir de sus filas, no sin riesgo de la Ballesteros. vida, y con pañuelos blancos y otras señales de paz ofrecer sus brazos y su amistad á los mismos que por error ó seduccion se habian declarado enemigos suyos y de la patria.

Bando del a

yuntamiento.

El mismo dia 7 el ayuntamiento publicó un Julio de 1822. bando, en que despues de hablar de los sucesos que habia presenciado la capital de la monarquía continuaba: "Muchos soldados han quedado ocultos en las casas: quizá estos miserables han hallado un asilo compasivo en la generosidad de los mismos á quienes venian á asesinar. Sin embargo, conviniendo á la tranquilidad y seguridad pública tomar todas las medidas que exigen las circunstancias, manda vuestro ayuntamiento constitucional que sin escusa ni demora alguna todo ciudadano que tenga recogido ú oculto algun guardia en su casa, lo ponga inmediatamente á disposicion de la autoridad municipal, bajo la pena que imponen las leyes á los reos de alta traicion." El palacio y las casas de los diplomáticos estrangeros estaban llenas de prófugos protegidos, y custodiados no con todo el misterio que pedia el estado inflamable de los espíritus.

A las diez de la mañana del 8, formando el cuadro la milicia y la tropa delante de un sencillo altar colocado en la Plaza Mayor, celebró

una misa solemne el obispo auxiliar de la corte, Te-Deum en entonando acto contínuo un magnífico Te-Deuin. la Plaza Mayor La alegría de los vencedores, lo sagrado de la ceremonia, la plaza convertida en templo, las huellas del combate impresas aun en la tierra, y removido el polvo que habian levantado los combatientes, dieron á tan solemne acto un aspecto imponente y augusto. Durante aquel tiempo las pasiones, adormecidas con el contentamiento del triunfo, parecian encarceladas: harto pronto rompieron la puerta de la templanza y se soltaron y encrudecieron contra los vencidos.

Fernando, para irrision de sus enemigos, dió las gracias en una real orden á las autoridades y milicia cívica por el ardor y bizarría con que habian defendido la libertad: mandó formar causa á su guardia por los pasados acontecimientos, nombrando fiscal de ella á don Evaristo San Miguel, y confinó al marques de Castelar á Cartagena, al de Casa Sarria á Valencia, á Longa á Badajoz, y á Aymerich á la Coruña. Tambien separó de su lado al duque de Montemart, mayordomo mayor, al duque de Castroterreño, capitan de alabarderos, al marques de Bélgida, su primer caballerizo; y ocuparon su lugar el marques de Santa Cruz, el general Palafox y el conde de Oñate.

El ayuntamiento, envanecido con el próspero viento que habia sacado en aquellos instantes la nave de la patria de los escollos que la rodeaban, pidió al rey el reemplazo del ministerio por homEsposicion del bres de energía y de subido temple. "Póngase V. M., ayuntamiento decia, de buena fé al frente de la causa de la patria, y dé públicos y privados testimonios de que se halla identificado con ella. Vuestra Corte, señor, ó sea vuestra servidumbre, se compone, en el concepto público, de constantes conspiradores contra la libertad." El monarca, que no olvidaba

de Madrid.

su carácter aun en medio de la desgracia, fiado siempre en la generosidad española, al recibir las representaciones del ayuntamiento le comparaba con el de París en tiempo de la revolucion francesa, y le llamaba el de los Petiones.

Los secretarios del despacho repetian cada hora, cada minuto sus esposiciones de renuncia al rey, quien ahora con ruegos pretendia detenerlos, incierto en el rumbo que le convenia adoptar en instantes tan azarosos. El 5 habia Fernando decretado descaro increible! la dimision presentada por el ministerio del modo siguiente, escrito todo y rubricado de su puño y letra. "En consideracion á que las actuales circunstancias críticas del Estado podrán haber tenido principio en las providencias adoptadas por los actuales secretarios del despacho, de que son responsables conforme á la Constitucion, ínterin no varíen las ocurrencias graves del dia no admito la renuncia que haceis de vuestros respectivos ministerios, en cuyo despacho continuareis bajo la mas estrecha responsabilidad. Palacio 5 de Julio de 1822." - O no hemos llegado á descifrar el carácter de este monarca en tantos años gastados en examinar sus escritos y acciones, ó hubiera sido esta la primera hoja del proceso abierto contra ellos, si hubiese triunfado el despotismo. Prolongó cuanto pudo la permanencia de Martinez de la Rosa en la silla de Estado, accediendo por último á su retiro, como habia accedido al de los demas individuos del gabinete. El pundonoroso poeta de Granada al entregar la cartera renunció el sueldo que le pertenecia por el tiempo que habia desempeñado la secretaría.

Este trágico remate coronó no solo la administracion de Martinez de la Rosa, sino tambien el dominio del partido que representaba, y que habia

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