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1822.

Tomada la Seu de Urgél, Mataflorida vió el cielo abierto á su ambicion, é invitó á don Jaime Creux, arzobispo preconizado de Tarragona, cuya vida política desde 1814, vida de perjurio y de traicion á sus compañeros, queda desenvuelta en el curso de los pasados sucesos, y al baron de Eroles, que se titulaba general en gefe del ejército de la fé, à que formasen parte de la regencia de que se constituía presidente en virtud de la autorizacion real. El arzobispo Creux, en armonía con las opiniones políticas del marques, no opuso obstáculos ni dificultades; no asi el baron de Eroles, que participando de las ideas del ministerio francés y de Morejon, contestó en 16 de Julio á Mataflorida: "El ofrecer á la nacion el mismo régimen á que se atribuyen las desgracias de 1808 y de 1820 me parece un error bastante á enagenar muchos ánimos. El prometer pues á los españoles una Constitucion fundada en sus antiguos fueros, usos, costumbres y privilegios, adoptándolos á nuestras actuales luces y costumbres, juzgo que sea el lenguaje con que en el dia conviene hablar á la nacion." Replicó Mataflorida defendiendo los principios del absolutismo; mas esta carta no llegó cuando debia á manos del baron, quien pensando que le sería hacedero templar con el convencimiento el ardor del Regencia de marques, admitió el escaño que le ofrecia. Quedó pues Urgél. constituida en Urgél el 14 de Agosto la regencia con los tres individuos indicados: Mataflorida presidente, Creux y Eroles. Observemos de paso la fuerza de las ideas del siglo que todo lo arrolla saltando por encima de las miserias humanas: mientras aquellos tres insensatos se reunian para acabar con los principios liberales, ofrecian en sí propios el ejemplo del poder de esos mismos principios. Hijos todos del pueblo, debian á la emancipacion social su encumbramiento al poder supremo, á que nun

ca hubieran llegado si prevaleciesen en su pristino esplendor los privilegios de la edad media que querian resucitar. Mataflorida, desde la nada donde yacía, habia vendido su honor en las Cortes del año 14 para comprar el marquesado: á igual origen debia Creux, clérigo oscuro, la mitra, y Eroles, simple estudiante en 1808, se ostentaba ya en 1816 con la banda de teniente general, banda que espoleado por una ambicion insaciable, se habia ceñido figurando en el campo de aquella revolucion que tanto polvo habia levantado y convertido en oro.

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Declaracion

Al dia siguiente 15 de Agosto, para colmo de los fenómenos que entonces se notaban en nuestro pais, vióse á un mismo hombre, el baron de Eroles, proclamando los sentimientos mas opuestos: la tiranía en la declaracion de la regencia que firmó con sus compañeros, y el gobierno representativo en la proclama á los catalanes, que publicó en su nombre solo. Ambigua la primera, y escrita con toda la falacia que puede inspirar un corazon falso. y traidor, era una especie de red para engañar á los incautos, pero sin hilos sueltos de donde pudieran asirse y salir algun dia á puerto. "Si conjuraciones de la regencia contínuas contra la vida de S. M., decia, desde el de Urgél. año 14; si satélites ocultos de la novedad desde entonces han impedido la ejecucion de las felices medidas que el rey habia ofrecido y tenia meditadas; si una fermentacion sorda, enemiga de las antiguas Cortes españolas, todo lo traía en convulsion esperando que se convocasen para hacer la esplosion que se manifestó el año 20 &c., ayudadnos hoy con vuestra fidelidad y energía, para que en juntas libres y legítimamente congregadas sean examinados vuestros deseos y atendidas las medidas en que creais descansar vuestra felicidad. — Las cosas serán restituidas por ahora bajo la puntual observancia de las órdenes militares y leyes que

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regian hasta el 9 de Marzo de 1820.-Las órdenes comunicadas desde aquel dia en nombre del rey, serán tenidas por de ningun valor ni efecto. Los fueros y privilegios que algunos pueblos mantenian á la época de esta novedad, confirmados por S. M., serán restituidos á su entera observancia, lo que se tendrá presente en las primeras Cortes legítimamente congregadas."

La proclama de Eroles, por el contrario llena de franqueza, abria el camino á las reformas, á la conciliacion, á la templanza, y descubria sin embozo el sistema que se proponia seguir. "Tambien queremos Constitucion, queremos una ley estable por la que se gobierne el Estado; pero queremos al mismo tiempo que no sirva de pretesto á la licencia, ni de apoyo á la maldad; queremos que no sea interpretada maliciosamente, sino respetada y obedecida; queremos por fin que no sea amada sin razon, ni alabada sin discernimiento. Para formarla no iremos á buscar teorias marcadas con la sangre y desengaño de cuantos pueblos las han - aplicado, sino que recurriremos á los fueros de nuestros mayores, y el pueblo español, congregado como ellos, se dará leyes justas y acomodadas á nuestros tiempos y costumbres bajo la sombra de otro arbol de Garnica. El nombre español recobrará su antigua virtud y esplendor, y todos viviremos esclavos, no de una faccion desorganizadora, sino de la ley que establezcamos. El rey, padre de sus pueblos, jurará como entonces nuestros fueros, y nosotros le acataremos debidamente." La armonía no podia reinar largo tiempo entre individuos que tenian intenciones tan distintas.

Apenas se organizó la regencia, mandó proclamar solemnemente al monarca, con cuyo objeto levantaron un tablado en la plaza, sobre el

cual el rey de armas y el alferez mayor gritaron: "España por Fernando VII," enarbolando una bandera dispuesta por los regentes, con una cruz y el lema de "In hoc signo vinces; " y que tenia en el otro lado las armas reales. Con este acto declararon restituido á la plenitud de sus derechos, segun el lenguaje de la época, al príncipe español: copia ridícula y afectada de aquellas entusiasmadas proclamaciones que en 1808 eran espontáneas é hijas del corazon en la muchedumbre. No menos vistoso y digno del pincel histórico fue el espectáculo que presentó la plaza de Urgél, al recorrer las calles en rogativa por orden de la regencia los individuos de ésta, acompañados del obispo, cabildo, clero, autoridades, estado mayor y guarnicion con el pendon de la cruz en la mano. Veíanse muchos frailes ceñidas las espadas por encima de los hábitos, con el crucifijo pendiente del cuello, y debajo el puñal, y el cordon seráfico sosteniendo las pistolas; oficiales con el gorro largo y encarnado de los catalanes, y los obispos de paz presidiendo aquella nueva cruzada en que trages y costumbres grotescas recordaban épocas

remotas.

Eguía consultó á la junta de Navarra, presidida por el canónigo don Joaquin Lacarra, al inquisidor general, y á otras personas de aquel temple, si debia ó no reconocer la regencia, y habiendo resuelto afirmativamente la cuestion, envió el acta de reconocimiento á Mataflorida con su sobrino don José Urbistondo, acompañado de un correo de gabinete. Tambien le prestó homenage el comisionado de Fernando en París Morejon; y en prueba de cuánto habrian variado las instrucciones reales, y en prueba del dolo y del fraude con que todos manejaban los dados en aquel juego, azar en la apariencia, concierto en la rea

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lidad, copiaremos un párrafo de su carta de 4 de Setiembre, tanto mas notable, cuanto mas habia trabajado este agente á favor de un código político que estableciese dos cámaras. "Al paso, decia, que la oportuna instalacion de la regencia hará infructuosas las maquinaciones de españoles hipócritas que deseando desaparezcan para siempre las antiguas y sabias leyes del reino, solicitan desde fuera de España haya entre el trono y sus encarnizados enemigos una transaccion que salvándolos ahora de la terrible crisis que les amenaza, les proporcione mas adelante el término de su obra criminal." Siguieron reconociendo la autoridad de la regencia todos los prelados espatriados, entre quienes se contaban el arzobispo de Valencia, los obispos de Urgél, Tarazona y Pamplona, las juntas tituladas apostólica de Galicia y superior de Aragon, Cataluña y Navarra, los generales realistas, y finalmente cuantos andaban envueltos en aquella máquina fatal arrastrados por la ambicion, el fanatismo ó la venganza.

Salido pues á la palestra el baron de Eroles, acaudillaba las armas en Cataluña secundado por el siempre imbécil conde de Calderon, por Romagosa, el Trapense, Miralles, Mosen Anton, Misas, Jephdels Estanys, y otros muchos que marchaban al frente de sus divisiones, compuestas algunas de dos mil y mas hombres, y que entre todas componian un ejército de veinte mil infantes. Tirando una línea desde Balaguer por Solsona, Berga y Ripoll, á San Lorenzo de Muga, dominaban todo el territorio intermedio entre esta línea y el Pirineo. Un sin número de partidas sueltas que hormigueaban en el Principado sorprendian contínuamente nuestros destacamentos; y estos somatenes eran invencibles, porque rotos por el ejército, escondian el fusil y tomaban la aza

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