Imágenes de páginas
PDF
EPUB

de terminar la lucha con los moros; pasaron el invierno ocupados en preparar la próxima campaña, y en 16 de Abril acampaba el ejército cristiano en la vega de Granada, á dos leguas de la ciudad musulmana; largo fué el asedio; los cronistas nos refieren las mil peripecias del sitio, durante el cual los sitiadores y los sitiados dieron patentes pruebas de su valor y coraje; en 14 de Julio se incendió el campamento cristiano y los Reyes acordaron construir la ciudad de Santa Fe: ochenta días bastaron para conseguirlo; en 5 de Octubre comenzaron las negociaciones con los sitiados para establecer las condiciones de la capitulación: acordada ésta, en 2 de Enero de 1492 se verificó la entrega de la ciudad.

Durante estos últimos años no tenemos noticias de Colón; aun cuando los Reyes no entraron en Granada hasta el 2 de Enero de 1492, la entrega de la ciudad estaba acordada desde el 25 de Noviembre de 1491, es decir, que desde esta fecha pudieron los Reyes tener la seguridad de que Granada se rendía; entonces, libres del cuidado de la guerra, trataron de cumplir á Colón la promesa tantas veces repetida, de que se ocuparían del negocio cuando la lucha de los moros lo permitiese.

Comenzaron, pues, las negociaciones, materia interesantísima para nuestro estudio, que será objeto del capítulo siguiente.

1

[blocks in formation]

s tal la confusión que en los escritores existe al tratar de este período de la génesis del descubrimiento, que verdaderamente ofrece dificultades grandísimas el ordenar los sucesos, atendiendo à lo puramente histórico y comprobado, abandonando lo ficticio y falso, producto de fantasías acaloradas y mentes soñadoras; aumenta más y más la dificultad, la carencia de noticias minuciosas y claras en los historiadores antiguos, lo cual ha dado origen á toda una serie de afirma. ciones sin fundamento, que pretenden llenar los huecos que se observan en los escritores contemporáneos de estos sucesos.

Ignórase la fecha de la llegada de Colón á

Santa Fe; ignorase si fué al Real en virtud de orden de los Reyes, si llegó allí obedeciendo á propio impulso, ó si fué llamado por sus amigos y valedores; ni Hernando Colón, ni Las Casas, ni ninguno de los escritores de aquel tiempo, nos resuelven la cuestión; puede suponerse que debido á alguna de las dos últimas causas se dirigió Colón á Santa Fe.

Llegado al campamento, trató de comenzar sus negociaciones con los Reyes; y al llegar á este punto, confesamos con toda ingenuidad que no nos explicamos una contradicción en que incurren la mayoría de los escritores colombinos; dícese, sin texto que apoye tal suposición, que D. Fernando, enemigo del futuro descubridor, y que siempre había acogido con frialdad el proyecto, abandonó el negocio á su esposa; y sin embargo, á renglón seguido, y en vista de la ruptura de las negociaciones, atribúyese el fracaso á la terquedad del Rey y á su estrechez de miras, al no concebir la grandeza y beneficios que el descubrimiento había de reportar.

Tal opinión es absurda: D. Fernando entendió en las negociaciones, y su inflexibilidad, enfrente de las peticiones de Colón, produjo la ruptura; tal es lo que arroja el estudio de los textos, única base histórica para presentar afirmaciones.

Los textos de D. Hernando Colón y del P. Las

Casas, parécenos que se refieren á la segunda ruptura de relaciones más bien que á la primera, es decir, á la segunda vez que Colón fué á Santa Fe, desde la Rábida, llamado por los Reyes, merced á las excitaciones de Fray Juan Pérez; de suerte, que tanto por esta causa, cuanto por no repetir razonamientos y consideraciones, pasaremos brevemente por este episodio.

No constan las primeras proposiciones de Colón á los Reyes; puede suponerse fundadamente que fueron las mismas que presentó la segunda vez. Tales proposiciones suscitaron la negativa rotunda del Monarca; el Rey no podía ni debía acceder á las exigencias de Colón; la ruptura fué completa: Colón salió de Santa Fe, convencido de que no encontraba en España apoyo ni recursos para su empresa.

Marchó el navegante decidido á dirigirse al Rey de Francia y á presentarle sus proyectos; no consta si se detuvo en Córdoba, residencia de Doña Beatriz Enríquez; es de suponer que sí: después partió en dirección á la Rábida; allá estaban su hijo Diego, cerca su cuñado Muliarte y Doña Violante Mogniz; parece lógico que antes de alejarse de la Península, se despidiese de la mujer que había endulzado con sus caricias las amarguras de su estancia en España, y de los individuos de su familia, únicos lazos que podían atarlo á nuestro suelo.

La visita á la Rábida está perfectamente establecida por textos que no dan lugar á dudas de ningún género, así como los hechos que molivaron su vuelta á Santa Fe; expongámoslos:

El más importante, por ser de un testigo presencial de los sucesos, es la declaración del fisico Garci Hernández en las Probanzas del pleito que D. Diego Colón suscitó á la Corona; abraza esta declaración dos partes que se refieren á dos tiempos distintos, como observa atinadamente el P. Cappa (1) refutando las opiniones de Navarrete y Rodríguez Pinilla; no entraremos en esta discusión ajena á nuestro objeto; seguimos en este punto al P. Cappa por estimar sus argumentos incontrovertibles: la parte de la declaración que se refiere á este período, relata perfectamente los sucesos; después de ella, tan sólo aduciremos algún texto que complete y apoye lo que allí se dice.

El físico declara que el fraile Juan Pérez, después que llegó Colón, «envió á llamar á este testigo, con el cual tenia mucha conversacion de amor, e porque alguna cosa sabia del arte astronómico para que hablase con el dicho Cristobal Colon e viese razon sobre este caso del descubrir, e que este dicho testigo vino luego, e fablaron todos tres sobre dicho caso, e que de aqui eligieron luego un hombre para que llevase una carta á la Reina Doña Isabel, que haya sancta gloria, del dicho Fray Juan Perez que

« AnteriorContinuar »