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REINOS DE TENERIFE.

Confieso con ingenuidad que en el estudio de los Guanches de Tenerife no he sido tan afortunado como en el de los de Gran-Canaria; pues por más investigaciones que he practicado, y por más que he reunido mayor número de datos que todos nuestros historiadores, no han colmado la medida de mis deseos, que han sido siempre escribir con la mayor exactitud cuanto concierna á la historia de los antiguos Canarios en sus más pequeños detalles. Con este fin hice varias expediciones á la vecina isla, recorrí muchos de sus pueblos, hablé con personas inteligentes, visité los lugares donde acontecieron los hechos más notables de su conquista, registré archivos públicos y privados, y no puedo menos de declarar que en todas partes fuí recibido con singular distincion, que cuanto pedí se me facilitó; pero, sin embargo, no estoy, ni estaré nunca satisfecho hasta el punto que lo he deseado y deseo; porque, si bien he tenido en mis manos documentos de gran valía y de muTOMO II.-2.

cho precio, estos solo se contraen á los tiempos posteriores á la conquista y no á los que la precedieron, que eran el objeto de mis principales investigaciones, pues que los autores que se han ocupado de aquella isla, con especialidad Nuñez de la Peña, han dicho casi todo lo que hay que decir desde la época de su conquista hasta la en que escribieron. El Padre Espinosa es el único, por decirlo así, como más adelante veremos, que trató con especialidad de la raza Guanchinesca de Tenerife, y á él casi habré de atenerme, sin perjuicio de agregar lo demás que he encontrado en otros escritores, y lo que por mí mismo he logrado inquirir.

Boccacio (1341), en el relato ya citado, manifiesta que los expedicionarios no se atrevieron á desembarcar en la isla de Tenerife, á causa del terror que les infundió la disposicion de la nieve que descubrieron sobre el Téide, suponiendo que tal prodigio era producido por algun encanto mágico. Los viajeros de aquel tiempo, ó mejor dicho, los piratas que de cuando en cuando se atrevian á llegar hasta las Canarias, nada refirieron respecto de aquella isla, hasta que Bontier y Le-Verrier (1402) dijeron solo, que sus habitantes eran los más osados de todas las Islas y que ninguno habia sido preso ni llevado cautivo. Gomez Eannes de Azurara (1453) es el primero que nos suministra algunas noticias de los Guanches de Tenerife, y Aluisio de Cademosto (1455) se extiende algo, refiriendo varios hechos más propios de viajeros que quieren llamar la atencion, que de historiadores exactos y verídicos. Andrés Bernaldes, que escribió la Crónica de los Reyes Católicos, si bien dice algunas cosas á las que se puede dar crédito, tiene otras que no est posible aceptar en el terreno de la crítica, y mucho menos despues que la experiencia ha demostrado lo contrario; pues ocupándose de los vestidos de aquellos Guanches se expresa diciendo: «E todos andaban desnudos como nacieron, ellos »é ellas, salvo en la Gran-Canaria.» Durante el período de la conquista nadie, que yo sepa, se ocupó de aquel pueblo, ó por lo menos mis investigaciones ningun resultado me han dado que me satisfaga, pues en mi ansia de conocerlo algo

habria deseado un capellan como Gomez Escudero y un soldado como Antonio de Cedeño, que me hubiesen puesto de manifiesto los usos y costumbres, el genio y el carácter, las tradiciones y la historia, áun cuando muy incompleta fuera, de los indígenas Tinerfeños. Tomás Nicols ó Midnal (1526) escribe muy poco acerca de ellos, y eso poco en contradiccion á Andrés Bernaldes.

Con tan escasos elementos llegamos á Fray Alonso de Espinosa (1594) quien, se puede decir, es el primer autor que da de los Guanches detalles más circunstanciados, ya fuese porque así le convenia para hacer resaltar los milagros de la Virgen de Candelaria, objeto principal de su viaje á estas islas, ya porque llamándole acaso la atencion el carácter del pueblo Guanchinesco, quiso que llegasen á la posteridad todas las noticias que del mismo recogiera.

El Bachiller Antonio de Viana (1604), aunque se entretiene en dar un colorido poético á lo dicho por Espinosa, y algo añade de su caudal, no merece entera fé, porque como poeta, es sabido que éstos ven más de lo que realmente existe, y la historia que quiere la verdad desnuda, desconfia mucho de los cantores.

El Caballero Edmundo Scory hace algunas ligeras observaciones, y por su parte el Padre Abreu Galindo, se puede decir, copia á Espinosa, sin que á los anteriores añada cosa alguna D. Juan Nuñez de la Peña.

El Dr. D. Tomás Arias Marin y Cubas se extiende como de costumbre respecto de ellos, repitiendo lo que otros. dijeron y añadiendo un poco, debido tal vez á sus particulares investigaciones y natural aficion á las antigüedades Canarias. Los demás escritores han copiado á los que les precedieron, contradiciéndose no pocas veces, aumentando otras, glosando é inventando pasajes que la sana crítica no puede admitir y que la razon rechaza.

Viera y Clavijo, si bien nada nuevo añadió, hizo un gran servicio á la historia despojándola de todo lo ridículo é inverosímil con que algunos escritores la habian desfigurado, aunque por su parte tambien cayó en otros errores, se

gun más adelante haré notar.

Mr. S. Berthelot ha tropezado sin duda con los mismos inconvenientes con que yo me he encontrado, pues que en sus notables obras sobre las islas, nada de particular agrega á lo conocido respecto de Tenerife, no obstante sus sabias investigaciones, que sólo han dado por resultado el encuentro de algunos objetos pertenecientes á los primitivos habitantes de Nivaria.

Yo no puedo creer por mi parte, que extraviados quizás en algun archivo público ó privado de la isla de Tenerife ó fuera de ella existan manuscritos que puedan revelarnos los secretos de aquel pueblo que bien merece llamar la atencion de todos, como llamó la de sus conquistadores, y por lo mismo invito á los aficionados á nuestra literatura histórica á que hagan cuantos esfuerzos les sean posibles, á fin de llenar un vacío que los verdaderos amantes de nuestras antigüedades debemos lamentar.

I.

ASPECTO DE LA ISLA.

Debido sin duda al terror que inspiraban las erupciones del Teide, fué conocida la isla de Tenerife con el nombre de Isla del Infierno, que acaso la dieron los piratas que trataron de acercarse á ella, si bien pudo atribuírsela aquella denominacion por el carácter de sus habitantes que no consintieron nunca dejarse coger como esclavos, oponiendo á los atrevidos invasores un valor y un denuedo que les hicieron huir escarmentados.

Por lo que queda en aquella isla, milagrosamente salvado del hierro y del fuego de los conquistadores y de la rapacidad de cuantos han tratado de enriquecerse con la destruccion de los montes, Tenerife debió ofrecer en tiempo de

los Guanches un aspecto de sorprendente belleza. Lo accidentado del terreno, la disposicion de sus montañas, entre las cuales se destaca el Teide como el genio del Mar tenebroso, y que dió lugar, tal vez por su imponente aspecto á tantos cuentos y leyendas, todo esto contribuia á dar un tinte de belleza y de grandiosidad á aquellos campos en los que alternaban los bosques con las rocas calcinadas. La vegetacion florestal era en un todo idéntica á la de Gran-Canaria, produciéndose en aquella los mismos árboles que en ésta, con igual vigor y lozanía, siendo de notar tan sólo la falta de las higueras que nunca se conocieron allí. Arroyos abundantes arrastraban sus aguas en la profundidad de los valles, formando en muchos puntos espumosas cascadas. Numerosos bandos de aves indígenas y de África, especialmente de pájaros canarios, alegraban aquellos bosques con su canto. Como una prueba de las bellezas naturales que debia encerrar Tenerife, se muestra aún en nuestros dias el célebre valle de Taoro, hoy de la Orotava, que por mi parte considero á pesar de su esplendidez, como una sombra y no más de lo que debia ser cuando el invasor Alonso Fernandez de Lugo, puso acompañado de los suyos, sus plantas asoladoras en aquellas riquísimas campiñas. Desgraciadamente llegará un dia en que, continuando el hombre su obra de destruccion, despoje por completo de su manto de esmeralda los escasos montes que todavia se conservan, como ha sucedido en Lanzarote y Fuerteventura, y está aconteciendo en Gran-Canaria y en las demas islas.

II.

FISIOLOGÍA DE LOS SENTIDOS.

El primer autor que nos dá á conocer la constitucion física de los Guanches de Tenerife es Gomez Eannes de

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