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macia, en la paleografía, en las lenguas y en otros estudios subsidiarios. Solo así ha podido arreglarse despues de un saqueo y trastorno espantoso ocasionado por las tropas de Bonaparte en el Real y general archivo de Simancas, este inmenso y rico depósito de los papeles de la monarquía española. Por su importancia fué una de las primeras atenciones del Rey nuestro Señor cuando regresó de Francia en 1814, y el acierto de su eleccion en D. Tomas Gonzalez, hoy dignidad de maestrescuela de la santa iglesia de Plasencia, completó la obra, con satisfaccion de todos los verdaderos amantes de su patria. El archivo general de la corona de Aragon, situado en Barcelona, ha tenido una fortuna semejante en la eleccion para su archivero del Sr. D. Próspero Bofarrul, que ha colocado é inscrito por clases y fechas los antiguos libros de registro que se conservan desde los primeros condes de Barcelona; y cuando lleguen á completarse los índices individuales de artículos y materias contenidas en aquellos apreciables volúmenes, ni el gobierno ni los particulares tendrán que sufrir los perjuicios de las dilaciones, ó de que no se encuentre lo que está sepultado ó envuelto dentro de antiguos é inconexos legajos, como muchas veces ha sucedido.

41. Aun antes de encargársenos esta comision, habia presentado al ministerio el teniente de navío D. Josef de Vargas y Ponce, un plan para escribir la historia general de la marina española, vasto y complicadísimo, en términos que habiéndose mandado pasar, de orden del Rey, á informe del sabio y juicioso general D. Josef Varela, creyó conveniente dejar mas expedito el buen desempeño del autor, limitándole á la historia militar y política de la marina, proponiendo sugetos que desempeñasen en disertaciones separadas la historia científica de la náutica, de la arquitectura naval y de otros ramos facultativos, y encomendando tambien á otro oficial la coordinacion y publicacion de nuestros antiguos viages, en lo cual le merecimos especial memoria; pero ulteriores acontecimientos retardaron la resolucion de este plan, porque á la verdad era preciso reunir antes los materiales. Ya se contaba

en 1798 con los que habiamos reunido en nuestra comision, con los que el mismo Vargas habia acopiado en Cartagena, con los que iba juntando el teniente de navío D. Juan Sans de Barutell en el de Barcelona, y debia continuar en el de Simancas, y con las colecciones donadas ó adquiridas del contador principal D. Manuel de Zalvide y del capitan de navío D. Pedro de Leiva. Entonces, pues, con arreglo al informe de D. Josef Vare la se mandó á Vargas que emprendiese desde luego la historia general de la marina; encargándosenos al mismo tiempo coordinar, ilustrar y publicar la coleccion de nuestros antiguos viages, sin desatender por esta causa el desempeño de las obligaciones del empleo que teniamos en la secretaría de estado y del despacho de marina: obligaciones asiduas y constantes que precisándonos á vivir continuamente en los Sitios Reales, no daban lugar á un trabajo extraordinario que requiere una aplicacion particular, mayor sosiego de ánimo, y los auxilios que no podian encontrarse fuera de Madrid. A estas obligaciones sucedieron otras no menos perentorias, cuales eran las de ministro contador-fiscal del supremo consejo de Almirantazgo; y poco despues sobrevino la gloriosa revolucion, que suscitó en una nacion generosa y amante de sus reyes la absurda política y la ambicion desmesurada de Bonaparte. Sin embargo, llevados de nuestra aficion á esta clase de investigaciones, no hemos cesado de indagar y adquirir constantemente copias de cuantos documentos hemos sabido existian en la Real academia de la Historia, en la coleccion de D. Juan Bautista Muñoz, en algunas bibliotecas, ó en poder de varios amigos particulares que nos han favorecido con generosidad. Los acontecimientos posteriores tampoco han sido propios para alentar esta empresa, hasta que habiéndose dignado el Rey nuestro Señor confiarnos la direccion interina del Depósito hidrográfico, creimos que uno de los medios de corresponder á su soberana confianza, y de acreditarle nuestra gratitud, era el de aplicarnos á una tarea en que veiamos enlazados los derechos del trono y la gloria nacional sobre bases y documentos

irresistibles; y que por desgraciadas que pareciesen las circunstancias de los tiempos, no dejaban de ser oportunas para reclamar lo usurpado, apoyar la verdad y la justicia, sellar los labios á la maledicencia, y manifestar las sofisterías de la deslealtad y de la ambicion; y en fin, para arrancar la máscara á ciertos escritores venales que con apariencias de filosofismo contribuyen á difundir y sostener la corrupcion de las costumbres de este siglo. Ño solo oyó el Rey nuestro Señor con benignidad la propuesta, sino que, siempre generoso y protector de las ideas útiles, mandó que la impresion de la coleccion de viages se hiciese por cuenta de su gobierno en la imprenta Real.

42. Esta honra, que excedió nuestros deseos y aun al concepto que habiamos formado de nuestro trabajo, nos empeñó por lo mismo en dar á los viages de Colon, que íbamos á publicar los primeros, toda la ilustracion y autenticidad que fuera posible. Exigialo tambien la aceptacion con que en general se oian y publicaban en estos tiempos los sucesos de aquel ilustre descubridor, y la magnificencia y esmero con que se habia publicado en Génova el Códice Colombo-americano, con varios documentos de los que el mismo almirante hacia copiar y legalizar al salir para sus viages, depositándolos ya en aquella ciudad, su patria, ya en el monasterio de cartujos de las Cuevas en Sevilla, ya en poder de sus hijos, para asegurar su conservacion en el caso de un naufragio ó desgracia durante sus expediciones. Con la misma idea solicitamos del excmo. señor duque de Veragua el competente permiso para reconocer el archivo de su ilustre casa; y con una franqueza digna de toda gratitud nos facilitó su examen y reconocimiento. ¡Qué de noticias preciosas y desconocidas hemos hallado alli, que ilustran estos primeros tomos de nuestra coleccion! ¡Con cuánto placer vimos y reconocimos cartas y documentos de puño propio del gran Colon y de su hijo D. Fernando! Ya, ya no perecerán, exclamamos entonces, como estan expuestos á perecer los originales, y el público disfrutará de estas cartas, de la curiosa relacion de Diego Mendez, y de

que

la apreciable y honorífica correspondencia de los ReyesCatólicos. Aun hicimos mas para disipar, ó disminuir á lo menos nuestra natural desconfianza. Solicitamos del excelentísimo señor ministro de Gracia y Justicia una Real orden para que el archivero de Indias en Sevilla nos remitiese copias de los documentos que pidiésemos, ó porcareciamos de ellos, ó porque queriamos asegurarnos de su exactitud; y obtenida esta gracia de S. M., y dadas las órdenes convenientes por aquel ministerio, debemos confesar que el zelo y actividad del actual archivero D. Josef de la Higuera y Lara ha correspondido á nuestros deseos, remitiendo copias de mas de setenta documentos, á pesar de no estar todavía concluido el arreglo de aquel archivo, especialmente en la parte de los papeles y expedientes mas antiguos. Igual atencion debimos al Sr. D. Próspero Bofarrul respecto á las noticias que nos remitió de Jayme Ferrer, ya que no pudo su diligencia encontrar otras en Barcelona relativas á Colon y al recibimiento que alli le hicieron los Reyes-Católicos de vuelta de su primer viage. Mas feliz fué en esta parte el Sr. Don Antonio de S. Martin y Castillo, presbítero, archivero del cabildo de la santa iglesia de Sevilla, que nos ha ilustrado con algunas noticias muy curiosas que se conservan en aquel archivo y en la biblioteca colombina, relativas á Colon y sus descendientes, y en particular á su hijo Don Fernando, que fué quien formó y donó á aquella iglesia metropolitana tan preciosa y escogida biblioteca.

43 Con tantos auxilios y con tales miras damos principio á la coleccion de viages españoles por los de Cristóbal Colon, con los documentos que pertenecen á su persona y familia, y al gobierno de los primeros establecimientos de los castellanos en el Nuevo-Mundo. Poco dejaron que decir en esta parte nuestros buenos historiadores de Indias, desatendidos ó despreciados por aquellos que mal avenidos con las glorias que supo adquirirse España en aquellas épocas de su prosperidad, anteponen á la clásica autoridad de estos testigos coetáneos, los caprichos de un dibujante y grabador que cien años despues trazó

lo

que su imaginacion inventó ó comprendió de estos sucesos. ¡Rara y nueva prueba, y singular testimonio de la verdad para la historia! Los documentos que publicamos darán materia á los escritores juiciosos é imparciales para ilustrar los hechos con certidumbre, para rectificar la opinion con sana crítica, y para señalar con acierto y seguridad el extravío de los panegiristas é historiógrafos venales y corrompidos.

44. Si la vida y los sucesos del gran Colon se han de escribir con exactitud é imparcialidad, es preciso examinar antes á los historiadores coetáneos que le conocieron y trataron, tales como Andres Bernaldez ó Bernal, Pedro Mártir de Anglería, D. Hernando Colon, Fr. Bartolomé de las Casas y Gonzalo Fernandez de Oviedo. Bernaldez fué capellan del arzobispo de Sevilla D. Diego Deza (gran protector de Colon), y cura párroco de la villa de los Palacios desde el año 1488 hasta el 1513, en que debió morir, pues no pasan adelante las memorias y noticias que dejó escritas y examinó el licenciado Rodrigo Caro, visitador del arzobispado de Sevilla, en los libros originales de bautismo en aquel pueblo. Segun dice él mismo en el cap. 7 de su Historia de los Reyes Católicos, nació en la villa de Fuentes, de la encomienda mayor de Leon en la orden de Santiago, donde su abuelo era escribano público, y viendo este con gusto los apuntes que su nieto habia escrito de algunos sucesos de su tiempo, le excitó á continuar, y esto le animó á escribir las cosas mas notables de que hovo vera informacion. Tratando pues este autor en el cap. 123 de la idea concebida por Colon de buscar las tierras del Gran Can navegando al occidente, de la larga distancia del viage y de las dificultades que ofrecia, añade:,, Ansi se lo dije é fi» ce entender yo el año de 1496, cuando vino en Casti»lla la primera vez despues de haber ido á descubrir, » que fué mi huesped, é ine dejó algunas de sus escritu ras en presencia del Sr. D. Joan de Fonseca, de donde

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I Véase al fin la Ilustracion 9.3

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