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marse ciudad libre, Civitas Libera, como dice el P. Florez. ¿Y en qué tiempo pudo llamarse ciudad libre Segovia, antes del tiempo de los emperadores? Acaso la podremos llamar así, cuando padecia todas las violencias y vejámenes, que ocasionaban á los pueblos los consules y pretores, que enviaba Roma á España para esclavizarla, y enriquecerse á espensas de los espas ñoles oprimidos? ¿La llamaremos libre en aquella edad funesta, en que por punto general la patente de gobernadores era dla gran carta con que se enriquecian á costa de los pueblos, y alcanzaban el triunfo allá en Roma con el oro y la plata, que con las mas enormes injusticias habian acinado en España, basta los cónsules, pretores y cuestores menos sangumarios y rapaces? ¿Se podría decir Segovia ciudad libre bajo el mando de Lucio Licinio Lúculo, que sacrificó á los inocentes habitantes de Coca? ¿De Scipion Emiliano el Numantino, que asoló todos estos paises? ¿De Tito Didio, tan inhumano con esta ciudad, la de Termes, y la de Colenda; y aun bajo de la conducta del gran Pompeyo, que destruyó á Osma y á Clunia, despues de las guerras de Sertorio? No me parece que bajo tales gobernantes, y en unos tiempos, en que tanto dieron que hacer los vaceos, arévacos, y otros pueblos de la Celtiberia á la gran Róma, pudiera llamarse Segovia ciudad libre, ni aun se lo permitirian esculpir así en sus monedas.

25 Es preciso señalar alguna época del tiempo del gobier no romano, en que se batieron monedas en España, cuyo derecho se acabó en el del emperador Claudio, en el cual se debá llamar Segovia con toda propiedad ciudad libre. Despues de haber meditado en los diferentes sucesos, que presenta la Historia romana en estos paises, no encuentro otro que el de la guerra Sertoriana. Q. Sertorio, nombre tan formidable á Roma, como el de Viriato y el de Numancia, desterrado por el sanguinario Sila, tirano atroz de la República, buscó en la España un asilo, y le encontró cual él deseaba. Hízose dueño de los corazones, primero de los lusitanos, y luego de los celtíberos, cansados ya de sufrir las violencias de Roma. Púsose al frente de las tropas, que le aclamaron su general; moderó los enormes tributos; prometió á los pueblos restituirles su libertad; formó en Ebora su capital, y fundó una República émula de la gran República de Italia. Tuvo ejércitos, que le sirvieron con la mayor fidelidad. Derrotó con el valor del soldado

español muchas veces los ejércitos de Roma mandados por el gran Pompeyo y por Metello. En esta guerra memorable pudieron las ciudades, que siguieron las banderas de Sertorio, llamarse libres, entre las cuales debemos contar á nuestra Segovia, aunque nuestro historiador Colmenares asegure que siguió el partido de Roma. Los motivos que se ofrecen para no convenir con su dictamen son los siguientes. Desde el principio de esta guerra siguieron á Sertorio la Lusitania, y la mayor parte de la España Citerior, y sus principales ejércitos se formaron de lusitanos y celtiberos, á los que pertenecia Segovia, y no lejos de los límites de la Lusitania, que se estendian entonces hasta Avila. Lucio Floro dice (1), que la guerra se estendió á casi toda España, en la que brilló todo el valor español, mandado por el general romano; y que los cónsules Gn. Pompeyo y Metello lidiaron en esta guerra por Roma con dudosa y varia fortuna en casi toda España, hasta que un asesinato los libertó del cuidado que les daba Sertorio capitaneando á los esforzados españoles.

26 En la Celtiberia fue donde este famoso caudillo triunfó de los generales romanos muchas veces, como se infiere de Plutarco (2), Cesar, Salustio, los fragmentos de Titolivio; y Estrabon que en su lib.3.° asegura que los últimos sucesos de esta guerra famosa fueron en Lérida, Huesca, Denia, y otros pueblos cercanos á estos. Es tambien cierto que el mismo Pompeyo hizo la guerra á los sertorianos en los vaceos y arevacos, puso sitio á Palencia, y no la pudo rendir, y para apoderarse de Coca usó de una estratagema. Despues del trágico fin de Sertorio se mantuvieron firmes por el partido de este hombre, á quien miraban como á su libertador los pueblos arevacos de Osma y Clunia; y fue célebre la fidelidad y constancia de Calahorra. Asoladas Segovia y Termes, pocos años antes de esta guerra, por el consul Tito Didio, tal vez no pudieron hacerse fuertes contra el partido romano; pero sus naturales, hostigados por las violencias romanas, no serian lerdos en aceptar los partidos que Sertorio les hizo, y adoptar los medios de vengarse de las injusticias de Roma. El único apoyo con que

(1) De Bello Sertoriano, lib. 3.o, cap. 22.

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In Sertor. Cæsar de Bello Gallico, lib. 3.o, cap. 22. Los fragmentos de Salustio, y los de Titolivio, publicados por el abate Jovenaci. Véase a Fr. Ramon de Huesca en su Disertacion sobre las escuelas que fundó Sertorio.

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asegura nuestro sabio historiador Colmenares, que Segovia siguió el partido de Roma, es una inscripcion, que él llama trofeo levantado en honor de Pompeyo, despues que destruyó á Osma. Esta inscripcion y la lápida en que se contiene es la del número 1. de la coleccion de inscripciones que se pone en el capítulo siguiente, de la que nada se infiere del modo de discurrir de Colmenares; porque ni aun suponiendo á la lápida destinada para memoria del triunfo de Pompeyo, se sigue que los segovianos la levantasen, sino los compañeros de Pompeyo, sodales que dice la inscripcion, y este nombre no debe decirse. de otros, que de los que le acompañaron en las campañas de esta guerra, y que vendrian con él de Italia, ó militaron bajo de sus banderas: si hubieran sido los naturales de este país, debiera haberse puesto en la inscripcion con mas propiedad SEGOVIENSES, lo que no se hizo así.

27. El mismo Pompeyo, en la carta que escribió al senado de Roma, viviendo aun Sertorio, y se halla en los fragmentos de Salustio, entre los esfuerzos y glorias que refiere de sus tropas, cuenta una victoria conseguida sobre el ejército de Sertorio en las orillas del Duero; la destruccion del ejército enemigo, mandado por C. Herennio, y la toma de la ciudad de Valencia: asegura que la España Citerior estaba devastada por sus tropas y las de Sertorio, y que debia temer el senado que este general llevase la guerra hasta el territorio de Italia. Este modo de espresarse de Pompeyo, y el estado en que pone las tropa's de la República, indican bastante que Sertorio era entonces el vencedor; que estaba á su devocion la mayor parte, ó casi toda la España Citerior, la Lusitania, y parte de la Bética; porque sería la mayor necedad de un general, tan avisado y discreto como Sertorio, llevar á Italia la guerra, dejando abandonada y perdida la España que le habia hecho su general y defensor. Tambien indica que era dueño de la España Citerior, en la que está colocada nuestra Segovia. La miseria y privaciones, que padecia el ejército romano, bastan para dar á conocer cuán grande era el partido de Sertorio, y cuán falto de todo estaba el de Pompeyo : pues un general, dueño de grandes y dilatados paises, y triunfante de sus enemigos, no sufre las escaseces y privaciones, que padecia entonces el ejército de Pompeyo, y cuyo remedio pedia con grandes instancias, y solicitaba del senado. Sirven estas observaciones para persua

dirnos, de que Segovia debe contarse entre los pueblos sertorianos, hasta la fatal desgracia de este gran caudillo de la libertad española; que esta libertad duró en estos paises algunos · años, mientras la suerte de la guerra estuvo dúdosa; y acaso serían seis ú ocho años desde el principio de ella, que comenzó en el 671 de la fundacion de Roma, 80 antes de J. C., y continuó por ocho años con fortuna varia, y casi siempre con ventajas de Sertorio. En este tiempo pudo Segovia llamarse ciudad libre, y batirse la moneda que tiene las dos letras C. L. en el mismo lugar donde está la cabeza varonil. Pudo tambien fabricarse en la misma época la segunda medalla: aunque las letras manifiestan ser mas antiguas que las de la primera, pues esto pudo depender del que grabó los cuños de ella. Lo cierto es que las letras son romanas en ambas monedas; que no pertenecen al gobierno de los emperadores, porque nada ponen de lo que se usaba grabar en sus monedas para dar á conocer á estos príncipes, ó por los adornos de la cabeza, ó por sus nombres, consulados, pontificados, ó potestad tribu nicia. Si pareciese algun resto de la antigüedad en que se descubriese la verdadera efigie de Sertorio, fuese en piedra, en busto ó en medallas, se podría formar un cotejo con las dos cabezas que tienen grabadas las medallas de nuestra ciudad, y no sería estraño que alguna de ellas representase la imagen de aquel héroe militar. ¿Qué hallazgo sería tan felíz Y celebrado por los que aprecian la ciencia numismática? Amaron á Sertorio los españoles con mucha ternura; le apellidaban el Annibal de los romanos; y nada tiene de singular que en las monedas batidas en su tiempo hubiesen estampado su busto, eternizando por este medio la imagen del que respetaban como á su libertador.

Concluido ya este capítulo un sabio y modesto literato, tan amante de la ilustracion, como ansioso de que se propaguen las luces y noticias que dan los antiguos de Segovia, puso en mis manos el siguiente pasage de Titolivio (1) que se halla en el fragmento del libro 91 de sus historias, publicado por el célebre Gabriel Brotier, en el tomo 4.° de las obras de C. Cornelio Tácito, edicion de París año de 1776, pág. 549 y siguientes; y trata en él de la guerra sertoriana. Antes de copiar el

(1) Cita y traduce este fragmento el P. Risco. España Sagrada, tom. 42, pág. 32 y siguiente, y Masdeu, tom. 17, pág. 336.

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último trozo, en que hace mencion de Segovia, conviene dar noticia del hallazgo de este fragmento, segun lo refiere el mismo Brotier en sus notas é ilustraciones al fragmento. Dice, pues, que deseoso el claro varon Paulo Jacobo Bruns de cooperar á los estudios y tareas con que el sabio Benjamin Kennicot procuraba la publicacion de la Biblia Hebraica, reconoció los códices de la sagrada Escritura, que se conservaban en la biblioteca Vaticana, el año de 1772. Entre otros se le pre-> sentó un códice latino, designado con el número 24, en la biblioteca Palatino-Vaticana, que comprendia los libros de Tobías, Job y Ester. Advirtió Bruns que el códice era de aquellos, que segun la frase de Ciceron, podernos llamar palinspsestos, esto es, escritos dos veces; porque ó por economía, por falta de pergaminos, se procuraba borrar con arte lo escritó anteriormente, y se escribia en ellos cosa de nuevo; y por lo mismo formó empeño de descubrir lo que antes estuvo escrito. Observó que habia allí algunas oraciones de Ciceron, que están publicadas; pero llamó mucho su atencion el título que estaba escrito en caracteres muy pequeños del libro 9r de Titolivio, el que falta en todas las ediciones. Encendió mas sus deseos el que estaba todo escrito en letras mayúsculas aunque muy pequeñas, y puso la mayor diligencia en leer y describir aquella parte tan estropeada de Titolivio. Despues la publicó en Hamburgo el año siguiente de 1773, persuadido á que no faltarian algunos sabios que ilustrasen cuanto se merece este monumento de las antigüedades romanas y españolas. Brotier lo hizo así, con mucha erudicion, usando de la edicion de Hamburgo, y publicando el fragmento en el lugar citado. Valiéndonos de lo que escribió, y añadiendo alguna cosa á lo que dice de Segovia, veremos en este fragmento como una de las ciudades que siguieron el partido de aquel caudillo fue la

nuestra.

El fragmento del libro 91 de Titolivio contiene los sucesos siguientes: «Sertorio ataca y se apodera de Contrevia. "Colocando su ejército en cuarteles de invierno, reune á los "representantes de las ciudades asociadas, y los exhorta á la "continuacion de la guerra. Al comenzar la primavera envía „á M. Perpenna á los Ilerciones: previene á sus generales "Heremilcio y Hertuleyo el modo con que han de hacer la „guerra. El llega á la ciudad confederada Calagurris Nasica:

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