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mera hilada de dovelas, todo lo que se rehizo en el reinado del señor D. Carlos III: pero fue mayor su ruina en el presente siglo. El dia diez de Junio de mil ochocientos y nueve los portugueses, mandados por un general ingles, volaron uno de sus hermosos arcos; es el penúltimo de los seis que tiene, y gira para Castilla y Portugal. La falta que ocasionaron en el puente es de treinta y seis varas de arranque á arranque de los pilares: los cinco restantes no pedecieron nada, y perseveran en el estado que tenian antes de la guerra. Este cruel enemigo del género humano se complace en destruir hasta los edificios mas necesarios para el comercio de la vida y comodidad de los hombres, sin mas objeto que arruinar. La suerte fatal del puente de Alcántara no estaba destinada á él solo: son innumerables los que han sido rotos y volados en la pasada guerra: entre ellos se cuentan los de Almaraz, Tordesillas, Puente Duero y Valladolid; cuyas ruinas serán reparadas con gran dificultad, los ostáculos que hay que vencer para la ejecucion de tan grandes obras, y los inmensos caudales que se han de consumir en su ejecucion. Estas desgracias, que han padecido las celebradas obras de la antigüedad, se estendieron al puente de Mérida : en el dia cinco de Abril de mil ochocientos doce volaron dos arcos de dichos puente los ingleses. Si los árabes, á quienes se llama devastadores, hubieran seguido el sistema destructor, que se ha observado en los seis años que ha durado la última guerra en nuestra península, ni un rastro hubiera quedado en toda ella de la grandeza romana. Lo que merece mas compasion en un siglo de tantas luces y cultura es que aun no se han desengañado los guerreros de que la destruccion de esta clase de edificios contribuye poco á la defensa y conservacion de un ejército que se retira; y que por un alivio -momentáneo se ocasionan daños irreparables y de mucha du

racion.

por

32 Comparémosle ahora con nuestro acueducto. Por el dibujo que ponen el P. Florez y el señor Ponz, se advierte al punto en el puente de Alcántara que su construccion y arquitectura es mas parecida al puente y otras obras de Méri da, que al de Segovia, pues este no tiene almohadillados los sillares: que la arquitectura del de Alcántara es mas acabada y grandiosa que la del segoviano, como se ve en la torre del

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Aguila, que está en el centro del puente, y en las de los estremos, que serían tal vez mas hermosas que ésta, careciendo de tales adornos el nuestro. La elevacion, vano de los arcos, 'robustez de los pilares y distancia de unos á otros es enormemente mayor en el de Alcántara; pues tiene nada menos que ciento y veinte pies de vano en los dos arcos del centro del puente, y doscientos cuarenta y ocho de elevacion (1): de manera que el vano de los dos arcos del centro del puente de Alcántara es mayor que la elevacion del acueducto de Segovia; y la altura del de Trajano es mayor ciento treinta y dos pies que la del de Segovia: mas éste aventaja á aquel no solo en la magnitud de sus sillares y falta de mezcla en toda su fábrica, sino tambien en la antigüedad y en aquella dilatada estension de cerca de tres mil pies, y en el nú– mero de sus pilares y arcos; esceso que no admira menos que la elevacion del de Alcántara. Por fortuna el de Segovia ha tenido la felicidad de que le hayan respetado en la última guerra, como en todas las anteriores, los ejércitos de las naciones, que en diferentes épocas han ocupado nuestra ciudad; y no reclama su restauracion como el de Alcántara, sin la cual es de temer se vaya poco a poco arruinando el mas grandioso y magnífico monumento de la España romana bajo el imperio de Trajano.

Puente de Salamanca sobre el Tormes.

33 De este dice Gil Gonzalez en su Historia de Salamanca (2) lo siguiente: "Una de las grandezas que tiene Sala"manca, y de las mayores la mayor, es el famoso puente, de los mas insignes que tiene España, fundado sobre veinte y "siete arcos, por donde pasa sus aguas el rio Tormes. Tiene "de largo quinientos pasos y de ancho doce. Es edificio ro"mano, de cantería todo; y en la labor de las piedras tiene "mucha semejanza con el acueducto, tambien edificio anti"guo, de Segovia. Está lo mas alto de este puente adornado de "almenas de cantería tosca, que lejos ofrecen á los ojos una "agradable vista, por ser este puente la cosa mas insigne

(1) Hay alguna pequeña diferencia en estas dimensiones, tomadas del P. Florez, con las que pone el señor Ponz.

(2) Cap. 5.o, pág. 13.

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tiene esta ciudad: la tiene por armas, juntamente con "un toro de piedra, que está al principio de ella; de cuya antigüedad di larga y bastante noticia en una declaracion que "escribí de quién haya sido fundador de este edificio. Lo cier, "to, mas por tradicion que por escritura, es que Hércules "fuese su autor; y como cosa sujeta á las destemplanzas del ❝tiempo, viniendo por su antiguedad de mas á menos, la re"edificase el emperador Trajano, en la sazon que mandó res❝tituir el camino de la Plata, que va desde Salamanca á Mé"rida, del cual viven hoy muchas ruinas, y dan de ello testi"monio los que frecuentan este camino."

34 Conviene con estas palabras de Gil Gonzalez lo que escribe el señor Ponz (1); y añade que su construccion es romana, al modo de la del puente de Segovia, de los de Mérida, Alcántara y otros que es imposible averiguar quién fuese el primero que construyó esta importante obra; pero que la mandase reedificar en la forma que está hoy el emperador Trajano es muy probable, como dice Gil Gonzalez. Llama monumento antiquísimo á una figura informe, que parece de un toro, y está al principio del puente; y añade que las almenas, que hay en las acitaras, ó antepecho, es añadidura posterior. Las inscripciones que pone de los emperadores Trajano y Adriano el mismo Gil Gonzalez, y otras que pone del emperador Trajano el señor Ponz, que están en las columnas miliarias, que hay desde el camino de Baños á Salamanca (2), son pruebas nada equívocas de que á este emperador debe atribuirse el restablecimiento del camino que venia desde Mérida á Salamanca, y por consiguiente la formacion del puente de dicha ciudad; y como ademas nos asegura que el estilo de su forma y arquitectura es el mismo que el de Alcántara, que sin duda es del tiempo de Trajano, al tiempo de este emperador parece debe atribuirse su construccion. Si se descubriese con certeza el tiempo en que se hizo el edificio de Salamanca, y hallásemos la identidad que asegura Gil Gonzalez y el señor Ponz hay en la arquitectura de ambos puentes, pudiéramos descubrir algunas luces para conocer lo que aun ignoramos, á saber: quando se hizo el

(1) Viage de España, tom. 12, carta 7.a

(2) Tom. 8.°, carta 1.a

acueducto de Segovia: en lo demas es muy considerable la diferencia y superioridad del nuestro, y no puede admitirse comparacion entre ambos edificios.

Acueductos de Roma.

35 Para concluir este cotejo hablaremos con brevedad de los acueductos de la gran Roma, capital del mundo. Fijémonos, dice Gibbon, hablando de las grandezas romanas, en esos grandes edificios que conducen las aguas por su interior en tanta abundancia como si fueran un rio. Su utilidad, el atrevimiento de la empresa, la solidez en su ejecucion los colocó entre los mas bellos monumentos del poder y del genio romano. Los acueductos de la capital merecen por todos respetos la preferencia: pero el viagero curioso, que examina el del Spoleto, el de Metz y el de Segovia sin los conocimientos de la historia, se persuade que estas ciudades fueron en otro tiempo la residencia de un gran monarca (1). Roma, que no solo dió leyes é impuso su yugo á las naciones, sino que tambien les inspiró su gusto en la magnifiencia y en las artes, tenia para surtir de agua á sus habitantes muchos acueductos, por los que subian las aguas á la altura que era necesario superar para vencer la elevacion de los siete montes en que estaba edificada la ciudad; y tan dignos de la grandeza romana serían sin duda los acueductos, como lo eran los puentes Emilio, Tarpeyo y Triunfal, y otros no menos admirables, de los cuales no han quedado mas que ruinas y vestigios. Lo mismo ha sucedido con los acueductos; y si del soberbio anfiteatro de Vespasiano apenas ha quedado la mitad, no debemos estrañar que de los acueductos apenas hayan quedado los nombres. Del acueducto que Quinto Marcio (2) trajo á Roma, cuando fue pretor, desde el lago Fuelno á treinta y siete millas de Roma, no hay mas que vestigios que se advierten en el camino que se dirige á San Lorenzo fuera de los muros. El acueducto de Claudio, llamado así porque el emperador Claudio le hizo edificar para traer el agua treinta y seis millas por el camino de Sublaco, de dos

Tom. 1. cap. 2.°, Historia de la decadencia del imperio romano. (2) Antigüedades de Roma, pág. 137, imp. en 1678. Habrán sin duda ocurrido variaciones en estos restos de la antigüedad; pero siempre será cierto que en la gran Roma no se halla un acueducto como el nuestro.

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fuentes, llamada la una Cervea y la otra Curcia, y pasa-: ba el agua desde el monte Celio al monte Aventino, se observan vestigios que indican una elevacion considerable, como de cien pies de altura. Esta obra fue principiada por Cesar, y acabada por Claudio, y apenas ofrece de lo antiguo mas que algunos arcos, que están en pie al hospital de Santo Tomas. Habiéndose deshecho muchas veces los conductos de estas aguas, los hicieron restaurar los emperadores Vespasiano, Tito, Elio, Antonino y Antonino Pio, como parece de una inscripcion que está sobre la gran puerta que dirige á San Juan de Letran. Del acueducto, llamado Appio en las antigüedades romanas, porque le edificó Appio Claudio siendo censor, y conducia el agua desde el territorio. Tusculano ocho millas hasta Roma, hay algunas señales al pie del monte Testáceo, y otras al arco triunfal de Tito Vespasiano, que está cerca de Santa María la Nueva. Estos, omitiendo otros, eran los acueductos célebres que hubo en Roma. Aunque los vestigios manifiestan bastante bien la grandeza que presentaban en los siglos felices del imperio, lo que ha quedado no da bastantes señales para calcular ni el número de sus arcos, ni si tuvieron un solo orden de estos. Para formar alguna idea de los acueductos romanos, acudí á la coleccion de estampas de los edificios antiguos de Roma, medidos y dibujados con mayor exactitud por Mr. Desgodetz (1), arquitecto del Rey de Francia Luis el Grande, y nada hallé de lo que deseaba; solo puede dar alguna luz lo que se dice y se dibuja en dicha obra, cap. 21, en que trata, del Anfiteatro de Roma, llamado el Coliseo, que fue construido por los emperadores Vespasia– no y Tito en el centro de la antigua Roma, y en el parage en que quiso edificarle Augusto. En la estampa segunda se presenţa la vista interior del anfiteatro, y en él se ven tres órdenes de pilares y arcos muy semejantes á los del acueducto de Segovia; pero ademas tiene columnas que le adornan delante de los pilares. En la misma obra, al capítulo 23, trata del anfiteatro de Verona, del que dice que se ignora el tiempo en que se edificó y el arquitecto que le hizo, aunque algunos creen que es del tiempo de Augusto. En la estampa segunda de la elevacion exterior del anfiteatro se ven los arcos y pilares

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(1) Edicion de París de 1779.

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