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y adornado éste, y muy deterioradas las murallas. En los cimientos de ellas, que se ven á espaldas de la parroquia de Santa Columba, y en los lienzos y cubos que hay desde el paseo del Rastro hasta la puerta de San Andres se advierten colocados algunos sillares del acueducto, y aun trozos de la cornisa que le adornaba; tambien habia sillares de la misma clase en un fuerte murallon de la casa episcopal que estaba cerca del Alcazar, y que se ha desbaratado en 1816; como yo mismo reconocí, advirtiendo en su magnitud, figura, agujeritos, y calidad de piedra, la identidad de estas con las que estan en el acueducto, las cuales se han labrado y colocado en el cimientoby zócalo de la reja que se ha puesto para adorno de la gran plazuela. Mucha debia ser la urgencia en que se hallaban de construir las fortificaciones, cuando en un pueblo colocado so bre un peñasco se echó mano de los sillares del acueducto, y hasta de las lápidas romanas sepulcrales, de las que se encuentran muchas en la estension de la muralla. Fue sin duda una especie de prodigio que entonces dejáran en pie la mayor y mas hermosa parte del acueducto, y solo aprovechasen lo que estaba caido.

-172 5 Si la ruina parcial de este monumento hubiera acontecido en los tiempos góticos, ó al principio de la invasion sarracena, no hubiera sido facil que a fines del siglo XI se hubieran hallado á la mano tantas piedras del acueducto para colocarlas en las murallas; porque, como sucede de ordinario con las obras que se arruinan, cada cual tira de su parte, y la coloca en otros edificios, que le pertenecen en particular, aunque sea con detrimento público; y como de esta clase de sillares no se advierten colocados en otros parages mas que en las murallas, muy reciente debia de estar su ruina cuando aquellas se reedificaban. Asíque es lo mas cercano á la verdad, que los moros bajo la conducta y gobierno de Alimaimon, rey de Toledó, á fines del siglo XI, arruinaron gran parte de nuestro hermoso acueducto. Permaneció así cuatro siglos cabales, en los que hubieron de surtirse los ciudadanos de las aguas del rio, con demasiada incomodidad, por la elevacion en que está la ciudad; aunque parece que con maderas habilitaron el acueducto, antes que se pensase en restaurarle de piedra. El rey don Enrique IV, siendo príncipe, dió varias ordenanzas para el guiamiento del agua, y composicion de la cacera por donde viene hasta la ciu

dad: en ellas inserta sobre este punto, otras disposiciones del señor D. Juan el II; y por unas y otras se ve que ya el agua venia por el acueducto, y que su direccion llegaba hasta la ciudad alta, y en ella se repartian las aguas. Esto fue por los años de 1440 y siguientes, en los que ya poseyó S. A. en señorío esta ciudad.

73 Ni fue este tiempo el que dió principio al uso del acue ducto; aunque se usaría de él con los andamios de madera, que fue preciso poner en uso para facilitar el surtido de las aguas. Al mismo tiempo que crecia la poblacion en las orillas del rio, á fines del siglo XI, se aumentaba tambien la ciudad alta con la construccion de la muralla, la ereccion de la iglesia catedral contigua al real Alcazar, y la de varias parroquias, que pertene cen al siglo XI, ó principios del siguiente; como prueba nues tro historiador Colmenares con documentos muy autorizados, que aun se conservan en el archivo de la iglesia catedral. De suerte que debemos presumir con bastante seguridad, que entre las primeras obras que emprendieron los pobladores, fue la reparacion del acueducto, para proporcionar el surtido de aguas, que siempre sería mas penoso traerlos desde el rio; y estaria espuesto á faltar en muchas ocasiones, por la facilidad con que se descompondrian las maderas, que se habian subs、 tituido en la obra de los arcos y pilares arruinados.

Pasaro

CAPITULO VI

Restauracion del Acueducto.

74 asaron, pues, los ciudadanos de Segovia cuatrocientos años, desde la repoblacion hecha en el reinado de D. Alonso el VI hasta el de la reyna católica Doña Isabel, con el acueducto arruinado y estropeado en parte. A esta heroina de Castilla, muger en todo grande y heróica, estaba reservąda la gloria de restablecer tan grande obra de una manera sólilida y permanente. Esta ciudad, que fue la primera en aclamarla reyna de Castilla, la sirvió con la mas constante fidelidad, y la amó como á su verdadera madre, recibió de las manos benéficas de la reyna el mas apreciable beneficio con la restauracion de nuestro acueducto. El P. Sigüenza, varon

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muy recomendable por su sabiduría, y por el buen estilo juiciosa crítica con que escribió la historia de la religion de S. Gerónimo, en la que inserta muchas noticias históricas Y políticas del tiempo en que se introdujo en España y se propagó este religioso instituto, que abrazó en este monasterio del Parral, aunque despues se fijó en el de S. Lorenzo el real del Escorial, trae la relacion de este suceso con más estension que nuestro historiador Colmenares; y para referirle con exactitud, no debo hacer otra cosa que copiarle literalmente Despues de describir el principio del reinado de D. Fernando y Doña Isabel, tratando del prior del Parral, el P. Fr. Pedro de Mesa, natural de esta ciudad, el que por sus virtudes habia sido muy estimado del rey D. Enrique, y tambien lo era de la reyna católica, dice así (1): "Acaeció en su tiempo "que la puente de aquella ciudad, obra ilustre, en que se muestra lo mucho que la antigüedad sabia del arte, y el "grande ánimo que tenian los primeros para emprender obras „heróicas, estaba mal parado por el descuido y por las guerrasla canal por donde pasa el agua rota en mil partes. "Caíase el agua por ella con mucho daño del edificio y de las "casas y calles, de suerte que apenas se servian de ella. Como la tierra es tan fria, el agua que se derribaba hacíase caram"banos, ó peñas de cristal, como dice el Griego. Caíase sobre "los que pasaban, y sobre las casas vecinas de noche y de dia: "peligraban unos y otros, y ningunos tenian ánimo para poner "remedio. Visto el daño grande, suplicó el Regimiento á la rey"na católica diese licencia para echar cierto repartimiento en „la ciudad, y por la tierra para este reparo, que era grande, "y para otras obras de que tenian harta necesidad. Entendida la razon otorgólo la reyna, con condicion que no lo hiciese el »Regimiento, ni entrase el dinero en su poder, sospechando "que lo convirtiesen en sus propios intereses. Siempre el mundo fue uno. La dicha es que haya príncipes de buen celo, "que miren por el bien comun.

75 Mandó que se echase el repartimiento, y que se hiciesen las obras, y que pasase todo por mano de Fr. Pedro "de Mesa. Admitiólo la ciudad con mucha voluntad diciendo, "que' en esto les hacia mas merced que en lo principal. El sier

i (1) Historia de la orden de S. Gerónimo, tom. 2.o, cap. 40.

»vo de Dios escogió un escribano de los que parecian mas "fieles. No habia tantos como agora, aunque no menos en "qué escoger. Hizo el repartimiento con mucha igualdad y justicia. Venian al monasterio del Parral con los marave"dís que cobraban, y no se perdia uno; porque no entraban "en las manos de los grifos codiciosos y de perdidas concien»cias en atravesándose interese.

76 "Fue la obra grande, que como la puente es tan lar"ga, y por algunas partes tan alta, los andamios para subir "los canales de aquella piedra tan dura y tan pesada habian "de ser muy fuertes y peligrosos. Nivelóse el agua, é hicié"ronse los repartimientos por sus conductos, abriendo las cana"les para esto á sus trechos. Dieron agua á los monasterios, y "á los tintes, y á otras casas particulares, que allí llaman mer"cedes, y hay agua para todo: porque entra un grande golpe por »lo ancho de las canales que pasan por los muros de la ciudad; "y por dentro de ella va debajo de las calles por caños tan an"chos, atravesándola toda, que poco menos puede ir un hom»bre dentro, y llegan hasta el Alcazar, que está en el otro "estremo á la parte de poniente. Fue sin duda obra de gran“de ánimo, que casi pudo competir con la misma puente, y "digna de tan valeroso pecho como el de este santo.... Hizo "otras dos puentes en el rio con el dinero de este repartimien"to, ó derrama, que, como no se hacian mohatras, lucía: la "una está entre el monasterio del Parral y la ciudad, y

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otra en el Soto, entrambas con sus pretiles, ó antepechos, "y calzadas largas; porque en la una parte y en la otra habia "muy malos pasos de lodos y pantanos. Hizo tambien de nue"vo la puente de Bernaldos, y reparó la de Dueñas. Si ansí "se empleasen los repartimientos, mejor lustre hubiera en las "poblaciones.

- 77 77 Tuvo para todas estas obras nuestro Fr. Pedro de Mesa un escelente ministro, que será razon hacer aquí de "él memoria. Este era un religioso del mismo convento, no de "menos santidad que el prior: llamóse Fr. Juan de Escovedo, "montañes, aunque criado desde pequeño en Segovia. Su pa"dre era carpintero; y él no se contentó con esto solo, aunque "lo hacia muy bien. Tenia largo ingenio: deprendió la lengua latina, y estudió matemáticas, y supo mucha geometría, "y de allí vino á ser grande arquitecto. Siendo de edad

"de veinte y cuatro años recibió el hábito en el Parral: man"cebo de linda presencia, fuerte y de buen hueso. Entróle "tan bien la religion como las matemáticas..... Este era el maes»tro de obras: él daba las trazas, y por su orden se seguian »los mamposteros: repartia los estajos y jornales, y él los "gaba: venian al Parral á cobrar el dinero; y á todo dió feliz "remate, sin que ninguno se quejase, ni en las obras se hallasen defectos.

pa

78 "Quiso saber la Reyna, estando en Sevilla, qué esta"do tenian las obras de Segovia; y envióle allá el prior á que "diese noticia de todo, como quien podia hacerlo mejor que "todos: acaecióle en esta jornada lo que al glorioso San Ber"nardo en una posada... Salió de alli, que fue como salir del »horno de Babilonia sin quemarse. Llegó donde estaba la "Reyna: recibiólo con benignidad; dióle cuenta de lo que se "habia hecho, y tornó á su monasterio. Porque no se en"trase algun humo de vanidad en el alma con tantas virtudes "y favores, quiso nuestro Señor darle una enfermedad recia, "que no solo le humilló, mas aun le deshizo. Dábale gota "coral, y tratábale tan reciamente, que le derribaba en el "suelo. Sufríalo el siervo de Dios con admirable paciencia. Con "el ansia que tenemos todos de la salud, pidió consejo á un "médico de la Reyna Doña Isabel: prometió de sanarle, y fió"se de él, por ser hombre de tanta fama, y encargóselo la »Reyna. Dióle cierto regimiento, y purgábale á tercero dia "con unas píldoras, que por quitarle el cocimiento, le quitó "la sustancia, y le puso seco como un palo, con solos huesos "y pellejo, y así le quitó tambien la vida, y él se fue á gozar "la eterna. Este fue el obrero de Fr. Pedro de Mesa." Hasta aquí el P. Sigüenza. El pasage ha sido largo, pero utilísimo á nuestro intento. En él se descubren muchas verdades apreciables para la historia de las artes, principio de su restauracion en España, y la época del restablecimiento del acueducto, como tambien el nombre y bellas cualidades del arquitecto que lo hizo.

79 Siguió el P. Escovedo el modelo que tenia á la vista en la mayor parte del acueducto, que permanecia sin haber padecido ruinas; y fue el primero que un siglo antes que Juan Bautista de Toledo, y Herrera, asombrasen al mundo con su grande obra del Escorial, abandonó el estilo llamado gó

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