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Deseoso yo de desvanecer tantas equivocaciones y de inspirar á mis compatriotas los sentimientos generosos de gratitud hácia los que le formaron, y de vigilan cia por conservar la única obra de su clase, que permanece íntegra de la antigüedad; me dediqué á estudiarla con mucha atencion, y á reunir todos los pasages que en los escritores estrangeros y nacionales pude descubrir sobre ella, y los documentos auténticos que hablan de su legislacion y gobierno. Reconocí la obra muchas veces, y muy despacio, ya acompañado de personas inteligentes y curiosas, y ya solo. Cuando desde el ángulo, que forma al convento de San Francisco, y gira á la muralla de la ciudad, contemplaba aquella estupenda y asombrosa mole, que presentan sus robustos y elevados pilares en los dos órdenes de sus arcos, me llenaba de un asombro, que no acierto á describir. ¡Qué mortales fueron los que se arrojaron á ejecutar empresa tan heroica! ¡Cómo han resistido tantos siglos, y aun permanecen estos arcos y pilares! ¡Qué numen protector ha tenido el acueducto de Segovia, y por qué le han respetado tantos y tan diferentes guerreros devastadores y feroces, como nos han invadido desde que se construyó! Estas esclamaciones de mi espíritu sorprendido daban nuevo impulso á mis investigaciones; y alguna vez me servia de embeleso la vista del acueducto.

Mientras que estendia y daba orden á las noticias que adquiria, hacia formar diferentes dibujos del acueducto, para que acompañasen al escrito, y se pudiese en ellos admirar la antigüedad, la grandeza y la solidez de la obra. Debo manifestar un agradecimiento muy particular á los artistas de esta ciudad, que han ejecutado con esmero los que se presentan en esta Disertacion, y hacer memoria muy honorífica del coro nel del real cuerpo de Artillería, D. Joaquin de Gón

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gora, que se encargó con mucho gusto, y ejecutó el diseño de la parte mas dificil, cual es el del sotabancoó cartela, en que están los agujeritos, donde con plomo y puntas de metal se fijaron las letras que contenian la inscripcion. Aunque el dibujo está ejecutado con la puntualidad y esmero, que tiene acreditado en estos trabajos el talento y la aplicacion de este distinguido coronel, hubiera querido, para hacerle con mas exactitud, que se hubiera proporcionado medio de aproximarse á la elevacion en que se halla el sotabanco; pero esto no ha podido, ni es facil conseguirlo, por la altura en que se halla. Para que los anticuarios puedan formar concepto del caracter de esta obra, y. multiplicar las combinaciones alfabéticas por los agujeritos que van señalados en las piedras del sotabanco, se ha dado el dibujo en mayor escala, lámina 1.a, número 2; y puede suceder que alguno descubra lo que hasta ahora no hemos acertado á descubrir, como aconteció en la casa cuadrada de Nimes.

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Cuando me ocupaba gustosamente en reunir las noticias sobre el acueducto, se ofrecian á mi conside→ racion en varios parages de la ciudad otros monumentos de antigüedad que existen en ella. Tales son la escultura de Hércules, y del jabalí á sus pies, que hay en la pared de la escalera del convento de monjas de Santo Domingo el Real: los bultos de piedra berroqueña, que están colocados en la calle Real: las medallas ó monedas que aplican á nuestra Segovia los anticuarios; y un número bastante considerable de inscripciones romanas, esparcidas por la muralla, y otros parages extramuros de la ciudad, de las que algunas no pueden leerse por estar hechas pedazos, ó por haberse consumido con el tiempo las figuras de las letras: otras no se leen enteramente, ó solo en alguna diccion; pero mutiladas como están, ó consumidas sus letras, se

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descubren en ellas nombres de los mas célebres en la historia romana, y muchos de los que usaron los gobernadores y otros funcionarios públicos de España, con los que pudieron estar unidos, ó por sangre, ó por adopcion, las familias de Segovia. El recuerdo de estos fa→ mosos nombres en los pueblos, que poseen estos testimo→ nios de haberles pertenecido en lo antiguo, inspira ideas de honor, de probidad, y de heroismo, que conviene fomentar, para que propagándose de esta manera el jus→ to aprecio de las bellas cualidades, que adornaron á los que se celebraron como héroes en los pasados tiem→ pos, se estimulen los que habitan el mismo suelo que ellos habitaron á imitarlos en la probidad, y á horrori→ zarse con la memoria de los que fueron malvados y criminales. Esta es la leccion que nos presenta la his toria, la cual así como trasmite á la posteridad las acī ciones virtuosas de los que vivieron antes que nosotros, para que las celebremos, nos refiere igualmente los vicios y horrores de los malvados, para que su nom bre y sus delitos reciban para siempre los anatemas y execracion de todas las edades.

Si el historiador Don Diego de Colmenares hubie→ se formado en su tiempo la coleccion que ahora se ha reunido, sería mas copiosa, y tal vez mas interesante. Han pasado ya cerca de dos siglos desde que aquel jui→ cioso historiador emprendió la apreciable historia de nuestra ciudad; preciso es que en el curso de tantos años hayan desaparecido muchas de las antigüedades y lápidas que habia entonces, como él mismo nos asegura. Para que no perezcan tambien las que han quedado, y se conserven por medio de la publicacion de este escrito, ha parecido conveniente añadirlas al tratado sobre el acueducto, que es el que debe llamar con mas particularidad nuestra atencion.

Por este medio se puede propagar en toda esta

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provincia el estudio y aficion á las cosas de la antigüedad, y descubrirse muchos monumentos, que aclaren algunos puntos de nuestra historia, ignorados hasta aquí. En su territorio hubo ciudades y pueblos de alguna consideracion, de que hacen mencion los escritores antiguos, y cuya situacion topográfica ignoramos. Una casualidad hizo descubrir en el año de 1795 preciosos restos de una casa y habitaciones suntuosas en las inmediaciones de la villa de Duraton ; y el esmero de su cura párroco, D. Cristobal Rubio, y del doctor D. Santos Martin Sedeño, que lo era entonces en Duruelo, concurrió en gran manera al interes con que el señor D. Carlos IV promovió los progresos de aquel descubrimiento, y el aprecio que hizo de las antigüedades que allí se hallaron. Mosaicos, columnas, monedas, inscripciones, y otras cosas que se desenterraron, manifiestan que en aquellas cercanías pudo estar situada alguna poblacion de mucha consideracion. Si el respetable cuerpo de párrocos de esta diócesis se aficionase á seguir el buen ejemplo de estos dos señores, Ꭹ mirase con atencion un estudio, que alivia el tedio que causa la soledad en las aldeas; podríamos esperar algunos hallazgos de antigüedades en otros lugares de esta provincia, particularmente en las proximidades de Cuellar (1), Coca, Iscar, Pedraza y otros pueblos, que sin duda contienen en su territorio muchas reliquias

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(1). Esta villa, famosa por sus insignes hijos en armas y letras, siendo uno de ellos el célebre político y cronista Antonio de Herrera, historiador de las Indias, y no pocos otros que concurrieron, y se señalaron en la conquista de estas, merece muy particular mencion entre los pueblos de la provincia de Segovia. Tiene Cuellar su planta en un lugar alto, sobre un collado vistoso: está rodeada de muchos pinares, que la abrigan y surten de maderas: cércanla doblados muros antiquísimos, y un gran castillo en lo mas eminente por la parte de poniente. Por la de oriente dista cinco leguas de Peñafiel, otras tantas de Coca por el occidente; nueve de Valladolid, entre occidente y norte; y hacia el medio dia diez de Segovia, á cuya provincia y diócesis corresponde. Segun la division que de España

de los antiguos tiempos. Se han propagado los buenos estudios en todas las clases del estado: los historiadores eclesiásticos y profanos de nuestra nacion son ya cònocidos hasta en las humildes aldeas; y la aplicacion y patriotismo de los ministros de nuestra adorable y benéfica Religion me hacen esperar en este punto descubrimientos y luces, que en vano se hubieran exigido en otros tiempos.

hicieron los antiguos, pertenece Cuellar á los Vaceos belicosos, y está su término tocando la raya de los Arevacos. Está á once gra dos y cuarenta y seis minutos de latitud, segun la medida de Tolomeo; y la riegan de oriente á occidente el rio Cega, y el Cerquilla. Es tradicion que en lo antiguo llegaron sus ciudadanos al número de veinte mil; y no parecerá muy exagerado si se atiende á las ruinas de edificios y fortalezas antiguas, á larga distancia de su actual recinto, y á sus antiguas murallas. Segun el parecer de Mendez de Silva y de Don Alonso el Sabio, fundaron á Cuellar los Celtas mil años antes de Jesucristo. El nombre primero que tuvo fue Colenda, y con este corrió muchos años. Despues se vició su pronunciacion, mudándose en el de Cuellar. En tiempo que los sarracenos dominaron en ella le dieron el nombre de Maluenda, como afirma el fingido Luitprando; y aun es tradicion que en seguida tuvo el nombre de ciudad de la rosa; y en la historia de Aragon se la halla así nombrada. En tiempo de los romanos fue Cuellar ciudad opulenta. Entróla á fuerza de armas Tito Didio consul, despues de sufrir nueve meses de asedio; y por vengarse de sus moradores, que le habian resistido valerosos, los vendió por esclavos, con sus mugeres é hijos, segun cuenta Apiano Alejandrino. Encendida despues la guerra entre moros y cristianos, corrió varias fortunas, hasta casi arruinarse del todo. Reedificóla y repoblóla el Rey Don Alonso VI, Castellano, por los años 1077. En ella celebró cortes Alonso IX el año 1184, armando caballeros á Don Ramon Flazada, Conde de To-' losa, y á Don Luis, Conde de Xantres, en Francia. Enrique IV hizo merced de ella en 1454 á Don Beltran de la Cueva, primer Duque de Alburquerque, y privado suyo, quien edificó á legua y media de distancia, poco mas ó menos, por la parte de oriente, el famoso palacio, llamado Mongrado, en una hermosa y fértil llanura, donde se dicé que vivió la célebre Beltraneja; y del cual por desgracia apenas existen ya ni ai ruinas. Felipe H erigió á Cuellar en marquesado, cuyo título han llevado despues los primogénitos de la casa de Alburquerque. En el tiempo que escribia Mendez de Silva le dió á Cuellar, ochocientos vecinos de poblacion, que al presente no pasarán de quinientos, ó pocos mas. Tiene por armas en un escudo una cabeza de caballo.

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