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El uso y práctica de muchas cosas, que parecen nuevas, y se conservan en las aldeas, vienen sin duda desde los siglos antiguos, y merecen un examen crítico, que yo no he hecho mas que insinuar en los últimos capítulos de esta Disertacion: si ahora volviese á observar las costumbres de los pueblos y habitantes de las sierras, descubriria en ellos otras particularidades que se me ocultaron cuando viví en su compañía, ó que no estudié con tanto esmero como merecen. Lo que no puedo omitir es que al paso que advertia en los trages y en el esterior algun descuido y grosería, admiré muchas veces el despejo y la finura de sus talentos, particularmente en las mugeres. Sus ocupaciones y su vida es muy parecida á lo que nos dicen se usaba allá antes de la introduccion de la cultura romana; pero si entonces, como yo pienso, tenian tan buen entendimiento como ahora, estaban por cierto muy distantes del grado de incivilidad Ꭹ barbarie con que se les ha querido degradar.

Podrá estrañarse por alguno que en varios puntos me separe del modo de pensar de nuestro juicioso y diligente historiador Colmenares. No ha sido por cierto la manía de preferir la novedad á lo que ya estaba escrito, ni tampoco la presuncion, la que me ha inclinado á discurrir de otra manera. Solo el amor de la verdad me ha decidido, siempre que me separo de lo que escribió aquel respetable varon. Se hallaba aquella en su tiempo algo oscurecida con el crédito que tenian el falso Beroso de Fr. Annio de Viterbo, los fingidos cronicones, y otros escritores que no han servido sino para desacreditar y llenar de fábulas profanas y sagradas la historia de España. Las acreditadas obras que se han publicado despues, de D. Nicolas Antonio, el señor Marques de Mondejar, el P. Florez, Masdeu, y otros críticos españoles, desvanecieron aquellas som

bras; y el señor Colmenares hubiera sido el primero á detestar las ficciones, si las hubiera conocido. Es, pues, un digno obsequio á la apreciable memoria de nuestro historiador y compatriota lo que algunos poco ilustrados censurarán como atrevimiento y desacato. El hombre imparcial, que se halle con bastantes luces para juzgar sobre los artículos que trato en la Disertacion, podrá resolver si lo que afirmo está bastante autorizado, ó las pruebas que propongo son débiles. Nada aprecio tanto como el acierto: tan dispuesto estoy á reformar mis equivocaciones, luego que las conozca, como á sostener lo escrito, si no se impugna con solidez.

Si se hubiera asegurado que en la dominacion romana fue Segovia una poblacion de grandes riquczas, de mucha consideracion y opulencia, se hubiera censurado esta asercion como una paradoja infundada y caprichosa: pero su acueducto, sus medallas y sus inscripciones justificarán á la faz de los anticuarios una proposicion que no debe ponerse en duda. De los monumentos que se han reunido en esta Disertacion sacarán estos consecuencias y verdades históricas, que se ocultan á mis alcances. Yo quedaré dignamente recompensado de mis tareas, si no son desagradables en una edad en que tanto vuelo ha tomado el estudio de las antigüedades, y si pueden contribuir al lustre y decoro de mi patria.

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