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No se crea, por las ligeras indicaciones que acabamos de hacer, que al tratar de rebatir un cargo, en nuestro concepto infundado, tratamos de vindicar al general Espartero, censurando implícitamente ciertos y determinados movimientos políticos. No es este nuestro ánimo, ni podia serlo, por cuanto no creemos que envuelvan un cargo justo ni fundado las indicaciones que desmentimos. Al rechazarlas, pues, no tenemos otro objeto que el de fijar la exactitud de los hechos, para que puedan ser apreciadas debidamente las condiciones históricas de nuestra obra. Por lo demas, no nos incumbe juzgar movimientos políticos de ninguna clase, y si lo hiciéramos, jamás olvidariamos ciertas consideraciones de que suelen prescindir los que lo hacen movidos por la pasion de partido. Nosotros, por ejemplo, comprendemos la necesidad de sostener la disciplina militar y de conservar el respeto á las autoridades constituidas; sabemos que sin aquella disciplina y sin este respeto la sociedad seria un cáos y la vida imposible; pero, sin embargo, admitimos el imperio de las circunstancias anormales, y comprendemos al mismo tiempo que, llevando hasta el extremo la veneracion de esos principios, resultaria algunas veces lo mismo que con ellos se quiere evitar. Si la disciplina del ejército no se hubiera quebrantado en España en ciertos momentos supremos, estariamos hoy, políticamente hablando, en el mismo caso que en 1815, ó nos hubiéramos aniquilado completamente en una lucha desastrosa y sangrienta.

Hemos indicado ya que Espartero era de modesto orígen. En efecto, sus padres eran honrados y pobres labradores de un pueblecillo de la Mancha, y por lo tanto su educacion y su fortuna las debió sólo á sus esfuerzos y á su genio. Son pueriles y risibles, á fuerza de ser mezquinos, los cargos que se han querido formular contra Espartero por este motivo. Los que de tales medios se han valido trataban al parecer de realzar la importancia de las clases nobiliarias, y lo que realmente hicieron fue rebajarlas sin justicia y sin piedad. Si es necesario el prestigio de las clases nobiliarias para conservar un recuerdo vivo de las acciones. más gloriosas, fuerza será admitir la gloria de esas acciones y apresurarse á ennoblecer á sus autores. Si los fundadores de las casas de nuestros títulos no hubieran sido debidamente honrados y recompensados por los soberanos de sus tiempos, no hubiera llegado hasta sus descendientes el recuerdo de sus grandes hechos. Afortunadamente esos pobres esfuerzos de la enemistad

apasionada jamás se tienen en cuenta en la apreciacion de los actos heróicos, y Espartero ha sido honrado y enaltecido en proporcion á los servicios prestados á su país, pudiendo decir en un arranque del orgullo de la modestia y á imitacion de Rousseau: «Parece mentira que la Europa entera se ocupe tanto del hijo de un artesano.>>

Volvemos á repetir que ninguna de estas rectificaciones las hacemos para vindicar al general Espartero: nuestra obra no es una vindicacion ni una apología: es sencillamente una historia; pero por lo mismo queremos rectificar los errores de más bulto que respecto del personaje cuya vida vamos á narrar se han divulgado. Las apreciaciones históricas no pueden ser justas si los hechos en que se fundan no se relatan con escrupulosa exactitud.

Ya hemos dicho que el general Espartero ha personificado durante su vida pública las condiciones, sentimientos y aspiraciones de un pueblo que trataba de regenerarse, pero que queria esa regeneracion sin sacudidas violentas y conservando intactos los elementos distintivos de su condicion y de su carácter. D. Baldomero Espartero lo comprendió así desde un principio, ó mejor dicho, no necesitó comprenderlo para ajustar su conducta á los designios y aspiraciones del pueblo, porque fue señalado por la Providencia como el representante de la nacion, y dotado de antemano de todas las cualidades y condiciones necesarias para cumplir bien su mision. Esa inmensa popularidad que Espartero ha disfrutado, que no ha podido perder y que ninguno le ha podido disputar, no se fundó en determinadas acciones de guerra, en victorias de más ó ménos consecuencias, ni en tales ó cuales hechos políticos más ó ménos pronunciados. Generales muy valientes, muy entendidos y muy afortunados tuvimos durante la guerra civil, que alcanzaron tambien muchos laureles y muchas victorias; hombres políticos hemos tenido despues que han prestado eminentísimos servicios al país, organizando su administracion ó regularizando su hacienda; y ni unos ni otros han podido disputar al general Espartero su popularidad y su prestigio. Y esto es porque esa popularidad de Espartero nació con él: no ha sido producto de sus acciones, sino un resultado de sus condiciones: los hechos de Espartero no han precedido, sino acompañado á su prestigio; son hijos del carácter distintivo del pueblo español, perfectamente modelado y encarnado en él.

Por estas razones la vida de Espartero entraña la historia más

completa de su época. Sin embargo, nosotros al recorrer rápidamente todo ese gran período histórico, fijaremos nuestra especial atencion en aquellos acontecimientos á que más unido va el nombre de Espartero, tanto porque siempre son los de más trascendencia, cuanto porque no podriamos seguir otra marcha sin separarnos del principal objeto que nos hemos propuesto. Para que haya más claridad y amenidad en el plan de la obra dividiremos en tres partes nuestro trabajo.

La primera parte la consagraremos sólo á la vida militar, á los hechos puramente de guerra, relatando á grandes rasgos todas las principales acciones de la guerra civil, y detallando minuciosamente aquellas á que asistió ó dirigió el general Espartero. A esta relacion acompañarán hermosas láminas, que representarán los episodios más interesantes, alternando con retratos de los principales generales y más importantes personajes de aquella época.

En la segunda parte historiaremos todos los sucesos políticos en que ha figurado, aclarando y examinando su verdadera posicion, actitud y conducta, y manifestando lo que su personalidad y su nombre han simbolizado en ellos, y lo que ha motivado el lema invariable de la bandera que siempre ha enarbolado. Las láminas darán mayor realce al texto.

La tercera parte la destinaremos á todo aquello que directa ó indirectamente se relacione con su vida íntima. Esta parte, que indudablemente será la más nueva y original de nuestra obra, irá tambien ilustrada con multitud de grabados, que darán á conocer particularidades é incidentes curiosos que el público en general desconoce, y que servirán para apreciar con más exactitud á tan esclarecido personaje, cuya importancia se refleja hasta en los más ínfimos detalles de su vida privada.

Apuntado ya, siquiera sea ligeramente, el plan que pensamos seguir en nuestra obra, vamos á terminar manifestando algunos de los motivos que nos impulsan á publicarla en los momentos actuales.

Primeramente, es de una inmensa utilidad conocer en todo tiempo la historia de un hombre que llena tantas páginas de la de su país. Algunos han comenzado á escribirla ántes que nosotros, pero ni la han considerado crítica y filosóficamente como nosotros la consideramos, ni han pasado del año de 1843, despues de cuya fecha han tenido lugar hechos de grandísima importancia,

la Península como se dispone de un rebaño de carneros. Los españoles, degradados y abatidos como estaban, demostraron sin embargo que conservaban en el fondo de su alma la dignidad y el vigor que supieron comunicar al siglo de Cárlos V, y al ruido de los lamentos de las víctimas del 2 de mayo despertaron del letargo en que los tenian sumidos la ineptitud y desmoralizacion de sus gobernantes. Todos á porfía, mujeres y niños, mozos y ancianos, se sintieron arrebatados del fuego patrio, y llenos de rabia se alzaron á la vez pidiendo venganza.

Al estampido del cañon asesino de Murat renació España vigorosa y decidida, armándose para reconquistar su independencia y castigar á los que tan sangrientamente la habian injuriado. Los mismos que pocos meses antes se manifestaban abatidos é indiferentes, se agrupaban despues ansiosos para buscar armas y jefes que los condujeran á la pelea: desde el magnate hasta el mendigo, todos, embravecidos y airados, juraron usar de su soberano derecho contra los mismos que, despues de haberles enseñado á recordar y apreciar ese mismo derecho, querian arrebatárselo. Ese profundo sentimiento de independencia y libertad, que tan arraigado ha estado siempre en el corazon de los españoles, se desarrolló con la conciencia de su justicia y de su fuerza, y presentó en la abatida España el espectáculo grandioso de un alzamiento tan súbito y tan sublime, que no hay ejemplo de otro igual en la historia. Como si una suprema inteligencia hubiera preparado y dirigido aquel glorioso movimiento, todas las provincias españolas se levantaron espontáneamente y á la vez, animadas del mismo espíritu de exaltacion y de heroismo.

Todas las clases de la sociedad rivalizaron en manifestaciones de patriotismo, y los estudiantes fueron de los primeros en ofrecer su vida para librar á la nacion de la codicia extranjera. D. Baldomero Espartero seguia sus estudios en la universidad de Almagro, y el 1.° de noviembre del año de 1809 pasó con su hermano mayor á la ciudad de Sevilla á diligencias de familia. En esta ciudad, como en todos los grandes centros de poblacion, era aun mayor la exaltacion de los ánimos, y más ruidosas las manifestaciones en favor de la causa nacional. El jóven Espartero se dejó arrastrar entónces por su entusiasta patriotismo, y á los pocos dias de llegar á Sevilla, el 10 del mismo mes de noviembre, se alistó voluntariamente como soldado MIENTRAS DURASE LA LUCHA POR LA INDEPENDENCIA DE LA PATRIA. En este hecho Espartero obe

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Espartero se alista de voluntario para servir à la Nacion durante la guerra

de la Independencia.

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