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deció á los generosos y patrióticos impulsos de su noble corazon, como hicieron casi todos los españoles; pero indudablemente junto al fuego del amor patrio debió sentir en su alma algo que le predijera la alta mision que en aquella carrera estaba llamado á desempeñar. Los que, como Espartero, han de influir tan directamente en los destinos de una nacion, son empujados desde su nacimiento por una mano invisible y poderosa hácia el lugar que les está señalado.

Lo cierto es que desde el momento en que se alistó para servir como soldado de la patria, Espartero se creyó en su verdadero elemento. Todo en él parecia que le arrastraba á la carrera de las armas, uniéndose entónces ademas á los gustos de su carácter é inclinaciones el amor á la independencia de su país.

En seguida que se alistó le incorporaron al regimiento infantería de Ciudad Real, de soldado distinguido, y permaneció en dicho regimiento desde el 1.° de noviembre, en que sentó plaza, hasta el 24 de diciembre siguiente, en que pasó con la misma consideracion al batallon de Voluntarios de Honor de Toledo.

Antes de pasar á este último cuerpo recibió su bautismo militar el dia 19 del dicho noviembre en la célebre batalla de Ocaña, en la cual se distinguió por su arrojo y su bravura.

Cuando se disolvió la junta central, que residia en Sevilla, toda la guarnicion, en la que estaba comprendido el batallon en que servia Espartero, se replegó á la Isla de Leon, que hoy se llama ciudad de San Fernando, uniéndose ántes á las tropas de Extremadura que mandaba el duque de Alburquerque, y verificando en seguida la retirada á Leon y Cádiz, retirada que se cita como memorable en los fastos de aquella gloriosa guerra nacional. En ese hecho de armas nuestras escasas tropas dieron muestra de un valor heróico, y el nuevo soldado participó muy directamente de la justa fama que alcanzó aquel puñado de valientes. En la Isla se continuó un penosísimo servicio por causa del bloqueo de aquella plaza, y á este servicio se dedicó Espartero, particularmente desde el 1.o de setiembre de 1810, en que pasó de alumno á la academia militar, continuando sin embargo en el servicio armado de campaña.

Desde sus primeros pasos en la carrera militar Espartero tuvo siempre furor por distinguirse en todos los hechos de armas; así es que, mientras fue alumno de la academia, ese empeño y los actos arriesgados que llevó a cabo para satisfacerlo le valieron

muchas veces el que sus compañeros y sus jefes fijasen en él la atencion. Procuraba, tanto en los ejercicios de la escuela, que era en los que más se empleaban los alumnos, como en algunas salidas que hacian de la plaza para rechazar las avanzadas del campamento francés, internarse en este hasta un punto siempre muy adelantado y peligroso, y traer algun objeto que lo atestiguase. Estos hechos unidos á su viveza natural, á su simpático carácter y á su gracejo puramente meridional, le hacian adquirir el prestigio que en mayor escala consiguió luego en cuantas posiciones ocupó, y que es generalmente el sello del verdadero genio.

En el mes de febrero del año de 1811 fue agregado al servicio de la batería de Portazgo en la misma plaza, y el 5 de marzo se halló en la batalla del Pinar de Chiclana, cumpliendo siempre. con su deber á satisfaccion de sus jefes.

Al mismo tiempo seguia sus estudios en la academia, que era la que se titulaba «Academia militar del cuarto ejército,» de la que fue fundador y director el coronel de artillería D. Mariano Gil de Bernabé, distinguiéndose tambien por su aplicacion y buen comportamiento, puesto que en todos los exámenes que sufrió obtuvo la nota de bueno, y la de sobresaliente en táctica, á cuyo estudio fue muy aficionado.

Haciéndose notar entónces mucho la falta de oficiales en los cuerpos facultativos, á propuesta del general Samper, comandante general interino del cuerpo nacional de ingenieros, se restablecieron las academias de este y de los demas cuerpos en los términos que habian existido antiguamente. Se expidió tambien una real órden de fecha 11 de setiembre de 1811, concediendo licencia para que fuesen examinados cuarenta y nueve alumnos de la academia militar del cuarto ejército, y para que si se consideraban aptos ingresasen en la de ingenieros establecida en Cádiz, residencia entónces del gobierno. En diciembre se verificaron los exámenes, y Espartero fue uno de los que se incluyeron en la propuesta, mereciendo en el exámen de todas las asignaturas buenas notas, por lo cual consiguió el despacho de subteniente de ingenieros el 1.° de enero de 1812, y entró en la academia gaditana de este cuerpo para continuar los estudios especiales que tenia necesidad de adquirir. Los primeros exámenes que hizo fueron en setiembre del mismo año, y en ellos obtuvo la nota de bueno en aritmética, álgebra, geometría especulativa, sec

ciones cónicas, trigonometría rectilínea y geometría práctica, y la de mediano en dibujo.

Parece ser que despues de este exámen miró con más abandono y descuido el estudio, á causa sin duda de las distracciones que á los jóvenes ofrecia una ciudad como Cádiz, y por consiguiente no logró tan buen éxito en los segundos exámenes verificados en marzo de 1813. En ellos fue calificado de mediano, siendo de advertir que los que así se calificaban no tenian derecho á la aprobacion del curso, quedándoles sólo la facultad de poder volver á estudiarlo.

Se ha hablado mucho de este incidente, que entónces pareció desfavorable á la carrera que Espartero habia emprendido, y que sin embargo influyó tanto en beneficio suyo para su posicion en lo porvenir. Unos han querido deducir de aquel hecho la completa incapacidad de Espartero, sin advertir que sus notas anteriores y la aptitud, viveza y talento que sus jefes le habian reconocido rechazaban ese juicio. Otros han dicho que una enemistad personal de alguno de los preceptores del colegio influyó para la calificacion que de Espartero se hizo en este exámen. Algunas anécdotas, que respecto á esta época reservamos para la parte anecdótica y descriptiva de nuestra obra, hacen creer que hay algo de cierto en esta última asercion; sin embargo, nos parece que tanto contribuyó para la nota del exámen ese motivo particular como las distracciones propias de la edad y del carácter alegre y bullicioso del nuevo subteniente. Lo que no influyó para nada, porque no existia y porque ha sido sólo una suposicion. de la saña enconada de los partidos, fue su incapacidad. Siempre habia demostrado su viveza y su talento, y hasta en aquel caso, en la nota especial de la academia, se consignó así, puesto que se decia «que de los incluidos en la nota de medianos D. Baldomero Espartero pudiera, si hubiese tenido aplicacion, haberla merecido mejor, porque tenia disposicion para ello.»>

Algunas veces habla en la actualidad Espartero de estos primeros pasos dados en su carrera militar, y dice que cuando á la edad de diez y seis años, concluida la filosofia en la ciudad de Almagro, formó empeño en ser militar y obtuvo licencia para sentar plaza de distinguido, obedecia únicamente al instinto de salvacion nacional, impulsado por su genio batallador y por el desarrollo de su agilidad y de su fuerza, que le hacian considerar á cada extranjero invasor como un ente capaz sólo de produ

cir miedo a los chiquillos, y no comprendia que pudiese haber otros hombres tan privilegiados por la naturaleza como los españoles; pero que cuando á los pocos dias vió en la batalla de Ocaña, en que recibió su bautismo militar, que los franceses sabian pelear, empezó á ver las cosas con su valor real y á juzgar con más datos y fundamentos. «Entónces empecé á ser hombre,» dice Espartero.

Tambien habla alguna vez de sus estudios militares, y afirma que despues de haber sido destinado á la academia de la Isla de Leon y á la escuela especial de ingenieros, tenia siempre por aguijon la impaciencia, mortificándole y aburriéndole la lentitud en la carrera. No le halagaba todo lo que debiera ser oficial de un cuerpo facultativo á los diez y ocho años, porque se le figuraba que no tendria ocasiones tan repetidas como él deseaba para batirse: apetecia más la actividad de los cuerpos ligeros que la monotonía de las clases y las frívolas diversiones de la alegre Cádiz.

Recordamos estas palabras, dichas en varias ocasiones por Espartero, porque ellas revelan el carácter del oficial de ingenieros que no fue aprobado en el último exámen, y aclaran aquel asunto más que cuantas suposiciones se hagan y cuantos juicios se formen.

Espartero no quiso repetir los estudios de aquel curso en que habia sido calificado de mediano, y trató de volver á los combates, á la campaña activa, á los azares, á las alternativas de la suerte y de la fortuna. Se puso de acuerdo con varios compañeros que se encontraban en el mismo caso, y en union con ellos. pidió y obtuvo pasar á infantería, siendo destinado por el subinspector del segundo ejército al regimiento provincial de Soria, entónces segundo de infantería del mismo nombre, en clase de subteniente. Este cuerpo era uno de los que componian la segunda division á las órdenes del teniente general D. Pedro Villacampa, division que se hallaba situada cerca de Murviedro: Espartero fue dado de alta en la sexta compañía el 28 de abril del mencionado año de 1813.

La guerra con Francia tocaba entónces á su fin: Napoleon habia aprendido bien á costa suya que el espíritu independiente y liberal de los pueblos vale mucho más que los ejércitos más aguerridos y que los generales más experimentados, y la degenerada y abatida España se lo enseñó así prácticamente en los

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