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Espartero solo y disfrazado atrae á una emboscada cerca de Presto à una partida de iusurgentes, fingiéndose su caudillo.

cido mas que por su fama y renombre. Espartero entónces concibió uno de esos planes audaces que sólo los concibe el genio y que generalmente los corona la fortuna. Preparó una emboscada á cierta distancia de Presto, y en seguida, solo y disfrazado, montó á caballo y partió con direccion al punto donde estaban reunidos los rebeldes. Llegó allí, y fingiendo ser el caudillo que aguardaban, los arengó y los excitó á sorprender las avanzadas de las fuerzas que los españoles tenian situadas en Presto. Los rebeldes se entusiasmaron, y siguiendo á su fingido caudillo cayeron en la emboscada que se les habia preparado, quedando casi todos prisioneros. Este hecho, que revelaba tanto ingenio y ardid como valor y arrojo, dió á Espartero toda la fama y prestigio que merecia.

Cuando se creia ya próxima la completa pacificacion de la provincia en vista de estos reveses sufridos por los insurgentes, penetró en ella, procedente de Buenos Aires, una numerosa partida al mando del cabecilla Lamadrid, y fue necesario concentrar todas las fuerzas españolas para perseguirla y extinguirla. El brigadier O'Reilli formó una division, en la cual se incorporó el batallon del centro que mandaban La Hera y Espartero. Aunque sólo contaba entónces con 300 hombres, se constituyó en vanguardia de la expedicion y dió dos terribles lecciones á las fuerzas enemigas, triplicadas en número. La primera tuvo lugar en el encuentro de Yamparaes el dia 10 de junio, y la segunda el 14 en Sopachui. En ambas quedó escarmentado el enemigo, pero principalmente en la segunda, en la que Lamadrid experimentó la pérdida de 300 muertos, 100 prisioneros, 3 cañones con todo el tren de artillería, 500 fusiles, multitud de sables, todas sus municiones, bagajes y papeles, 500 cabalgaduras y varios trofeos, entre los cuales se contaba el estandarte de los húsares de Tucaman. Tambien se rescataron los prisioneros de Tarija y los del escuadron de Laguna.

Esta brillante jornada destruyó por algun tiempo las esperanzas y los planes de los rebeldes; así es que hasta marzo del año siguiente de 1818 no se registran nuevos hechos de importancia. Espartero, á quien en premio de su valor y servicios se le habia nombrado primer comandante, fue encargado en la última fecha citada del mando de una columna compuesta de 300 hombres, que habia de operar en la provincia de la Plata, á cuyo fin se dirigió á las inmediaciones de Pomabamba y riberas del

Pilcomago en persecucion de los caudillos Fernandez, Prudencio, Aldonaire y otros, que traian al país revuelto siempre. Cerca de dicho pueblo de Pomabamba les dió la division de Espartero la primera embestida, y con una valerosa carga á la bayoneta los deshizo y puso en fuga, apresándoles armas, caballos y más de 800 cabezas de ganado vacuno. El 20 del mismo mes de marzo batió y derrotó tambien en las llanuras de Mojocoya y en el punto llamado el Pepinal á la faccion que capitaneaba Cueto, cogiéndole varios prisioneros y una gran parte de su armamento y municiones.

Con la misma fortuna continuó desempeñando su mision hasta mediados del año de 1819, sin descansar ni un dia en aquella guerra, que era de todos los momentos, y en la que las penalidades y trabajos alternaban con compromisos de toda especie, porque el país estaba todo él impregnado de ese espíritu de independencia y de insurreccion que hace imposible toda clase de espionaje, y que por consiguiente no permite á los jefes ciertas combinaciones y golpes de mano que aseguran su prestigio entre los soldados. Afortunadamente Espartero desde un principio tuvo gran ascendiente sobre las tropas de su mando, y por este motivo pudo conservar la disciplina y la animacion en la reducida division que entonces estaba bajo sus órdenes. Varias veces tuvo que emplear esos recursos de imaginacion que siempre han estado al alcance de su ingenio, tales como suponer confidencias que no habia tenido, para hacer sorpresas contra fuerzas muy superiores en número y para dirigir operaciones á un punto muy arriesgado. La fortuna coronó siempre el éxito de estas empresas, que se repetian muy á menudo, y Espartero tuvo la suerte, miéntras mandó esta columna, de no sufrir ningun revés y de adquirir cada dia nuevos laureles, que aumentaban más su fama de valiente y entendido.

Otra de las cualidades que desde aquel entónces empezaron á distinguir á Espartero fue la constancia en las penalidades y trabajos, constancia que sabia comunicar á todos sus soldados hasta el punto de sufrir, más que con resignacion con alegría, privaciones intolerables. En el tiempo que duraron las operaciones que Espartero dirigió en la provincia de la Plata no habia para soldado mas racion que la de carne, que la tenia que ganar con la punta de la bayoneta, cogiendo á los enemigos las cabezas de ganados que guardaban para su sustento. Racion de pan sólo la

el

tenian rara vez los oficiales, y Espartero hizo que todos prescindiesen de ella para que los soldados sobrellevasen mejor su falta.

Fueron tan activas las operaciones de la division que mandaba Espartero, que los insurgentes se vieron obligados á abandonar la provincia de la Plata y retirarse á los valles de las de Potosí, Cochabamba y la Paz; y en vista de esto el general en jefe Laserna concentró todas sus fuerzas en Oruro, Sicasica y Cochabamba, y dispuso la organizacion de varias columnas, que á las órdenes de los jefes Villalobos, Ameller, Ramirez, Lozama, Valdés, Espartero, German, y otros dirigiesen sus operaciones á un mismo tiempo contra diversos puntos: lo que dió muy buenos resultados, puesto que se extinguieron y exterminaron casi todas las partidas, cogiéndoles sus municiones y armamento.

La columna que mandaba Espartero fue especialmente encargada de la persecucion del caudillo Chinchilla, que se habia ароderado de los valles de la Paz, y que en combinacion con Lira, Mamani, Santisteban y otros cabecillas sembraba la desolacion y el espanto en todas aquellas comarcas. A primeros de junio del citado año de 1819 fue cuando emprendió sus operaciones, saliendo de Sicasica al frente de unos 300 hombres. Inauguró la campaña con un hecho brillantísimo, pues el dia 7 del dicho mes sorprendió en Inquisibe al cabecilla Orihuela, haciéndole prisionero con toda su partida. Por mucho tiempo se habló en aquellos pueblos de esta sorpresa, que llevó á cabo Espartero con una audacia y un valor fabulosos. Con sólo dos soldados de su confianza se separó de la columna y se introdujo en el pueblo, enterándose por sí mismo de las fuerzas enemigas y de su posicion y situacion, y despues de examinarlo todo detenidamente, se volvió á incorporar á la division y continuó el plan, que dió por resultado la aprehension de toda la partida con su jefe, que era uno de los más temibles, sin que la division sufriera baja ni pérdida alguna.

Los jefes superiores elogiaron mucho el comportamiento de Espartero en esta ocasion, así como el que tuvo en la accion del dia 27 del propio mes citado, en la que batió y derrotó completamente á los caudillos Chinchilla, Videla, Contreras, Castro y otros, que le presentaron batalla en las alturas del mencionado pueblo de Inquisibe con 200 fusileros y una multitud numerosa de indios. Despues de derrotarlos y desalojarlos de las alturas que ocupaban, los fue persiguiendo y acosando, hasta que el 29 lo

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