Imágenes de páginas
PDF
EPUB

cordia y el encono reciproco entre los partidarios de D. Cárlos facilitasen á los constitucionales la victoria sobre aquellas masas disidentes y en anarquía. El ministro de Hacienda Pita Pizarro, por su extraña aficion á conspirar, era sin duda el más á propósito para confeccionar planes de esta especie: y habiendo querido la suerte depararle un hombre tan del caso como D. Eugenio Avinarela, á quien da la fama, y él mismo más que la fama, donosa celebridad en aquel arte, atribuyéndosele mucha travesura y excelentes recursos para asuntos de esta clase, púsose desde luego por obra el maquiavelismo político, que á decir verdad no produjo, porque ni aun tiempo tuvo siquiera ni ocasion para producir grandes resultados. Los enemigos del duque que le buscan en todas partes un rival para partir con él, ya que no sea posible arrebatar á aquel ilustre caudillo las glorias adquiridas en esta campaña, y que no han escrupulizado hallarle en el arriero de Bargota, Marlin Echaide, fiel navarro que sirvió de instrumento en la negociacion prestando el importante cuanto peligroso servicio de llevar de uno á otro campo las comunicaciones en cifra que le entregaban ambos generales, con mayor fundamento al parecer han puesto los ojos en el proto-intrigante Avinarela, designándole en el desvarío de sus pasiones como el principal autor del gran suceso de Vergara. Funesto achaque, y vana y ridícula temeridad de los partidos, que así conculcan las leyes del buen criterio, con tal de satisfacer su encono y dar pábulo á su envidia.

Basta sin embargo pasar la vista por la memoria que acerca de esto ha dado á luz el D. Eugenio, para convencerse de que si bien sus intrigas en la frontera no dejaron de contribuir algun tanto á fomentar, á acrecer, que no á crear, la disidencia en las filas rebeldes, como se aumenta siempre la intensidad del fuego con la agregacion de cualquier ligero combustible, está muy lejos esle emisario de merecer las glorias que él en vano pretende, y que en vano tambien se obstinan en atribuirle los enemigos de la verdad y del duque de la Victoria. Llama la atencion sobre todo ese prurito con el cual se envanece su autor de pasar á los ojos de la presente generacion y á la memoria de la posteridad como un ser privilegiado en asuntos de conjuras y de conspiraciones.

Enviado en comision á Bayona, en los últimos dias del año 1838, para que de acuerdo con el cónsul español se ocupase ex

clusivamente en este negocio de la guerra, sirviendo de auxiliar y apoyo á aquel funcionario, segun se expresa en una comunicacion que él mismo pasó al ministerio de Estado, fecha 2 de junio de 1839, decidióse Avinareta, luego de haber llegado á aquel punto, que fue el 5 de enero, á ordenar y poner en práctica sus planes, en cuya ejecucion fiaba el éxito de ulteriores sucesos. Con fecha 25 de febrero aparecen firmadas por Avinareta en su memoria unas instrucciones dadas á sus principales comisionados establecidos en la línea de Hernani, de acuerdo con el jefe político de Guipúzcoa, D. Eustasio de Amilibia, cuyo principal artículo prevenia «trabajar por todos los medios para introducir la escision y la discordia en el campo enemigo.>> Pero es el caso que la discordia y la escision hallábanse á la sazon tan hondamente radicadas en aquel campo, cuanto que una semana ántes de redactar Avinareta ese escrito, el 18 del mismo febrero, habia fusilado Maroto á los generales Garcia, Sanz, Guergué, etc., verificándose así con mucha anticipacion el triunfo del partido moderado carlista sobre el exaltado ó fanático, que era ló que se habia propuesto Avinareta. Verdad es que este da cuenta del suceso mostrándose por él muy satisfecho, de la manera siguiente: «El 18 fusiló Maroto en esta ciudad (Estella) á cuatro de los principales caudillos de la faccion navarra, cuyo ruidoso acontecimiento me probó de una manera evidente lo que la «Conquista» me refirió posteriormente de haberse aprovechado de parte de las indicaciones que hice en el plan qne le di y sirvió para derrocar enteramente el bando teocrático carlista. » Y he aqui que si no lo cuenta Avinareta nadie podria imaginarse que los trágicos sucesos de Estella fueron debidos al mágico y aun magnético influjo de una mujer, á quien el autor de la memoria, con su lenguaje simbólico y sibilítico, apellida la «<Conquista, que habia sido (dice él) confidente de Zumalacárregui, que tenia estrechas relaciones con varios generales facciosos, y que habitando entónces en triste soledad una casa de campo inmediata á Bayona, fue buscada por Avinareta, impuesta é instruida á fondo en el papel delicadísimo que habia de desempeñar entre los rebeldes; y partiendo al punto el 21 de enero, para emprender sus maniobras cerca de estos, llega á tanto su poder y su destreza, que á los pocos dias sobrevinieron los acontecimientos borrascosos que ya hemos referido, viniendo despues de ellos, dice la memoria, á tomar asilo esta heroina en un conven

to de monjas. ¡Lástima grande que el autor nos prive del nombre de esa nueva Judit, que así cortó la cabeza de su Holofernes, el bando fanático personificado en las desgraciadas víctimas de Estella!

Ya que vamos tratando de los medios que la política sugirió al gobierno para dar fin á la guerra, haremos mencion de un paso honroso dado por el gabinete que presidia Perez de Castro, con motivo de un despacho que le fue remitido en 24 de mayo de 1839 por nuestro embajador en Paris. Habia solicitado audiencia de este alto funcionario el coronel carlista Madrazo, que habia ido comisionado por Maroto á la capital de Francia, con objeto de explorar los ánimos de aquel gobierno respecto á un tratado ó convenio que ajustase la paz de España bajo la salvaguardia de las potencias nuestras aliadas y amigas, y la base de obligar á D. Cárlos á abdicar la corona en su hijo mayor; y contestando el gobierno de Madrid con fecha 3 de junio, por conducto del ministro de Estado, trascribió este al embajador el acuerdo del consejo celebrado el 2, que contenia las instrucciones ó cláusulas siguientes, dignas en verdad de ser aquí consignadas:

«Que reciba y siga cuantas comunicaciones quiera hacerle es coronel Madrazo, y cualquier otro carlista emisario que se le acerque, usando siempre de la cautelosa reserva que la pruden

cia recomienda.

«Que no admita ni considere admisible ni posible cualquiera proposicion que tienda á entrar en negociacion con D. Cárlos ni su familia, ya sea por medio de boda, ya de otro acomodamiento cualquiera.

<«<Que si se le proponen defecciones de generales del pretendiente, ó de jefes de cuerpos, batallones, etc., que quieran abandonar á D. Cárlos, ó pasar al ejército leal con las fuerzal que mandan, exigiendo la conservacion de sus grados, honores, sueldos, etc., no tenga la menor dificultad en ofrecerlo, seguro de que el gobierno lo cumplirá, verificada que sea la defeccion, en un plazo determinado, de uno ó dos meses.

«Que si se exigiese por los proponentes una garantía, como sucedió ya el año pasado en una negociacion semejante, se puede proponer la garantía del gobierno inglés, que fue propuesta y admitida entónces.>>

Y el ministro de Estado añadia, para cerrar la comunicacion: <<No parece necesario hacer comentarios ni querer explicar

[graphic][subsumed]
« AnteriorContinuar »