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namente industriados en las cosas de nuestra santa fé católica; y aun destos que mandaban que fuesen se huyeron no pocos dellos á partes secretas, por no ir á donde les mandaban, y otros se iban á las iglesias, de donde por mandado del visorrey los sacaban; y metidos en las naves fueron la vuelta del Perú, y en el camino murieron muchos dellos en la mar, de manera que llegaron muy pocos á sus pátrias, é los que llegaron volvian á sus ritos é idolatrías como antes solian; de manera que ningun provecho resurtó de querer cumplir esta ordenanza. Y algunos conquistadores que se iban á España é de muchos años tenian indias de su servicio en las quales habian habido hijos, queriéndolas llevar consigo, se las mandaba quitar para enviallas á sus tierras á costa de sus amos; y si sobre ello altercaban 6 hablaban algo, les mandaba pagar doblado en flete ó matalotaje; é como algunos tuviesen los hijos pequeños é quisiesen suplicarle no permitiese que muriesen por no tener madres, mandaba que pagasen mayor suma, usando en este caso como los jueces portugueses del toston.

Llegados los Oidores á Panamá se hicieron algunas fiestas, y cuentan que los Oidores y el visorrey no estaban muy conformes, antes en secreto ni él trataba bien dellos, á lo que dicen, ni ellos dél. E como se tratase del rigor de las nuevas leyes, y la dificultad que traya ejecutallas en el Perú, por haberse alterado los de aquel reino en tanta manera, los Oidores hablaron al visorrey sobre que no debia mostrar voluntad de la ejecucion de las leyes por entonces, hasta que se viere apoderado en el reino del Perú, y el Audiencia asentada, que seria más fácil hacer lo que S. M. mandaba. Y el visorrey tuvo aviso de las cosas que habian pasado en el Perú é la mucha gente que habia en aquel reino; de lo que habia hecho el gobernador Vaca de Castro é como estaban muchos tiros de artillería é arcabuces é pólvora en las ciudades del Cuzco é Lima; é le avisaron muchos que entrase con sufrimiento é modestia en el Perú, porque si entraba de otra manera podria ser levantarse contra él; porque demás de las armas y gentes que habia en aquel reino, cada dia pasaban muchas y agora de nuevo iban. Mas él, no mirando á estos dichos, dicen que respondia: quél solo con una capa y una espada bastaba para todo el Perú. Y muchos, oyendo sus dichos, adevinaban en lo que habia de parar; porque viendo que las Ordenanzas eran ásperas para gente que tan libremente habia vivido como los que estaban en el Perú, y cuán duro les habia

de parecer el yugo tan grande dellas, entendian que se ponian en arma, pues estaban ya acostumbrados por cosas livianas á contender en guerra.

CAPÍTULO II

De las cosas que más pasaron en Panamá; de lo que le dijeron al visorrey el gobernador Rodrigo Contreras y los Oidores sobre las Ordenanzas.

No habia menos bullicio y alboroto en la Tierra Firme que en el Perú, oyendo al visorrey que decia que luego habia de ejecutar las Ordenanzas y tener el reino en tanta retitud y justicia, que ninguno se desmandase á vivir con tanta soltura como hasta allí habia sido. Rodrigo de Contreras, gobernador que habia sido de la provincia de Nicaragua, estaba en aquel tiempo en Panamá, y mirando que el visorrey no queria retener en su pecho cosa alguna de lo que habia de hacer, antes públicamente, que por todos era oido, afirmaba con juramento que no seria desembarcado en el puerto de Tumbez, cuando los indios habian de conocer que eran vasallos y súbditos del Emperador nuestro señor, y que los encomenderos no habian de tener con ellos en qué entender en más que en cobrar los tributos que eran obligados á les dar, y que luego las Ordenanzas reales se habian de ejecutar como el rey mandaba, se fué á su posada y le dijo: La alteracion que hobo en este nuevo imperio de Indias desde las islas á esta parte, en saber los españoles que en ellas vivian venir las nuevas Ordenanzas, vuestra señoría no creo que lo inora, pues si las orejas no tiene sordas, el tomulto no siendo acabado, podrá oir el clamor que sobre ello tienen. No me quejo yo ni los de acá de que S. M. haya enviado las nuevas leyes; mas como sea príncipe tan cristianísimo, desea que con retitud las cosas de acá sean gobernadas é con moderacion; y teniamos por cierto que viniendo á las ejecutar sus ministros, celosos de su servicio real, mirarian que la expedicion de los negocios no requiere llevarlas á ejecucion; y viendo que vuestra señoria públicamente da á entender que no habrá llegado á la Nueva Castilla cuando han de ser cumplidas y ejecutadas en uno mismo, me congojo1. Y las Ordenanzas que trae no sólo no las publique, mas vaya al reino y esté un año y

1 y no tenga en poco mis palabras, antes las oya con atencion.

más en él, y despues de ver asentadas las provincias y que en ellas no hay alboroto, en tal caso, el tiempo, que es maestro de acaescimientos, dirá lo que haya de hacer; y si se cumplen, yo desde aquí me hago adivino de grandes males que han de rescrecer, porque los que viven en aquel reino no son de baja suerte como en España decian, sino todos los más hijosdalgo, y vienen de padres magníficos, y han de permitir antes morir que venir á tener por bien el cumplimiento de las Ordenanzas: y como haya cabeza 2 principal, prometo que no falten dicinciones ni guerras, pues ya el alboroto de allá es tan grande.

Esto dicen que Contreras dijo al visorrey, el cual dicen tambien que le respondió en esta manera: Si es que la maldad de todo punto precede á la bondad, y la tirania á la lealtad, y el rey con estos reinos no tiene más parte que aquella que los que en él estan le quieren dar, yo creeré que lo que decís será ansí; pero si afirmais que no les ha alterado la intencion de S. M., ¿cómo no querrán que se cumpla su voluntad real? Con la pobreza que nuestros padres vinieron á descubrir este imperio, bien lo sabeis, pues no ha tantos años que Colon salió de España, y háse ido la cobdicia en tanto metiendo en las voluntades de los de acá, que por adquirir dineros han hecho grandes males y casi destruido totalmente las provincias; y si agora estas leyes no vinieran, de aquí á diez años no hubiera otra cosa que en ellas ver que los edeficios arruinados, los collados y rios de la tierra. Y pensar ninguno que los ministros del rey hemos de guiarnos á los apetitos de acá, no lo creais ; y ninguno se desvergüenzará que yo no le quite la cabeza de los hombros, en señal de su traicion. Y diciendo esto se metió en su retraimiento, y el gobernador Rodrigo de Contreras se salió de allí; no tardando mucho que el licenciado Zárate, pesándole de que el visorrey dijese que luego habia de ejecutar las nuevas leyes, paresciéndole que no era cordura hablar sobre cosa que tan enojosa era de oir á todos, y entrándose á donde el visorrey estaba, le dijo: que oyendo las cosas que oia sobre lo tocante á las Ordenanzas, le parescia que para entender cómo se habian de ejecutar, que era cosa decente por entonces no hablar en ellas nada, antes las debia echar en el

'ni gente suez.-2 y abtor.-5 yo.- porque la espada terná atravesada mi corazon; y si ja voz yo pudiere formar, lanzaré de mi pecho palabras en que por ellas dé á entender que tengo de ser secutor de las jeyes. como fuese varon tan entendido y de tan claro juicio.

fondon de una caja, fasta verse en la tierra del Perú y entender si se podian cómodamente ejecutar. Y á esto y á lo que le dijeron los Oidores Cepeda, Alvarez, y Tejada, respondió quél se entendia y haria lo que le paresciese. Y porque el contador Juan de Cáceres le afirmaba que por la noticia que tenia de la gente del Perú, colegia que si luego mandaba ejecutar las Ordenanzas, se pornian en arma, antes que obedescerle, respondió ásperamente, diciendo que sino fuera criado del rey, le mandara ahorcar.

Y pasando estas cosas y otras, el visorrey se aprestaba para se ir al Perú, y los Oidores le tornaron á hablar sobre las Ordenanzas, aconsejándole que primero que se publicasen diese lugar asentar el Audiencia, y que despues de formada se haria lo que S. M. mandaba, con maduro consejo. Y el visorrey, teniendo en poco sus amonestaciones, les respondia que habia de hacer lo que le era mandado, y que para hacello, él solo bastaba. Y crecia la sospecha entre los Oidores y él.

CAPÍTULO III

De cómo Francisco de Carvajal allegó á la cibdad de Los Reyes con gran deseo de sc ir á España, y de cómo el visorrey se embarcó en Panamá el Perú. para

Ya hemos dicho en lo de atrás cómo Francisco de Carvajal, deseando salir del reino habia procurado el favor del gobernador Vaca de Castro para ello y de los del cabildo del Cuzco; y ansí, con la ayuda que le hicieron salió de aquella cibdad con todo el más dinero que pudo, deseando verse en España para tener alguna quietud. Y de su ida no perdieran nada Antonio de Altamirano y Lope de Mendoza y otros muchos; pero estaba ya por Dios determinado, por nuestros muy grandes pecados, que este fuese azote tan cruel como presto la escritura dará á entender. Y salido de la cibdad del Cuzco anduvo hasta que llegó á la cibdad de Los Reyes, y se fué á apear á las casas del tesorero Alonso Riquelme; el cual, como supo su venida, temió no le viniese á matar por mandado de Vaca de Castro, por la enemistad que con él tenía; y luego otro dia, por todas las vías exquisitas que pudo procuró no tener tal huésped en su casa; mas como Francisco Carvajal era tan mañoso, demás de entender al tesorero se aposentó de más reposo en su casa. Y á cabo de algunos dias que habia que llegó á Los Reyes dió las cartas que traia de Vaca de Castro, y cuenta á los del

cia habia sido, como dice el pueblo, de entre compadres; y murmuraban del visorrey, y á donde llegaba la fama de su venida pesaba no poco, y de todos los más era su nombre aborrecido, y todos por temor de la tasacion no entendian en otra cosa que en sacar la más cantidad de oro que podian á los indios y caciques.

CAPÍTULO IV

Cómo el gobernador Vaca de Castro escribió desde la cibdad del Cuzco al capitan Gonzalo Pizarro, y de su salida del Curco.

cabildo de su viaje á España, y de la utili- | pesados, porque hasta aquel tiempo la justidad y provecho que al reino se recrescia con su ida, y que por su parte habia S. M. de ser bien informado de las cosas de la provincia y del agravio que se les hacia á los conquistadores si por entero las nuevas leyes se hubiesen de cumplir; lo mismo decia Vaca de Castro por sus cartas, y que diesen poder á Carvajal para que negociase en España lo que convenia al reino. Los del cabildo, vista la carta de Vaca de Castro y lo que decia Francisco Carvajal, respondiéronle equívocamente, que pues el gobernador por sus cartas les avisaba su venida á Los Reyes seria breve, que se estuviese en la cibdad hasta que viniese, y venido, se haria lo que mandaba como gobernador que era del rey; y esta respuesta se le dió dentro en su cabildo y ayuntamiento, estando en su congregacion. Y Carvajal, paresciéndole que por le tener en poco los del cabildo de Los Reyes le habian dado respuesta tan frívola, se salió dél muy sentido, y los del regimiento quedaron riendo, haciendo burla dél, teniendo por cierto que cuando Vaca de Castro viniese del Cuzco estaria ya en la tierra el visorrey y no seria parte para les hacer ninguna molestia por no haber querido enviar á Francisco de Carvajal á la España.

En este tiempo, el visorrey Blasco Nuñez Vela deseaba en gran manera salir de Tierra Firme, y embarcado en la mar austral en naves, navegar para con presteza allegar al reino de Perú, porque en gran manera deseaba asentar el Audiencia en Los Reyes, teniendo por fácil cosa ejecutar las Ordenanzas, oyendo enojosamente y con dificultad á los que otra cosa le hablaban. Y dejando en Panamá á los Oidores, llevando consigo el sello real se embarcó en la cibdad de Panamá á diez dias andados del mes de febrero del mismo año, y allegó al puerto de Tumbez en nueve dias, viaje no visto ni oido que con tanta presteza ni velocidad haya allegado ningun navío. Y desde Tumbez escribió sus cartas á la cibdad de San Francisco del Quito, é Puerto Viejo é Guayaquil, para hacelles saber de su venida al reino y del cargo que en él traia por mandado del Emperador nuestro señor, y que su deseo era de hacer á todos bien y tenellas en justicia, y que por eso lo habia aceptado; y que en llegando á la cibdad de Los Reyes se fundaria el Audiencia y chancillería real, adonde oiria y haria justicia á los que caresciesen della. Y aunque les envió á decir esto, proveyó algunos mandamientos para la nueva gobernacion y sobre el tratamiento de los indios, los cuales se tuvieron por enojosos y

Pasadas en la cibdad de Cuzco las cosas que hemos contado en los capítulos pasados, no cesando el alboroto y tomulto que cabsó las nuevas de las Ordenanzas, antes se practicaba lo mismo; y aun cuentan que Hernando Bachicao, Juan Velez de Guevara, Gaspar Rodriguez de Camporredondo, Cermeño con otros, hablaron á Vaca de Castro, diciéndole que pues era gobernador del rey, que se estuviese en su mando y cargo, pues sabia que todos le habian de servir y dar favor en lo que les mandase. A lo cual dicen que Vaca de Castro les respondió como quien entendia cuán mutables eran las voluntades de los hombres del Perú y cuán inconstantes, y que para hacer sus hechos desean tener cabeza á quien despues, saliéndose ellos á fuera, echen la culpa de lo que subcediese. Y en esto no se engañaba Vaca de Castro, porque los que mueven sediciones é pendencias locas y guerras coloreadas con justificaciones, tomando cabdillo y quien tome la voz del negocio, aunque ellos le sean cómplices en la demanda, cuando ven tiempo sálense á fuera, publicando conciencia y afirmando con grandes juramentos que por fuerza sirvieron al tirano, y alegan otras cosas que al fin les vale.

Entendiendo esto Vaca de Castro les respondió que habia tenido la provincia á su cargo por mandado del rey, y que no haria otra cosa que irse á la cibdad de Los Reyes á aguardar al que por mandado de S. M. venia por visorrey. Y diciendo esto mandó al secretario Pero Lopez que aderezase las escrituras y testimonios, porque queria luego salir del Cuzco.

Quieren algunos decir, y aun hombres de vista me lo han á mí afirmado, que el gobernador Vaca de Castro escribió á Gonzalo Pizarro que viniese con toda presteza y se mostrase procurador del reino y su defensor. y que casándose con una hija suya, él iria á España á negociar la gobernacion del Nuevo To

ledo para él, y otras cosas, persuadiéndole á que se moviese á ello. Estando yo en la cibdad de Los Reyes me dijo don Antonio de Ribera, que entre las cartas que Gonzalo Pizarro allí tenia, que yo me acuerdo eran tantas que tres secretarios continamente las leyeron al presidente de la Gasca y no acabaron en cuatro dias [habia una de Vaca de Castro á Gonzalo Pizarro] y que en ella decia que sabiendo que muchos le habian escrito incitándole á que viniese á responder por ellos, que no lo hiciese, sino que se estuviese en su casa, porque S. M. habia enviado á su visorrey, el cual, entrado en la tierra, haria lo que viese que á su real servicio convenia; y otras cosas que no eran escritas con intencion tan mala como algunos han querido de. cir. Bien podria ser que entrambas cartas fuesen escritas por él. E desde á pocos dias salió del Cuzco acompañado de Gaspar Rodriguez de Comporredondo y de Antonio de Quiñones y Diego Maldonado y el licenciado. Carvajal, Antonio de Altamirano, Gaspar Gil, Pedro de los Rios, Hernando Bachicao y otros principales y algunos soldados, y con ellos comenzó de caminar hácia la cibdad de Los Reyes.

CAPÍTULO V

Como el visorrey partió de Tumbe: para la cibdad de Sant Miquel, yendo ejecutando las Ordenanzas, por lo cual mostraban los del Perú gran sentimiento.

Allegado, pues, el visorrey Blasco Nuñez Vela al puerto de Tumbez acompañado de Francisco Velazquez Vela Nuñez, su hermano, y del capitan Diego Alvarez de Cueto, su cuñado, y de otros caballeros y criados suyos, entendio luego, como hemos dicho, en la ejecucion de las Ordenanzas, enviando sus mandamientos, sin estar recibido por visorey, para que todos le toviesen por tal, pues S. M. era dello servido; mandándoles que no sacasen ningun tributo demasiado á los indios, ni les hiciesen ninguna fuerza ni mal tratamiento, y otras cosas que aunque eran justas, se habian de mandar ejecutar con grau órden y templanza, é no tan severamente ni con tanta aceleridad; no embargante que no era causa equivalente para que los del Perú se levantasen.

En Tumbez, Diego Alvarez de Cueto y otros de los que venian con él y de los que residian en el Perú le aconsejaban por entonces no ejecutase las leyes, ni entendiese en más que asentar el Audencia y verse apoderado en el re'no; pero jamás quiso tomar

en este caso parescer, por donde me parece que Dios, por los pecados grandes de los hombres que vivian en Perú, fué servido que se guiase desta manera para despues castigallos con su poderosa justicia; porque cierto la soberbia dellos y su gran soltura y disoluciones de algunos en pecar públicamente merescian que Dios los hiriese con su mano, y que por la graveza de sus pecados tan grandes pasasen por las calamidades y trabajos excesivos que por ellos vino. El visorrey respondia lo que siempre: que habia de hacer lo que el rey le mandase, aunque supiese perder la vida.

En Tumbez estuvo quince dias entendiendo en estos proveimientos, los cuales pasados determinó de salir de allí y partirse para la cibdad de Sant Miguel, é por sus jornadas anduvo hasta llegar á aquella cibdad, adonde fué rescibido alegremente, á lo que mostraban en lo público, no embargante que en lo interior de sus ánimos verdaderamente á todos pesaba de verlo, por traer las leyes. Mas al fin fué rescibido por visorrey, y luego entendió en la ejecucion de las Ordenanzas, mandando tomar copia de los repartimientos que habia en los términos de Sant Miguel, preguntando á los caciques lo que daban y á los encomenderos lo que recibian, para conforme á esto tasar los tributos que habian de dar á los principales; y á los indios naturales hacia entender cómo S. M. era servido que fuesen libres y tratados como súbdictos vasallos suyos.

Los del cabildo de aquella cibdad, viendo al visorrey cómo ejecutaba las Ordenanzas, suplicáronle con toda humildad no lo hiciese por entonces y diese lugar á quel Emperador fuese informado generalmente de todo el reino, para que constándole los grandes servicios que le habian hecho, fuese servido de facerles mercedes en no consentir que por entero las Ordenanzas sean cumplidas. Mas aunque con grandes lloros se lo suplicaban, alzando sus manos derechas en testimonio de que siempre servirian al rey con toda lealtad, no aprovechó sus ruegos ni apelaciones, requerimientos, protestaciones que sobre ello hicieron; antes suspendió luego los indios á Diego Palomino, porque habia sido teniente de gobernador, y á todos los indios puso en gran libertad, mandándoles que á ningun español diesen cosa alguna sin que primero lo pagasen, y que usasen de pesos y medidas con ellos.

De todas estas cosas que pasaban iban á las cibdades de Trujillo y Los Reyes nuevas, y aun se contaban con mayor extremo que ello pasaba, haciendo más grave y dificultoso

el rigor del visorrey, como suele acontecer en los semejantes casos. Y sin la gente que iba por tierra, allegó al Callao, ques el puerto de la marítima cibdad de Los Reyes, una nave de un Juan Vazquez de Avila, y el maestre que en ella venia dijo quedar el visorrey Blasco Nuñez en Tumbez. Con esta nueva hubo grande alboroto en la cibdad, sabiendo lo que pasaba adonde el visorrey estaba, creyendo que luego habia de mandar ejecutar las leyes; é juntos en su cabildo é ayuntamiento los regidores y oficiales y los demás que solian juntarse en semejantes congregaciones, praticaron 1 sobre la venida del visorrey y el alboroto que andaba en el reino, y lo que les convenia hacer; y despues de altercado, se resumieron en que saliesen de su cibdad algunos varones doctos de autoridad á encontrarse con el visorrey y dalle la norabuena de su venida, y á que le informasen de lo que pasaba en el reino, y de cómo todos, el pecho por tierra, harian lo que su rey y señor natural les mandaba.

CAPÍTULO VI

Cómo en la cibdad de Los Reyes salieron algunos caballeros á rescibir al visorrey, y de su salida de Sant Miguel para Trujillo.

Determinados, pues, los del cabildo de Los Reyes de inviar personas de su cibdad para que se encontrasen con el visorrey, señalaron para ello al factor Illan Xuarez de Carvajal, y al capitan Diego de Agüero, regidores, y á Juan de Barbaran, procurador de la cibdad, con los cuales salieron Pablo de Meneses, Llorenzo de Estopiñan, Sebastian de Coca, Hernando de Vargas, Rodrigo Nuñez de Prado y otros, entre los cuales iba fray Esidro, de la órden de los dominicos, que salia por mandado del reverendísimo don Jerónimo de Loaisa, obispo de Los Reyes. Y dejando ir caminando á los que digo, volveremos á Blasco Nuñez, que despues de haber hecho en la cibdad de Sant Miguel y sus términos lo que contamos en el capítulo precedente, determinó de se partir para Trujillo, y ansí, acompañado de los suyos salió de aquella cibdad.

El factor con los que salieron de Los Reyes anduvieron hasta que llegaron á unos aposentos que se nombran de Las Perdices, que están diez leguas de Los Reyes, con voluntad de no parar hasta encontrarse con el visorrey, y vieron venir á gran priesa un

1 En el Ms.: y praticaron.

español, el cual, llegado junto á ellos, supieron llamarse Ochoa, y dijo venia con despachos del visorrey para el cabildo de Los Reyes y el gobernador Vaca de Castro, lo cual era verdad, porque el visorrey lo envió desde el camino. El factor Illan Xuarez de Carvajal, y el capitan Diego de Agüero, como regidores, y Juan de Barbaran, como procurador, abrieron el pliego y hallaron que venia un traslado de la provision que S. M. dió á Blasco Nuñez de su virrey, y una carta para Vaca de Castro, en que le mandaba que no usase más el cargo de gobernador y que se viniese á Los Reyes, y otras cosas que en la carta se contenian. Para el cabildo de la cibdad de Los Reyes venia otra carta, y por ella les mandaba que le recibiesen por visorrey por virtud de traslado de la provision que les inviaba, teniendo los alcaldes la justicia, sin tener más tiempo á Vaca de Castro por gobernador. Dicese quel visorrey, desde que entró en el reino, tuvo por odiosas las cosas de Vaca de Castro, é que tuvo por muy acetos á los que siguieron la parte de don Diego de Almagro. Dichos vulgares son, é yo no sé lo cierto dello.

Vistos estos despachos por el factor y por los otros, muy alegres, por la enemistad que con Vaca de Castro tenian, determinaron que fuese con la nueva Juan de Barbaran, como procurador; el cual á toda furia revolvió á Los Reyes, y allegado á la cibdad entró corriendo por las calles como si la tierra estuviera rebelada del servicio de S. M., diciendo: ¡Libertad! que el señor visorrey viene; veis aquí sus despachos. Y con esta nueva entraron en su cabildo el tesorero Alonso Riquelme y el veedor Garcia de Saucedo, y Juan de Leon, Francisco de Ampuero, Niculás de Ribera el Mozo, regidores; Alonso Palomino, Niculás de Ribera el Viejo, alcaldes. La provision real de S. M. mandaba que por virtud della rescibiesen á Blasco Nuñez por visorrey, y aquel diz que era un traslado simple, con el cual achaque pudieran por entonces no rescibir á Blasco Nuñez por visorrey. Y entraron tres veces en cabildo sin se concordar, y al fin, por las pasiones públicas que con Vaca de Castro tenian, más que por otra cosa, el visorrey fué rescibido en la cibdad de Los Reyes como S. M. lo mandaba; habiendo enviado á llamar al cabildo donde estaban en su congregacion al licenciado Esquivel, natural de la cibdad de Badajoz, el cual, deseando el servicio del emperador, dió voto que rescibiesen por su visorrey á Blasco Nuñez; y hecho esto, fué este licenciado hasta Trujillo á juntarse con el visorrey y á ofrecerse á su servi

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