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cio. A Vaca de Castro se envió el trasunto de todo ello y la carta que el visorrey le enviaba. El licenciado de la Gama, que era allí su teniente, no embargante que el visorrey le escribió alegremente, se salió de la cibdad para se ir á encontrar con Vaca de Castro, quedando el gobierno en los alcaldes; y dieron la vara de alguacil mayor á Juan de Barbaran, y fueron apregonadas las provisiones del visorrey públicamente, el tenor de las cuales es éste que se sigue:

DON CARLOS, por la divina clemencia Emperador semper augusto, rey de Alemania; Doña Juana, su madre, y el mismo Don Cárlos, por la misma gracia reyes de Castilla, de Aragon, de Leon, de las dos Cecilias, de Jeruselem, de Navarra, de Granada, de Toledo, de Valencia, de Galicia, de Mallorcas, de Sevilla, de Cerdenia, de Córdoba, de Córcega, de Múrcia, de Jaen, de los Algarves, de Algecira, de Gibraltar, de las islas de Canaria, de las Islas, Indias y Tierra Firme del mar Occéano, condes de Barcelona, señores de Vizcaya é de Molina, duques de Aténas y de Neopatria, condes de Flandes y de Tirol, etc. Por cuanto nos, viendo ser cumplidero á nuestro servicio, bien y noblecimiento de la provincia de la Nueva Castilla, llamada Perú, habemos acordado de nombrar persona que en nuestro nombre y como nuestro visorrey la gobierne y haga y provea todas las cosas concernientes al servicio de Dios Nuestro Señor y aumento de nuestra santa fé católica, y á la instruccion y conversion de los indios naturales de la dicha tierra, y ansimismo haga y provea las cosas que convengan á la sustentacion, perpetuidad y poblacion y noblecimiento de la dicha Nueva Castilla y sus provincias; por ende, confiando de vos Blasco Nuñez Vela, y porque entendemos que ansí cumple á nuestro servicio y al bien de la dicha provincia de la Nueva Castilla, y que usareis del dicho cargo de nuestro visorrey y gobernador della con aquella prudencia y fedilidad que de vos confiamos, por la presente vos nombramos por nuestro visorrey y gobernador de la dicha Nueva Castilla y sus provincias, por el tiempo que nuestra merced é voluntad fuere, y como tal visorrey y gobernador proveais, ansí en lo que toca á la instruccion y conversion de los dichos indios á nuestra santa fé católica, como á la perpetuidad y poblacion y noblecimiento de la dicha tierra y sus provincias, lo que viéredes que conviene. Y por esta nuestra carta mandamos al licenciado Vaca de Castro, nuestro gobernador que al presente es de la dicha provincia, y al nues

tro Presidente é Oidores de la Audiencia real que hemos mandado proveer en Los Reyes, y al nuestro capitan general y capitanes de la dicha tierra, y á los consejos, justicias é regidores, caballeros, escuderos, oficiales é homes buenos de todas las cibdades, villas y logares de la dicha Nueva Castilla que al presente están pobladas y se poblaren de aquí adelante, y á cada uno de ellos, que sin otra larga ni tardanza alguna, sin nos más requerir ni consultar, esperar ni atender otra nuestra carta ni mandamiento, segunda ni tercera jusion, vos hagan, resciban y tengan por nuestro visorrey y gobernador en la dicha Nueva Castilla, llamada Perú, y sus provincias, y vos dejen y consientan libremente usar y ejercer los dichos oficios por el tiempo que, como dicho es, nuestra merced y voluntad fuere, en todas aquellas cosas y cada una de ellas que entendais que á nuestro servicio y buena gobernacion, perpetuidad y noblecimiento de la dicha tierra, é instruccion de los naturales della viéredes que conviene; y para usar y ejercer los dichos oficios, todos se conformen con vos y vos obedezcan y cumplan vuestros mandamientos, y con sus personas y gentes vos den y fagan dar todo el favor é ayuda que les pidiéredes y menester hobiéredes, y en todo vos acaten y obedezcan, y que en ello ni en parte alguna dello embargo ni contrario alguno vos no pongan ni consientan poner; ca nos por la presente vos rescibimos y habemos por rescibido á los dichos oficios y al uso y ejercicio de ellos, y vos damos poder y facultad para los usar y ejercer, caso que por ellos 6 por alguno dellos á ellos no seais rescibido. Y otrosí es nuestra merced que si vos el dicho Blasco Nuñez Vela entendierdes ser cumplidero á nuestro servicio y á la ejecucion de la nuestra justicia que cualesquier personas que agora están y estuvieren en la dicha provincia de la Nueva Castilla y tierras y provincias della se salgan y no entren ni estén en ella, vos les podais de nuestra parte mandar y los hagais della salir conforme á la premática que sobre esto habla, dando á la persona que así desterráredes la causa por que lo desterrais; y si os paresciere que conviene que sea secreta, dársela heis cerrada y sellada, y vos por otra parte nos enviareis otra tal, por manera que seamos informado dello; para lo cual todo que dicho es y para cada cosa y parte dello, por la presente vos mandamos poder cumplido con todas sus incidencias y dependencias, anexidades y conexidades; y mandamos que hagais y lleveis de salario en cada un año con los dichos oficios de nuestro

visorrey é gobernador de la dicha tierra cinco mill ducados, contados desde el dia que os hiciéredes á la vela en el puerto de San Lúcar de Barrameda, para seguir vuestro viaje á la dicha nuestra provincia de Perú, todo el tiempo que por vos toviéredes los dichos oficios; los cuales mandamos á los nuestros oficiales de la dicha provincia del Perú que os den y paguen de los derechos que en cualquier manera tuviéremos en la dicha tierra, y que tomen vuestra carta dė pago, con la cual y con el traslado de esta nuestra provision mandamos que les sean recibidos y pasados en cuenta los dichos maravedis, siendo tomada la razon desta nuestra carta por los nuestros oficiales que residen en la cibdad de Sevilla en la casa de la Contratacion de las Indias. Dada en la villa de Madrid á primero dia de mes de Marzo de mill y quinientos y cuarenta y tres años.— Yo el Rey.-Yo, Juan de Samano, el secretario de sus cesárea y católicas majestades la fice escrebir por su mandado.-Y en las espaldas de la dicha provision real de S. M. estaban las firmas y nombres siguientes: Frater Garcia, Cardinalis Hispalensis. Sebastiamus, episcopus Conchensis. El doctor Bernal, el licenciado Gutierrez Velazquez, el licenciado Gregorio Lopez, el licenciado Salmeron.-Registrada, Johan de Loyando. - Por chanciller, Blas de Sayavedra.

CAPÍTULO VII

De cómo el gobernador Vaca de Castro venia del Cuzco, y lo que le subcedió al factor Illan Xuarez y á los demás que se iban ú encontrar con el visorrey.

Ya contamos en los capítulos de atrás cómo el gobernador Vaca de Castro queria salir de la cibdad del Cuzco para se venir á Los Reyes, con voluntad de se ver con el visorrey Blasco Nuñez Vela, no ostante que muchos de sus amigos le aconsejaban y amo nestaban se fuese al puerto de Quilca, á donde se podia embarcar en un navío para irse, sin ver al visorrey, á Tierra Firme; mas él, no teniendo por cordura hacello ansí, salió de la cibdad del Cuzco llevando alguna gente y armas y artillería para guarda de su persona, ó segun otros quieren decir para con ella suplicar por el bien comun del rei

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ra sacar el artillería y armas, como lo hizo. Salido, pues, del Cuzco, anduvo hasta que llegó á la cibdad de Goamanga, adonde tambien se le allegaron algunas personas, y de allí fué á la provincia de Xanxa, en la cual se encontró con el licenciado de La Gama y supo dél lo que habia pasado; y despues de haber praticado con sus amigos algunas cosas acerca de las Ordenanzas y de lo que se decia del visorrey, acordó de inviar á su secretario Pero Lopez á que se fuese á encontrar con él y á que de su parte le diese la norabuena de su venida, certificándole que le sirviria en todo como aquel que venia en nombre del rey nuestro señor, y ansí se partió Pero Lopez á lo que digo.

Pues como los del cabildo de la cibdad de Los Reyes supiesen que Vaca de Castro venia acompañado ó traia mucha gente consigo, le escribieron que deshiciese la gente y dejase las armas y entrase en Los Reyes privadamente sin se nombrar más gobernador del reino, pues ya no lo era, y que venido, le guardarian su honor por ser del Consejo real y haber sido su gobernador y capitan general.

Despues de haber vuelto á la cibdad de Los Reyes Juan de Barbaran, el factor Illan Xuarez de Carvajal y el capitan Diego de Agüero con los demás caminaron acercándose hacia la cibdad de Trujillo, y anduvieron jueves y viernes sancto y llegaron á un pueblo de indios que ha por nombre Guaura, que es diez y ocho leguas de la cibdad de Los Reyes, de donde el viernes. ya tarde, partieron para ir otro dia á otro que ha por nombre de La Barranca; y el sábado, víspera de Pascua de Resurrecion del año de mill y quinientos y cuarenta y cuatro, encontraron con un Ruiloba, que era criado del gobernador Vaca de Castro, que no poca turbacion causó su venida, porque preguntado si habia visto al visorrey. respondió quedar cerca de Trujillo y que venia quitando indios; y en Sant Miguel que ya estaban sin ellos el teniente Palomino y otras personas; y aún que decia que en todas partes habia de hacer lo mismo, no dejando afuera á los oficiales de la real hacienda. Y diciendo esto Ruiloba se partió á dar aviso á Vaca de Castro.

El factor Illan Xuarez, cansado del camino y enojado con las nuevas se recostó sobre un pilar del aposento, no pudiendo fácilmente oir lo que decian, y el capitan Diego de Agüero á grandes voces dijo: Yo no quiero parar hasta encontrar con el visorrey, y si me ha de quitar los indios, quítemelos luego, que á mi hijo no le ha de faltar de comer,

pues tiene hacienda con que vivirá. Y diciendo esto se partió luego para Trujillo. Con él fué Rodrigo Nuñez, vecino de Guánuco, que tambien estaba mal con Vaca de Castro por le haber quitado los indios de repartimiento, por haber seguido á don Diego de Almagro el Mozo.

Ya hicimos mencion cómo el visorrey habia partido de la cibdad de Sant Miguel acompañado de algunos vecinos y de otros soldados, dando oido, á lo que dicen, cuando le decian algun mal de Vaca de Castro, porque desde que entró en Perú se allegó á la parte de los Almagros, y ellos, sin refrenarse, hablaban lo que querian del mismo Vaca de Castro. Ya tengo otras veces dicho cómo el antiguo nombre de Sant Miguel es Piúra, y el de Trujillo, Chimo, y el de Los Reyes, Lima; aunque olvidados de los nombres unas veces los pongamos de una manera y otras de otra, todo es uno, y el lector sabrá tener entrambos nombres. Yendo, pues, el visorrey caminando por el real camino de Los Llanos mirando los grandes desiertos que habia y arruinados edificios que daban á entender haber habido gran poblado, le pesaba, diciendo que por el mal gobierno vinieron aquellas gentes á tanta diminucion, admirado de ver los grandes y antiquísimos edificios que con tanta sontuosidad habia por los caminos hechos. Y en los valles adonde habian quedado algunos indios, hacia entender á los señores y caciques ser vasallos del rey de España, diciéndoles que desde entonces habian de tener gran libertad y los tributos que daban á los encomenderos serian moderados, y lo mismo el bastimento y cosas necesarias, y que si más quisiesen, que se lo habian de pagar. Llegado á la cibdad de Trujillo le hicieron grande recibimiento, aunque con ánimos llorosos y rostros muy pensativos, y le recibieron en ordenanza, como insinia de guerra, que fué harto ruin y triste agüero, si decirse puede, pues viniendo á poner paz le recibian con órden de guerra; y fué metido con palio, vestidos de púrpura los regidores, y lo recibieron por visorrey como S. M. lo mandaba. El factor Illan Xuarez de Carvajal y los otros caballeros se volvieron á Los Reyes, y dicen quel factor puso un mote en La Barranca, que decia: Cada uno mire lo que hace y no quite su hacienda á otro, porque podia ser quedarse burlado y costarle la vida. Otros afirman queste mote puso Francisco Descolar ', y ansí se tiene por cierto, el cual es vecino de Los Reyes.

1 Así dice el ms en vez del Solar.

CAPÍTULO VIII

De cómo el gobernador Cristóbal Vaca de Castro, vista la carta de visorrey y cómo ya estaba rescibido en Los Reyes, deshizo la gente y envió el artilleria á la cibdad de Sant Juan de la Frontera de Goamanga.

Grande admiracion ha de ser oir las cosas quel discurso de nuestra obra ha de ir prosiguiendo; y verdaderamente fueron muchas las alteraciones que hobo en estos reinos, y ansí como la riqueza dél es tan grande que los collados y cordilleras de sierras, rios, arroyos estén tan abastados de metales de plata y oro, no puede sustentarse en paz tanta grandeza. Y no quieran los más que vivian en él dorar sus iniquidades y grandes traiciones echando la culpa al capitan Gonzalo Pizarro, que sin comparacion eran muchas las cartas que le iban de todas partes, persuadiéndole á que viniese de donde estaba, que todos le sirvirian y acudirian con sus haciendas y personas. En esto, aunque algunos han querido culpar á los del Cuzco, son los que menos culpa tuvieron, como adelante dará la escritura á entender y yo lo mostraré con toda claridad.

Llegada que le fué al gobernador Vaca de Castro la nueva entrada del visorrey en el reino, y vista la carta que le escribia, y como ya le habian recibido por visorrey, rescibió grande alteracion, ansí por las cosas que Ruiloba su criado le habia dicho como por el recibimiento que se le habia hecho; porqu' él quisiera, segun dicen, entrar en Los Reyes como superior, y al tiempo del recibimento suplicar de las Ordenanzas, y deseaba que su secretario Pero Lopez se encontrase con brevedad con el visorrey, para que fuese informado de las cosas que por él habian sido hechas. Y estuvo perplejo pensando lo que haria, viéndose por todas partes cercado de grandes cuidados, qu' es para los ánimos generosos fatiga muy grande, y que en los principios de semejantes casos requiere mirar con gran prudencia lo que se ha de hacer; porque despues, si se yerran, es la culpa de los que bien no lo miran, y si se acierta, son tenidos por prudentes. Y en los casos grandes más requiere determinacion que consejo, porque cuando han parado las alteraciones y los alborotos convertidos en guerras, más me aterné á seguir á un hombre osado que no á un letrado avisado, porque por éstos se dijo que por dorar un yerro hacen ciento. Vaca de Castro miraba en sí mismo que si entraba en Los Reyes acompa

ñado con artillería, armas, arcabuces, que sonaria mal y no lo ternian á lealtad, y que si entraba privadamente, que se obligaba á quel visorrey hiciese dél á su voluntad, sin querer guardar el decoro de su persona ni tener atencion á lo mucho que habia servido al rey, por venir mal con él, como era público; mas, no obstante estas cosas, derramó la gente, y el artillería mandó que fuese llevada á Sant Juan de la Victoria de Goamanga, y que allí donde esta nueva le tomó, que es en el valle de Guadacheri, diez y ocho leguas de Los Reyes, quedasen las picas con las otras armas que tenia.

El licenciado Benito Xuarez de Carvajal estaba con Vaca de Castro, y vínole una carta del fator su hermano, en que por ella le hacia saber el visorrey le quitaria los indios como habia hecho á los demás que habian sido tenientes, y lo mismo á él por ser oficial; por tanto, que convenia que vista aquella carta volviese á donde tenia los repartimientos de indios y sacase todo el más dinero que pudiese, para ser ir á España, inviando una dejacion al fator, de sus indios, en Rodrigo de Carvajal y Jerónimo de Carvajal y Juan Vazquez de Tapia. Vista esta carta por el licenciado de Carvajal, la leyó públicamente, y negociado con Vaca de Castro la dejacion, aunque ya no era gobernador, se partió á hacer lo que por el fator le era escrito. Y este fué un principio por donde el visorrey estuvo mal con el fator, porque fué avisado desta carta que escribió por Antonio y Juan de Leon, cuando le salieron. á rescibir.

En este tiempo, Vaca de Castro, despues de haber deshechado la gente venia acompañado de muy pocos á la cibdad de Los Reyes, no dejando de procurar con todas sus mañas nuevas amistades y en las que tenia fijas arraigarse de nuevo.

CAPÍTULO IX

Cómo el gobernador Vaca de Castro entró en Los Reyes, y de lo que más pasó.

No podemos negar que Vaca de Castro fué un varon avisado, y que si la codicia no le subjetara, verdaderamente él gobernó el reino prudentemente; mas no embargante que habia deshecho la gente y no venia sino con algunos caballeros vecinos del Cuzco, con ellos trataba la manera que ternia para entrar en la cibdad; porque, sabido por él que los del cabildo habian recibido al visorrey por un traslado simple, deseaba que ellos mismos le tornasen á ofrecer el gobierno

para que pudiese responder al visorrey. Y mandó al licenciado de La Gama, su teniente que habia sido, que se partiese para la cibdad y tornase á tomar la vara de su teniente, y escribió cartas á muchas personas, muy graciosas y llenas de favores y de esperanzas, y á algunos que dél estaban quejosos hacia nuevos proveimientos. Y en esto de dar cédulas y provisiones, Vaca de Castro nunca lo dejó de hacer hasta que entró en Los Reyes; si la fecha de las cédulas y despachos quél daba decia de entonces ó de antes, él y sus escribanos lo saben, que yo no lo puedo saber; aunque lo que fué y cómo pasó no lo inoro, ni el letor lo dejará de entender. Y ansí sabemos que Vaca de Castro en este camino repartió muchos indios de los que estaban puestos en su cabeza, y de los del marqués don Francisco Pizarro. Y el licenciado de La Gama era vuelto á tomar la vara de teniente, porque en la cibdad, cuando vino Juan de Barbaran con los despachos, nunca quiso entrar en los cabildos, ni se halló al recibimiento del visorrey.

¡Oh, Dios mio, y cuántas muertes, cuántos robos, desvergüenzas, insultos, destruicion de los naturales se apareja por las invidias destos hombres y por querer consiguir mandos! ¡Pluguiera á tu divina bondad que Vaca de Castro se sumiera en aquellas nieves de Pariacaca donde jamás paresciera, y al visorrey le diera un tal dolor que en Trujillo, adonde estaba, fuera su fin, pues lo hobo de ser en Quito con harta afrenta suya; y á Pizarro y á Carvajal se abriera otra cueva como la que en Roma aparesció, y los tragara y sorbiera! Siquiera, faltando estas cabezas no rescrecieran en esta miserable tierra tantos males, pues bastaba las dolorosas batallas de las Salinas y Chupas. Los pecados de los hombres eran tan inormes y la caridad entre ellos tan poca, que fué Dios servido que pasasen por tan grandes calamidades como el letor presto verá.

El licenciado de La Gama se partió para la cibdad de Los Reyes á lo que vamos contando, y Vaca de Castro, por saber que estaba mal con el tesorero Alonso Riquelme, y quél y los otros regidores habian recibido al visorrey por el traslado simple de la provision, habló con Lorenzo de Estopiñan, que allí habia venido á le informar de las cosas que pasaban y á ver si podia negociar con él que le diesen algunos indios, que pues era amigo del tesorero, que lo confederase con él, que le daria mejores indios que los que le habia quitado. Estopiñan se volvió á la cibdad, y el tesorero le respondió á lo que de parte de Vaca de Castro dijo, que ¿qué

amistad habia él de tener con Vaca de Castro, pues le habia quitado los indios, y sobre todo vendria y le cortaria la cabeza? Era este tesorero muy sábio y entendido y cauteloso para hacer sus hechos; en todos los negocios arduos y de calidad metió las manos y despues sabia salirse afuera.

El licenciado de La Gama, llegado á Los Reyes fué á la posada del tesorero Riquelme, y le persuadia, como á hombre más principal, que hiciese cabildo, y quél tornaria á tomar la vara de tiniente, porque al tiempo que salió de la cibdad no la habia dejado ni partido mano della con las solenidades y hábitos que se requerian; y que sin esto, el visorrey le habia escrito que se estuviese en la cibdad como se estaba y hiciesen que le rescibiesen como S. M. lo mandaba; y aunque esto fué verdad y el visorrey lo escribió, la intencion del licenciado de La Gama y su deseo no era sino de volver á tomar la vara en cabildo, para que venido Vaca de Castro entrase de nuevo en el gobierno á ser gobernador, recelándose que por haber sido teniente de los gobernadores pasados le serian quitados sus indios, y no pudo negociar cosa alguna.

Vaca de Castro se vino caminando hasta que llegó á la cibdad de Los Reyes, y aunque en ella supieron su venida no se le hizo gran recibimiento, ni salieron al camino sino algunos criados y amigos suyos; y con ellos entró en la cibdad y se fué á aposentar en casa del obispo don Jerónimo de Loaysa, y allí le vinieron á visitar todos los vecinos, hablando en las cosas quel visorrey hacia y de la reguridad de las nuevas leyes.

CAPÍTULO X

Del gran alboroto que hobo en la cibdad de Arequipa cuando supieron las nuevas de las leyes, y de cómo Francisco de Carvajal se fué de Los Reyes.

Al tiempo que fueron á la cibdad del Cuzco Alonso Palomino y don Antonio de Ribera con la nueva de las Ordenanzas, el gobernador Vaca de Castro habia mandado á un Tomás Vazquez que fuese con toda la presteza que pudiese á la cibdad de Arequipa llevando una carta de creencia, y dijese á los de aquella cibdad que no se alterasen ni ficiesen alboroto ninguno con saber la nueva del visorrey y de las Ordenanzas que traia, porque S. M., siendo informado de que no convenia á su servicio real que se ejecutasen, proveeria sobre ello con gran

1 El ms. dice Alonso.

brevedad. y que enviasen sus procuradores á Los Reyes para la suplicacion que se habia de hacer. Tomás Vazquez se partió del Cuzco y llegó al cabo de siete días, y en la iglesia halló á los más de los vecinos de aquella cibdad, y despues que hobieron visto la carta de creencia les dijo á lo que venia y les mostró un traslado de las Ordenanzas, el cual, como por ellos fué visto, grande fué el alboroto que se hizo y sentimiento que se mostró, tocando la campana como si fuera pregon de guerra. Tomó las Ordenanzas en la mano un vecino de aquella cibdad, llamado Miguel Cornejo, con las cuales subió en el púlpito donde se suelen poner los pedricadores para hacer sus sermones; y al repique de la campana se habia llegado lo más del pueblo, y delante de todos comenzó á leer las leyes, y llegando á donde el rey mandaba que muertos los encomenderos, los repartimientos se pusiesen en su cabeza real, decia á grandes voces que no lo habian de consentir, sino perder las vidas antes. que vello ejecutado; y lo mismo decia sobre las otras Ordenanzas que le parescian regurosas. Y entre los que allí estaban no hobo menos ruido y tumulto que en Los Reyes, y andaban como asombrados, discurriendo por una y por otra parte, llamándose desdichados y faltos de ventura, pues habiendo con tanto trabajo y fatigas descubierto la provincia, les era pagado tan mal. El capitan Alonso de Cáceres, por su parte, procuraba quel alboroto cesase, pues no aprovechaban nada aquellas palabras. Y dejando esto, concluyamos con la venida de Carvajal.

Pues contamos habia sido con voluntad de se ir á España, conosciendo por la espirencia que de la guerra tenia que no podia estar el reino en paz ni dejar de haber alborotos en las más provincias dél con la venida del visorrey, y aunque por su parte lo procuró mucho, los del cabildo de Los Reyes no le quisieron dar nada, ni despacho, como hicieron los del Cuzco; y queriendo meterse en alguna nave no pudo conseguir su deseo á causa de que las justicias no querian dar lugar á que ningun navio saliese del puerto hasta que el visorrey viniese. Y visto el poco remedio que allí tenia, acordó de se ir á la cibdad de Arequipa, creyendo en el puerto de Quilca podria hallar nave en que pudiese cumplir su deseo, y con toda priesa se salió de la cibdad de Los Reyes, llevando los dineros que tenia y adevinando la gran calamidad que habia de venir por todo el reino. Mas tampoco halló aparejo en el puerto de Quilca, como en el de Los Reyes, porque Dios era servido que no saliese

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