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ó como correas, la mitad dentro de la tierra, en cinco ó seis partes de la corona del monton 2, y por la orden de la planta de la yuca questá dicha, las cuales luego con el sol se amortiguan y marchitan como que se mueren, pero fácilmente prenden y reviven, y tanto crecen las raíces que 3 crian dentro de la tierra, cuanto la planta por la tierra cunde, y como la de las calabazas se extiende; no son mayores que nabos grandes ó zanahorias pequeñas. Llámase la dicha planta yucaba, la media silaba luenga; cómese cocida como espinacas ó acelgas con aceite y vinagre, y crudas son buenas tambien para los puercos. Estas raíces de ajes y batatas, la sílaba de en medio luenga, no tienen cosa de ponzoña y puédense comer crudas y asadas y cocidas, pero asadas son más buenas, y para que sean muy mucho buenas, las batatas especialmente, que son de más delicada naturaleza, hanlas de poner ocho ó diez dias al sol, rociadas primero y aun lavadas con un escudilla de salmuera, más agua que sal, y cubiertas por encima de rara yerba porque no les dé todo el sol, lo cual hecho, las que se quieren comer asadas, metidas en el rescoldo del huego hasta que ellas esten tiernas, salen enmeladas como si las sacasen de un bote de conserva; y si las quieren cocidas hinchan una olla de ellas y echen dentro una escudilla de agua, no para cocellas, sino porque la olla, estando seca en el principio, no se quiebre, y cubran la olla con hojas de la planta dellas, ó de vides ó de otras hojas buenas, para que no salga el vaho fuera, y cociendo así una, ó dos, ó tres horas, ó lo que menester fuere, porque no han menester mucho tiempo, embébese aquella agua y sale otra tanta miel ó almíbar, y ellas todas enmeladas como si fuesen una conserva, pero harto más sabrosas que otra cosa muy buena. Y cierto en ninguna parte del mundo parece que puede haber tantas ni tales raíces como las destas tierras; las batatas de la provincia de Xaraguá eran las mejores de toda esta Isla por excelencia. Habia en esta Isla y ponian los vecinos naturales della otras raíces tan gruesas y redondas como unas chicas pelotas, que llamaban lerenes; las hojas deĺlas eran como de coles, las que llaman yantas, pero más hermosas y más llanas y anchas, y las ramas ó másteles que tiene la hoja son más tiestas y levantadas. Otras raíllamaban yahubias, que no haces habia que qué comparallo en las cosas de Castilla llas; todas estas buenas y sabrosas de comer

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cocidas y asadas, pero ninguna se iguala con
los ajes y batatas. Sin todas estas raíces que
eran domésticas y los indios las sembraban
ó plantaban y cultivaban, hay en los montes
otras que llamaban los indios guayaros, la
sílaba de en medio breve, que tienen la he-
chura y blancura de chequitos rábanos, bue-
nas de comer asadas, pero para los puercos
muy sabrosas y deseadas, y por esta raíz y
otras muchas montesinas y fructas que hay
en esta Isla, que los puercos comen, y con
que se crian, es tan sabrosa y tan sana y co-
mestible su carne. Otra fructa tenian, que
sembraban y se criaba ó hacia debajo de la
tierra, que no eran raíces sino lo mismo que
el meollo de las avellanas de Castilla; digo
que eran ni más ni menos que las avellanas
sin cáscara, y estas tenian su cáscara ó vai-
na en que nacian y con que se cubrian muy
diferente que las avellanas, porque era de la
manera como están las habas en sus vainas
cuando están en el habar, puesto que ni era
verde la vaina ni blanda, sino seca, cuasi de
la manera que están las vainas de las arve-
jas ó de los garbanzos en Castilla cuando es-
tán para cogerlas; llamábase maní, la última
ni ave-
que
sílaba aguda, y era tan sabrosa
llanas ni nueces, ni otra fructa seca de las
de Castilla, por sabrosa que fuese, se le po-
dia comparar. Y porque siempre se comia
della mucha por su buen sabor, es luego el
dolor de la cabeza tras ella, pero no comien-
do demasiada no duele la cabeza ni hace otro
daño; hase de comer siempre, para que sepa
muy bien, con pan cazabi, ó de trigo si
lo hay.

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Queda por decir el cómo se amasa el pan cazabi, é cuán fácilmente y cuánto provecho sale dél, porque por entremeter todas las raíces domésticas de que la gente desta Isla para su mantenimiento usaba, no ha tenido en el precedente capítulo esto su lugar. Pasado, pues, el año, que es el tiempo del cual en adelante tiene su sazon el conuco 6 labranza, ó la yuça, que son las raíces, para comenzar á hacer pan dellas 6 dél, van 5 dos, ó tres, ó cuatro hombres ó mujeres al conuco 6 labranza y sacan fácilmente y sin trabajo, con un palo escarbando, las raíces ó yuca de los montones (como sea tierra mollida y allí ayuntada, puesto que con las aguas se

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1 capítulo 78.-2 se bacian.- cosa.-4 cuanto es el provecho. los hombres.-" deshacen.

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aprieta algo), de cada rama que se hizo de cada tarazon de nueve ó diez de los que de á palmo plantaron, dos y tres y cuatro raíces mucho mayores que zanahorias y más gruesas, como se dijo, por manera que de cada monton sacan ' cuasi media carga y aun buena de un asno; y si la tierra es holgada y muy fértil, como la hay en muchas partes, da mucha más de la señalada. Traidas estas raíces á casa, que comunmente junto está la labranza, la cantidad dellas que quieren traer, con aquellas conchitas que dije como almejas, ó las que llamamos en Castilla veneras, raspan aquella tez ó hollejo que dije ser cuasi como leonada, y quedando la raíz como la nieve blanca, rállanlas en unas piedras ásperas sobre cierto lecho al cual llamaban guariqueten, la penúltima breve, que hacen de palos y cañas puestas 2 por suelo del unas hojas ó coberturas que tienen las palmas, que son como unos cueros de venados; finalmente, como si lo rallasen en una artesa para que aquella masa no se caiga, que es como la que podria salir de muchos nabos en un rallo rallados que estaria con mucho zumo blanco como es la masa dellos, de aquesta misma manera es aquella masa de la yuca. Despues de rallada la cantidad que determinan rallar, cúbrenla con las hojas de las palmas que dije y diré abajo, placiendo á Dios; déjanla cuasi como para livdar (sic) hasta otro dia; tienen una manga que llaman cibucam 3, la media sílaba breve, hecha de empleita de palma, de braza y media ó poco más y ancha cuanto quepa un brazo, la cual tiene un asa á cada cabo, de donde se puede colgar; esta manga hínchenla de aquella masa, muy llena y apretada, y cuélganla de la una asa de alguna rama de un árbol, y por la otra asa meten un palo de dos brazas ó poco más, y metido el un cabo del palo en un agujero del árbol junto á la tierra, siéntanse dos y tres mujeres ó personas al otro cabo del palo y están allí una hora ó más sentadas, y así se aprieta y exprime toda aquella agua y jugo de la dicha masa. Sácanla despues de la manga ó cibucam y queda ni más ni menos que si fuese alfeñique blanco y apretado, no seco, sino sin zumo, que es placer verlo cuán lindo está. Tienen luego un cedazo algo más espeso que un harnero de los con que ahechan el trigo en el Andalucía, que llamaban híbiz, la primera sílaba luenga, hecho de unas cañitas de carrizo muy delicadas, y allí desboronan aquella masa ya vuelta en otra forma, la cual, como esté seca ó enjuta sin el agua ó

una.-2 unas.-3 rallos.-4 como hacemos la masa. — la última. — puesto.

zumo que tenía, luego se desborona con las manos, y, pasado por aquel híbiz ó cedazo queda cernida muy buena harina, y en el cedazo algunas granzas 6 pedacillos de la yuca que no fue bien rallada. La harina así limpia y aparejada, tienen ya los hornos callientes, tres y cuatro, si quieren hacer cantidad de pan; estos hornos son como unos suelos de lebrillos en que amasan y lavan las mujeres del Andalucía; finalmente, son hechos de barro, redondos y llanos, de dos dedos en alto, como una rodela grande que estuviese no por medio levantada, sino toda llana; estos llamaban burén, aguda la última. Tiénenlos puestos sobre tres ó cuatro piedras, y debajo todo el huego que cabe, y ellos así bien callientes, echan la dicha harina por todo el horno de dos dedos asimismo en alto, y está un cuarto bueno de hora cociéndose de aquella parte; despues vuelven la torta con una hoja ó vestidura de palma que es como si fuese pala 6 tabla muy delgada, de la manera que se vuelve una tortiila de huevos en la sarten con un plato, la cual está cociéndose de aquella parte otro tanto, y cocida queda la torta de altor de medio dedo, muy blanca y algo rosada; pónenla luego al sol, donde se tuesta en dos ó tres horas y se para tan tiesta como si fuese un plato de barro cocido ó una tabla, pero al tiempo del comer, luego 6 despues de muchos ó dias que lo ponen en la mesa ', partiéndolo á pedazos con la mano, el cual luego se parte y poco menos suena al partir que si partiesen un plato; metiéndolo en caldo de la olla se han de dar priesa á sacallo luego, porque no se quede todo deshecho en la escodilla como si fuese una oblea. Queda blandísimo y suave y cuasi enjuto despues de sacado del caldo y puestos los pedazos en un plato, del cual pueden comer suavemente mozos y viejos sin dientes, harto mejor, al menos los viejos, que del pan de trigo; hacíase y hácese muy delgado y muy más lindo y blanco, para poner á la mesa para los señores, cuasi como unas muy hermosas obleas, cuando es rallada la yuca en unos cueros de pescado como cazon, que los indios llamaban libuça, la media sílaba luenga, el cual cuero tenían apegado á una piedra, ó cubierta la piedra con él, sobre que rallaban, y las tortas delgadas que desta masa rallada en aquellos cueros hacian, llamaban xavxao; en las piedras comunes rallado, hacian las tortas más gruesas para mantenimiento de mucha gente, y así cuando querian lo diferenciaban. Despues de puesto al sol aquellas

metiéndo la en,

dos, ó tres, ó cuatro horas ó pocas más, en las cuales se seca y hace bizcocho, como es dicho, cuando se hace cantidad ponen las tortas en unos cadalechos de palos ó cañas sobre unas horquetas, medio estado altas del suelo, y dura dos ó tres años sin dañarse, tan bueno como si hobiera un mes que se hobiera hecho, pero hanlo de guardar de goteras y de agua, porque luego se deshace y no aprovecha para cosa sino para echarlo á los puercos y á las aves. Tiene cada persona que comer en dos arrobas de aquel pan ó de aquellas tortas un mes bueno en abundancia. Sale comunmemte de cada millar de montones docientas arrobas, que son cient cargas de las de los indios, porque á dos arrobas se mandó que echasen en cada carga, puesto que nunca lo han guardado los españoles ó pocas veces lo han guardado que no echen más aun indio, y aun tres ó cuatro han acostumbrado á echar. Tierras hay muchas en esta Isla que de un millar de montones se sacan ciento y cincuenta y 170 cargas de pan cazabi, que, como dicho es, cada carga tiene dos arrobas. Y reducida toda la facilidad con que se hace planta y cria y amasa este pan, y el aprovechamiento dél, á cierto compendio y brevedad, sumámosla así: que veinte personas de trabajo que trabajen un entero mes, seis horas no más cada dia, harán tanta labranza destos conucos, que dije llamarse, cuanta puedan comer de pan trecientas personas en dos años, y antes me acorto que alargo; mayormente que arada la tierra con bueyes, como hay dellos tan grande abundancia, y alzando los montones con azadas de hierro, no como los pobres indios, que con un palo de una braza, tostada la punta y en tierra vírgen y dura, la cavaban y los alzaban, es manifiesta hoy la ventaja. Amasarán y cocerán cinco ó seis mujeres, con cinco burenes ó hornos de los que dejimos, cada dia cincuenta y sesenta arrobas deste pan, que son veinte y cinco y treinta cargas3, con que comerán cada dia mil personas largas, mayormente que ya no es menester para sacar y exprimir el zumo ó agua de las raíces ó yuca las mangas de empleita, ni sentarse las mujeres en el palo, porque ya hay y se pueden hacer cada dia unas prensillas de husillo, que en un credo se puede toda el agua ó jugo exprimir sin alguna tardanza y trabajo. Y así creo que consta bien clara la facilidad con que se hace aqueste pan y la utilidad y provecho que dello se saca y puede sacar. Y esta es y ha sido, y no otra, la causa porque no hay en esta Isla más trigo que en Çecilia,

1 sobre horcones.-2 aunque no.- mayormente.

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ni en Italia ni en toda España; conviene á saber, que como los españoles no hayan venido ni vengan á estas Indias por otro fin, ni tengan ni hayan tenido intento, el que más asentado parece que está, sino haber oro y las riquezas que haber pretenden á costa de las vidas y trabajos ajenos, y tornarse á Castilla á las pompear y gozar, como esta Historia por su discurso monstrará, constándoles la facilidad y ganancia deste pan, mientra les duraron los indios que en servidumbre tuvieron, hasta que en ella los 1 acabaron en las minas y en los otros trabajos, no curaban más de hacer deste pan para con que los indios les sirviesen, porque para sí mismos, con dos pipas de harina que traian los navíos de Castilla, que les costaban á diez castellanos, tenian que comer un año; despues de aquellos muertos que mataron á los indios, sucedieron otros vecinos que hoy en esta Isla hay, los cuales comenzaron á traer negros que en lugar de los indios pasados heredaron los trabajos, [y] hallan el mismo provecho y aun mayor en los ingenios de azúcar y otras granjerías, y el pan para mantener aquellos tan á la mano ¿quién les ha de boquear en que á sí mismos y á la gente que tienen ocupen en arar y cavar y hacer molinos y aceñas y semejantes cuidados de dónde no han de haber más utilidad de tener pan, teniéndolo de Castilla para sus personas por 10, ó 20, ó 30 castellanos? Si en esta Isla no hobiera pan, ó no tal pan, más trigo y mejor pan hobiera dél que en todo lo poblado del mundo, y de no habello hoy ninguna otra ha sido la causa. Con esta cosa de maravillar quiero acabar lo que toca este pan. y es que aquella agua 6 zumo que es mucha, que tiene y sale de la dicha masa, y la llaman los indios hyen, es de tal naturaleza que cualquiera que la bebiese así cruda como sale moriría como si bebiese agua de rejalgar, con lo cual se han muerto á sí mismos muchos indios bebiéndola desesperados, en esta Isla y en la de Cuba, por salir de la vida tan amarga que los españoles les daban, segun que en otra parte se dirá; pero con un hervor que se de al huego pierde la ponzoña y queda hecha vinagre sabroso para guisar algunos guisados que requieren agro ó vinagre, y así los hacian los indios y yo comí algunas veces dellos. Sembraban y cogian dos veces al año el grano que llamaban mahíz, no para hacer pan dél, sino para comer tierno por fructa, crudo, y asado cuando está en leche, y es muy sa

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mataron.-2 para que se han.-3 del que.-4 ó jugo.—3 abajo.—® la dicha agua.

broso, y tambien hacian dél cierto potaje, molido y con agua; era menudo y de muchas colores, morado y blanco y colorado y amarillo, todo esto en un macora; llamábanlo mahíz y desta isla salió este nombre.

CAPÍTULO XII

Frutas que se daban en la isla Española.

Habia en esta isla algunas frutas silvestres por los montes, y dellas muy buenas, ninguna, empero, doméstica, porque no curaban de tener huertas ni frutales los indios, como se dirá, el contrario de los de la Tierra Firme, sino que cuando las topaban acaso, las comian, la mejor de las cuales, y quizá de gran parte del mundo, eran los que llamaban mameyes, que arriba' dejimos haber de su orígen sólo en la punta desta isla que se llamaba la Guacayarima; las que llamamos piñas, ques fruta en olor y sabor admirable. no la habia en esta isla, sino que de la isla de Sant Juan se trujo, y por esto aquí no hablo hasta su lugar della. Habia las que llamaban guayabas, la penúltima sílaba luenga, y éstas son muy odoríferas, sabrosas tambien, pero las desta isla eran chequitas; las que hoy hay y está la isla llena dellas, que son muy mayores y muy más hermosas y más sabrosas y más olorosas, fueron traidas de Tierra Firme, y cierto es fruta de harta golosina. Habia otra mucho buena y suave, muy sabrosa, puesto que no odorífera, tan grande como un membrillo, que no es otra cosa sino como una bolsa de natas 6 mantequillas, y así es blanco y más ralo ó líquido que espeso, como manteca muy blanda, lo que della es comestible; tiene dentro algunas pepitas negras y lucias, como si fueran de azabaja, tan grandes como piñones con sus cáscaras, aunque muy más lindas; la cáscara ó bolsa en que está lo comestible es como entre verde y parda, la cual llamaban los indios annona, la penúltima luenga. Otra fruta hay que se llama hovos, propios como ciruelas, sino que son amarillos y tienen los cuascos grandes y poca carne, pero lo que tienen es muy sabroso mezclado con un poco de agro, y sobre todo es muy odorifero, y no hay cosa que más coman los puercos y vayan diez leguas al olor por buscalla; los árboles son muy grandes y altos y graciosos á la vista; la hoja es no del todo redonda 3, del tamaño de un real de plata, verde clara; cocida en agua es muy bue

1 en el capítulo 71.-2 mucho.-3 pequeña.

na para lavar las piernas los que las tienen malas. Hay otra en esta Isla que llaman guanabanas, la penúltima sílaba i breve, que son tan grandes como una bolas de jugar birlos; la corteza tienen verde clara y unas como tetillas de niño, con unas espinitas en ellas; lo de dentro y ques de comer, algo amarillo y como un muy maduro y tierno melon. Son muy sabrosas con un poco de agro que le da el buen sabor; hay en cada una que comer dos hombres. Otra fructa hay del tamaño de una almendra, sin cuesco, y de aquella cuasi hechura, colorada como una guinda ó cereza, poco menos, y creo que tanto sabrosas que ellas, y así zumosas y frescas como ellas. Otra es llamada pitahaya, la penúltima sílaba luenga; es colorada la cáscara por de fuera y tiene ciertas espinas no buenas en ellas; lo de dentro es cuasi como lo de una madura breva, con unos granitos muchos negros como los de los higos paharies de Castilla, y de la hechura de la breva; algo es sabrosa y fresca. El árbol en que nace son unas pencas luengas de la naturaleza de las çabilas de Castilla de que creo hacen el acíbar, aunque las çabilas están nacidas en la tierra y sus pencas son muchas y derechas desde abajo arriba, y las pencas de las pitahayas sale una de la tierra y encarámase en otros árboles y cunde al través y al revés por ellos que parece culebra, y desta salen otras pocas de pencas, y todas llenas de espinas no muy buenas; finalmente, nunca están solas sino entre otros árboles de otra especie que las sostiene. Otra es redonda como una gran lima ó un naranja pequeña; es amarilla clara la cáscara por de fuera; lo de dentro, que se come, es cuasi como lo de la pitahaya, puesto que no tan bueno; el nombre no me acuerdo; nace en unos espinos de espinas bravísimas, los cuales no hay á qué comparallos, sino que hasta un estado en alto es tan gordo como un gordo muslo; de allí salen dos ó tres como cirios, muy derechos, cuasi juntos y como labrados por un entallador, con sus follajes, para poner en un retablo, llenos, empero, de grandes espinas como alfileles grandes, y aun 2 agudas como agujas de acero, sin otra hoja alguna. Hay unos árboles grandes, mayores que grandes nogales, que producen unas uvas del tamaño de guindas, entre coloradas y leonadas, sabrosas; no se me acuerda el nombre dellas. Otro árbol hay que parece algo en las hojas á grandes higueras, aunque es mayor y las hojas mayores y algo más abierto en las ramas y brazos que tiene que las hi

luenga.- más.

gueras, que llaman yabruma, la penúltima lu enga; todo el mástel ó tronco dél y las ramas tie ne huecas, y cuasi como cañutos de las cañas de Castilla. Este da una fruta pardilla que parece gusano, tan complido y grueso como un buen dedo, y está tambien hueco; esta fruta sabe cuasi como higos pasados, porque tiene dentro de sí cierta dulzura como miel, y pasarse hía al sol como se pasan los higos. Otra se halla en ciertos árboles grandes que están en las riberas frescas de los rios, que se llamaban por los indios guabas, y es cuanto á las vainas ó cáscaras como garrobas propias la fruta, salvo que lo que tiene de comer es como manteca blanca, sino que es poquita, pero dulce y muy sabrosa y de la manera que dejimos que es la de las annonas, y tienen dentro de sí entre lo comestible unas pepitas 2. Todas estas frutas si se hobieran traspuesto y hecho domésticas en huertas y sido curadas y cultivadas ó regaladas, como todas las fructas del mundo de que hoy en Castilla gozamos se trasplantaron, domesticaron y curaron, sin duda ninguna cada una dellas fuera estimada, y algunas por excelentes, y más que muchas de las de España tenidas; pero ni los indios, por no ser de su naturaleza dados á regalos y curiosidades, no se curaron dellas más de cuanto las comian cuando acaso las topaban, ni los españoles por sus ocupaciones de adquirir dineros y poco cuidado de poblar en estas tierras, é imperseverancia de morar en ellas mucho tiempo, y aun porque son amigos de comer de sudores ajenos, ni las estiman ni han dellas curado. En las riberas de la mar hay una fructa que llamaban los indios tunas, de hechura de las bolsas en que están las adormideras, pero son verdes claras, llenas las cáscaras de unas espinitas delgadas, á trechos por órden bien puestas; nacen en unos arbolillos de hasta á cuatro palmos poco más altos del suelo, todos espinosos y fieros; lo que tiene dentro esta fructa, quitada la cáscara, es de zumo y carne como lo de las moras de nuestra tierra; comiéndola, toda va á parar á la orina, y á los principios, cuando no sabíamos qué era, la comieron algunos no sin gran miedo, creyendo que era sangre lo que salia y que se debian de haberrompido todas las venas. En las mismas riberas de la mar hay otros arbolitos que la hoja y cuasi todo tienen de madroños; la fruta es unas manzanillas cuasi del tamaño de nueces, con un hollejo ó cáscara delgada, blanca y algunas veces morada, y otras

1

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como las.-2 negrillas. - quebrado algunas.una fructa.- como.

H. DE INDIAS.-3

colorada; lo de dentro, que se come, es blanco y sabroso, pero es poco, por tener los cuescos grandes; llamaban los indios á esta fruta hicacos, la penúltima luenga. Ninguna fruta ni árbol, los indios desta isla y aun de las demas islas, tenían cuidado sembrar ni plantar despues de su pan y ajes y batatas, y el axi, que es la pimienta, y el mahíz y las otras raíces que se han dicho, sino solos arbolillos de las manzanillas, con que cuando se sentian enfermos se purgaban, y nosotros acá, desque lo supimos, nos purgábamos, y aun agora en Castilla mezclan los médicos en purgas que dan. Estos arbolillos plantaban junto á sus casas, como cosa que mucho estimaban, y otras yerbas, como lechugas grandes medicinales ó purgativas, como abajo diré. Este arbolillo de las manzanillas no es mayor ni crece más de hasta estado y medio; tiene pocas ramas y poco bulto; la hoja es muy hermosa, cuasi es como la de la yuca de que se hace el pan cazabi, como una gran mano los dedos desparcidos abiertos; la fruta es cuasi como avellanas y así blancas; es la que llaman los médicos ben, de manera que está escripta, y hace mención della la medicina; es de gran eficacia para purgar, de cólera principalmente, segun se cree por los no médicos por lo que se ha visto por la experiencia. Con ella nos purgábamos antiguamente sólo mascándolas como si mascáramos avellanas, y como no iban molidas, sino en pedacillos enteros, pasábamos gran trabajo en los gómitos grandes y arcadas, las cuales no cesaban mientras los pedacitos no se deshacían ni desapegaban de las tripas; despues caímos á cabo de muchos años en tostallas y molellas, y así no daban tanta pena; pero despues que vinieron á esta Isla médicos usaron dellas como debian, preparándolas y confeccionándolas con otras convenientes medicinas, porque dicen que estas manzanillas son, no purga, sino punta de purga en la medicina; finalmente, la leche dellas, ques muy blanca como de almendras, es la que tiene la virtud purga. tiva. Otra cosa para purgar, no sé para qué enfermedades, hay en esta isla, y 'yo sospecho que debe ser para males de flema, y esta es una correa ó raíz, no porque esté debajo de tierra, sino que tiene su raíz debajo della y encarámase por los árboles de la manera de la hiedra, y así parece algo, no en la hoja, porque no la tiene, sino en parecer correa y encaramarse como la hiedra; llamábanla los indios bexuco, la penúltima sílaba luenga. Pueden atar cualquiera cosa con ella

1 creo.

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