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ces, al menos en aquellas cosas que perte- | necen á la razon y entendimiento que pueden obrar ambos á dos contrarios, y hacerlos ó dejallos de hacer, como son los actos propiamente humanos de los que el hombre tiene señorío en cuanto es hombre y señor de sus actos y obras por el entendimiento y voluntad; por lo cual se dice ser de libre albedrio, que es facultad del entendimiento y de la voluntad, y estos actos ú operaciones son los que proceden con deliberacion de la voluntad; de manera que está en su mano hacellos ó no hacellos y hacer el contrario, como los oficios que requieren diversos actos y contractos y comercios y otros semejantes, y ya que en las operaciones naturales, que solamente son determinadas á un efecto, pudiesen siempre, ó por la mayor parte, alcanzar el fin de la naturaleza y perpetuarse en aquellas, como abajo parecerá, pero en la gobernacion y regimiento ordenado y uniforme, cual conviene para alcanzar el fin, así monástico y eco nómico como político, en ninguna manera podrian durar, permanecer, perpetuarse ni prosperarse. La razon es porque donde quiera que falta la órden debida que, segun San Agustin, libro 19, cap. 14, de la Ciudad de Dios, es una disposicion concertada que da ó pone á cada cosa en el lugar que segun los grados de su dignidad merece, no puede haber sino confusion, y donde hay confusion, que es contraria de la órden, ninguna cosa puede estar concertada ni tener su lugar, y por tanto, ni cognoscerse convinencia ni proporcion de los medios y operaciones humanas al fin, y por consiguiente, ni el fin alcanzarse, ni perpetuarse los hombres en vida humana, que es vida concertada y quieta, porque, segun San Agustin, en el libro... de las Confesiones, las cosas no bien ordenadas son inquietas, y las ordenadas viven en uniformidad y quietud, y así serian los hombres más infelices que las bestias, porque las bestias, y aun las cosas insensibles é inanimadas, guardan inviolablemente la órden que las tiene puesta la naturaleza, y en esta son perpetuas; pero los hombres desordenados y que no usan de los actos susodichos de la razon, con muy culpable irracionabilidad en infinitos casos, no pueden sino quebrantalla, y por consiguiente, en cosa ninguna buena ni propiamente humana se pueden perpetuar. Esto parece bien claro en el curso de los cuerpos celestiales, que por el concierto y direccion y uniformidad de sus movimientos se arguye la órden y el ordenador, y por consiguiente, su per

no hay.-estar,

petuidad. Por el movimiento oblicuo, que es el del círculo que llaman los astrólogos zodiaco, no puede ser causa de perpetuidad, como prueba el Filósofo en el 12 de la Methaphisica. Así por esta semejante, si er la vida de los hombres no hubiese órden, no habria proporcion ni uniformidad de aplicacion y conveniencia de los medios y operaciones al fin, que es el bien humano, y no habiendo la tal proporcion, conveniencia y aplicacion, no habria prudencia ni partes de ella, las que son necesarias para el buen regimiento de la vida humana, que es el fin á que se inclina naturalmente la creatura racional, que es el hombre, porque la razon lo aprehende y juzga por bien humano, y por consiguiente, tiene precepto de la ley natural que lo adquiera y prosiga y se perpetue en él cuanto es posible; y no habiendo prudencia ni las partes de ella, no habria cognoscimiento ni consideracion del fin, ni inquisicion, discurso, consejo, ni aprobacion, ni uso de buena ni verdadera razon en los hombres, sino que sus actos y operaciones serian hechos por fuerza é ímpetu súbito de imaginacion como las bestias, ó por algun principio natural como las cosas insensibles é inanimadas, y así todos sus movimientos y todas sus obras serian oblicas, retorcidas, confusas y desbaratadas, y por consiguiente, en ninguna obra propiamente humana, como es señaladamente la monástica, económica y política gobernacion, podrian permanecer. durar ni perpetuarse, como asaz parece por todo lo que se ha dicho. Y es aquí de notar eso mismo para mayor declaracion de lo que arriba se ha tratado; que la prudencia monástica que negocia, como se dijo, cerca de la gobernacion de sí mismo, es simpliciter y en gran manera prudencia (segun el Filósofo) y tiene el nombre comun de prudencia, porque las otras partes de ella tienen sus nombres propios, como prudencia económica: prudencia, legis positio, que es la auctoridad para el hacimiento de las leyes; y politica prudencia, que es la ejecucion y guarda de ellas, quasi como si las otras partes de la prudencia procedan de la primera prudencial monástica, que es ser los hombres prudentes cerca de la gobernacion de sí mismos. Videtur (inquit Fhilosophus) et prudentia maxime esse quæ circa ipsum et unum, et habet ipsa commune nomen prudentia. Illa autem hæc quidem economica, et autem legis positio, hæc autem politica. Et huius hoc quidem consiliativa, et autem iudicativa, etc. Ethic., cap. 6 et 9. Porque manife

1 política.

si los hombres cerca de sí fuesen inhábiles, (conviene á saber) no tuviesen tal uso de razon con que se pudiesen regir y gobernar á sí mismos (cuanto lo que toca al entendimiento decimos), no podrian gobernar sus casas y mucho menos habria gobierno razonable en los reinos y ciudades, antes seria todo confuso sin órden, y bestial y peor que de las bestias, y de este argumento usa San Pablo, 1 ad Thimot, cap. 3.o: Si quis, autem, domui suæ bene præst nescit quomodo ecclesi Dei diligentiam habebit; arguyendo a minori negative ad maius. Luego por el argumento contrario a maiori ad minus afirmatire: el que tuviere suficiencia para gobernar su casa, bien la terná para gobernar á sí mismo, y mucho más si la tuviere para gobernar reino 6 ciudad. Luego parece que de la primera prudencia, que es la de sí mismo, traen origen y fundamento las otras económica y la constitutiva de las leyes y la política. Luego no á sinrazon la llama el Filósofo, maxime prudentia. Así dice él: Ille enim qui potest bene speculari singula quæ pertinent ad seipsum, diceretur utrique esse prudens, et huic concederent ipsa, scilicet singularia quorum est prudentia, hoc est, conceditur sive attribuitur prudentia; y por esto tambien dice allí que aunque el propio bien y utilidad de cualquiera singular persona no puede ser ni sustentarse perfectamente sin la económica y sin la urbánica, esto es, sin recta gobernacion de la casa y de la ciudad, como ni el bien1 de la parte sin el bien de su todo, como quiera que el bien de la parte se sustente perfectamente y tenga su perfecto sér mientras lo tiene el todo, y no por el contrario, como abajo parecerá, empero, dice que no basta la prudencia política ni la económica sin la prudencia de las cosas propias; que es la gobernacion de sí mismo, porque ya que esté rectamente dispuesta y ordenada la casa 6 familia y la ciudad, aun resta que mirar y considerar por la primera prudencia, lo que conviene á la propia persona, y así la prudencia económica y la política no pueden ser sin la propia de sí mismo. Quamvis forte (inquit) non est hoc ipsius sine economica neque sine urbanitate, adhuc autem quæ ipsis qualiter oportet disponere immanifestum est et intendendum. Otra translacion lo dice más claro: Quamquam forte non est eius scilicet monastice gubernationis sine disciplina rei familiaris et sine civili. Insuper res sua cuiquam quemadmodum administranda sit, obscurum est ac difficili cognitu. Luego la prudencia primera,

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ual el hombre sabe gobernar á sí mis

mo, es principio y fundamento de la gobernacion doméstica ó económica y política, y, por consiguiente, es parte de cognoscimiento humano adquirida por luenga experiencia, supuesto (como ha parecido) el uso de la razon, que es lo que el Filósofo allí como corolario infiere diciendo: Species quidem utrique igitur quædam erit cognitionis sibi ipsi scire semper providere. Y por esta razon en la filosofía moral la económica presupone á la ethica, y la política á ambas á dos, como parece por la órden que el Filósofo tuvo en tractar de ellas. Dije adquirida por larga experiencia, porque la prudencia es y negocia, ó es su oficio cognoscer las cosas ó casos singulares, que son infinitos, cuyo cognoscimiento no podemos alcanzar sino por grande y luenga experiencia, y ésta requiere mucho y largo tiempo; y porque á los mozos falta el luengo tiempo para tener noticia y cognoscimiento de muchas cosas y casos particulares, y por consiguiente, la experiencia; por esta causa dice el Filósofo allí que los mozos pueden ser instruidos y bien doctos y sabios y llegar á perfeccion en las esciencias de Geometria y Mathemática y otras disciplinas, pero no se podrá bien decir por esto que son ni podrán ser prudentes. Requiérese, pues, uso y buen uso de razon y buen consejo para inquirir lo bueno y lo conveniente, y buen cognoscimiento y discrecion para cognoscer y distinguir lo malo y disconviniente á la vida humana, y buen juicio para considerar y juzgar y sentenciar muchas cosas contingentes, y tambien luengo tiempo y no menos buena memoria para adquirir experiencia y los hombres ser prudentes como está probado. De aquí se sigue bien, que será buen argumento (como arriba tocamos), que donde quiera que hubiere buen regimiento de la casa ó familia y de la ciudad, los subjectos de ellas, que son los hombres, ternán prudencia y suficiente razon para regirse y ordenarse á sí mismos por naturaleza, porque sin ésta (como es manifiesto) no es posible haber órden ni gobernacion económica ni política, ni alcanzarse el fin de ellas, que es el bien y utilidad y perpetuidad de los hombres.

CAPÍTULO XLII

Que los indios tuvieron buena gobernacion de sí mismos.

Todas las cosas en estos dos capítulos precedentes de las tres especies de la prudencia, dichas, con todo lo demás que para prueba y explanacion de ellas se ha traido, supuestas

ces, al menos en aquellas cosas que pertenecen á la razon y entendimiento que pueden obrar ambos á dos contrarios, y hacerlos ó dejallos de hacer, como son los actos propiamente humanos de los que el hombre tiene señorío en cuanto es hombre y señor de sus actos y obras por el entendimiento y voluntad; por lo cual se dice ser de libre albedrio, que es facultad del entendimiento y de la voluntad, y estos actos ú operaciones son los que proceden con deliberacion de la voluntad; de manera que está en su mano hacellos ó no hacellos y hacer el contrario, como los oficios que requieren diversos actos y contractos y comercios y otros semejantes, y ya que en las operaciones naturales, que solamente son determinadas á un efecto, pudiesen siempre, ó por la mayor parte, alcanzar el fin de la naturaleza y perpetuarse en aquellas, como abajo parecerá, pero en la gobernacion y regimiento ordenado y uniforme, cual conviene para alcanzar el fin, así monástico y eco nómico como político, en ninguna manera podrian durar, permanecer, perpetuarse ni prosperarse. La razon es porque donde quiera que falta la órden debida que, segun San Agustin, libro 19, cap. 14, de la Ciudad de Dios, es una disposicion concertada que da ó pone á cada cosa en el lugar que segun los grados de su dignidad merece, no puede 2 haber sino confusion, y donde hay confusion, que es contraria de la órden, ninguna cosa puede estar concertada ni tener su lugar, y por tanto, ni cognoscerse convinencia ni proporcion de los medios y operaciones humanas al fin, y por consiguiente, ni el fin alcanzarse, ni perpetuarse los hombres en vida humana, que es vida concertada y quieta, porque, segun San Agustin, en el libro... de las Confesiones, las cosas no bien ordenadas son inquietas, y las ordenadas viven en uniformidad y quietud, y así serian los hombres más infelices que las bestias, porque las bestias, y aun las cosas insensibles é inanimadas, guardan inviolablemente la órden que las tiene puesta la naturaleza, y en esta son perpetuas; pero los hombres desordenados y que no usan de los actos susodichos de la razon, con muy culpable irracionabilidad en infinitos casos, no pueden sino quebrantalla, y por consiguiente, en cosa ninguna buena ni propiamente humana se pueden perpetuar. Esto parece bien claro en el curso de los cuerpos celestiales, que por el concierto y direccion y uniformidad de sus movimientos se arguye la órden y el ordenador, y por consiguiente, su per

1 no hay.-estar.

petuidad. Por el movimiento oblicuo, que es el del círculo que llaman los astrólogos zodiaco, no puede ser causa de perpetuidad, como prueba el Filósofo en el 12 de la Methaphisica. Así por esta semejante, si en la vida de los hombres no hubiese órden, no habria proporcion ni uniformidad de aplicacion y conveniencia de los medios y operaciones al fin, que es el bien humano, y no habiendo la tal proporcion, conveniencia y aplicacion, no habria prudencia ni partes de ella, las que son necesarias para el buen regimiento de la vida humana, que es el fin á que se inclina naturalmente la creatura racional, que es el hombre, porque la razon lo aprehende y juzga por bien humano, y por consiguiente, tiene precepto de la ley natural que lo adquiera y prosiga y se perpetue en él cuanto es posible; y no habiendo prudencia ni las partes de ella, no habria cognoscimiento ni consideracion del fin, ni inquisicion, discurso, consejo, ni aprobacion, ni uso de buena ni verdadera razon en los hombres, sino que sus actos y operaciones serian hechos por fuerza é ímpetu súbito de imaginacion como las bestias, ó por algun principio natural como las cosas insensibles é inanimadas, y así todos sus movimientos y todas sus obras serian oblicas, retorcidas, confusas y desbaratadas, y por consiguiente, en ninguna obra propiamente humana, como es señaladamente la monástica, económica y política gobernacion, podrian permanecer, durar ni perpetuarse, como asaz parece por todo lo que se ha dicho. Y es aquí de notar eso mismo para mayor declaracion de lo que arriba se ha tratado; que la prudencia monástica que negocia, como se dijo, cerca de la gobernacion de sí mismo, es simpliciter y en gran manera prudencia (segun el Filósofo) y tiene el nombre comun de prudencia. porque las otras partes de ella tienen sus nombres propios, como prudencia económica: prudencia, legis positio, que es la auctoridad para el hacimiento de las leyes; y politica prudencia, que es la ejecucion y guarda de ellas, quasi como si las otras partes de la prudencia procedan de la primera prudencia. monástica, que es ser los hombres prudentes cerca de la gobernacion de sí mismos. Videtur (inquit Fhiilosophus) et prudentia maxime esse quæ circa ipsum et unum, et habet ipsa commune nomen prudentia. Illa autem hoc quidem economica, et autem legis positio, hæc autem politica. Et huius hæc quidem consiliativa, et autem iudicativa, etc., ex 6.o, Ethic., cap. 6 et 9. Porque manifiesto es que

1 política.

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si los hombres cerca de sí fuesen inhábiles, (conviene á saber) no tuviesen tal uso de razon con que se pudiesen regir y gobernar á sí mismos (cuanto lo que toca al entendimiento decimos), no podrian gobernar sus casas y mucho menos habria gobierno razonable en los reinos y ciudades, antes seria todo confuso sin órden, y bestial y peor que de las bestias, y de este argumento usa San Pablo, 1 ad Thimot, cap. 3.0: Si quis, autem, domui sua bene præst nescit quomodo ecclesi Dei diligentiam habebit; arguyendo a minori negative ad maius. Luego por el argumento contrario a maiori ad minus afirmative: el que tuviere suficiencia para gobernar su casa, bien la terná para gobernar á sí mismo, y mucho más si la tuviere para gobernar reino ó ciudad. Luego parece que de la primera prudencia, que es la de sí mismo, traen origen y fundamento las otras económica y la constitutiva de las leyes y la política. Luego no á sinrazon la llama el Filósofo, maxime prudentia. Así dice él: Ille enim qui potest bene speculari singula quæ pertinent ad seipsum, diceretur utrique esse prudens, et huic concederent ipsa, scilicet singularia quorum est prudentia, hoc est, conceditur sive attribuitur prudentia; y por esto tambien dice allí que aunque el propio bien y utilidad de cualquiera singular persona no puede ser ni sustentarse perfectamente sin la económica y sin la urbánica, esto es, sin recta gobernacion❘ de la casa y de la ciudad, como ni el bien 1 de la parte sin el bien de su todo, como quiera que el bien de la parte se sustente perfectamente y tenga su perfecto sér mientras lo tiene el todo, y no por el contrario, como abajo parecerá, empero, dice que no basta la prudencia política ni la económica sin la prudencia de las cosas propias; que es la gobernacion de sí mismo, porque ya que esté rectamente dispuesta y ordenada la casa ó familia y la ciudad, aun resta que mirar y considerar por la primera prudencia, lo que conviene á la propia persona, y así la prudencia económica y la política no pueden ser sin la propia de sí mismo. Quamvis forte (inquit) non est hoc ipsius sine economica neque sine urbanitate, adhuc autem quæ ipsis qualiter oportet disponere immanifestum est et intendendum. Otra translacion lo dice más claro: Quamquam forte non est eius scilicet monastice gubernationis sine disciplina rei familiaris et sine civili. Insuper res sua cuiquam quemadmodum administranda sit, obscurum est ac difficili cognitu. Luego la prudencia primera, por la cual el hombre sabe gobernar á sí mis

1 de su todo.

mo, es principio y fundamento de la gobernacion doméstica ó económica y política, y, por consiguiente, es parte de cognoscimiento humano adquirida por luenga experiencia, supuesto (como ha parecido) el uso de la razon, que es lo que el Filósofo allí como corolario infiere diciendo: Species quidem utrique igitur quædam erit cognitionis sibi ipsi scire semper providere. Y por esta razon en la filosofía moral la económica presupone á la ethica, y la política á ambas á dos, como parece por la órden que el Filósofo tuvo en tractar de ellas. Dije adquirida por larga experiencia, porque la prudencia es y negocia, ó es su oficio cognoscer las cosas ó casos singulares, que son infinitos, cuyo cognoscimiento no podemos alcanzar sino por grande y luenga experiencia, y ésta requiere mucho y largo. tiempo; y porque á los mozos falta el luengo tiempo para tener noticia y cognoscimiento de muchas cosas y casos particulares, y por consiguiente, la experiencia; por esta causa dice el Filósofo allí que los mozos pueden ser instruidos y bien doctos y sabios y llegar á perfeccion en las esciencias de Geometria y Mathemática y otras disciplinas, pero no se podrá bien decir por esto que son ni podrán ser prudentes. Requiérese, pues, uso y buen uso de razon y buen consejo para inquirir lo bueno y lo conveniente, y buen cognoscimiento y discrecion para cognoscer y distinguir lo malo y disconviniente á la vida humana, y buen juicio para considerar y juzgar y sentenciar muchas cosas contingentes, y tambien luengo tiempo y no menos buena memoria para adquirir experiencia y los hombres ser prudentes como está probado. De aquí se sigue bien, que será buen argumento (como arriba tocamos), que donde quiera que hubiere buen regimiento de la casa 6 familia y de la ciudad, los subjectos de ellas, que son los hombres, ternán prudencia y suficiente razon para regirse y ordenarse á sí mismos por naturaleza, porque sin ésta (como es manifiesto) no es posible haber órden ni gobernacion económica ni política, ni alcanzarse el fin de ellas, que es el bien y utilidad y perpetuidad de los hombres.

CAPÍTULO XLII

Que los indios tuvieron buena gobernacion de sí mismos.

Todas las cosas en estos dos capítulos precedentes de las tres especies de la prudencia, dichas, con todo lo demás que para prueba y explanacion de ellas se ha traido, supuestas

ces, al menos en aquellas cosas que perte- | petuidad. Por el movimiento oblicuo, que necen á la razon y entendimiento que pueden obrar ambos á dos contrarios, y hacerlos ó dejallos de hacer, como son los actos propiamente humanos de los que el hombre tiene señorío en cuanto es hombre y señor de sus actos y obras por el entendimiento y voluntad; por lo cual se dice ser de libre albedrio, que es facultad del entendimiento y de la voluntad, y estos actos ú operaciones son los que proceden con deliberacion de la voluntad; de manera que está en su mano hacellos ó no hacellos y hacer el contrario, como los oficios que requieren diversos actos y contractos y comercios y otros semejantes, y ya que en las operaciones naturales, que solamente son determinadas á un efecto, pudiesen siempre, ó por la mayor parte, alcanzar el fin de la naturaleza y perpetuarse en aquellas, como abajo parecerá, pero en la gobernacion y regimiento ordenado y uniforme, cual conviene para alcanzar el fin, así monástico y eco nómico como político, en ninguna manera podrian durar, permanecer, perpetuarse ni prosperarse. La razon es porque donde quiera que falta la órden debida que, segun San Agustin, libro 19, cap. 14, de la Ciudad de Dios, es una disposicion concertada que da 6 pone á cada cosa en el lugar que segun los grados de su dignidad merece, no puede 2 haber sino confusion, y donde hay confusion, que es contraria de la órden, ninguna cosa puede estar concertada ni tener su lugar, y por tanto, ni cognoscerse convinencia ni proporcion de los medios y operaciones humanas al fin, y por consiguiente, ni el fin alcanzarse, ni perpetuarse los hombres en vida humana, que es vida concertada y quieta, porque, segun San Agustin, en el libro... de las Confesiones, las cosas no bien ordenadas son inquietas, y las ordenadas viven en uniformidad y quietud, y así serian los hombres más infelices que las bestias, porque las bestias, y aun las cosas insensibles é inanimadas, guardan inviolablemente la órden que las tiene puesta la naturaleza, y en esta son perpetuas; pero los hombres desordenados y que no usan de los actos susodichos de la razon, con muy culpable irracionabilidad en infinitos casos, no pueden sino quebrantalla, y por consiguiente, en cosa ninguna buena ni propiamente humana se pueden perpetuar. Esto parece bien claro en el curso de los cuerpos celestiales, que por el concierto y direccion y uniformidad de sus movimientos se arguye la órden y el ordenador, y por consiguiente, su per

1 no hay. estar,

es el del círculo que llaman los astrólogos zodiaco, no puede ser causa de perpetuidad, como prueba el Filósofo en el 12 de la Methaphisica. Así por esta semejante, si en la vida de los hombres no hubiese órden, no habria proporcion ni uniformidad de aplicacion y conveniencia de los medios y operaciones al fin, que es el bien humano, y no habiendo la tal proporcion, conveniencia y aplicacion, no habria prudencia ni partes de ella, las que son necesarias para el buen regimiento de la vida humana, que es el fin á que se inclina naturalmente la creatura racional, que es el hombre, porque la razon lo aprehende y juzga por bien humano, y por consiguiente, tiene precepto de la ley natural que lo adquiera y prosiga y se perpetue en él cuanto es posible; y no habiendo prudencia ni las partes de ella, no habria cognoscimiento ni consideracion del fin, ni inquisicion, discurso, consejo, ni aprobacion, ni uso de buena ni verdadera razon en los hombres, sino que sus actos y operaciones serian hechos por fuerza é ímpetu súbito de imaginacion como las bestias, ó por algun principio natural como las cosas insensibles é inanimadas, y así todos sus movimientos y todas sus obras serian oblicas, retorcidas, confusas y desbaratadas, y por consiguiente, en ninguna obra propiamente humana, como es señaladamente la monástica, económica y política gobernacion, podrian permanecer. durar ni perpetuarse, como asaz parece por todo lo que se ha dicho. Y es aquí de notar eso mismo para mayor declaracion de lo que arriba se ha tratado; que la prudencia monástica que negocia, como se dijo, cerca de la gobernacion de sí mismo, es simpliciter y en gran manera prudencia (segun el Filósofo) y tiene el nombre comun de prudencia, porque las otras partes de ella tienen sus nombres propios, como prudencia económica: prudencia, legis positio, que es la auctoridad para el hacimiento de las leyes; y politica prudencia, que es la ejecucion y guarda de ellas, quasi como si las otras partes de la prudencia procedan de la primera prudencia monástica, que es ser los hombres prudentes cerca de la gobernacion de sí mismos. Videtur (inquit Fhiilosophus) et prudentia maxime esse quæ circa ipsum et unum, et habet ipsa commune nomen prudentia. Illa autem hore quidem economica, et autem legis positio, hæc autem politica. Et huius hæc quidem consiliativa, et autem iudicativa, etc., ex 6.o, Ethic., cap. 6 et 9. Porque manifiesto es que

política.

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