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Por cualquiera causa que la guerra fuese movida, cada y cuando que le salieşen de paz y le diesen la obediencia, los recebia con benignidad, tomando alguna gente para se servir é dar á los capitanes commo por esclavos; pero no era la servidumbre commo la que nosotros usamos con munchas partes; todo el menos daño que se podia hacer se hacia, por haberlo él así ordenado y mandado.

Los que subjetaba de nuevo mandaba luego vestir al uso del Cuzco, ellos y sus mujeres, y que hiciesen casas de piedra y templos al Sol, y se proveyese de amaconas, beatas ó monjas que le sirviesen, y del servicio demás; item, las casas Reales y las casas para depósitos, y aposentos tambien para la gente d'armas de la manera qu'está dicho atrás.

No juntaba ejército que no lo pagase de sus rentas, servicios y tributos, sin que á los pueblos causase alguna vejacion 2.

La manera de pelear era ésta: que cercana la una batalla de la otra cuanto las piedras podian llegar, lo primero con que peleaban era con las hondas, como nosotros con el artillería, y en esto eran muy diestros, ciertos y certeros, como experimentados. Las piedras que tiraban eran hechizas y al propósito amaestradas ". A su tiempo, cuando estaban más cerca ', desarmaban los flecheros sus arcos. De allí, acercándose más, peleaban los de las lanzas y rodelas hasta picarse y matarse con ellas. Cuando ya poco á poco se llegaban á estar juntos, venian á las manos y peleaban con unas porras que traian ceñidas y eran de piedras horadadas, y otras de metal ó cobre á manera de estreila, con un astil que les pasaba por medio, cuasi de cuatro palmos. Con éstas se aporreaban bien y se mataban. Traian eso mesmo unas hachuelas pequeñas como de armas, al otro lado, las cuales se ataban á las muñecas con ciertas manijas de cuerda como fiadores, porque no se les soltasen peleando, con un astil como de tres palmos, y con estas se hacian grande daño y cortábanse las cabezas como con una espada ".

Al tiempo que ya se comenzaban á juntar y herirse con las manos, los orejones, que eran los caballeros, y que de morir en las guerras por el Rey Inga y por la patria, como caballeros, habian hecho profesion, su

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bíanse luego á tomar los altos y las sierras y rebentones ásperos, porque este era su principal negocio y ocupacion en el pelear. Para combatir fortalezas y pasos dificultosos y ásperos, tenian unas rodelas (pero mejor nombre creo que es llamallas mantas), tejidas de palos y algodon, con cada una de las cuales se cobrian por lo menos veinte hombres y de cualesquiera golpes de piedras y de otras armas se mamparaban. Finalmente, alcanzada la victoria, no eran crueles; antes, despues de vencidos los contrarios, fácilmente se aplacaban y perdonaban. Todo lo más desto queda dicho arriba en el capítulo.. á la larga.

CAPÍTULO CCLVII

De los contadores mayores que instituyó este Inga, y de sus cargos y atribuciones, y cómo llevaban sus cuentas. De los tributos y distribucion de las provisiones que se reunían en los almacenes. Comparacion de los Señores y gentes de Los Llanos con los de la Sierra, en sus costumbres y trajes.

Proveyó este Rey prudentísimo que hobiese por las provincias de sus reinos contadores mayores en los asientos arriba dichos, donde habia grandes depósitos. Estos tenian tanta cuenta y razon en todo lo que se sustentaba y gastaba y repartia y á quién y cómo y cuándo y por qué causas, que era cosa digna de toda memoria y ad miracion. Tenian cuenta de todos los que nascian y se morian y de qué enfermedades; cuántos niños, cuántos muchachos y muchachas, cuántos viejos y viejas; cuántos se habian absentado de cada provincia y por qué causa; cuántos y de dónde á ella habian venido y todo el número de la gente que habia, que uno solo no erraba Este contador mayor tenia en cada pueblo un teniente y contador menor, que llamaban Llactacamayoc, que quiere decir la guarda del pueblo. Estos daban cuenta muy por menudo al mayor, que habitaba en el asiento principal, de todas las cosas que á su cargo estaban, y el mayor luego en la suya lo asentaba.

Cuando el Rey pasaba con ejército ó sin él, que se gastaba 6 distribuia muncho, poníase por cuenta todo el mahiz, todas las comidas, todas las ropas, los calzados, las armas, las hondas, los arcos, las flechas, las porrás, las lanzas, las rodelas, y hasta las piedras cuántas se daban para tirar con las

hondas; por manera, que no se daba cosa, aunque se diese y repartiese á cient mill soldados, que no se asentaba y quedaba del cuándo y cómo y cuánto y á quién razon y memoria y recaudo.

La cuenta de aquellas gentes del Perú no eran pinturas, como la de la Nueva España, y tampoco era como la nuestra, porque ambas fueran harto fáciles, sino otra más que todas memorable y admirable, y eran unos ñudos en unas cuerdas de lana 6 algodon. Unos cordeles son blancos, otros negros, otros verdes, otros amarillos y otros colorados. En aquellos hacen unos ñudos, unos grandes y unos chicos, como de cordon de Sant Francisco, de unidades, decenas, centenas y millares, por los cuales más fácilmente se entienden que nosotros con nuestras cuentas de alguarismo y de las llanas; y lo que más de todo nos admira, que están tan diestros y resolutos en aquellas cuentas, aunque sean viejas de munchos años, que si agora se les pidiese cuenta de los gastos que se hicieron pasando la gente de guerra del Rey Guaynacapa, que murió más ha de treinta y cinco años, la darian verdadera, que un grano de mahiz no faltase. Tienen destos 1 cordoncillos llenos de ñudos sus rimeros tan grandes y tantos, que tienen casas llenas donde saben 6 tienen memoria de sus antigüedades. Cosa dignísima de oir é de ver y saber más que admirable.

Cerca de los tributos con que las gentes de sus reinos le servian, ordenó este Príncip e, y despues dél los sucesores siempre lo guardaron, que el principal tributo fuese. aquellas sementeras que están dichas en cada provincia. Dellas le llevaban los más propíncuos alguna comida donde él estaba; lo demás se encerraba en los depósitos que para ello eran edificados, para gastarse en las obras que ya se han dicho. Tambien si venia algun año estéril, sacaban de aquellos depósitos y repartíase por la comunidad. Servíanle eso mismo con tributos de las demás cosas que alcanzaban en sus tierras y con algun pescado que le traian de la mar y de los rios, todo en muy poca cantidad, más para recognoscimiento del Señorio que por el provecho que dello habia. Y por esta causa, nuestros religiosos, escudriñando esto, han oido á viejos indios, que de ciertos pueblos que habia en los arenales estériles, donde pocas cosas provechosas se daban, se contentaba este Señor con que le tributasen algunas lagartijas, porque allí se criaban munchas.

1 cordeles

Los Reyes y grandes Señores le servian. con algun oro y plata y con vasos hechos dello; esto, no cosa limitada, sino lo que á cada Señor le parecia, y no de todas las tierras ó provincias, sino de solas aquellas donde habia minas.

Item, en todas las minas principales estaban indios cierta parte del año que le sacaban oro, no más de tres ó cuatro de cada provincia, y de aquellas provincias qu' estaban junto con las minas. Estos estaban allí con sus casas el tiempo que les cabia, y dábales de comer la república que allí los ponia. Y esto era muy poco, porque aquellas gentes y los Señores dellas, hizo Dios y la Naturaleza muy desnudos de cudicia de oro y plata, porque de nada les servia para la sustentacion humana y natural, y como de cosa supérflua, ya que lo habian en tanta cantidad, usaban destos metales para vasos y tazas para beber y comer, y para las sillas en que se asentaba el Inga, y algunas joyas para se adornar, y para esto era menester; y principalmente todo lo empleaban en el cultu divino y para el servicio y honor de Dios verdadero, ó de aquello que estimaban por verdadero Dios. Para esto (ya que faltaba la cudicia de atesorar) bastaba lo que cada provincia daba, que era poco; sino que como eran munchas, allegábase muncha cantidad. Y no daba entonces á un Rey tan poderoso toda una provincia que tenia diez mill vecinos, cuanto es lo que agora contribuye un pueblo de quinientos á uno de los españoles que llaman comendero; y esto es cierto, y así lo afirman los que allí lo han examinado y averiguado, que son siervos de Dios.

Tributaban tambien algunos dellos ropa de lana, y éstos eran los serranos; y los yungas, que son los de Los Llanos, servian con la hecha de algodon. Esta era muy fina y muy curiosa, de diversidad de colores finísimas que hacen de ciertas yerbas. Era cosa de ver y digna de admirar. Y para la más della daba el mismo Señor Inga de sus ovejas la lana, y el pueblo solamente servia con la industria y artificio de hacella.

Ninguno daba tributo en cosa que en su tierra no tuviese.

Destas ropas andaban todas aquellas gentes vestidos, por órden y mandamiento de Inga, este Príncipe: los de la Sierra las vestiduras de lana, y los de Los Llanos de algodon, hechas todas de una misma hechura: los hombres unas camisetas como camisas, sin collares, las mangas hasta los codos, y de largo hasta poco más de la rodilla, y encima de las camisetas unas mantas de dos

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varas y media en cuadra, y éstas se cubren sobre las camisetas como capa. Traen todos unos pañicos menores como los religiosos de Sant Francisco, excepto que los serranos usaban aquellos pañetes desde que eran de diez y ocho años arriba, y los de Los Llanos, los niños cuasi desque nascian. Las mujeres serranas traian sobre las camisetas unas mantas grandes hasta en pies, ceñidas con unas cintas grandes de lana de munchas vueltas y tan anchas como un palmo, y presas aquellas mantas con unos alfileles muy grandes, tan largos como un palmo y tan gordos como una paja de trigo, sin cabezas, y en lugar dellas, unas como hojas de naranjo. Son estos alfileles de oro y de plata y de cobre, segun el estado y calidad ó dignidad de la persona. Tambien aquellas cintas que dije traian los Señores, de oro y de plata muy primas. Encima destas mantas traian cubiertas unas otras mantas como mantellinas largas, que cubren los brazos y hasta las corvas. El traje de las mujeres de Los Llanos es una saya larga de hasta la garganta del pie. Las Señoras la traen ceñida, y encima desta una mantellina como las de la Sierra; todo esto de algodon; hábito, cierto, honestísimo, porque sube hasta el cuello.

Estas naciones de Los Llanos tenian en gran veneracion á los de las sierras, así Señores como súbditos, así como un escudero tiene respecto á un Grande; y por el contrario, los de la sierra estimaban en poco á los de Los Llanos: lo uno, porque los de las sierras eran más valientes hombres en las guerras, que docientos dellos acometian á dos mill de Los Llanos; lo otro, porque los Señores de las sierras tenian por muy regalados y haraganes, holgazanes, soberbios y viciosos á los de Los Llanos, y por eso los tenian en poco.

Los Señores de Los Llanos servíanse con grandes cerimonias; siempre que caminaban era en hamacas, y lo mismo en ellas llevaban á sus mujeres, y el mayor Señor se mostraba en llevar más hombres que llevasen las hamacas, como si un Señor entre nosotros, para mostrar su grandeza, llevase consigo munchas literas para se mudar de una en otra cuando quisiese 6 para ostentacion de su grandeza. Y así, habia Señor en Los Llanos que llevaba en sus caminos docientos y trecientos hamaqueros suyos y de sus mujeres.

Mostraban tambien estos Señores de Los Llanos su auctoridad y potencia en cuando iban caminos largos ó cercanos; llevaban

En el ms., hastas.- á los de Los Llanos.

consigo gran taberna, porque á donde quiera quel Señor parase, mientras allí estuviese, habia de ser beber de su chicha, qu' es como cerveza. Mostraban en más su autoridad, que cada vez que salian de su casa llevaban tres ó cuatro trompetas, que son como clarines, y sus truhanes que les están solaciando mientra comen y beben, y diciendo gracias Lo mismo para sus mujeres no faltan truhanes; las cuales aman y tienen en muncho y son celosísimos dellas, en tanto, que ninguno hombre de munchos que tenian en su, servicio, habia de ser sino castrado del todo raso.

Los vecinos todos de las sierras era gente áspera, no nada delicada, ni curaba de regalos, y así era guerrera. Donde quiera que iba llevaba sus armas consigo y sus toldos ó tiendas, debajo de que dormian ellos y sus mujeres, que llevan consigo para que los sirviese, por los grandes frios y nieves y aguas. Los Señores y Señoras, por grandes que fuesen, tenian por afrenta ir en hamacas y en hombros de hombres; y así, tambien como los súbditos, iba á pie, y sus mujeres no menos, sino era cuando era muy viejo ó estaba enfermo, y la Señora si estaba preñada. De sus mujeres, una le lleva sus mantas y camisetas; otra la comida; otra la ropa de su cama; dos ó tres pajes le llevan sus armas. Précianse de hombres dispuestos y feroces. Tienen en poco á sus mujeres, aunque si les cometen adulterio qu'ellos lo sepan ó barrunten, luego las matan.

Comen asentados en sus duhos ó asientos bajos, que les llevan siempre de camino, y munchos manjares, ó de diversas maneras guisados, sirviéndoselos sus proprias mujeres, lo que no hacen los Señores de Los Llanos, porque tienen para ello sus cocineros y oficiales. Comen los de la Sierra por pan, mahiz en grano tostado y cocido, y beben chicha, con otros guisados y bebidas que sus mujeres les hacen. Y acordémonos que antiguamente por pan comian puchas de harina y agua y sal, no poco tiempo, los ro

manos.

Quiero aquí añidir una virtud comun á todas aquellas gentes, grande y admirable, y esta es, que si una vez prometen ó juran (y creo quel juramento es por el Sol) de guardar secreto y no decir lo que se les ha por secreto encomendado, excusado es sacárselo, aunque los hagan pedazos. Argumento es esto, que rescibiendo nuestra santa fe, haciendo juramento, temerian de ofender á Dios en quebrantallo.

levan tambien.

CAPÍTULO CCLVIII

En el cual se contienen algunas de las leyes que avia este Rey establecido, mayormente la costumbre que tenia de honrrar y solenizar los matrimonios de sus vasallos; cómmo no avia mala muger alguna, y de la honestidad virtuosa que las mugeres guardavan, etc.

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Puso ley é órden aquel Rey Pachacuti en los casamientos y matrimonios, y tenia cuydado de que sus vasallos se casasen. Ya se dixo arriba cómmo de tres en tres años1 tenia ordenado que los depósitos se renovasen; así quiso que por aquel tiempo se renovasen los hombres tomando nuevo estado. En aquel tiempo tomava cuenta á los contadores mayores del número de toda la gente de las provincias, y de los que avian nascido en ellas y de los muertos y de los absentes y de los venidos á ellas de nuevo, y de los solteros y de los casados. Para esto mandava juntar toda la gente de cada pueblo por sus parcialidades ó collaciones, en grandes plaças y casas para ello deputadas, donde concurrian todos los mançebos y donçellas que avian llegado á edad de se casar. Salian tambien allí las que se avian criado con las Mamaconas en el templo, las donzellas á una parte y los mançebos á otra. De las que se avian criado [con las] Mamaconas en aquel ençerramiento y religion, escogíanse quatro ó cinco de las más principales y más hermosas para mugeres del Sol, y otras dos ó tres, si allí estava el Señor, las que más le contentavan, para mugeres suyas; y si no estava presente, aquella eleçion hazia el Tocrico, 6 procónsul y legado, para el Señor. De las otras criadas en el templo con las Mamaconas, casávanlas con los mancebos hijos de los Señores; algunas destas dava de su mano el Señor á algunos principales Señores, por dalles favor, y ellas no lo resçebian menor. Las donzellas demás de todo el pueblo y provincia casávalas con los mançebos de su suerte, dando liçencia á los padres que tractasen con quien les plazia casarlas. Luego allí se concertavan y se concluyan los casamientos, porque, antes que allí viniesen, lo avian tractado y concertado.

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Repartidas por esta via las donzellas y para cada marido cada vna señalada, el Señor les hazia vna plática muy larga persuadiéndolos y exortándolos á que se amasen, y

se.- de nuevo.-3 del. 4 mamaconas.-5 legado. H. DE INDIAS.-43

los varones que hiziesen buen tratamiento á sus mugeres, y á ellas que á los maridos amasen y reverenciasen y los sirviesen, para quel Sol los prosperase y hiziese bienaven

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turados. Hecha la exortacion de discreto Príncipe y virtuoso, mandava traer ropas y joyas y otras alhajas que les donava y hazia de merced, en que complia officio de Prínçipe humano y Rey magnánimo. A otros mandava dar cierto número de ovejas y otras dádivas. A algunos hijos de Señores que queria hazer más favor y merced, mandávales dar sillas y licencia para que desde allí adelante en sus casas y Señorios pudiesen sentarse. Aperçebia y mandava luego allí á los que desto tenian officio y cargo, que tornasen á3 recoger las donzellas de diez años arriba, hijas de Señores, para que se criasen con las Mamaconas ó monjas sirvientas del Templo en aquella religion y encerramiento, en lugar de las que allí entonces se avian sacado que ya yvan casadas.

Todo esto complido, dava luego licencia que hiziesen allí grandes fiestas, cantos y bayles y juegos, las mugeres por sí é los hombres á otra parte, y mandávales sacar de comer y beber á todos las comidas Ꭹ vinos que por su mandado les tenian sus officiales aparejadas.

Esta solenidad y diligencia de los casamientos hazia el Señor y con su presencia los favorecia y honrrava; y si el no podia ó no queria, siempre lo hazia su Tocrico, procónsul ó legado.

Acabados los casamientos en aquel pueblo ó çiudad, y así toda la provincia, passávase á celebrar lo mismo á otra provincia, y así por todo el reyno y reynos que tenia, ordinariamente sin faltar cada tres años.

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Con esta tan singular diligencia y admirable regimiento y cuydado de que todos sus súbditos y vasallos fuesen todos casados, con las costumbres buenas y órden de policía que avia plantado, prohibia que no oviese malas mugeres algunas, porque ni con tal recaudo y quasi diuina governaçion, de que las oviese avia ninguna necessidad. De aquí es aver sido entre aquellas gentes tenido por cosa nefanda y abominable que anduviese una muger desmandada en torpes actos, y désto dan testimonio nuestros españoles seglares aver visto esta tan señalada obra de virtud de la honestidad y castidad, quando al principio, estando en su prosperidad aquellos reynos, en ellos entraron. Y ellos mis

Estavan tambien aparejadas con las comidas, y mandávanselas dar, y comian antes que de allí se apartasen.- señor.-3 apartar.-4 ha - cuydados.

-avia.

mos testifican que en la ciudad del Cuzco vieron gran número de Señoras muy principales, que tenian sus casas y sus assientos muy quietas y assossegadas, y bivian muy casta y honrradamente, como muy honestas y buenas mugeres, cada vna con quinze 6 veynte mugeres que tenian de seruicio y compañia en sus casas, honestas, bien traydas y adereçadas, y morigeradas, y quando salian, con grande autoridad, honestidad y gravedad y atavio á su usança. Estas son palabras de un buen seglar escriptas que lo vido y notó, y sobrello dize cosas harto notables; y añide, que cree aver entonces destas Señoras principales en la ciudad del Cuzco y en sus comarcas más de seys mill, sin las de seruicio que con ellas en esta vida honestay virtuosa moravan, que passavan de veynte mill; y todas estas sin gran número de las Mamaconas, que, despues de aver los españoles el templo del Sol desbaratado y asolado, bivian siempre, 1 segun solian, en toda honestidad, como monjas 6 beatas. Y Dios perdone (dice aquel buen christiano) á quien de estragarse toda esta tanta y tan loable honestidad y bondad fué la causa.

Tornando á los casamientos, ya queda dicho 2 en qué grados de consanguinidad se casavan3, porque ni con hermana, ni con prima hermana, ni con tia, ni con sobrina usavan casarse, y el contrario se tenia por muy malo, fuese la persona alta 6 baxa, Señor 1ó súbdito; solamente á los Yngas, Señores del Cuzco y Reyes soberanos, era lícito, por razon de la succession y herencia del Estado; porque aquel que era hijo de Ynga y de su hermana de Ynga heredava como más propinco y más cierto y de esclarecido linaje. A todos los demás era illícito y abominable casarse ó tener participacion en mala parte con 5 personas dentro de aquellos grados.

Los adulterios, si eran de voluntad de ambos, á ambos matavan, y si el 6 varon hazia fuerça á la casada, él solo con la muerte ha

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de cada pueblo y governadores los castigavan con castigos moderados, como hazelles dar con una piedra ciertos golpes en las espaldas, y los semejantes.

Los homicidas que matavan alguno, sin tener remedio eran con muerte justiciados. Los que mentian eran muy castigados segun la calidad de la mentira, y comunmente á las mugeres que mentian, aunque fuesen las mentiras liuianas, por castigo tresquilavan.

A los hechizeros y bruxos, y que en las mugeres causayan esterilidad ó ligavan los maridos, que no pudiesen á sus mugeres llegar 2, ó que con hechizos matavan, cosas que munchas vezes se usavan entrellos por algunas personas malas que devian tener hecho pacto con el Diablo, crudelíssimamente las matavan, y no donde quiera, sino que aqueste género de delinquentes los trayan á la ciudad del Cuzco para que allí fuesen justiciados, y su muerte y castigo más por el reyno se sonase.

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Los contadores mayores y menores tenian en las cuentas gran fidelidad, pero si en alguna cosa les hallaba mentirosos al tiempo de dar las cuentas, luego los mandava matar.

Si algun Señor, deudo del Rey ó de sangre Real, cometia crimen alguno digno de muerte, y por priuilegio no lo queria matar, condenávalo á cárcel perpétua, y esta era crudelíssima cárcel. Tenianla un quarto de legua del Cuzco, y llamávanla Binbilla, donde lo ponian, y hasta que moria, con triste vida estava.

Tenia ley puesta que oviese por todos sus reynos peso y medida, porque ninguno fuese agraviado 6 engañado.

Era tambien ley que ninguno entrase ni saliese puesto el Sol, ni antes que saliese en la ciudad del Cuzco, porque se supiese y cognosciesen todos los que en la ciudad [entraban] y de dónde venian ó eran.

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Otras munchas leyes y buenas costumbres se pueden colegir de la órden y órdenes que cerca de la governacion arriba en dinersos capítulos quedan referidas.

1 como les parece castigados. - obras que avia munchas vezes se usavan contra ellos.- mayordomos.- pueblo.- del. Otras munchas leyes.

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