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Imprenta de D. PEDRO MONTERO, calle de la Encomienda, número 19, cuarto principal.

ཀྑུཾ, མ *ན

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Innumerables son las ediciones que en todos los paises se han hecho del último y celebérrimo Concilio de Trento, ya en idiomas vulgares, ya en el que se celebró. Solo en España se habian descuidado estos trabajos, si bien acaso en ninguna otra nacion católica se ha estudiado mas, ni se ha observado con mayor escrupulosidad; pero se contentaban con las ediciones estranjeras, y solo le leian en latin, ó cuando mas en la traduccion que anda en manos de todos, debida á D. Ignacio Lopez de Ayala. La insuficiencia de ella se conoce con solo reflexionar que desde la conclusion del Concilio han ocurrido tantas dudas y consultas, que han motivado las decisiones de la Sagrada Congregacion, creada en Roma al efecto, las que es tractadas aun con sumo laconismo, esceden en volúmen al testo del Concilio.

Ademas, este nada determinó constante respecto á las prácticas del foro, cuya jurisprudencia es muy esencial; pues su ignorancia seria motivo de muchos estravíos. Este hueco le llenó el Emmo. Cardenal de Luca; y nosotros traducimos sus discursos, colocándolos al pie de los capítulos para cuya aclaracion se hicieron.

Tar bien es muy esencial que se diga algo, aunque sucintamente, de lo que hace relacion mas directa á la disciplina de la Iglesia de nuestra España.

Todas estas mejoras, y un índice copioso y razonado que pondremos al final, hacen que esta edicion sea la única que en nuestro idioma deba consultarse con fruto.

No siendo nuestro objeto tratar del Concilio de Trento política ni diplomáticamente considerado, no nos detendremos en su historia, ni en las causas que le motivaron, como ni tampoco en los móviles que influyeron para que su duracion fuera tan larga.

Haríamos un agravio á la ilustracion de nuestro Clero, si nos detuviéramos á probar la necesidad y obligacion en que se halla de estudiarle, hasta comprenderle perfectamente, pues sin su conocimiento es del todo imposible que pueda cumplir sus primeros y mas esenciales deberes. Otro motivo para que los españoles nos instruyamos en las determinaciones del Concilio de Trento, y nos aprovechemos de sus escelentes maximas, es el estraordinario celo que en él desplegaron nuestros prelados; los mas puntuales en la asistencia, y los mas perseverantes hasta su conclusion. Dignos son de recordarse con orgullo los nombres de los PP. españoles, el Cardenal Pacheco, D. Diego de Alava, D. Pedro Guerrero, D. Bartolomé de los Mártires, D. Martin de Ayala, etc., y de los sábios Lainez, Salmeron, Domingo y Pedro de Soto, Montano, Carranza, Villalpando, Covarrubias, Carvajal, Castro, Vega, Vargas, Menchaca, Fuen-tidueña, etc., como igualmente el del nunca bien ponderado D. Diego Hurtado de Mendoza. ¿Y cuántas dificultades tuvieron que vencer nuestro reyes para convocar, principiar, proseguir y restablecer el Concilio de Trento, dos - veces interrumpido?

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Como el original latino es la única fuente á que se debe acudir cuando ocurra alguna dificultad, por eso le acompañamos: la traduccion no puede alegarse cuando se quiera profundizar las verdades dogmáticas y puntos disciplinares.

Si fuera una obra desconocida la que ahora anunciamos, nos ocuparíamos de su análisis; pero como nadie deja de conocerla con mas o menos profundidad, suprimimos cuanto pudiéramos añadir.

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