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contra la usura, pero no de tal manera que, ahuyentando más y más al capitalista y haciéndole más receloso, abran un abismo entre el que tiene y el que necesita. Las medidas en el orden económico ha de ser fomentar el capital mobiliario, el dinero, elemento poderoso y savia vivificante de los pueblos modernos.

P. ESTASEN.

FRAGMENTO DE UNA MONOGRAFÍA INÉDITA TITULADA

ESTUDIOS JURÍDICO-PENALES

SOBRE LA PRUEBA PERICIAL

TÍTULO PRELIMINAR

CAPÍTULO PRIMERO

Si como de importancia suma, muéstrase al hombre culto, en el estudio de las manifestaciones diversas del saber, la depuración de la verdad, cuando controvertida en la liza de opiniones, entraña la solución de problemas que afecten al perfeccionamiento moral de la humanidad, en el cumplimiento de sus providenciales destinos; la conveniencia de esa labor mental, si es aplicada á detenido y profundo examen de cuestiones que al Derecho se refieren, adquiere notoriedad que hace patente la reflexión de su precisa existencia, como elemento integral de las sociedades y ambiente del orden que à su amparo fructifica.

La indiscutible transcendencia de ese estudio, acrece con marcados caracteres de interés, al hacer su apropiado objeto, del delito y su sanción, porque si en el barómetro de la cultura universal, acusa favorable antecedente al juicio del adelanto de un pueblo, la progresiva evolución de su Derecho en la suma de las diversificaciones que constituyen su conjunto; su desenvolvimiento jurídico penal, encaminado à la fijación de las condiciones biológicas del acto delictivo y á la determinación en su análisis etiológico y en el influjo de las condiciones

que presiden á la gestación de la idea y le prestan su concurso al traducirse al exterior, de elementos sobre que adecuar Ja pena; suministra el conocimiento de la elevación de su nivel científico.

En el comercio espiritual de las ideas, á la aparición de las humanitarias doctrinas del ilustre Beccaria, se descubren direcciones nuevas, inexploradas regiones, ignotos continentes, hacia los que encauzar las investigaciones del intelectual, ofreciéndose al filantropo jurista en el anchuroso espacio de lejanos horizontes, la visión hermosa de brillante porvenir para la ciencia penal.

Cual respondiendo á la entusiasta voz del pensador insigne, iníciase el fecundo movimiento en que guiados por el honroso estímulo de nobles ambiciones, exclarecidos penalistas apréstanse á realizar la civilizadora empresa á su siglo encomen. dada.

Nuevas teorías, sucediéndose en el decurso del tiempo, elaboran lentamente los materiales científicos, sobre que levantar el grandioso edificio del Derecho penal moderno.

Y como obedeciendo á la triste condición que nos condena á vislumbrar la verdad, oscurecida en la clara diafanidad de su pureza, por el denso velo de la miopía intelectual, del error y la pasión; divergen los tratadistas, las doctrinas se divorcian y del cisma en que perece la primitiva unidad, con vigoroso colorido de contornos, se demarcan dos tendencias, que representadas por ortodoxos y heterodoxos de los fundamentales dogmas de la ciencia que estudiamos, informan como elemento moral, la escuela clásica y la positiva, distanciadas por sustanciales diferencias de principios.

Eminentemente filosófica, la escuela clásica ó tradicionalista del Derecho criminal, la distingue la seguridad con que en rigurosa lógica, desciende de los cardinales postulados de la ciencia, eslabonando sus racionales argumentos, con el estre

cho enlace que la dialéctica impone al raciocinio, y arrancando de las eternas verdades del Derecho natural, en la revelación de los atributos del hombre, como sujeto de la jurídica actividad, encuentra el fundamento y la razón de la pena, cual obligado colorario del delito.

Lejos de encerrarse en abstracciones de metafísico idealismo, determina en la fijación de los elementos constitutivos ó esenciales del acto delictuoso, las condiciones de la capacidad normal del delincuente, y sin desatender el estudio de las circunstancias sociales en que el hecho se produce, constriñe á límites de adecuada proporción, el valor de las influencias que á su ejecución concurren.

A diferencia de la clásica, en radical contraste de su método científico, la doctrina positivista ó antropológica, hace del hecho, en su escueta desnudez, la fuente de sus investigaciones y ascendiendo por inducción de los casos observados, los generaliza, los agrupa y deriva de las enseñanzas de la práctica, las conclusiones del sistema.

La oscura celda del presidio y el anatómico panorama que al incidir del escalpelo, se descubre cual mudo revelador de la historia patológica del organismo, cuyos despojos se ofrecen de pasto al saber humano, constituyen el campo de observación, donde al afanoso desvelo del estudioso antropólogo, responde la próvida realidad, con el elocuente testimonio de innumerables datos, producto de la experiencia.

Inspirada en el materialismo filosófico más puro, y nutrien do sus elementos científicos en el yasto arsenal de las especulaciones de psicópatas y frenólogos, la escuela positivista estudia la propensión al delito, considerando en el delincuente desviaciones de la normalidad, que, ora en el campo de la teratología, ora en el del medio ambiente, por fatal impulso lo transmutan en eterno antagonista del Derecho.

Las influencias degenerativas de la herencia y la germinación de la semilla que, arrojada en el surco de la fecundación de la especie, resurge cual notable solución de la continuidad

de los caracteres del progenitor, en los de lejano descendiente; son analizadas por la teoría antropológica penal con especial interés en la eficiencia del delito.

A la manera que en el isocrónico regularismo de la existencia sideral sobrevienen accidentes que, en apariencia, trastornan el ordenado curso de los astrós, acusando dinámicas mutaciones, ɛe produce, según el positivismo, el fenómeno social denominado delito.

Negada ante los inapelables fallos de la fisio-psicología experimental» la certeza del humano albedrío, desaparecen de la nueva ciencia juridico-penal, se borran de la escuela progresista, relegadas à la categoría de fantástica ilusión, las conclusiones de la clásica, que proclaman su verdad.

La virtualidad de las medidas preventivas cual profilaxis del crimen, y la preconización de su eficacia, hállanse escritas en el científico catecismo del antropólogo; y la necesidad de la reformación de las condiciones sociales, caldo de cultivo (en la actualidad) de la bacteria penal, constituye — completando el bosquejo que trazamos punto el más esencial del credo positivista.

Como por envidiable predestinación social, parece tradicional empresa á la Italia, reservada, la de renovar con las suaves frondas del intelectualismo, en la atmósfera jurídica, las direcciones del pensamiento.

Y así, fundida la nueva escuela al calor de las ideas de ge neroso altruismo, que, bajo la manifestación espléndida de la Naturaleza, en el hermoso cielo de la bella Italia, vigorizan las elevadas concepciones del espíritu, marcando atrevida rota á sus ambiciones, aparece exornada de las brillantes galas que le presta la imaginativa ardiente del meridional.

Siempre al nivel de los avances de la Medicina en su desenvolvimiento frenopático, la indiscutible cultura y el prestigioso apellido de sus secuaces; facilitaron, à virtud de la reac

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