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de su grandiosidad y magnificencia y exclamó: «Dichoso el que pudiera hacerse dueño de tan soberbia ciudad!» Desde luego reconoció Muza la dificultad de reducirla, y confirmóle en ello la altiva respuesta que recibió á su primera intimacion. Tanto que desesperanzado de rendirla con las fuerzas que acaudillaba, mandó á su hijo Abdelaziz que de Africa viniese en su ayuda con cuanta gente de armas allegar pudiera. Cada dia se empeñaba un combate entre sitiadores y sitiados los mejores oficiales árabes iban pereciendo: Muza discurrió lograr por medio de un ardid lo que por la fuerza veia serle imposible. Escondió de noche gran parte de su gente en una caverna. A la alborada de la mañana siguiente presentóse Muza como de costumbre á atacar la ciudad; los cristianos salieron á rechazarlos; los árabes fingieron retirarse dejándose perseguir hasta la celada, y creyendo los cristianos aquella huida obra de su bravura y esfuerzo, llegaron hasta mas allá de la gruta, salieron entonces los emboscados, y se trabó una reñida y brava pelea que duró muchas horas; acometidos los cristianos de frente y de espalda, despues de pelear valerosamente y vender caras sus vidas, fueron la mayor parte degollados. Pronto vengaron el ultrage, pues á pocos dias, habiéndose apoderado los árabes de una de las torres de la ciudad, asaltáronla los españoles tan denodadamente, que ni uno solo de los musulmanes que la defendian quedó vivo. Llamaron desde entonces los

árabes á aquella torre la torre de los Mártires.

Pero hé aqui que á este tiempo llega el jóven Abdelaziz de Africa con siete mil caballos y cinco mil ballesteros berberíes. Viendo los meridanos acrecentado el campo de los árabes con tan poderoso refuerzo, escasos ya de guarnicion y de provisiones, determinaron pedir capitulacion. El viejo walí recibió á los mensageros en su tienda, y acordó con ellos las bases del convenio. Muza acostumbraba á teñir su blanca barba, lo que dió ocasion á que en el segundo recibimiento que hizo al siguiente dia á los diputados de Mérida, se sorprendieran estos de hallarle como rejuvenecido. Duras fueron las condiciones que les impuso Muza: la entrega de todas las armas y caballos, de los bienes de los que se habian huido, de los que se retirasen de la ciudad, de los muertos en la celada, las alhajas y riquezas de los templos, la mitad de las iglesias para convertirlas en mezquitas, y por rehenes las mas ilustres familias que se habian refugiado alli despues de la batalla de Jerez, entre las cuales se hallaba la reina Egilona, viuda de Rodrigo. Muza hizo su entrada triunfal en Mérida el 11 de julio de 712, el dia de Alfitra, ó de la Pascua que termina el Ramadan (1).

Tarik desde Toledo hizo una escursion por los pueblos de lo que hoy forma el territorio de las dos

(4) Conde, cap. 13.-Lucas Tud. Chron.

Castillas, de donde, noticioso de que Muza se encaminaba desde Mérida á la antigua córte de los godos, regresó á Toledo cargado de ricos despojos, entre ellos la célebre y preciosa mesa llamada de Salomon, guarnecida de jacintos y esmeraldas (1). Desde alli salió á recibirle á Talavera (Medina Talbera); y conociendo las desfavorables disposiciones que para con él traeria, llevó consigo algunas preciosas joyas que ofrecer á Muza, con las cuales esperaba templar su enojo. Tan luego como el vencedor de Guadalete vió al anciano walí, apeóse respetuosamente de su caballo. La entrevista fué fria y severa.-«¿Por qué no has obedecido mis órdenes? le preguntó Muza con altivez. Porque asi lo acordó el consejo de guerra, le respondió Tarik, á fin de no dar tiempo á los enemigos para reponerse de su primera derrota, y porque asi creí servir mejor la causa del Islam.» Y presentóle las alhajas que llevaba, y que el codicioso Muza aceptó. Pasaron luego juntos á Toledo. Alli en presencia de todos los caudillos preguntó Muza á Tarik dónde estaba la preciosa mesa verde de Suleiman. Presentósela el africano, pero falta de un pie, que de intento le habia hecho quitar, ya veremos con qué singular

(1) Don Rodrigo de Toledo se estiende en muchos pormenores acerca de esta famosa mesa: supónese que fué hallada en Medinaceli, aunque no todos convienen en ello: otros creen que fué en la

antigua Complutum: Dunhan lo califica de cuento árabe; el historiador inglés propende á hacer casi siempre la misma calificacion de todo suceso que tenga algo de estraño ó de dramático.

prevision, diciendo no obstante que en tal estado habia sido hallada. El término de estas conferencias fué la destitucion de Tarik en nombre del califa, nombrando en su lugar á Mugueiz el Rumi, el cual tuvo la generosa valentía de constituirse en defensor del exonerado caudillo, pero sin poder evitar el que fuese reducido á prision. Estas reyertas de los dos gefes dejaron hondas huellas de division entre las dos razas de árabes y africanos, como en el discurso de la historia habremos de ver.

En este tiempo, el jóven Abdelaziz, que de órden de su padre habia ido á Sevilla á sosegar un motin popular que contra la guarnicion musulmana habia estallado, pacificado que hubo la ciudad, salió hácia la costa del Mediterráneo, defendida por el cristiano Teodomiro (llamado por los árabes Tadmir), el mismo que habia intentado rechazar la primera invasion de los árabes, y que despues habia hecho proezas en la batalla de Guadalete. Retirado alli con las reliquias del destrozado ejército godo, habia sido proclamado rey de aquella tierra. Llevaba Abdelaziz á sus órdenes varios jóvenes entusiastas de las mas nobles familias árabes, entre ellos Otman, Edris y Abulcacin. Noticioso Teodomiro de la aproximacion de Abdelaziz, apostóse con su gente en los desfiladeros de Cazlona y Segura, con ánimo de hostilizar al enemigo desde aquellas asperezas, sin esponer sus mal pertrechados soldados al rudo empuje de los lanceros

árabes. Pero Abdelaziz combinó tan diestramente sus movimientos, que obligó á los españoles á replegarse á la provincia de Murcia. Persiguiéronlos los escua— drones musulmanes hasta las áridas campiñas de Lorca, donde los lancearon y acuchillaron. Teodomiro se encerró con muy pocos en Orihuela, á cuyas puertas se presentó en seguida Abdelaziz. Grande fué la sorpresa de este al ver las murallas coronadas de muchedumbre de guerreros. Preparábase no obstante á dar el asalto, cuando vió salir de la ciudad un gallar do mancebo, que dirigiéndose á él, solicitaba hablarle en nombre del caudillo godo. El árabe le admite en su tienda, y escucha con la mayor cortesanía las proposiciones de paz del caballero cristiano, y en esta célebre entrevista se ajusta un convenio que original nos ha conservado la historia, y que es uno de los documentos mas curiosos de esta época. Hé aqui su contexto.

«En el nombre de Dios, clemente y misericor«dioso: rescripto de Abdelaziz, hijo de Muza para «Tadmir ben Gobdos (Teodomiro hijo de los Godos): «séale otorgada la paz, y sea para él una estipulacion «y un pacto de Dios y de su Profeta, á saber: que no «se le hará guerra ni á él ni á los suyos: que no se le «desposeerá ni alejará de su reino: que los fieles (asi se «nombraban á sí mismos los árabes), no matarán, ni «cautivarán, ni separarán de los cristianos sus hijos «ni sus mugeres, ni les harán violencia en lo que toca «á su ley (su religion); que no serán incendiados sus

TOMO III.

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